Universidad Nacional Autónoma de México • Instituto de Investigaciones Sociales

Hegemonic articulation in the discourse of the La Cámpora group

Rocío Flax*

* Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Universidad de Buenos Aires. Temas de especialización: sociolingüística, análisis del discurso. 25 de Mayo 221, 1° piso, C1002ABE, Buenos Aires, Argentina.

Resumen:

Este trabajo forma parte de un proyecto que busca comprender la especificidad discursiva de una nueva agrupación política juvenil argentina denominada La Cámpora. Estudia una serie de discursos pertenecientes a la página web de la agrupación y sostiene la hipótesis de que La Cámpora constituye su identidad a partir de la tensión entre una estructura opositiva y la construcción de cadenas equivalenciales. En esta lógica es fundamental la configuración de enemigos políticos. En sus discursos, la agrupación despliega, como estrategia, dos polos diferenciados que corresponden, según el caso, a temporalidades distintas o a diferentes actores sociales contemporáneos.

Palabras clave: análisis crítico del discurso, discurso político, representaciones sociales, juventud, identidad, peronismo.

Abstract:

This article is part of a project that seeks to understand the discursive specificity of a new Argentine political youth group known as La Cámpora. It studies a series of speeches taken from the group’s website and supports the hypothesis that La Cámpora creates its identity on the basis of a tension between an oppositional structure and the construction of equivalential chains. In this logic, the configuration of political enemies is crucial. In its speeches, the group employs a strategy of deploying two different poles that correspond, as appropriate, to different periods of time or different contemporary social actors.

Key words: critical discourse analysis, political discourse, social representations, youth, identity, Peronism.

Recibido: 8 de mayo de 2014
Aceptado: 29 de septiembre de 2015

A partir de 2010, en Argentina, una nueva agrupación de jóvenes militantes denominada La Cámpora se impuso en la escena pública. En muy pocos meses pasó a ser la agrupación con mayor exposición mediática. Sus orígenes se remontan, sin embargo, al año 2006, y sus primeros discursos, vinculados con la primera crisis de legitimidad del gobierno de Cristina Fernández, a 2008. La agrupación, en ese entonces conocida por su vinculación con el hijo del ex presidente Néstor Kirchner y la actual presidenta Fernández —Máximo Kirchner, a quien se le postuló como su fundador—, salió en defensa del gobierno frente a la polémica resolución 125/08 del Ministerio de Economía y Producción,1 que establecía un aumento de los impuestos para las exportaciones agrarias.

Este artículo forma parte de un proyecto de investigación que, desde una perspectiva lingüístico-discursiva, busca comprender la especificidad de la agrupación política juvenil La Cámpora y su posición dentro del escenario político argentino actual, desde su surgimiento hasta su consolidación en la escena política a finales de 2010. El corpus de la investigación está compuesto —además de discursos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández— por las secciones “La Cámpora” y “Editorial” de la página web <www.lacampora.org> de la agrupación política en cuestión. Ambas secciones fueron elegidas por sus características genéricas, en tanto se encuentran fuertemente orientadas a la definición y la exaltación del prodestinatario y al ataque del contradestinatario,2 a diferencia de otras secciones de la página, como agenda, noticias, militancia —donde se relatan las actividades en las que participaron—, cultura, biblioteca —donde hay links para descargar material histórico—, entre otras.

El objetivo específico de este trabajo es analizar los discursos de La Cámpora focalizándonos en lo que consideramos el intento de desarrollo de una articulación hegemónica (Laclau, 2002). Sostenemos como hipótesis que esta agrupación política constituye su identidad a partir de la tensión entre una estructura opositiva y la construcción de cadenas equivalenciales. Dentro de esta lógica, es fundamental la configuración de enemigos políticos. Por ello, en los discursos analizados se despliegan, como estrategia, dos polos diferenciados que corresponden, según el caso, a temporalidades distintas (eje diacrónico) o a diferentes actores sociales contemporáneos (eje sincrónico). Esto sirve a los militantes para construir su propia identidad política siempre a través de la diferenciación con un otro, conceptualizado como un enemigo y una amenaza.

Para la consecución de este objetivo se analizaron los 28 discursos que aparecen en la sección “Editorial” de la página web de la agrupación, del año 2008 hasta finales de 2010. Sin embargo, para los efectos de la presente exposición se seleccionaron principalmente fragmentos de tres discursos —los editoriales publicados los días 14 de marzo, 13 de abril y 25 de mayo de 2009—, puesto que después del análisis del corpus consideramos que esta selección es representativa de toda su producción en la web.

Marco teórico

El Análisis Crítico del Discurso (ACD) (Fairclough, 2003, 2005; Fairclough y Wodak, 2000; Van Leeuwen, 2008) considera que el uso del lenguaje no es un simple efecto o reflejo de los procesos sociales y de la organización social: es parte del proceso social y, por lo tanto, constituye significaciones y prácticas. En este sentido, los discursos construyen y expresan las representaciones y creencias de los hablantes y, en consecuencia, influyen en sus actitudes y decisiones. De esta manera, las representaciones sociales presentes en un discurso que tiene la posibilidad de una gran circulación social, como es el caso de las páginas web de agrupaciones políticas, contribuye a la creación, el mantenimiento o la resistencia a los discursos hegemónicos. Denominamos representaciones sociales (Raiter, 2001) a las imágenes del mundo presentes en una comunidad lingüística cualquiera. Una representación social —en la medida en que es conservada y no reemplazada por otra— constituye una creencia (o es elemento de una creencia) y es la base del significado que adquirirá cada nuevo estímulo relacionado con ella.

Por otra parte, los discursos no envuelven solamente un campo de objetos, sino también una definición de una perspectiva legítima para el agente de conocimiento en un determinado contexto (Van Leeuwen, 2008). Es decir, no sólo representan lo que sucede, sino que lo evalúan, le adscriben propósitos, lo legitiman o deslegitiman. Y todos estos aspectos son mucho más importantes que la representación misma de la práctica. Theo van Leeuwen considera que todos los textos, todas las representaciones del mundo y de lo que sucede en él, aunque sean abstractas, deben ser interpretadas como representaciones de prácticas sociales. Analiza los textos por la forma en que reflejan y transforman esas prácticas. Una cosa son las prácticas sociales y otra los discursos que se refieren a ellas (aunque, como dijimos, se influyen mutuamente). Existen múltiples formas en que una misma práctica social puede ser representada.

Norman Fairclough (2003, 2005) considera que todo fenómeno discursivo posee tres dimensiones interrelacionadas: constituye una práctica social, una práctica discursiva y una práctica textual. El ACD propone comenzar el análisis por las prácticas sociales para observar el funcionamiento de los discursos vinculados con esas áreas de la actividad social y el papel que juegan en la producción y reproducción del poder. Es decir, el punto de partida no son las prácticas discursivas, sino las prácticas sociales, entre las cuales están incluidos los discursos. Sin embargo, el análisis lingüístico concreto comienza por la práctica textual, entendida como su materialidad lingüística.

Al mostrar tanto la forma en que se constituye y mantiene discursivamente la dominación, así como las posibles formas de resistencia, el ACD pretende contribuir a la emancipación social. En este sentido, no basta con investigar de qué manera los textos representan el mundo, sino que también es preciso describir los procesos de cambio discursivo en curso y hasta anticipar aquellos que puedan repercutir en las prácticas sociales o viceversa. Por esta razón, para Fairclough el análisis no puede circunscribirse a los discursos como productos terminados, sino que es preciso incorporar sus condiciones de producción, circulación y consumo —relacionados con la práctica discursiva— y la acción de los discursos como prácticas sociales efectivas, al tiempo que se hace indispensable que el analista trabaje con una red de discursos (Zullo, 2011).

Consideramos productivo, para el presente análisis, complementar la teoría general del ACD con la propuesta de Ernesto Laclau (2002) —filósofo del lenguaje y politólogo recientemente fallecido que apoyó al kirchnerismo en sus últimos años— respecto de las articulaciones hegemónicas y la construcción de identidades políticas. Así, la hegemonía es entendida como una articulación contingente de posiciones de sujeto y demandas políticas, sostenida por la sobredeterminación unificadora de una dispersión cuyos elementos diferenciales cobran sentido como totalidad sólo en tanto opuestos a una diferencia radical (lógica de la equivalencia y lógica del antagonismo):

La razón es que, para hablar de hegemonía, no es suficiente el momento articulatorio; es preciso, además, que la articulación se verifique a través de un enfrentamiento con prácticas articulatorias antagónicas. Es decir, que la hegemonía se constituye en un campo surcado por antagonismos y supone, por tanto, fenómenos de equivalencia y efectos de frontera (Laclau y Mouffe, 1987: 156).

Metodología de análisis

Para el análisis de la práctica textual se utilizan, en este artículo, las herramientas propuestas por la lingüística sistémico-funcional (Halliday, 1975, 1982), que considera al lenguaje como un potencial de significado que se realiza gramaticalmente a través de las opciones disponibles dentro del sistema de la lengua. Por lo tanto, la utilización por parte del hablante de ciertas opciones léxico-gramaticales permitirá dar cuenta de los significados que puso en juego, los que se vinculan directamente con el registro —las opciones elegidas tomando en cuenta el contexto de producción—, con el género —las opciones elegidas según el contexto cultural más amplio— y, en última instancia, con la ideología que manifiesta el texto.

Nos centramos en la función interpersonal del lenguaje que expresa los roles que asume el hablante y los que impone a los demás participantes de la interacción, así como sus actitudes, deseos, sentimientos, juicios y creencias. La función interpersonal da cuenta de la interacción de hablante y oyente, así como de los elementos modales actitudinales. En este sentido, se relaciona con los aspectos pragmáticos del discurso: con la actitud que el hablante tiene respecto de lo que dice, de su interlocutor y del contexto discursivo (Halliday, 1982; Ghio y Fernández, 2005). Los aspectos interpersonales se expresan a través del sistema de modo que analiza la cláusula a partir de los siguientes elementos:

a4c1

Lo que no forma parte del modo se denomina resto. Entre los elementos que lo componen destacan los adjuntos modales que representan matices deónticos, volitivos, epistémicos, entre otros.

Las valoraciones del hablante también forman parte de la función interpersonal. Es por ello que recurrimos a la teoría de la valoración de James Martin y Patrick White (2005). Esta teoría describe y explica los sistemas de opciones semánticas que ofrece el lenguaje para evaluar, adoptar posiciones, negociar relaciones y construir personas textuales. En particular, se ocupa de la expresión lingüística de la actitud y la emoción, así como de los recursos que permiten al hablante variar el grado de compromiso que tiene con su emisión (Kaplan, 2004). El sistema de la valoración está compuesto por tres subsistemas: el compromiso, la gradación y la actitud.

Nos centramos en el subsistema de la actitud, el cual permite dar cuenta de la forma en que se inscriben las subjetividades en los textos. Éste abarca tres regiones semánticas tradicionalmente vinculadas con la emoción, la ética y la estética (Martin y White, 2005: 42): el afecto da cuenta de las emociones positivas y negativas que expresan los actores sociales; el juicio se refiere a las valoraciones sobre los comportamientos de las personas, y la apreciación supone la evaluación de fenómenos naturales y productos sociales.

El siguiente cuadro grafica los diferentes tipos y subtipos de actitud considerados por Martin y White.

a4c2

¿Qué es la Cámpora?

Néstor Kirchner asumió la presidencia de la República Argentina el 25 de mayo de 2003, luego de haber obtenido sólo 22.24% de votos. Desde ese entonces, el gobierno fue consciente de que debía construir una legitimidad que no le otorgaban los votos y buscó ampliar su base de apoyo a través de la incorporación de actores sociales de otros partidos políticos —lo que se conoció como la transversalidad— y la convocatoria a los jóvenes (Balsa, 2013; Galasso, 2011; Montero, 2012). Así, se construyó dentro del Partido Justicialista3 un espacio político diferenciado: el kirchnerismo.

Laura Di Marco (2012) y Sandra Russo (2014) coinciden en que los intentos por articular una organización juvenil desde el gobierno comenzaron en 2003. El primer intento se limitó a un grupo de jóvenes militantes de la provincia de Santa Cruz cercanos a Néstor Kirchner y a su hijo, Máximo. En 2005 fue el turno del “Grupo de los Secretarios”, un proyecto encomendado a los secretarios de los funcionarios, todos ellos jóvenes, pero no necesariamente interesados en la militancia (Russo, 2014: 105). En septiembre de 2006, Kirchner convocó a un grupo de jóvenes provenientes de distintas agrupaciones que confluyeron en la Dirección de Juventud de la Ciudad de Buenos Aires y que ya tenían ciertos lazos con el kirchnerismo. Allí se planteó la necesidad del armado nacional de la juventud peronista. No obstante, lo que estaba en juego no era sólo una organización nacional de la militancia, sino también la creación de un espacio propiamente kirchnerista. A partir de entonces, lo que luego sería el núcleo duro de La Cámpora comenzó a recorrer el país para lograr el armado de una agrupación.

Sin embargo, durante los dos años siguientes esta construcción se realizó fuera de la escena pública y bajo la estricta supervisión de Kirchner:

En el año 2006, al principio, nosotros teníamos el criterio, teníamos el trabajo político hecho pero no nos daban bola. Era todo caótico, mucha mezcla. Pero se ordenó pronto. Se aclaró todo en una segunda etapa, ese mismo año, cuando apareció Máximo [Kirchner] con los compañeros de Santa Cruz, para articular todos los grupos que ya estábamos reunidos, y surgió enseguida la idea de La Cámpora. Primero nos fue llegando el mensaje. Quedó el núcleo duro, y a ese grupo Néstor [Kirchner], en las oficinas de Puerto Madero, le bajó una línea muy clara y muy concreta. Había que recuperar la esencia de la jp [Juventud Peronista] regionales, no la de los Montoneros.4 La de la jp de masas. Había que rescatar lo mejor de los setenta, la gloriosa jp. Se nos planteó concretamente trabajar un año, 2007, en un proceso de armado nacional sin ninguna visualización mediática (Andrés Larroque, secretario general de La Cámpora, citado en Russo, 2014: 107).

En 2008, en coincidencia con la primera crisis de legitimidad del gobierno de Cristina Fernández, La Cámpora realizó su aparición pública. Durante los siguientes dos años, las acciones y discursos de La Cámpora se centraron en el conflicto con el sector agropecuario y con las empresas que el kirchnerismo define como medios monopólicos de la comunicación (Pedano, 2013; Natanson, 2012). Durante 2010, dos eventos mostraron el progresivo fortalecimiento de la Juventud Peronista5 y, en especial, de la agrupación La Cámpora: el acto realizado el 11 de marzo en conmemoración de la victoria electoral del presidente Héctor Cámpora y el acto organizado íntegramente por las corrientes juveniles de militancia el 14 de septiembre. Este último, cuyo lema era “Néstor le habla a la juventud, la juventud le habla a Néstor”, tuvo una convocatoria de más de 10 000 militantes y fue el primer indicio claro de una confluencia masiva de jóvenes hacia la militancia kirchnerista.

El segundo momento de gran impacto mediático coincide con el día de la muerte de Néstor Kirchner, el 27 de octubre de 2010.6 Los jóvenes, en general, tuvieron una representatividad muy considerable en las ceremonias y actos relacionados con el velorio del ex presidente, pero los medios masivos de comunicación —tanto los gráficos como los audiovisuales— recalcaron el particular entusiasmo de un sector de la juventud kirchnerista: La Cámpora. Desde aquel entonces y hasta la actualidad, constituye la agrupación con mayor centralidad —al punto de constituirse como la articuladora de todas las otras corrientes juveniles allegadas al kirchnerismo— y exposición mediática.

Por último, cabe destacar que la selección del nombre de la agrupación resulta por demás significativa. Héctor Cámpora fue un político argentino y representante del ex presidente Juan Domingo Perón durante parte de su exilio. Asumió la presidencia en 1973, a la cual renunció al poco tiempo para que Perón —a quien los militares que ocuparon el poder hasta 1973 no le habían permitido ser candidato— pudiera presentarse a elecciones. Su rasgo sobresaliente era la extrema lealtad hacia el líder.

La idea de lealtad es muy importante dentro de la doctrina peronista (Sigal y Verón, 2003). Perón utilizaba ese concepto para asegurar la verticalidad absoluta dentro de su movimiento, es decir, que siempre en última instancia se debía obedecerlo: líder único e indiscutible. En ese sentido, se puede decir que todos los peronistas que se consideraran dignos de ese nombre debían profesarle lealtad a Perón. Sin embargo, esta característica llevada al extremo era el atributo característico que se le adjudicaba a Héctor Cámpora, al punto de ser considerado como un obsecuente. Por ello, no es un dato menor que se elija el nombre de este político para una agrupación constituida desde el poder —organizada por el ex presidente Kirchner— y presentada como defensa al gobierno de Cristina Fernández. La idea de lealtad a los líderes será, por lo tanto, central.

Análisis

Cadenas equivalenciales

La lógica de la equivalencia se puede observar en los discursos de la agrupación a través del recurso de la enumeración extensa de las medidas realizadas y los logros obtenidos por el gobierno.7 El editorial del 14 de marzo de 2009, titulado “Nuestro candidato es el proyecto”, ejemplifica este tipo de construcción. La frase se repite en un subtítulo, luego del cual aparece la enumeración de las medidas del gobierno introducidas a través de una cláusula identificativa:

NUESTRO CANDIDATO ES EL PROYECTO

Nuestro candidato son las realizaciones, las obras, la baja de la desocupación, la soberanía económica tras el pago al fmi, las miles de casas entregadas, las cloacas, el agua potable, las escuelas, la producción, los científicos que ya no lavan platos, los argentinos que vuelven del exterior porque se está mejor acá, la Corte Suprema independiente, la Memoria, la Verdad y la Justicia, Aerolíneas otra vez Argentinas, la recuperación de un sistema previsional justo y solidario en manos de timberos8 financieros, y una lista interminable de logros a través de seis años que cambiaron y devolvieron la dignidad al pueblo argentino, y que no estamos dispuestos a regalar (editorial del 14 de marzo de 2009).

Como se puede observar, todas las medidas del gobierno están abstraídas de sus agentes, ya sea a través de nominalizaciones, donde el proceso puede ser recuperable a partir del análisis de la metáfora gramatical (“la baja de la desocupación”, “la recuperación de un sistema previsional justo y solidario”), o a través de la enumeración de sustantivos sin ningún tipo de proceso implícito. En este último caso, se debe sobreentender que se mejoraron las condiciones en el ámbito de esos sustantivos: cloacas, agua potable, escuelas, producción, entre otras. Tampoco el proyecto político se encuentra especificado (¿se trata de un partido que busca la justicia social?, ¿el socialismo?), sino que sólo es recuperable oblicuamente a través de una cadena de equivalencias:

El Proyecto es “nuestro candidato”.
Esa enumeración es “nuestro candidato”.
Esa enumeración es el Proyecto.

Sin embargo, lo que se enumera es una serie de acciones realizadas por el gobierno en el pasado, que contribuyen a la dispersión y que no indican cuáles son los planes a futuro. Por ejemplo, no se especifica cuáles son las propuestas que presentan para las próximas elecciones legislativas, que son eje del discurso en cuestión, propuestas que La Cámpora plantea que la oposición no tiene, pero ellos sí. Retomamos la idea de Ernesto Laclau (2002) acerca de la dispersión que supone establecer una cadena extendida de equivalencias, a través del empleo de procesos relacionales identificativos:

El cuerpo encarnante [en nuestro caso, el signo Proyecto] tiene que expresar algo distinto de sí mismo pero como, sin embargo, este “algo distinto” carece de una identidad propia, sus únicos medios de constitución son los contenidos pertenecientes al cuerpo encarnante. Está claro que estos dos requisitos sólo pueden resultar compatibles si alguna deformación de esos contenidos tiene lugar. Pues bien, esto es exactamente lo que ocurre en una relación equivalencial. Lo específico de la equivalencia es la destrucción del sentido a través de su misma proliferación. Supongamos que intento definir el sentido de un término a través de una enumeración equivalencial —por ejemplo, “bienestar del pueblo”—. Es posible afirmar que salud, alojamiento, educación, etc., constituyen una cadena equivalencial que construye una noción de lo que es el bienestar del pueblo. Está claro que esta lista puede ser expandida indefinidamente. Esta expansión consiste, aparentemente, en un enriquecimiento del sentido, pero lo que este enriquecimiento logra es exactamente lo opuesto: si tengo que especificar lo que todos los eslabones de la cadena equivalencial tienen en común, cuanto más la cadena se expanda, tantos más rasgos diferenciales de cada uno de los eslabones tendrán que ser eliminados a los efectos de mantener vivo aquello que la cadena equivalencial intenta expresar […]. Cuanto más extendida la cadena, tanto más ese nombrar habrá de prevalecer sobre las referencias particularísticas de los eslabones individuales. Es por esta razón que hemos hablado de destrucción del sentido a través de su misma proliferación (Laclau, 2002: 24-25.)

Consideramos la construcción de cadenas equivalenciales como un recurso complementario a la construcción de adversarios. Como desarrollaremos en el siguiente aparatado, para Laclau la construcción de la identidad de un grupo político como representante de toda (o casi toda) la sociedad requiere no sólo la oposición con un otro radical, sino que además debe evitar mostrarse como un actor político limitado a la representación de un grupo o una clase, que sólo posee intereses corporativos. En cambio, debe representar la grandeza social. En este sentido, representa las demandas de toda la sociedad a través de significantes que vacían su significado en el mismo acto de proliferación. En el caso de La Cámpora ese significante es El Proyecto.

La construcción negativa de la identidad: el enemigo

Desde la perspectiva de Laclau expuesta, el ataque se considera como una de las estrategias privilegiadas para la construcción de la identidad política. Para este autor, inspirado en los trabajos de George Sorel (1978), no hay identidad sin confrontación; las identidades políticas necesitan del conflicto para su constitución. Es necesario presentarse como la oposición a un otro radical, a un otro irreductiblemente externo. Por tal razón, toda identidad o reivindicación social estará constitutivamente dividida. Por un lado, es una reivindicación de un grupo particular, pero por el otro puede ser el sujeto, la encarnación de la grandeza social que se opone a la decadencia (el otro, el enemigo). Es suficiente que un partido se muestre a sí mismo como un actor político limitado, cerrado en sus demandas específicas e incapaz, por lo tanto, de encarnar la voluntad de plenitud de la sociedad, para que esas demandas pierdan toda legitimidad (Laclau, 2002: 45-46). En cambio, puede presentarse como el representante de la sociedad frente a una amenaza o un enemigo constitutivo. En otras palabras, si un actor político logra construir un enemigo que afecte a la (casi) totalidad de la sociedad, puede representar también a quienes no compartan sus demandas específicas.

Según esta propuesta, es el momento de la violencia como tal y no la victoria de ninguno de los dos polos de la confrontación lo que impide la decadencia social y, por lo tanto, es la reproducción de la violencia como fin en sí mismo la que constituye el objetivo real. Violencia no violenta: puesto que ella ha pasado a ser su propio objetivo, no estará dirigida a nada en particular. Ya Aristóteles distinguía entre acciones que son meros instrumentos para el logro de un objetivo y aquellas que constituyen un fin en sí mismas. Pero esta distinción puede ser fácilmente deconstruida: incluso la más instrumental de las acciones desarrolla capacidades en quien las realiza, que pasan a formar parte de su propia identidad, y cuya reproducción determina en parte sus objetivos. En Sorel, esta lógica es llevada a su conclusión final: la acción —en este caso, la violencia— es separada cada vez más de sus propios objetivos y pasa a ser juzgada exclusivamente por el efecto que tiene sobre la identidad de los actores (Laclau, 2002: 47-48).

Esta propuesta resulta relevante para el análisis de la construcción de la identidad de la agrupación La Cámpora, porque no sólo es muy frecuente en sus discursos la construcción de enemigos, amenazas y peligros diversos, sino que se recurre a la violencia verbal, la descalificación, la ironía, la burla, etcétera. En efecto, varios autores destacan el lugar que posee la dimensión adversativa en el discurso kirchnerista en general (Raiter, 2013; Dagatti, 2013). De igual manera, aunque la construcción de adversarios y la violencia verbal sean constitutivos de todo discurso político, resultan fundamentales a la hora de comprender la especificidad de La Cámpora. En efecto, como mencionamos en un apartado anterior, el mismo surgimiento de la agrupación tiene esta marca: antes de reivindicar propuestas propias, se movilizaron para oponerse a un sector social oligárquico-exportador en el marco del conflicto por la sanción de una resolución que afectaba los intereses de los grandes productores agropecuarios.9

Como dijimos, los editoriales de la Cámpora se construyen en oposición a otros actores sociales, independientemente del tópico que traten. En algunos se atacan las decisiones, declaraciones o acciones del contradestinatario (Verón, 1987), al que construyen como amenaza. Sin embargo, en otros casos, donde se conmemoran eventos pasados (el aniversario del regreso temporal de Juan Domingo Perón a Argentina en 1972, la asunción de Héctor Cámpora a la presidencia en 1973 o la victoria electoral de Néstor Kirchner en 2003) o se defienden medidas tomadas por el gobierno kirchnerista, también aparece una construcción opositiva semejante.

El enemigo está constituido por otros partidos políticos, por los organismos internacionales de crédito o por distintas corporaciones nacionales (en particular, agrarias o de medios masivos de comunicación). Usualmente aparece como un tercero discursivo, pero en pocos casos se le construye como destinatario directo del editorial, lo cual eleva el nivel de agresividad, al interpelarlo directamente utilizando la segunda persona gramatical:

1) ¿Qué esperas? ¿Que nos sentemos a ver cómo te apropias de la palabra monopolizándola? ¿Que desperdiciemos otros 30 años por tu capricho? (editorial del 22 de abril de 2009).

En cualquiera de los casos, siempre aparece explícitamente la figura del otro, ya sea un opositor contemporáneo, uno referido al pasado reciente (el liberalismo de los años noventa, por ejemplo), o referido a un tiempo histórico, como en el caso en que el otro está representado por los españoles a los que se opuso José de San Martín, prócer máximo de la independencia argentina. La estructura construida a partir de antagonismos (la patria vs. los organismos internacionales; José de San Martín vs. los colonizadores; el kirchnerismo vs. la oposición; el gobierno kirchnerista vs. los gobiernos anteriores; Perón vs. los anti-patria, etcétera) sirve para definir la identidad propia a partir de un enemigo. Es decir, la identidad se define a partir del ataque a un otro y de la superioridad moral del kirchnerismo —y, en consecuencia, de los militantes de La Cámpora— que resulta de esa comparación. Por supuesto, cuando en la oposición no aparece el kirchnerismo, se le asimila al polo que representa las virtudes positivas. En el caso de San Martín, por ejemplo, el kirchnerismo es homologado al prócer de la independencia argentina.

Cuando los discursos colocan a la oposición dentro del marco de la política kirchnerista, se generan dos tipos de estructuras básicas:

1) En sincronía: kirchnerismo vs. oposición.

2) En diacronía: antes de 2003 vs. después de 2003 (momento en que Kirchner asume la presidencia).

Dentro de los discursos que plantean la oposición entre el kirchnerismo y otro actor social se han seleccionado, para la presentación de ejemplos, tres de ellos que consideramos lo más representativos para visualizar todas las características que serán analizadas. Los discursos en cuestión son los publicados en la sección “Editorial” de la página web de la agrupación los días 14 de marzo, 13 de abril y 25 de mayo de 2009.

Nosotros, los argentinos. Ellos…

Para el análisis de la construcción opositiva, es muy importante tener en cuenta el sistema de la valoración: en todos los discursos donde aparecen dos polos (el kirchnerismo y/o La Cámpora vs. un otro separado temporal, espacial o ideológicamente), la agrupación distribuye tres de los ejes planteados por Martin y White (2005): la capacidad, la tenacidad y la propiedad. Por supuesto, el polo positivo de estos juicios será para el kirchnerismo y los miembros de La Cámpora, mientras que el polo negativo, para el enemigo. La veracidad del colectivo de identificación jamás se pone en duda, ni es necesario reivindicarla —la misma adscripción al Proyecto Nacional y Popular parece garantizarla—, por lo tanto, sólo se encuentra adjudicada en forma negativa al enemigo.

A continuación ejemplificamos el sistema de valoración presente en los editoriales de la agrupación con el discurso del 14 de marzo de 2009, titulado “Nuestro candidato es el proyecto”. Se observan algunos aspectos relevantes de la construcción de la identidad de la juventud militante kirchnerista a partir de la oposición al “otro”. El cuadro muestra cómo se presenta al colectivo de identificación general (kirchnerismo) y al contradestinatario en términos de capacidad/incapacidad. Todas las medidas alcanzadas —que, en efecto, son reflejo de que se tiene la capacidad para mejorar el país— son realizadas por el gobierno a través de una enumeración de logros pasados, sin que quede claro qué papel tuvieron los militantes de La Cámpora ni dónde reside su capacidad propia. Los únicos procesos que incluyen a los militantes se encuentran modalizados, indicando algo que deben hacer, pero que no refieren a acciones concretas y, por lo tanto, capacidades efectivas (“debemos tener los reflejos alerta”, “tomar las medidas que corresponden”) o definen por la negativa que poseen propuestas, aunque nunca se las explicite (“no tenemos ese problema”):

Como dijimos, en los discursos de La Cámpora es muy frecuente la enumeración extensa de logros y medidas pasadas del gobierno, muchas veces antecedida por una descripción en términos opuestos del país antes de 2003. Así como todos los logros pueden ser considerados como ejemplos de capacidad, algunos de ellos pueden ser vinculados con la sanción social tanto en el sentido de propiedad (integridad ética) como de veracidad. Por ejemplo, ése sería el caso de la Memoria, la Verdad y la Justicia.10

En este editorial, a diferencia de otros discursos, no abundan los ejemplos de tenacidad, pero sí se contrapone la propiedad del colectivo de identificación a la impropiedad del contradestinatario. Además, los únicos que expresan emociones (siempre negativas) son los enemigos. El kirchnerismo no está preso de las emociones porque tiene una propuesta (“El Proyecto”) racional. Esto se opone a otros discursos posteriores de La Cámpora, en los que las emociones vinculadas con la política son positivas (vinculadas con el amor y la alegría) y exclusivas del kirchnerismo.

En este editorial, el uso del “nosotros” remite, a veces, a los argentinos, pero otras remite al colectivo de identificación kirchnerista, al que se oponen “algunos sectores” y “coro mediático”. En cambio, “ellos” no puede asociarse a los argentinos, sino a los que presentan una amenaza para el bienestar del país.

Así, los argentinos se encuentran asociados con los seguidores del proyecto kirchnerista, ya sea a través de los procesos (es decir, donde el agente es un “nosotros, los kirchneristas/argentinos”) o de los beneficios de los procesos. Hay un contrapunto entre kirchneristas y oposición, pero que se confunde también con un contraste entre argentinos y oposición (= no argentinos).11 A continuación graficamos la oposición nosotros/ellos:

Esta fusión entre los intereses del kirchnerismo y los intereses de los argentinos se encuentra en la frase que cierra la enumeración de logros (cuadro 3): “y una lista interminable de logros a través de seis años quecambiaron y devolvieron la dignidad al pueblo argentino, y que no estamos dispuestos a regalar”. Ese “nosotros” parece remitir a La Cámpora pero posicionada como defensora del bienestar de los argentinos.12 Si se rectificara el proyecto, se estaría atentando contra todos los argentinos y contra la voluntad de los jóvenes militantes kirchneristas de defenderlos. En efecto, en este discurso el “nosotros” confunde constantemente la referencia a los militantes de La Cámpora (que a su vez se confunde con el gobierno, de cuyas medidas no queda claro cómo han participado los militantes) y a todos los argentinos.

También podemos observar un fuerte grado de compromiso con lo que se dice y de imposición. En este sentido, se puede hablar de un cierre del dialogismo, es decir, la negación de la validez de otra voz que no sea la propia (Kaplan, 2004): “es fundamental”, “debemos”, “hay que”, “es verdad” y “no estamos dispuestos a”, dan cuenta de la seguridad en su posición. A su vez, se crean dudas sobre las verdaderas razones de la oposición, a través del uso de cláusulas interrogativas e interrogaciones indirectas que se contraponen a la modalidad deóntica adjudicada a los kirchneristas. Esto no permite abrir el discurso a otras voces, sino para generar desconfianza en el lector acerca de la posición y de las verdaderas razones del otro. Así, por ejemplo, con las interrogaciones indirectas se busca generar sospechas sobre las intenciones del contradestinatario: el prodestinatario y el paradestinatario pueden pensar, ¿por qué razones, que deben mantener ocultas, querrán aplazar los comicios?

2) ¿Desde cuándo fue un problema votar? ¿Qué miedo se le puede tener al adelantamiento del hecho fundamental de la democracia como lo son las elecciones? ¿Cuántas generaciones estuvieron vedadas de ese derecho fundamental?

3) ¿Por qué algunos sectores se ponen tan nerviosos? Será que los une el odio a este proyecto y nada más. Será que eso hace muy lento conformar un frente electoral. Será que no tienen ningún tipo de propuesta. Será que toda la pelea se resume a quiénes serán los candidatos…

Estos rasgos en la modalidad (cierre del dialogismo, marcas de certeza para las referencias al colectivo de identificación, marcas de incertidumbre y sospecha en referencia al contradestinario) se repiten en otros discursos de la agrupación. Por ejemplo, en el editorial publicado el 13 de abril de 2009:

4) Hoy más que nunca tenemos la certeza que era el camino correcto

5) No estábamos equivocados cuando hace algunos años atrás decidíamos13 ponerle fin a la intervención sistemática de aquellos organismos internacionales…

6) […] que aquellos de ayer sean los mismos que hoy pretenden frenar la consolidación de un Proyecto que lucha por la defensa de los derechos humanos, la redistribución del ingreso, la recuperación del sistema previsional argentino, la sanción de una ley de servicios de comunicación audiovisual de la democracia, y en definitiva, un Proyecto que lucha por una Argentina más justa y equitativa que nos contenga a todos.

7) Aunque ahora parece que esta Nueva Alianza forzada de cara a las elecciones legislativas tiene “algunos problemas” que quizás —porque en realidad ni ellos pueden explicar claramente las ideas que los acercan y aquellas que los alejan— tengan que ver con “una mirada de la política nacional, una mirada sobre la propia estrategia que puede estar llevando al entusiasta seguidor de Freddie Mercury a rever su posición”.

8) Ahora bien, parece que cuando el Congreso vota en contra de la Resolución 125, estamos frente a una muestra clara del sistema y de revalorización histórica de las instituciones.

9) Sin embargo, no recordamos haber leído palabras similares frente a las mismas decisiones respecto del mismo tema pero claro está no se trataba de proyectos oficiales… [Los resaltados en negrita son nuestros.]

Sin embargo, en el último ejemplo se abandona la modalidad de duda o posibilidad con respecto a los políticos no kirchneristas, para establecer con seguridad cuál es la situación. En consecuencia, el manejo de la modalidad deja entrever que la duda era utilizada como estrategia para despertar la suspicacia del lector, pero el enunciador se presenta como seguro (“claro está”) de las intenciones de la oposición: formar bloques para defender las decisiones del Congreso elegido democráticamente cuando son proyectos propios y acusar al mismo Congreso cuando son proyectos del oficialismo.

En este discurso (13 de abril de 2009) podemos observar una distribución de la valoración similar al anterior. En este caso se agregan juicios de “normalidad”, es decir, relativos a la excepcionalidad (o no) del kirchnerismo y del contradestinatario.

Si bien se presentan valoraciones positivas con respecto al contradestinatario (capacidad, tenacidad o propiedad), el objetivo es contraponerlo luego con otro comportamiento del mismo actor social y dejar al descubierto su falta de veracidad. Lo mismo sucede a la inversa: hay algunas apariciones de valoración negativa hacia el gobierno o el kirchnerismo en general, pero están en boca de los medios de comunicación, con los cuales el enunciador se encarga de marcar distancia para luego mostrar que las declaraciones carecen de veracidad. Es decir, estos cambios en la valoración positiva y negativa esperable están en función del objetivo principal del texto, que es poner en duda la sinceridad de los enemigos, postulando que el respeto a las “convicciones” sólo es propiedad del kirchnerismo. Por esta razón, no es necesario que aparezcan valoraciones explícitas de veracidad respecto de los actores sociales; ésta se infiere a partir de la estructura del discurso, donde se muestran las contradicciones en algunos discursos —los del contradestinatario— y la persistencia en los valores del colectivo de identificación kirchnerista.

“Nuestro candidato es el Proyecto”

Esta frase no sólo aparece en el editorial del 14 de marzo de 2009, sino que se repite en otros discursos de La Cámpora. Supone la sustitución de un participante humano —único posibilitado para ser candidato político— por una impersonalización u objetivación, en términos de Van Leeuwen (2008), ya que reemplaza la representación del actor social por una cosa cercana a éste, el proyecto político que sostiene. Sirve para desplazar el foco de la imagen personalista y populista —en el sentido peyorativo de la palabra (Charaudeau, 2009)— de los Kirchner.

La Cámpora tiene muchas expresiones que muestran que su lealtad es hacia el ex presidente y, sobre todo, luego de la muerte de éste en octubre de 2010, hacia la presidenta. Esto se puede observar en algunos discursos de la agrupación que se centran únicamente en la exaltación del líder o en el gesto simbólico a través de la red social Twitter, donde sólo “siguen” a Cristina Fernández. Sin embargo, por otro lado, buscan hacer hincapié en que no se trata de una lealtad irracional hacia la persona, sino que se fundamenta en las coincidencias políticas, que —como dijimos más arriba— se representan como aquello que ya hizo el gobierno, es decir, el Proyecto: “seguir el Proyecto”, “profundizar el Proyecto”, son consignas recurrentes de los militantes de La Cámpora y sus dirigentes.

En muchos editoriales, “el Proyecto” aparece con mayúscula, ya que se trata del único. Se presenta como la única opción de mejorar la situación del país.

10) Con aciertos y errores, con virtudes y defectos, no es menos cierto que éste fue el único Proyecto que logró poner de pie a nuestra Argentina en desmedro de todo un arco político que participa desde hace décadas en diferentes espacios y que sus aportes sólo fueron desde los estudios de radio y televisión, y desde los libros platónicos de la ciencia política (editorial del 25 de mayo de 2009).

La oposición jamás es presentada como dueña de un proyecto político, más bien se construye a sus miembros como oportunistas que van cambiando de posición según la situación. Ésa es la razón por la que se puede poner en duda no sólo su propiedad ética, sino también su veracidad. En cambio, la sinceridad de La Cámpora —o de los kirchneristas en general— no hace falta explicitarla, está dada por sentada debido a su lealtad al Proyecto. Por ello, en el editorial del 14 de marzo de 2009 no hay valoraciones sobre la veracidad del colectivo de identificación, pero sí las hay sobre el contradestinatario, siempre con matiz negativo:

Otra de las estrategias que utiliza La Cámpora para descalificar la veracidad del contradestinatario consiste ya no en valorarlo explícitamente, sino en contraponer las acciones pasadas y presentes de los opositores, para así mostrar sus contradicciones. Para ejemplificar este recurso, retomamos el discurso publicado el 13 de abril de 2009 de la sección editorial de la página web de la agrupación:

11) Finalmente Felipe [Solá] II, ex secretario de Agricultura de los noventa, militante duhaldista y diputado electo en primer término por la lista del Frente para la Victoria en las últimas elecciones de 2007, claudica todos sus esfuerzos dedicados a la construcción de una Argentina más justa y equitativa que aclamaba hace sólo un año y medio.

12) No te preocupes, Mauricio [Macri], que dentro de un tiempo nada más, esa mirada distinta para Felipe II se transformará en un sinfín de diferencias irreconciliables que harán imposible la convivencia política y otra vez tenderemos [sic] a Felipe formando un nuevo bloque.

13) Ahora bien, parece que cuando el Congreso vota en contra de la Resolución 125, estamos frente a una muestra clara del sistema y de revalorización histórica de las instituciones. Sin embargo, los adjetivos calificativos no resultan ser equiparables cuando el mismo Congreso, con la misma conformación representativa que aquél, decide luego de un intenso debate aprobar la iniciativa oficial para celebrar las elecciones legislativas nacionales el próximo 28 de junio.

Esta cadena argumentativa, que muestra los cambios en las opiniones o posicionamientos de los adversarios, se resume en la expresión del principio lógico de no contradicción:

14) “Es imposible que una misma cosa simultáneamente pertenezca y no pertenezca a la misma cosa y en el mismo sentido”, afirmaba un conocido filósofo como el más cierto de todos los principios… (destacado en el original).

15) “No se puede ser y no ser al mismo tiempo” (destacado en el original).

La oposición diacrónica

En el editorial del 25 de mayo 2009 se vuelve a encontrar esta estructura opositiva. En este caso, la polaridad es diacrónica: antes de 2003 vs. después de 2003. Como es costumbre en los editoriales de La Cámpora, se enumeran extensamente los logros del gobierno.

Antes de 2003:

16) Veníamos de una etapa verdaderamente crítica en términos políticos e infaliblemente desalentadora en términos de autoestima.

17) Era una Argentina amargamente emblemática de pobreza y desesperanza, de falta de empleo, de obras públicas paralizadas, gran recesión económica, ingresos deteriorados, Estado nacional en default, y cientos de argentinos que emigraban hacia otros países en búsqueda de un empleo digno y la posibilidad de forjarse un futuro “mejor” lejos de sus afectos.

Después de 2003:

18) Comenzaba un Proyecto de país que se construía con un solo objetivo: devolvernos la autoestima y la confianza a todos los argentinos y ayudarnos a convencernos que se podía lograr un país más justo y equitativo.

19) Se encarnará desde este Proyecto una férrea defensa de los derechos humanos, se impulsó la integración de una nueva Corte Suprema, la derogación de las leyes de obediencia debida y punto final, la redistribución del ingreso, el fin a la intervención de los organismos internacionales que una y otra vez saquearon a nuestro Pueblo, la creación de más de 3 millones de puestos de trabajo, el desarrollo del Plan 700 escuelas, la recuperación de las escuelas técnicas, construcción de más de 400 000 viviendas, reducción de la tasa de mortalidad infantil, la recuperación del sistema previsional argentino, la propuesta de proyecto de una ley de servicios de comunicación audiovisual de la democracia, y en definitiva, un Proyecto de país que lucha para no dar marcha atrás y volver a aquellos días que provocaron las consecuencias más tristes de nuestra historia.

Lo negativo de la etapa anterior al kirchnerismo se grafica a través de una abundancia de elementos vinculados con el afecto que representan la infelicidad, la insatisfacción y la desconfianza de la población antes de la llegada del “Proyecto”: “[etapa] desalentadora en términos de autoestima”, “triste”, “protesta, desolación y resignación”, “amargamente”, “desesperanza”, “doliente”. Por el contrario, la presidencia de Kirchner vino a “devolvernos la autoestima y la confianza”. Además de la confianza, restituyó la satisfacción ya que ahora se puede hablar en términos de orgullo. Cabe destacar el uso del “nosotros” que, también en este discurso, vuelve difuso si el límite de inclusión corresponde a los militantes kirchneristas o a todos los argentinos.

Consideraciones finales

En este trabajo analizamos el intento de articulación hegemónica que La Cámpora despliega en sus discursos. Por un lado, la lógica de la equivalencia que representa al kirchnerismo como una totalidad en expansión que permite incorporar y representar las diferentes demandas de todos los argentinos. Esto se construye a partir de cadenas equivalenciales en torno del significante “el Proyecto”.

Por otro lado, una lógica de la oposición o del antagonismo, que permite construir discursivamente la identidad propia a través de la confrontación reiterada con distintos enemigos y amenazas. Así, se desarrollan sistemas de valoración que permiten contraponer la capacidad, la tenacidad y la propiedad positiva de los militantes kirchneristas a las evaluaciones negativas del contradestinatario. Respecto del eje de la veracidad, no necesitan explicitarlo para su propia agrupación, puesto que se da por sentada. En cambio, para el contradestinatario, en algunos casos se explicita y en otros se desprende del propio recorrido argumentativo, que muestra las posiciones contradictorias que los políticos desarrollaron a lo largo del tiempo.

El sistema del modo reitera esta oposición a partir de una diferenciación entre el nosotros y el ellos, donde el nosotros confunde a los kirchneristas con los argentinos en general y, por lo tanto, las acciones de este colectivo político no pueden pensarse sino en beneficio de todos, a diferencia de los enemigos, presentados como gente que cuida sus propios intereses solamente. Además, el kirchnerismo es el único que posee un proyecto sólido (en la modalidad se ve a través de la seguridad y la confianza que se expresa a través de marcas de certidumbre), mientras que las marcas de modalidad vinculadas con el contradestinatario se refieren a la incertidumbre y a la posibilidad como estrategia para sembrar la desconfianza en el lector. Como vimos, los enemigos no poseen un proyecto, el kirchnerismo sí. Pero no queda claro en qué consiste, ni cuál es su plataforma. La enumeración extensa de logros pasados no sólo no deja lugar para las propuestas futuras, sino que debilita el significado de cada uno de los eslabones de la cadena equivalencial.

Por último, es difícil desglosar el rol de los militantes jóvenes dentro del colectivo del kirchnerismo. En algunos casos se presentan como partícipes de los logros del gobierno o sus custodios y, por lo tanto, con cierto grado de agentividad. En otros, aparecen como potenciales agentes futuros o como meros seguidores de “el Proyecto”.

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FLAX, R. (2016). “La articulación hegemónica en el discurso de la agrupación La Cámpora” Revista Mexicana de Sociología. Recuperado 27 Abril 2016, de http://rms.sociales.unam.mx/index.php/v78n1/42-v78n1-a4

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FLAX, Rocío (2016). “La articulación hegemónica en el discurso de la agrupación La Cámpora” Revista Mexicana de Sociología [en línea], 2016(1), [fecha de consulta: 27 abril 2016]. Disponible en: http://rms.sociales.unam.mx/index.php/v78n1/42-v78n1-a4

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