Universidad Nacional Autónoma de México • Instituto de Investigaciones Sociales

v84n2r3Guadalupe Salmorán Villar (2021). Populismo. Historia y geografía de un concepto. México: Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Jurídicas, 224 pp.

 Reseñado por:

Ximena Valeria Molina Figueroa1
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Universidad Nacional Autónoma de México

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El primer libro publicado de Guadalupe Salmorán Villar, Populismo. Historia y geografía de un concepto, es indispensable para quienes pretenden iniciar su incursión teórica al estudio del populismo, especialmente desde el enfoque del análisis conceptual. La tesis doctoral de Salmorán Villar —asesorada por Michelangelo Bovero y transformada en este libro— es relevante en el contexto político actual, caracterizado por medios de comunicación, líderes y partidos políticos e incluso cierta parte de la literatura especializada, que utilizan el concepto populismo con connotaciones tan distintas que su significado es difuso e impreciso.

El objetivo del libro es “reconstruir la constelación conceptual” del término populismo a través de su revisión histórica, geográfica y teórica. En ese sentido, Salmorán Villán analiza el origen temporal y espacial del concepto, sus significados y connotaciones en distintos contextos y disciplinas, así como las discusiones teóricas en torno a su definición. A lo largo del texto, la autora pone en evidencia los obstáculos que ha encontrado la literatura para distinguir atributos claros y recurrentes en los fenómenos calificados como populistas.

Aun con las dificultades de definición conceptual, el argumento central de la obra es que sí es posible identificar algunas nociones básicas que componen la visión política de los fenómenos que son adjetivados como populistas. La autora propone que los actores y los movimientos así llamados intentan, sobre todo, persuadir a la ciudadanía de su visión del mundo político, la cual se caracteriza por tener tres ideas fundamentales: la voluntad del pueblo es la fuente primigenia de legitimación política; la política se divide entre pueblo bueno y no-pueblo malo, y promueven la aspiración de “restaurar” la democracia en nombre de la soberanía popular. Estas características son posicionadas por la autora como un esquema de identificación de los fenómenos populistas.

El texto está estructurado de forma cronológica, iniciando en el siglo xix hasta llegar al xxi. A su vez, cada centuria establece los límites geográficos en los cuales se utilizó el término, sus significados y los intentos de definición conceptual de cada momento y disciplina. La autora lleva esto a cabo a través de siete capítulos y un epílogo que resume los principales hallazgos de la investigación. Los últimos dos capítulos del libro están dedicados al análisis conceptual del binomio populismo-democracia, planteando las implicaciones de considerar ambos fenómenos ya sea como vínculo necesario o como “relación antitética”.

El capítulo uno se titula “Populismos originarios”. En este, la autora revisa dos fenómenos que han sido clasificados como los primeros movimientos populistas: el narodnichestvo en Rusia y el People’s Party en Estados Unidos. Aun cuando ambos fenómenos fueron fundamentalmente agrarios, idealizaron al campo como base de la economía, se rebelaron contra el régimen político imperante y ambas opciones se presentaron como una reacción a determinadas medidas económicas, críticas y objetivos en torno al régimen de propiedad, así como la relación con las élites políticas eran fundamentalmente distintos. Con base en estas experiencias, la palabra populismo fue utilizada para denotar a una gran variedad de movilizaciones agrarias y rurales surgidas desde Canadá hasta el África poscolonial, que, sin embargo, no compartían ninguna otra característica que distinguiera específicamente las experiencias populistas de todos los movimientos campesinos y agrarios.

En el capítulo dos, titulado “Populismos ‘clásicos’ de América Latina”, la autora hace una revisión de la literatura más representativa que estudió los fenómenos catalogados como populistas durante el siglo XX (México de 1934 a 1940, Argentina de 1946 a 1955, Brasil de 1945 a 1955). En esta sección destaca el salto disciplinario de la historiografía a la sociología, así como el traslado geográfico del fenómeno (de Rusia y Estados Unidos al continente latinoamericano) como puntos de quiebre en la manera de entender la idea de populismo. A partir de dicho momento, la literatura ya no trató de describir el desarrollo de los fenómenos populistas, sino de explicar su origen y las condiciones necesarias para su existencia. En ese sentido, Salmorán Villar enfatiza que las hipótesis sobre el surgimiento del fenómeno populista (como etapa de desarrollo económico, como fenómeno que permite la disponibilidad de las masas o como una serie de políticas de desarrollo específicas) superan a las definiciones claras del mismo.

En el capítulo tres, “El renovado debate sobre el populismo en Latinoamérica”, la autora problematiza las teorías sobre las condiciones de emergencia del populismo, pues argumenta que estas se centraron en aspectos fundamentalmente socioeconómicos. En ese sentido, con la llegada de nuevas experiencias calificadas como neopopulistas a finales del siglo xx (Argentina, 1989-1999; Perú, 1990-2000; Venezuela, 1999-2003; Ecuador, 2007-2017), también surgieron —y persisten— los intentos de definición conceptual, pero como una categoría fundamentalmente política. La autora discute con estos esfuerzos para precisar el significado de la palabra populismo y encuentra las fortalezas y debilidades de la literatura que define al populismo, ya sea como una tendencia política que se autodefine como defensora del pueblo, como estilo político centrado en las cualidades carismáticas de sus liderazgos, como una estrategia política que brinda apoyo directo y no institucionalizado a la ciudadanía no organizada, o como una ideología en tanto que difunde una determinada visión de lo político.

El capítulo cuatro se titula “Populismo y Europa”. Este apartado se centra en el análisis de los puntos en común que la autora identifica entre los populismos originarios y los clásicos, así como los neopopulismos latinoamericanos y europeos. La primera de estas características es el empleo de una retórica que apela al pueblo como entidad de voluntad propia, la cual, a su vez, es la fuente primigenia de legitimidad política. La segunda propiedad es el “antagonismo antielitista”, que consiste en difundir una visión política estructurada en un esquema dicotómico compuesto por un polo positivo interpretado por el pueblo y otro negativo integrado por un grupo oligárquico (dominante, gobernante y hegemónico) alejado de los intereses comunes. La tercera particularidad es el objetivo de rescatar la democracia a través de la restitución del poder —o soberanía— al pueblo sin el uso de las instituciones de mediación (como los partidos políticos y los parlamentos) que caracterizan a la democracia liberal-representativa.

En el capítulo cinco, titulado “Populismo y democracia”, la autora problematiza la relación entre democracia y populismo al plantear si estos son intrínsecamente antagónicos o si se trata, más bien, de una relación virtuosa. La literatura a favor de esta última proposición considera que los líderes o movimientos populistas tienen rasgos potencialmente democratizadores —aunque ambiguos—, en tanto que su visión del mundo político tiene nociones de inclusión social, particularmente a favor de las masas. Salmorán Villar parte del entendimiento de la democracia como una forma de tomar decisiones (cómo y quiénes) y no del contenido de las decisiones por tomar (como la inclusión social). En ese sentido, la autora considera que la satisfacción de demandas no es una característica básica de los regímenes democráticos, por lo que “la sobrecarga de expectativas” hacia la democracia conduce a la confusión en la relación del binomio populismo-democracia.

El capítulo seis, “Populismo: ¿una propuesta antidemocrática?”, propone que la visión política del populismo basado en las tres particularidades esbozadas en el capítulo cuatro tienen un potencial antidemocrático. La autora argumenta que en “el apelo al pueblo” del discurso populista, el pueblo es considerado un ente unitario de voluntad unívoca, lo cual se contrapone al necesario disenso —basado en voluntades individuales— para llegar a acuerdos en la democracia. La visión política dicotómica que difunden los fenómenos populistas (pueblo-enemigos) también se contrapondría a la convivencia plural y pacífica que propone la democracia. El ideal de restauración de la soberanía del pueblo en el pueblo (arrebatándola de las élites) también entraría en conflicto con la democracia en tanto que, para cumplir este objetivo, se busca eliminar cualquier mediación partidaria o parlamentaria. Sin embargo, la autora expone que tanto los partidos políticos como las asambleas son espacios en los que se representa la pluralidad necesaria para las democracias.

El objetivo inicial del libro se ve rebasado por el contenido general de la obra. Por un lado, porque propone un esquema original de caracterización e identificación de los fenómenos populistas. Es decir, no se trata sólo de un análisis conceptual, sino de una nueva propuesta de definición mínima. Por otro lado, porque Salmorán Villar discute ampliamente la relación entre democracia y populismo que no es justificada metodológicamente en el contexto teórico, histórico y analítico del concepto. Finalmente, con lo valioso de su investigación, la autora pudo dedicar más contenido al análisis de los fenómenos populistas en África y Europa Oriental (pues sólo se menciona su existencia en una nota al pie), de manera que se agotara la posibilidad de que “el salto semántico entre los populismos originales y los clásicos” se ubicara en dichas latitudes.

Esta obra es un aporte a la Ciencia Política, especialmente porque la autora justifica perfectamente la pertinencia de realizar un análisis político del concepto (en lugar de uno sociológico o socioeconómico). Al mismo tiempo, Salmorán Villar genera un diálogo lógico y bien estructurado entre diferentes disciplinas y enfoques, así como entre distintos momentos y geografías que permiten tener una visión integral de la historia y la geografía del concepto de populismo.

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