Three conditions for the configuration of sociological networks in Mexico
Edgar Miguel Góngora Jaramillo*
*Doctor en Ciencias con especialidad en Investigaciones Educativas por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav). Temas de especialización: organización contemporánea de la ciencia, dinámicas de colaboración en disciplinas científicas, internacionalización de la educación superior y de la investigación científica. Circuito Cultural Universitario, Coyoacán, 04510, Ciudad de México.
Este artículo es un producto de la tesis doctoral del autor y fue elaborado durante una estancia posdoctoral en el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (iisue) de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), con apoyo del Programa de Becas Posdoctorales de esta Universidad.
Resumen: Desde una perspectiva centrada en las experiencias de los actores, este artículo analiza el tiempo, la acumulación de méritos académicos y el espacio como condiciones para la configuración de redes académicas en la sociología practicada en México. El referente empírico está constituido por 18 doctores y doctoras adscritos a los principales establecimientos de investigación y docencia en sociología del país. Los resultados indican que las condiciones estudiadas tienen efectos en las formas en que los sociólogos realizan actividades académicas colaborativas a lo largo de sus trayectorias profesionales.
Palabras clave: sociología, colaboración científica, redes académicas, México.
Abstract: From a perspective centered on actor experiences, this paper analyzes time, the accumulation of academic merits, and space as conditions for the configuration of academic networks in the area of sociology in Mexico. Empirical data come from 18 PhD holders affiliated to the main sociology research and teaching establishments in the country. The results indicate that the conditions studied have effects on the ways in which sociologists conduct collaborative academic work throughout their professional careers.
Keywords: sociology, scientific collaboration, academic networks, Mexico.
En las ciencias y en la profesión académica contemporáneas, la cooperación, la interacción, la negociación y la distribución de tareas son aspectos clave. Las intensidades en las escalas de colaboración y la multiplicación de actores involucrados, así como la velocidad con la que se producen las interacciones, constituyen fenómenos que interpelan a los académicos de diferentes disciplinas, incluida la sociología: tanto en los países del Norte como en los del Sur, transforman las dinámicas y prácticas de trabajo para adecuarlas a las necesidades de producción de conocimientos. La colaboración es inherente a la ciencia y a la profesión académica, pero esa característica tiene cualidades específicas en función de las épocas y los lugares, además de diferencias entre disciplinas y en las prácticas de los académicos.
Las redes académicas y científicas se caracterizan por la alineación en torno a objetivos comunes; por la construcción de capacidades que propician la colaboración entre actores distanciados espacialmente, pero con intereses concurrentes; por la puesta en operación de estrategias colectivas de división de tareas; por la coordinación de actividades y por la existencia de liderazgos que articulan las actividades colaborativas. Las formas en que los académicos configuran redes de trabajo, tanto nacionales como internacionales, son múltiples y responden a circunstancias y objetivos específicos.
Desde una perspectiva estructural, las actividades académicas contemporáneas son realizadas en un escenario en el que la división del trabajo científico y académico repercute en formas diferenciadas de contribución, de interacción y de capitalización de conocimientos. En función de la ubicación de los actores (individuales, grupales e institucionales) en el espacio y de sus posiciones, las dinámicas y las lógicas de trabajo colaborativo tienen repercusiones en los ámbitos institucionales, en las naciones y en el contexto internacional.
El trabajo académico individual subsiste y forma parte de los entramados colaborativos, en tanto que no es posible la interacción si no existe la individualidad. Pero en la profesión académica de nuestro tiempo, el académico que trabaja en solitario y está fuera de las dinámicas asociativas, formales o informales, se encuentra en una situación de creciente marginalidad (Leahey, 2016). Por ello, las redes académicas constituyen un mecanismo ampliamente legitimado para la colaboración en la producción de conocimientos y para el avance de las disciplinas científicas, como muestran Diane Sonnenwald (2008) y Maki Kato y Asao Ando (2017) en sus respectivos estudios. Previamente, un trabajo de Michael Gibbons et al. (1997) mostró una tendencia al desarrollo de investigaciones distribuidas social y espacialmente, lo que repercute en la configuración de redes académicas y científicas como instrumentos asociativos relevantes para la producción de conocimientos en nuestra época.
La participación en redes involucra la puesta en juego de estrategias, las cuales están fundadas en las creencias y pautas de acción de los académicos que identificó Burton Clark (1991) respecto al establecimiento de pertenencia, a la disciplina de afiliación, a la profesión académica y al sistema nacional de educación superior y de investigación científica del que forman parte, además de que están influidos por los derroteros internacionales de la organización contemporánea de la investigación científica.
Los académicos configuran redes con el fin de obtener beneficios del trabajo colaborativo. Esos beneficios se expresan en la colocación de temas en las agendas de investigación, en la generación de conocimientos vinculables a la sociedad, a la cultura y a la economía para la resolución de problemas puntuales (Balbachevsky, 2008) o para el desarrollo de ciencia básica, en el posicionamiento y obtención de reconocimiento a nivel institucional, en la inclusión en circuitos disciplinarios, en la obtención de recursos financieros para realizar actividades de investigación, entre otros. Los incentivos para participar en redes académicas involucran, en suma, aspectos institucionales, disciplinarios, financieros y personales que influyen en la toma de decisiones para establecer conexiones y configurarlas como redes. Esos aspectos son resultado de condiciones de posibilidad para participar en redes de colaboración; no ocurren en el vacío, sino que están determinados por acciones y situaciones en las trayectorias académicas.
El objetivo de este artículo es analizar tres aspectos interrelacionados que permiten identificar condiciones de posibilidad para la configuración de redes académicas entre sociólogos que laboran en instituciones de educación superior de México. Esos tres aspectos son el tiempo, la acumulación de méritos académicos y el espacio (TAE). El primero (T) incluye la interacción entre tiempos biológicos y tiempos académicos para analizar las trayectorias profesionales en torno a las elecciones sobre el lugar para cursar estudios doctorales, sobre las instituciones de adscripción laboral y sobre las dinámicas de consolidación de líneas de investigación. El segundo (A) permite ponderar el factor del posicionamiento académico, obtenido a través de la visibilidad y el liderazgo, en la configuración de redes académicas. El tercero (E) define las actividades académicas en redes como mecanismos de colaboración, de coordinación y de circulación de conocimientos basados en la existencia de una división internacional de trabajo académico en la sociología, en la que subsisten relaciones de asimetría fundamentadas en la existencia de centros (Norte) y periferias (Sur) académicas.
El TAE es una triple dimensión en la que sus componentes se influyen y se determinan en todo momento, por lo que su análisis debe ser integrado y no descriptivo de cada uno de los componentes en forma aislada. El TAE deriva de la premisa que sostiene que para el análisis de la configuración de redes académicas es relevante identificar sus condiciones de posibilidad, poniendo como prioridad del análisis la acción de los sujetos-actores que movilizan recursos y ponen en juego estrategias para concretar colaboraciones académicas en diferentes escalas. Implica considerar, pues el TAE es expresión de ellas, las trayectorias de los académicos como elemento central, entendidas como construcciones sociales en las que las posiciones individuales se definen por movimientos no lineales en el espacio social en función de los marcos estructurales en los que se participa (Bourdieu, 2012: 125).
A partir del planteamiento precedente, interesa responder la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las evidencias de la relevancia del TAE para la configuración de redes académicas, nacionales e internacionales, de sociólogos que trabajan en instituciones mexicanas? La pregunta implica centrar la atención en las condiciones que permiten la configuración de redes académicas de sociólogos, por lo que en este artículo no se revisan la estructura ni el funcionamiento de redes específicas, sino un conjunto de aspectos que, a lo largo de las trayectorias de los informantes, interactuaron para la configuración de sus redes.
La elección de la sociología como disciplina de referencia fue una decisión expresa, fundada en el interés por documentar pautas de colaboración entre los practicantes de esa disciplina. En el ámbito internacional, de acuerdo con datos del isi Thomson para 2007, siete de los 10 autores más citados en artículos científicos y libros de humanidades fueron sociólogos (Cárdenas, 2017: 71). Por su parte, la sociología académica en México está plenamente institucionalizada. Información relativamente reciente del Atlas de la Ciencia Mexicana (Pérez, 2014: 88) reveló que la sociología era la disciplina de ciencias sociales con el mayor número de investigadores con doctorado y con más grupos de investigación en 2009 en el país y la segunda en 2013, después de economía. Además, en 2015 existían en México 37 programas de licenciatura en sociología en instituciones de educación superior públicas y cinco en particulares, siete programas de maestría en instituciones públicas y cuatro en particulares, y ocho de doctorado en públicas y uno en particulares (Puga y Contreras, 2015). La sociología en México cuenta con espacios institucionales de producción de conocimientos y de formación en licenciatura y posgrado, con revistas especializadas y casas editoriales, con asociaciones formales para la comunicación y organización de especialidades disciplinarias, con grupos de investigación consolidados, con líderes en temas y enfoques específicos.
El referente empírico está constituido por 18 doctores y doctoras en sociología, adscritos a los principales establecimientos de educación superior y de investigación en sociología en México, lo que se describe en detalle en el apartado metodológico. Las entrevistas y la sistematización del currículum vitae de los informantes ocurrieron entre 2013 y 2014, en el marco de una investigación doctoral. Toda vez que la argumentación está construida a partir del análisis de aspectos significativos de las trayectorias de los informantes con base en los componentes del TAE, fueron considerados los siguientes ejes analíticos, que funcionaron como hipótesis de trabajo: 1) Los grupos de pertenencia y de referencia de los académicos promueven la configuración de redes nacionales e internacionales; 2) La institución de pertenencia es relevante para la configuración de redes académicas; 3) El espacio geográfico tiene efectos en las formas de participación de los académicos en redes internacionales.
En el siguiente apartado hago una revisión de la literatura pertinente, que es puesta en relación con cuatro perspectivas de análisis sobre redes, con la intención de caracterizar la fundamentación que permitió centrar el análisis en los componentes del tae respecto a las trayectorias de los informantes y su relevancia en la configuración de redes académicas. Posteriormente presento la estrategia metodológica y el perfil general de los informantes. Los siguientes apartados corresponden, cada uno, a los resultados obtenidos respecto al tiempo, la acumulación y el espacio. Finalmente, en las conclusiones es respondida la pregunta orientadora y son puestos a discusión los principales argumentos y resultados.
Redes académicas y enfoque centrado en los agentes-sujetos-actores
La formación de redes académicas y científicas es un tema de interés para la sociología de la profesión académica, en tanto que son mecanismos relevantes para la comunicación y el desarrollo del conocimiento (Becher, 2001: 94). Desde hace más de dos décadas, agendas de investigación en la materia pusieron atención en la coordinación, la división de tareas y la alineación de objetivos en la configuración de conexiones académicas en red (Arvanitis, 1996; Callon, 1989). En años más recientes, José Gaete y Jorge Vásquez (2008) y Francisco de la Rosa et al. (2005), entre otros, revisaron modelos analíticos para identificar la estructura de los nodos y los flujos en las redes científicas contemporáneas, mientras que Rocío Grediaga (2007) analizó redes de conocimiento estableciendo distinciones entre tradiciones disciplinarias y sus respectivas formas de circulación de conocimientos. Estudios como el de Mark Newman (2001), quien investigó redes científicas en biomedicina, física y ciencias de la computación para determinar densidades de las redes a partir de la identificación de coautorías y citas cruzadas, ejemplifican una cantidad considerable de investigaciones dedicadas a definir estructuras de redes científicas a través de datos observables en bases de datos de publicaciones científicas.
Una línea de indagación importante sobre redes académicas y científicas es la orientada a documentar procesos de colaboración diferenciada por sectores para la producción de conocimientos y su eventual aplicación. En México, trabajos como el de Rosalba Casas (2001) y el coordinado por Matilde Luna (2003) estudiaron experiencias de redes de conocimiento con énfasis en los vínculos entre instituciones de educación superior, empresas y gobiernos; otros identificaron espacios emergentes de producción de conocimientos en regiones del país con capacidad de innovación (Casas y Luna, 2001); analizaron la formación de élites en el sistema de ciencia y tecnología en México a partir de la identificación de sus redes (Casas, 2004); realizaron estudios de caso sobre sistemas de innovación tecnológica en México a través de la formación de redes de colaboración entre centros académicos e industrias en diferentes regiones del país (Villavicencio y López, 2010), o revisaron la configuración de redes ciencia-industria para la transferencia de conocimientos comparando experiencias ocurridas en México, Estados Unidos y Canadá (Stezano, 2011).
Para la disciplina de referencia de este artículo, las redes de sociólogos han sido abordadas, para el caso de América Latina, en trabajos coordinados por Fernanda Beigel (2013), desde una perspectiva socio-histórica, para mostrar los derroteros de la institucionalización disciplinaria y las conexiones entre actores en esos procesos. Juan Morales (2014), también desde una perspectiva socio-histórica, identificó corredores intelectuales entre México y Argentina forjados con la colaboración entre sociólogos exiliados españoles radicados en esos países, mientras que Laura Hunter (2008), para un contexto distinto al de la región, analizó factores que intervinieron en las lógicas de colaboración entre sociólogos en un largo periodo comprendido entre 1935 y 2005. Desde perspectivas distintas a las socio-históricas, recientemente Andrew Nevin (2019) se interesó por las pautas de contratación de doctores en sociología y el incremento del prestigio de instituciones canadienses contratantes en función de la identificación de las redes de colaboración con que contaban los postulantes; Spencer Headworth y Jeremy Fresse (2016) estudiaron la credencialización a través de la obtención de doctorados y su relación con la formación de redes como mecanismo de prestigio, productividad y posicionamiento en el mercado laboral de la sociología académica en Estados Unidos, y Julián Cárdenas (2017) analizó las redes personales de 17 de los sociólogos más citados a nivel global para conjeturar respecto a los efectos en la ciencia y en la disciplina de las élites académicas.
Esta revisión no exhaustiva de la literatura muestra que en el estudio de redes académicas existen temas recurrentes, entre los que destacan la identificación de colaboraciones considerando enlaces en la publicación de trabajos, relaciones colaborativas entre actores en la producción de conocimientos y reconstrucciones socio-históricas concretas. Esquemáticamente, pueden agruparse en tres tradiciones sociológicas generales: el análisis de redes sociales (ARS), de corte estructuralista y dominante en la sociometría estadounidense, sobre todo a partir de la teoría de grafos propuesta por John Barnes en la década de los años cincuenta (Sanz, 2003: 23) y continuada con las teorías estructurales de redes complejas de Mark Newman (2003), entre otros; la teoría del actor-red (TAR), de origen francés, cuyo énfasis está en el ensamblaje entre actores humanos y no humanos para determinar las formas de asociación en las relaciones sociales (Arellano, 2011: 9), y el análisis socio-histórico (ASH), orientado a procesos de institucionalización científica y a interacciones entre actores.
El núcleo del ARS es la definición de conexiones entre individuos y grupos, por lo que postula que la comprensión de la estructura social implica el estudio de las múltiples redes que la configuran (White, Boorman y Breiger, 1976), por lo que es importante identificar los aspectos micro y macrosociales que permiten definir la morfología y las dinámicas de las redes sociales (Granovetter, 1973). La TAR, por su parte, centra la atención en la acción de los actores que forman grupos y asociaciones, por lo que recomienda tanto describir las relaciones entre los actores como ubicarlos en espacios específicos, en los que se sitúa la acción (Latour, 2008: 221). Finalmente, el ASH, inscrito en el estudio de redes académicas y científicas, pone énfasis en las conexiones que establecen los actores en las escalas institucional, nacional e internacional para circular conocimientos y para posicionar agendas de investigación (Charle, Schriewer y Wagner, 2006), por lo que rastrea conexiones intelectuales y científicas a través de los espacios en los que tiene lugar la acción de los actores, determinando las tradiciones intelectuales y disciplinarias nacionales y transnacionales que se ponen en juego en la configuración de redes.
Los aspectos aludidos indican la relevancia de considerar los aspectos estructurales (macrosociales) que delinean los contornos de los espacios en que los actores pueden movilizar sus recursos, y las estrategias que esos activan para usar a su favor el entorno estructural en el que están insertos (dinámicas microsociales). En conjunto, las tres tradiciones referidas (ARS, TAR, ASH) contribuyen a identificar aspectos pertinentes para abordar el TAE en la configuración de redes académicas de sociólogos. No obstante, para los fines de este artículo esas tradiciones tienen limitaciones. El ARS no permite conocer las lógicas que orientan la acción de los actores para la configuración de redes, la TAR es insuficiente para interrogar las relaciones entre esos y las estructuras sociales en las que están insertos, el ASH ayuda a la caracterización histórica pero no es de fácil aplicación en procesos activos.
La perspectiva de Pierre Bourdieu (Bourdieu y Wacquant, 2005) sobre campos permite, en cambio, la articulación del análisis entre los actores y los entornos en los que movilizan sus recursos y se posicionan; permite ver en las redes consecuencias de la acción social y, al mismo tiempo, las muestra como parte de las dinámicas de los actores para la construcción de sus posiciones, como resultado del posicionamiento de los académicos en su campo disciplinario y como una forma estratégica de construcción de la posición. Al ser una propuesta tanto teórica como metodológica, el campo, entendido como “una configuración de relaciones objetivas entre posiciones […] definidas, en su existencia y en las determinaciones que imponen sobre sus ocupantes, agentes o instituciones, por su situación presente y potencial en la estructura de distribución de especies de poder cuya posesión ordena el acceso a ventajas específicas que están en juego” (2005: 150), hace observables las posiciones de los agentes-sujetos-actores en un espacio social determinado y cómo esas son relevantes para la movilización de recursos y la puesta en acción de estrategias. En el campo académico, las redes pueden ser estudiadas asumiéndolas como formas asociativas en las que las trayectorias de los académicos, entendidas como trayectoria social (Bourdieu, 2012: 125) en función del tiempo, la acumulación de méritos que contribuyen al posicionamiento y el espacio, informan sobre las acciones de los agentes-sujetos-actores y su anclaje a los criterios ordenadores del mismo campo: instituciones, políticas públicas gubernamentales, entornos nacional e internacional de la profesión académica y la investigación científica.
A partir de este planteamiento, el TAE puede entenderse como una dimensión con tres componentes que facilita la identificación de los aspectos que juegan en el campo de la sociología académica como condiciones para la configuración de redes tanto nacionales como internacionales.
Estrategia metodológica y perfil de los informantes
Con base en los aspectos indicados en el apartado precedente, el abordaje metodológico implicó explorar el TAE a partir de la identificación de experiencias de académicos de sociología a través de sus trayectorias. La experiencia es una construcción vivencial y reflexiva de los agentes sujetos-actores que dota a sus acciones de sentido y, por lo tanto, los orienta para la realización de nuevas prácticas. Para estar en posibilidad de observar experiencias de académicos respecto a los componentes del TAE, fueron diseñados guiones de entrevista y un modelo de análisis de currículum vitae que permitiera la integración de elementos significativos de las trayectorias y experiencias de los informantes como parte de su espacio biográfico (Arfuch, 2010), desde un enfoque cualitativo sustentado en la elección de casos de estudio a través de un muestreo intencionado (Neiman y Quaranta, 2006: 236). La elección del método de muestreo intencionado respondió a la premisa que establece la pertinencia de construir datos a partir del diseño del análisis y la perspectiva teórica que encuadra a la investigación (Toloie et al., 2011: 115). Desde esa premisa, un muestreo intencionado permite articular las nociones teóricas de una investigación con el referente empírico sin pretensiones de generalización, pero sí con rigor metodológico para la construcción de los indicadores que forman parte del análisis y conducen a la formulación de conclusiones válidas en la investigación social.
Las características de elegibilidad fueron las siguientes: que los académicos seleccionados ostentaran un grado de doctorado y que contaran con una gama de trayectorias que permitieran conocer diferentes experiencias en la configuración a redes, en función de distinciones generacionales, de sexo, de lugar de obtención del doctorado, de experiencias de movilidad antes y después de la incorporación a la carrera académica, de membresía al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), de lugar de adscripción institucional y de participación en redes académicas nacionales o internacionales activas. Fueron seleccionados 18 académicos: 10 hombres y ocho mujeres. Seis están adscritos a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuatro a El Colegio de México (Colmex), seis a la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y dos a la Universidad Iberoamericana (UIA). La muestra estuvo balanceada en una proporción dos-uno entre quienes obtuvieron el doctorado fuera y quienes lo obtuvieron en México: Estados Unidos, cuatro casos; Francia, cinco casos; Alemania, Inglaterra y España, un caso cada uno; México, seis casos.
La elección de las instituciones de adscripción de los informantes obedeció al seguimiento de la hipótesis según la cual los académicos con mejores condiciones para participar en redes nacionales e internacionales estarían adscritos a los espacios disciplinarios con mayor prestigio (Becher, 2001: 80). En México, las instituciones indicadas son las más relevantes en el campo de la sociología.
Para efectos de conducción del análisis, los informantes fueron clasificados en tres grupos etarios: académicos jóvenes (entre 37 y 45 años), con seis casos; académicos maduros (entre 46 y 60 años), con cinco casos; y académicos mayores (más de 61 años), con siete casos. Esta clasificación fue elaborada para facilitar la comparación de las trayectorias de los informantes y para obtener distinciones significativas en las lógicas y dinámicas del trabajo colaborativo en función de la edad, puestas en relación con los otros dos componentes del TAE.
La construcción de los casos por trayectoria académica, institución de adscripción y clasificación etaria, fue resultado del diseño conceptual de la investigación que derivó en la identificación de los componentes del TAE respecto a la configuración de redes. Implicó articular los contenidos de las entrevistas con el análisis del currículum vitae de los informantes y enlazarlos con el diseño teórico-conceptual de la investigación. De esa forma, los casos de estudio respondieron a la necesidad de “comprensión profunda del fenómeno y su contexto” (Darke, Shanks y Broadbent, 1998: 275) respecto a la configuración de redes académicas a partir de la identificación de tres condiciones de posibilidad. El tratamiento de la información proporcionada por los informantes tuvo en todo momento garantía de confidencialidad y en el artículo se reserva el nombre de las académicas y los académicos que participaron en la investigación.
Tiempo
La edad de los sociólogos fue un factor relevante para comprender las lógicas con las que construyeron su trayectoria y las dinámicas que influyeron para la configuración de redes, fundamentalmente en lo que respecta a la obtención del doctorado, el ingreso a la carrera académica y la construcción de líneas de investigación. Las políticas de posgrado, los mecanismos de reclutamiento de profesores e investigadores en las instituciones de educación superior, las herramientas disponibles para la movilidad nacional e internacional, entre otras, al cambiar en el tiempo, tuvieron efectos diferenciados en función de la edad de los informantes. En consecuencia, los académicos entrevistados jugaron de manera distinta en la interacción entre tiempo biológico y tiempo académico. Los académicos mayores y algunos de los maduros obtuvieron el doctorado siendo ya académicos definitivos, mientras que los jóvenes completaron primero los estudios doctorales y después ingresaron a la carrera académica, en una trayectoria más lineal entre formación académica y actividad profesional, cercana a lo que estudios como los de Ann Austin (2002) y Robert Campbell (2003) muestran para otros contextos nacionales. Un fragmento de entrevista a una académica madura es ilustrativo:
Yo tenía la maestría desde 1977. Para mi generación, la maestría era casi el último grado de estudios que se podía obtener. Ya en las décadas de 1980 y 1990 empezó a haber mucha presión para que los profesores universitarios hiciéramos estudios de doctorado. Por eso decidí hacer un doctorado [obtuvo el grado en 1997].
Si bien es relevante conocer las distinciones generacionales en la obtención del doctorado, en tanto que informan sobre diferentes recorridos y distintas formas de socialización académica, la posesión de un doctorado es actualmente un atributo central para el desarrollo de las carreras académicas en todas las generaciones en activo: entre los jóvenes, para el ingreso a la profesión y para el posicionamiento; entre los maduros y mayores, para integrarse a las dinámicas académicas conforme a las reglas del juego dominantes de la profesión académica. La formación doctoral fue un momento crucial en la trayectoria de los informantes y tuvo efectos en la construcción posterior de líneas de investigación y en el despliegue de capacidades para la formación de redes de trabajo académico. Un fragmento de entrevista a un académico joven lo ilustra:
Al obtener el doctorado hace pocos años, no sé si en el futuro tendré mucha colaboración con las personas con las que conviví y trabajé en mis estudios. Pero lo que sí puedo decir es que el doctorado me enseñó formas de trabajo en las que es preciso colaborar para obtener resultados importantes.
Las decisiones respecto a dónde cursar el doctorado remiten a cambios en la organización académica en el país, lo que tuvo efectos en las posibilidades de los informantes de establecer conexiones tempranas con colegas. Los académicos maduros que estudiaron el doctorado en México destacaron la existencia de compromisos académicos, sociales y familiares que los retuvieron. En cambio, los académicos jóvenes que estudiaron en el país enfatizaron la calidad percibida del programa de estudios cursado como razón fundamental para no salir, aunado en segundo lugar a cuestiones personales. Ello remite a los cambios en la organización académica de los doctorados en sociología en México, ocurrida a partir de la década de los años noventa. Antes, los doctorados en sociología funcionaban como especies de “licenciaturas más especializadas” (las frases entrecomilladas sin referencia bibliográfica corresponden a fragmentos de entrevistas), en las que la socialización en las reglas del juego internacional de la profesión académica, entre ellas el entrenamiento para hacer trabajo colaborativo, no estaba planificada:
Creo que la forma de hacer estudios de doctorado en México ha cambiado, pero en esa época (inicios de la década de 1980) no te permitían conectarte bien con redes, ni te impulsaban a publicar o hacer trabajos conjuntos con los profesores. No estaba en su perspectiva decir: Vamos a hacer un equipo de investigación.
Por su parte, los académicos jóvenes que estudiaron en México encontraron ambientes académicos más adecuados para el entrenamiento como investigadores, no sólo en lo que refiere a los contenidos curriculares sino a las actividades centradas en la interacción con académicos y estudiantes de México y de otros países. Un fragmento de entrevista, de un informante con doctorado del mismo centro en el que estudió el académico mayor citado en el fragmento anterior, pero egresado más de 20 años después, sintetiza el cambio:
Una ventaja de estudiar el doctorado aquí [nombre de la institución] es la oportunidad de aprender de investigadores mexicanos y extranjeros con una enorme experiencia internacional. Las facilidades brindadas por [la institución] para hacer estancias en el extranjero y para asistir a congresos internacionales son para mí muy importantes.
En suma, la formación doctoral en diferentes momentos de la consolidación del doctorado en México informa de cambios en los parámetros de socialización académica e ilustra la tendencia a propiciar experiencias de trabajo colaborativo entre los portadores de este grado académico que participaron en el estudio que da origen a este artículo, lo que es coincidente con otras investigaciones sobre socialización académica (Grediaga, 2012). Entre los informantes que cursaron el doctorado fuera de México, ese tipo de entrenamiento para la colaboración fue más constante en los tres grupos de edad.
Por otra parte, la adscripción de los académicos a la institución de trabajo fue resultado de múltiples situaciones (incluida el azar), pero fue posible constatar, siguiendo el planteamiento de Tony Becher (2001: 80) indicado antes, que el prestigio atribuido a la institución de adscripción (UNAM, UAM, Colmex, UIA) fue un aspecto considerado como significativo para su participación en redes académicas nacionales e internacionales, aunque tal percepción fue menor en los dos informantes adscritos a la UIA. En todos los casos, el ingreso a una institución como profesores o investigadores con contratación definitiva propició el despliegue de capacidades académicas que contribuyeron a entretejer lazos de colaboración con pares tanto de su espacio de trabajo como con colegas de otras instituciones del país y de fuera.
La estabilidad laboral, el prestigio de la institución, el acceso a becas y estímulos, la libertad para hacer trabajo colaborativo fuera de la institución de adscripción, la posibilidad de autoadministrar el tiempo para dar cumplimiento a las tareas de la profesión académica, la existencia de posgrados en los que fue factible dirigir tesis en líneas de investigación similares a las de los académicos, y la facilidad para participar en otros posgrados de la misma institución y de otras, fueron aspectos muy valorados por los informantes como condiciones para poder realizar actividades colaborativas y formación de redes.
Las elecciones de los académicos respecto al ingreso y la permanencia en una determinada institución indican estrategias que apuntan al posicionamiento académico y a la visibilidad, pero fueron las dinámicas de trabajo colaborativo las que los dotaron de capacidades de conexión con pares y con grupos externos al centro de trabajo o a la institución. Las trayectorias académicas de los informantes evidenciaron tendencia a cultivar la especialidad de la que forman parte a través de relaciones de colaboración con pares y grupos tanto en México como en otros países. Esas relaciones de colaboración basadas en la especialidad les permitieron conformar o integrarse a comunidades nacionales e internacionales de expertos en temáticas, enfoques y perspectivas en las que circulan conocimientos y, sobre todo, en las que se configuran mecanismos legítimos de comunicación y de validación de la producción académica. La consolidación de líneas de investigación en especialidades disciplinarias constituyó un aspecto relevante, a través del tiempo, para la acumulación de capitales intelectuales y académicos que los informantes pusieron en juego a lo largo de su trayectoria para la formación de redes académicas.
Acumulación
El posicionamiento y la visibilidad de los académicos en el campo disciplinario y en las especialidades requieren, para su realización, de la acumulación de méritos institucionales y disciplinarios, los que evidencian las lógicas subyacentes de la acción en las dinámicas de trabajo colaborativo, así como las estrategias que desarrollan los académicos para articular sus capitales a las normas y a los valores dominantes en los ámbitos en los que participan, ya sea en el institucional, en el sistema nacional de educación superior o en el internacional.
En atención a ello, la categoría tiempo debe relativizarse en función de la categoría acumulación. Al relativizar la primera, la segunda opera como un criterio ordenador de las dinámicas y de las estrategias de los académicos. De esa forma, es posible constatar que la edad de los sociólogos no guarda correspondencia automática con su posición académica y con su visibilidad disciplinaria, aunque sí sea un factor —relativamente— condicionante.
La consolidación de temas y líneas de investigación, la producción académica diferenciada, la visibilidad disciplinaria, el liderazgo y el peso relativo de la membresía en el sni, son aspectos incluidos en la categoría acumulación del TAE. El posicionamiento como expertos en temáticas específicas y la consolidación de líneas de investigación constituyeron condiciones de posibilidad relevantes para fraguar relaciones de colaboración con pares y grupos afines. Se expresa en la producción académica, destacadamente en los resultados de investigación, y permitió observar lógicas y estrategias de los sociólogos para ganar visibilidad en el campo disciplinario y capitalizar su producción a través de colaboraciones con pares y grupos externos a la institución de adscripción.
A través de la publicación de resultados de investigación y de la presentación de trabajos en reuniones científicas, los académicos se conectaron con circuitos y espacios “sustentados en una estructura de autoridad que facilita el intercambio entre los miembros de la disciplina y los agentes sociales interesados en sus especialismos” (Ibarra, 2001: 91). Por su parte, la dirección de tesis, la coordinación de proyectos de investigación nacionales e internacionales, la inclusión como directivos de asociaciones científicas, también nacional e internacionalmente, la participación en comités editoriales y la invitación como profesores a instituciones distintas a la de adscripción, fueron actividades que permitieron identificar la acumulación de logros que repercutieron en el posicionamiento y la visibilidad académica, lo que tuvo efectos en la configuración de redes de trabajo académico a través del tiempo. En el cuadro 1 puede verse la producción de los informantes en publicaciones y comunicación de resultados a través de participación en eventos académicos.
La información muestra una producción significativa de libros de autoría única, con alrededor de 15% de coautoría, coordinación de libros y capítulos de libro. La publicación de libros constituyó, sobre todo para los académicos maduros y mayores, una estrategia para tratar a profundidad los temas en estudio, lo que tuvo implicaciones en el desarrollo de sus líneas de investigación a nivel institucional y nacional, pero también funcionaron como instrumentos de validación de planteamientos con pares y grupos ubicados en otros países, una vez que obtuvieron visibilidad. Los artículos, por su parte, fueron considerados por los informantes, en los tres grupos de edad, como el medio más rápido para dar a conocer sus resultados de investigación y ganar así visibilidad nacional y, en algunos casos, internacional. Destaca que un académico mayor y uno joven concentraron la mayor producción de libros de autor (20.7% y 10.3%, respectivamente), seguidos por los académicos mayores, maduros y jóvenes, en ese orden. Sólo una académica madura (sin membresía en el sni) no publicó libros de autor.
La mayor parte de la publicación de libros coordinados recayó en sólo tres académicos mayores, quienes concentraron 58.5% de la producción. Uno de ellos era investigador emérito en el sni (8.5%), otro tenía nivel 3 (35.6%) y el tercero nivel 2 (14.4%). Respecto a la publicación en capítulos de libros, esos mismos tres investigadores, además de otra investigadora mayor (con nivel 3 en el sni), concentraron el 56.5% del total.
Por su parte, la publicación de artículos de investigación, que suman 633 productos, indica también una alta concentración entre los académicos mayores y maduros, con posiciones en el sni fundamentalmente en los niveles 2 y 3. La mayor parte de la producción de artículos arbitrados fue publicada en español y en revistas académicas mexicanas. Cuatro de los seis investigadores del grupo de jóvenes habían publicado casi la totalidad de sus artículos en espacios institucionales y nacionales; por su parte, los investigadores de los grupos maduro y mayor fluctuaron entre la publicación de artículos arbitrados en circuitos nacionales e institucionales y circuitos internacionales en las especialidades de las que forman parte.
Por otro lado, el conjunto de informantes presentó 924 trabajos en congresos, foros y encuentros de cobertura nacional (alrededor de 30% de ellos en eventos de alcance únicamente institucional), y en el internacional presentaron 747. Entre los académicos de los tres grupos de edad que ocupaban posiciones altas en el sni (niveles 2 y 3) fue más numerosa la presentación de trabajos en eventos internacionales que entre quienes tienen nivel 1 o no formaban parte del sni. Como en el caso de las publicaciones, en la presentación de trabajos en eventos académicos se observa alta concentración por parte de un número pequeño de informantes. Esa concentración corresponde a los mismos académicos que ostentaron el mayor número de publicaciones.
Un aspecto relevante para el análisis de la acumulación de logros es la dirección de tesis. Los informantes en conjunto habían dirigido 103 de licenciatura, 107 de maestría y 76 de doctorado. La dirección de tesis permitió identificar un tipo específico de acumulación, que tuvo efectos en la configuración de redes a través de la formación de nuevos investigadores socializados en temas, enfoques y metodologías desarrolladas por sus directores, particularmente en el caso del doctorado, en tanto que confirió a los académicos-directores la expansión de sus relaciones académicas en función de las posiciones que, a través del tiempo, alcanzaron quienes fueron sus estudiantes.
Respecto al posicionamiento disciplinario de los informantes, interesa mostrar la acumulación en aspectos como dirección o coordinación de proyectos de investigación, cargos de autoridad en asociaciones disciplinarias, pertenencia a comités editoriales y presencia en instituciones distintas a las de adscripción como profesores e investigadores invitados. De acuerdo con Clark (1991), Becher (2001) y Bourdieu (1984), esos aspectos informan sobre la construcción de posiciones de autoridad disciplinaria que permiten a
sus poseedores movilizar recursos y capitales en las comunidades académicas de pertenencia y de referencia.
En el cuadro 2 puede verse la asignación de valores no numéricos (alto, medio, bajo, nulo), derivados del análisis del currículum vitae, para un conjunto de indicadores relacionados con la edad, la posición en el sni y el país en el que realizaron los estudios de doctorado. La intención del cuadro es mostrar la relación entre esos tres factores y el posicionamiento como autoridades o expertos en ámbitos disciplinarios nacionales e internacionales.
Los valores no numéricos asignados obedecen a la distribución de eventos consignados en el currículum vitae. Un valor alto en los rubros de dirección de proyectos de investigación implica la realización de, al menos, seis proyectos durante la trayectoria y uno medio a entre dos y cinco; en la dirección de asociaciones, un valor alto significa la participación en por lo menos tres eventos y uno medio dos; en la participación en comités internacionales, los valores altos representan al menos cuatro eventos y uno medio dos o tres; en el rubro de invitaciones a otras instituciones, un valor alto implica al menos cuatro eventos y uno medio dos o tres. En todos los rubros, los valores bajos corresponden a la identificación de la realización de esas actividades en forma esporádica (por lo general, un evento).
Los resultados indican que la formación doctoral fuera de México no fue, por sí misma, un factor determinante para el posicionamiento de los informantes en los rubros tratados. En cambio, la posición alcanzada en el sni sí es un factor que permite identificar con claridad a los académicos que durante la trayectoria realizaron actividades disciplinarias de alcance nacional e internacional. La edad, al relacionarse con la posición en el sni, muestra que sólo en un caso entre los académicos del grupo de jóvenes (TD15) la acumulación de logros guarda cierta correspondencia con valores altos en la dirección de proyectos de investigación con pares a nivel internacional y en la pertenencia a comités editoriales internacionales. Quienes obtuvieron valores altos en la mayoría de los rubros son académicos de los grupos maduro y mayor con la máxima posición en el sni y que realizaron los estudios doctorales en México (TD2, TD5 y TD17), Francia (TD10 y TD12) e Inglaterra (TD8).
Los datos revelan que siete de los académicos obtuvieron posicionamientos disciplinarios relevantes, que coinciden con la producción publicada y la presentación de trabajos en eventos académicos. Esos siete sociólogos estudiaron el doctorado tanto en México como en otros países y habían alcanzado el nivel 3 o el emeritazgo en el sni. Los informantes, de los tres grupos de edad, con membresía en el sni en los niveles 2 y 1, en su mayoría alcanzaron valores medios de posicionamiento en las actividades señaladas, mientras que los tres académicos que no formaban parte del sni registraron mayoritariamente valores bajos o nulos en los indicadores. En ese sentido, el análisis guarda correspondencia con estudios como el de Sylvie Didou y Gérard Etienne (2010), respecto a que el posicionamiento en el sni es un aspecto que permite visualizar élites académicas y, en consecuencia, identificar a los académicos con mayor propensión a la configuración de redes académicas y científicas.
En efecto, la información recabada permite establecer relaciones entre el posicionamiento alto de los académicos y la participación en redes de trabajo. Los siete casos de sociólogos con los valores no numéricos más altos fueron los que configuraron redes de trabajo, nacionales e internacionales, con objetivos de mayor alcance y con mayores efectos en los espacios institucionales de adscripción. Por su parte, los informantes con posiciones medias, e incluso algunas bajas en los diferentes aspectos aludidos, configuraron redes sobre todo de alcance nacional y participaron en redes internacionales de manera más esporádica.
Las experiencias de los informantes mostraron que la configuración de redes académicas implica procesos acumulativos a lo largo de toda la trayectoria profesional, en los que el trabajo colaborativo externo a la institución de adscripción fue tanto condición como resultado de la interacción de los actores con pares y grupos externos. Entre los académicos del grupo joven fue recurrente la percepción de encontrarse en una etapa de la vida profesional en la que la participación en redes es constante pero aún inicial y relativamente poco autónoma. Para los académicos del grupo maduro, la etapa profesional en la que se encontraban en el momento de hacer las entrevistas implicó la posibilidad no sólo de capitalizar contactos con colegas con los que se vincularon en etapas anteriores, sino que, en función del posicionamiento y la visibilidad disciplinaria, las relaciones de colaboración académica se expandieron.
Los hallazgos muestran que la acumulación de méritos académicos es una condición relevante para la participación de los sociólogos en redes expandidas o con temáticas complejas en las que se involucran recursos de diversa índole. La acumulación de méritos es un factor decisivo para el posicionamiento en los campos disciplinario y científico que permite a los agentes-sujetos-actores incursionar en formas asociativas de trabajo académico tanto en el país en el que residen (a nivel del establecimiento de adscripción y del sistema de educación superior necional) como fuera de él, pero es el ámbito internacional (o extra nacional) donde la categoría espacio del TAE adquiere su mayor pertinencia analítica.
Espacio
El tiempo y la acumulación están cruzados por la categoría espacio, en tanto que las dinámicas de trabajo colaborativo y las estrategias de conexión de los académicos implican, por un lado, localización en las instituciones de adscripción laboral (acción situada), y por otro, actividades fuera de la institución, ya sea física o virtualmente (desterritorialización). Al considerar que las redes son mecanismos de integración, comunicación y movimiento de recursos (flujos) y no instituciones, los académicos actúan desde sus espacios institucionales para configurar redes con actores que forman parte de otros espacios y cuyos puntos en común son la confluencia temática, la similitud de enfoques, la formulación de objetivos concretos para el trabajo colaborativo y, por supuesto, el interés por colaborar.
En este apartado la atención está puesta en las conexiones internacionales de los informantes, pues esas permiten identificar con claridad cómo juega el espacio en la configuración de redes académicas. Además, es factible que los aspectos tratados puedan tener cierta correspondencia en análisis espaciales sobre redes en conexiones nacionales e incluso interinstitucionales (centros y periferias disciplinarias en un mismo país, por ejemplo).
El World Social Science Report (International Social Science Council, 2010: 141-162) mostró que, en contraposición a los discursos que indican una mayor simetría en la colaboración, la producción y la circulación de conocimientos en las ciencias sociales en la época global, en las últimas décadas se mantiene, e incluso se ha incrementado, el patrón centro-periferia (Norte-Sur), entendido como una estructura de intercambio asimétrica, que se expresa en la concentración de Estados Unidos y Europa Central en la publicación de artículos de ciencias sociales registrados en las bases de datos de mayor peso internacional, en la relativa invisibilización de la producción académica del Sur (en tanto que no estén incluidos en los circuitos de publicación del Norte) y en la continuidad de esquemas de colaboración Norte-Sur basados en la hegemonía de los centros disciplinarios sobre las periferias, con relativa excepción de China y en menor medida de la India.
En función del posicionamiento y la visibilidad, los informantes experimentaron tanto interacciones y conexiones en países centrales en la sociología (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, principalmente), como una intensa colaboración con pares y grupos en América Latina y España. Se identificaron tres tipos de relaciones de colaboración internacional en relación con la ubicación espacial (localizada) de los sociólogos entrevistados: 1) relaciones Norte-Sur; 2) relaciones Sur-Sur y 3) relaciones Sur-Norte.
Respecto a las relaciones Norte-Sur, los informantes fueron enfáticos en reconocer la existencia de “colonialismos”, “etnocentrismo”, “jerarquizaciones”, e incluso “menosprecio”, por parte de algunos investigadores de países centrales con respecto a sus pares de México y América Latina, sobre todo en lo que refiere a discusiones o posicionamientos de orden teórico o epistemológico:
El carácter etnocentrista no se termina. Incluso con los investigadores más cordiales, que ven con simpatía a esta región, cuando se trata ya de una discusión más a fondo, de perspectiva teórica o metodológica, de cualquier manera, se presentan con un aire de superioridad muy fuerte.
Los informantes destacaron la existencia de relaciones verticales en proyectos de colaboración internacional fraguados desde los países centrales. Tales relaciones verticales implicaron, no obstante, la posibilidad de integrarse a redes internacionales para actividades de investigación puntuales de amplio alcance geográfico, lo que redundó en beneficios para el posicionamiento institucional y nacional, además de que fomentó la multiplicación de contactos en contextos centrales de la disciplina y de las especialidades. Las relaciones espaciales para el trabajo académico en red en las dinámicas Norte-Sur se expresan también en la capacidad para lograr la aprobación de proyectos de investigación con financiamiento internacional, aunque fueron referidos casos en los que las propuestas fueron rechazadas:
Hemos intentado armar proyectos de colaboración a escala internacional, pero ha sido difícil. Lo hemos intentado hacer a través de la Unión Europea (en el Programa Marco) pero no nos ha dado resultado, ya que esos financiamientos son muy especiales. Pero sí hemos establecido acercamientos, nos hemos puesto de acuerdo, hemos avanzado. Incluso en un financiamiento de la Unión Europea nos eliminaron hasta la cuarta ronda.
Las relaciones Norte-Sur corroboran la hegemonía del primero frente al segundo en el ámbito de la publicación en revistas de corriente principal, en la distribución desigual de tareas (recopilación de datos en el Sur, interpretación teórica en el Norte), marginalización de temas no relevantes para los investigadores del Norte, entre otros. La existencia de relaciones jerarquizadas, de hegemonía y de pautas de intercambio asimétricas no impidió la participación de los informantes en redes internacionales configuradas entre el Norte, pero sí tuvo influencia.
Por su parte, las relaciones en red Sur-Sur implicaron una mayor horizontalidad en la toma de decisiones, en la determinación de los objetos de estudio y en sus formas de abordaje teórico y metodológico, así como en la distribución de tareas. Tal horizontalidad fue, por supuesto, relativa, en tanto que la configuración de redes se posibilitó gracias a liderazgos individuales o grupales que orientaron tanto los objetivos como los contenidos y recursos puestos en juego. Las redes Sur-Sur tienden a ser relativamente poco visibles en los circuitos internacionales de la disciplina, pero son muy funcionales para la realización conjunta de actividades de investigación entre individuos y grupos, para la comunicación regional en circuitos periféricos (Beigel, 2013), para la integración de agrupamientos regionales disciplinarios o del campo de las ciencias sociales, así como para la consolidación de vínculos institucionales y convenios de colaboración bilaterales o regionales.
Temas como la vivienda urbana, la pobreza, los procesos de trabajo, las reestructuraciones productivas y económicas, los movimientos sociales, el desarrollo comunitario, la etnicidad en conflicto, la educación intercultural, la violencia, el género, desarrollados por algunos de los informantes durante sus trayectorias académicas, derivaron en la configuración de redes Sur-Sur que fueron utilizadas para la apertura de programas de posgrado, formulación de proyectos de investigación conjuntos, consultorías a gobiernos y formalización de convenios de colaboración entre instituciones de la región iberoamericana.
Por último, aunque menos frecuentes que las anteriores, fueron documentadas experiencias de trabajo colaborativo internacional en las que los informantes consiguieron penetrar los muros de contención de la hegemonía disciplinaria central. Esas experiencias de relaciones Sur-Norte fueron posibles gracias a fuertes liderazgos académicos, acumulación de logros en la circulación internacional de conocimientos y, sobre todo, la construcción de nichos de investigación emergentes que apuntaron a proporcionar explicaciones sobre problemáticas nacionales y regionales, con repercusiones teóricas o metodológicas para el campo de especialidad en el ámbito internacional. Tales relaciones Sur-Norte permitieron a los académicos configurar nuevas redes internacionales, tanto con colegas del Norte como del Sur, que han generado efectos en los debates internacionales, por ejemplo, posicionando temas emergentes en los Congresos Mundiales de Sociología y en las agendas de investigación de algunas instituciones de investigación en países centrales.
En síntesis, las diferentes formas en que los informantes movilizaron sus recursos a través del espacio informan sobre el uso estratégico del tiempo y la acumulación de logros en el ámbito disciplinario, tanto en las instituciones de adscripción como en los ámbitos nacional e internacional de la disciplina.
Conclusiones
Los aspectos tratados en este artículo tuvieron la intención de destacar la relevancia de las condiciones que posibilitan la configuración de redes académicas nacionales e internacionales entre sociólogos que trabajan en México. Las redes son respuesta tanto a las exigencias de los modelos dominantes de la profesión académica contemporánea como al interés de algunos sociólogos por integrarse a circuitos disciplinarios a nivel nacional e internacional, en dinámicas donde el trabajo colaborativo es crucial para fortalecer el posicionamiento académico en la institución de adscripción y, desde allí, expandir relaciones en los circuitos de la disciplina de afiliación.
Los componentes del TAE implican acción situada de los académicos, lo que conduce a pensar en las instituciones de adscripción laboral como aspecto clave para que las condiciones para la configuración de redes se posibiliten. En el apartado “Tiempo” fueron enunciadas algunas de las características institucionales que, en la experiencia de los informantes, jugaron a favor de la posibilidad de fraguar o participar en redes académicas tanto nacionales como internacionales. El peso institucional en la acción de los académicos es crucial, por lo que en la estructura organizacional de las instituciones de educación superior y de investigación científica convendría establecer criterios para integrar proactivamente cauces de acción tendientes a estimular con énfasis la participación de los académicos en redes. Al respecto, sería conveniente poner atención a la propuesta de Didou (2017: 15) respecto a las dimensiones reactivas y proactivas que tanto a nivel gubernamental como en el de las instituciones debieran articularse para la internacionalización de la educación superior (y que podría tener también efectos en la cooperación académica al interior del país). Esa propuesta implica generar instrumentos gubernamentales e institucionales para articular la dimensión reactiva de la internacionalización (movilidad, convenios, indicadores de calidad, currículum, flujos de conocimiento, modalidades de intercambio) con la dimensión proactiva (profesión académica, formación RI + AC, gestión y administración, financiamiento, autonomía). Las redes académicas pueden estar tanto en la dimensión reactiva, como respuesta a exigencias del entorno, como en la proactiva, como visión respecto a lo que se quiere conseguir institucionalmente con el trabajo colaborativo de los académicos.
Por otra parte, la interacción entre acción y estructuras en las experiencias de los sociólogos que participaron en el estudio fue fundamental para evitar observaciones lineales de las trayectorias. En cambio, sirvió para identificar aspectos significativos de las lógicas que facilitaron el trabajo en redes. Expresamente, los informantes vieron en la participación en estas formas asociativas oportunidades para producir, circular y transferir conocimientos, desarrollar líneas de investigación pertinentes, fomentar
la integración de estudiantes a circuitos nacionales e internacionales en las especialidades disciplinarias, atraer recursos financieros que permitieran lograr objetivos y posicionar, nacional o internacionalmente, temas y agendas de investigación.
El tiempo, la acumulación de méritos académicos y el espacio constituyeron aspectos determinantes para explicar la configuración de redes académicas. Las tres categorías estuvieron entrecruzadas en la acción de los académicos, por lo que no es factible comprender los procesos de formación de redes académicas atendiendo únicamente una o dos de esas tres categorías en forma aislada. El tiempo incide en la acumulación y ambos están condicionados por la posición espacial de los actores. La desterritorialización de actividades académicas responde, en consecuencia, a las estrategias de posicionamiento académico de los actores y a las circunstancias provistas por los contextos en función del entrecruzamiento entre esas tres categorías condicionantes. En ese sentido, la pregunta indicada en la introducción es respondida afirmativamente: sí puede constatarse la relevancia del TAE en la configuración de redes académicas, nacionales e internacionales, de sociólogos que trabajan en México.
Los resultados permiten sugerir que los cambios generacionales tuvieron efectos en las formas en que los académicos establecieron redes. Por un lado, entre los académicos maduros y mayores, la colaboración en red fue enfatizada como una característica de la acumulación de logros, expresada fundamentalmente en la consolidación de liderazgos en las especialidades de investigación que desarrollan y en su visibilidad nacional e internacional. Entre los jóvenes, fue identificada una tendencia a incorporarse tempranamente a relaciones de trabajo académico colaborativo, como parte relevante de su formación como investigadores.
Las dinámicas de trabajo colaborativo en los tres grupos de edad pusieron de manifiesto la relevancia de equilibrar las obligaciones laborales en las instituciones de adscripción (acción situada) con los intereses por participar en circuitos nacionales e internacionales disciplinarios y especializados (desterritorialización). La formación de grupos de investigación, tanto al interior como al exterior de las instituciones de adscripción, la participación en comités editoriales, la coordinación de proyectos de investigación con soportes amplios, así como la dirección de tesis de licenciatura, maestría y doctorado, fueron significativas para que los informantes acumularan logros académicos y obtuvieran, en consecuencia, visibilidad en el campo académico y liderazgo en las especialidades sociológicas en las que trabajan.
La ubicación espacial contribuyó a ponderar la división internacional del trabajo académico en la sociología y a identificar lógicas de conexión de los informantes. El liderazgo académico de algunos informantes les permitió afianzar y expandir relaciones académicas nacionales e internacionales pero, salvo en pocos casos, los liderazgos lograron romper los muros de contención de la hegemonía internacional disciplinaria, ubicada fundamentalmente en el Norte. No obstante, las formas en que los sociólogos movilizaron sus recursos a través del espacio dan cuenta del uso estratégico del tiempo y la acumulación de logros en el ámbito disciplinario, tanto en las instituciones de adscripción como en los ámbitos nacional e internacional de la disciplina. En ese sentido, el espacio geográfico para la configuración de redes académicas, a través de la acción situada, pero desterritorializada de los actores, es relevante. Debido a ello, un aspecto crucial para el reforzamiento de la configuración de redes académicas en la sociología mexicana sería atender la formación de grupos académicos fuertemente anclados en el liderazgo de individuos o grupos de investigación.
La participación de los informantes en redes académicas formó parte de sus recorridos en toda la trayectoria profesional. Sus redes cambiaron de intensidad, modificaron sus alcances, ampliaron sus objetivos y transformaron sus dinámicas de integración en diferentes momentos de las trayectorias, en función de los intereses de los académicos y de las condiciones macrosociales (o estructurales) involucradas en la acción de los individuos o los grupos. Los informantes experimentaron diversas formas de participación en redes académicas nacionales e internacionales. Al inicio de las trayectorias, la participación en redes estuvo, en la mayoría de los casos documentados, subordinada a estructuras de trabajo colaborativo preexistentes, en las que los sociólogos se involucraron para ganar posiciones y para usar estratégicamente, en los ámbitos disciplinario e institucional, su participación en esos mecanismos de trabajo colaborativo. Al consolidarse las trayectorias académicas, a través del tiempo y la acumulación, los académicos iniciaron la configuración de sus propias redes, en función del liderazgo, de la visibilidad en el campo disciplinario y de la legitimación de líneas o enfoques de investigación.
Finalmente, las redes académicas deben ser entendidas como relaciones en las que existe estratificación, jerarquía, negociación y conflicto. Las redes académicas funcionan no como mecanismos democráticos necesariamente, sino meritocráticos. La inclusión o exclusión de actores en las redes académicas responde a criterios de acumulación de logros y, en función de ellos, los actores alcanzan distintas posiciones en la red respectiva. En ese sentido, es conveniente atender el hecho de que las redes académicas, para su funcionamiento y logro de objetivos, tienen comandos jerárquicos y esos son fundamentales no sólo para la configuración de los enlaces reticulares, sino para el establecimiento de prioridades, la división de tareas y el alcance de las metas propuestas.
La sociología académica practicada en México puede expandir sus capacidades de producción de conocimientos, de intervención social y de uso social de los saberes académicos si incrementa sus mecanismos de colaboración entre individuos y grupos, haciendo de las redes académicas instrumentos totalmente normalizados en el ethos de la profesión académica sociológica.
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Recibido: 14 de agosto de 2020
Aceptado: 11 de enero de 2022