Social capital and peace: The Conéctate por tu Seguridad Network
Rodrigo Peña González*
*Doctor en Humanidades por la Universidad de Leiden. El Colegio de México. Temas de especialización: gobernanza criminal, construcción de paz y seguridad en la Ciudad de México. orcid: 0000-0002-3356-5820.
El autor agradece y reconoce a México Unido Contra la Delincuencia, A.C., quienes diseñaron y ejecutaron la estrategia de intervención para la generación de un espacio de construcción de paz en el sentido en el que se describe en este texto, por el acceso a información derivada de la ejecución de dicho trabajo y desde la cual se construyó el análisis para este artículo. También agradece la asistencia de investigación de Alejandra Arias Vázquez, Adrián Rojas Fix y Ana Ximena Ríos Huerta.
Resumen: A través del Análisis de Redes Sociales, este artículo examina la construcción de capital social para la paz en el caso de la Red Conéctate por tu Seguridad. Se discuten los conceptos de capital social y redes desde una perspectiva de construcción de paz y se describe la metodología utilizada para el análisis de las redes entre 2019 y 2022. Se presentan los resultados para tres momentos: a priori, intermedio y final. Se concluye destacando que este tipo de experiencias construyen un tipo de capital social que favorece la reducción de la violencia criminal.
Palabras clave: capital social, Ciudad de México, Análisis de Redes Sociales, procesos de construcción de paz.
Abstract: This article employs Social Network Analysis to investigate the construction of social capital for peace, specifically in the case of the Conéctate por tu Seguridad Network. It begins with an examination of the concepts of social capital and social networks from a peacebuilding perspective. Then, it outlines the methodological approach used to conduct the network analysis between 2019 to 2022. Results are presented at three phases: a priori, intermediate, and final. The findings suggest that these experiences foster a form of social capital that contributes to the reduction of criminal violence.
Keywords: social capital, Mexico City, Social Network Analysis, peacebuilding processes.
Desde hace décadas, el incremento de violencia y delincuencia en México ha producido esfuerzos desde distintos flancos por contener este fenómeno. Algunas de esas iniciativas han surgido desde las autoridades; sin embargo, resaltan aquellas promovidas desde y por sectores sociales no gubernamentales, que han impulsado sus propias estrategias de construcción de paz a través de imaginación política, sociológica y administrativa, así como de profesionalismo y compromiso. Algunos ejemplos son el Diálogo Nacional por la Paz, un movimiento liderado por la orden jesuita en alianza con laicos para construir paz desde lo local; Hagámoslo Bien, una iniciativa empresarial dedicada a promover la cultura de la legalidad en la zona metropolitana de Monterrey (Peña González, 2016), o la Plataforma para la Construcción de Paz en México, un espacio de diálogo en el que convergen organizaciones sociales sin fines de lucro con trabajo, experiencia y compromiso por la construcción de paz en distintos espacios.
En este artículo, y a través de un Análisis de Redes Sociales (ARS), se documenta y analiza la experiencia de la Red Conéctate por tu Seguridad San Fernando y San Juan (RCxTS), ocurrida en el polígono San Fernando y San Juan de la Ciudad de México, y que de 2019 a 2022 experimentó una reducción en la incidencia de violencia criminal en 12 de 15 delitos violentos. Se argumenta que la RCxTS construyó un tipo de capital social orientado hacia la construcción de paz. La construcción de la RCxTS fue encabezada por México Unido Contra la Delincuencia (MUCD), una organización no gubernamental con amplia experiencia en participación ciudadana y democratización de la seguridad mexicana. Afirma MUCD (2023: 5) que “[…] si se construyen redes comunitarias de protección y convivencia pacífica, es posible prevenir factores de riesgo que producen violencia e inseguridad, lo que mejora la seguridad ciudadana”. Esta premisa orientó los esfuerzos de la RCxTS, pero se sustenta sobre una discusión académica que articula tres conceptos: ciudadanía activa, seguridad ciudadana y capital social.
La ciudadanía activa supone una forma de participación social orientada por una convivencia pacífica capaz de construir marcos de colaboración (que incluyen a autoridades gubernamentales) para incidir en las condiciones locales de seguridad. De acuerdo con Fernanda Somuano y Fernando Nieto (2016: 18), la ciudadanía activa es una forma de participación política o comunitaria que se “[…] caracteriza por el respeto mutuo, la no violencia y la confianza institucional”, que permite que “[…] actividades individuales contribuyan a una sociedad más incluyente, democrática y caracterizada por el buen gobierno y la cohesión social”. Por otro lado, la seguridad ciudadana es un concepto que reconoce la posibilidad de la participación social en la formulación e implementación de políticas de seguridad con enfoque local. Ésta depende de desmontar la desconfianza y el desánimo, pues inhiben dicha participación (Dammert, 2004); de ahí la importancia de la ciudadanía activa. Finalmente, aunque el concepto de capital social se desarrolla en profundidad más adelante (pues forma parte esencial del marco teórico de este artículo), por lo pronto se reconoce como los recursos que pueden obtener las personas por pertenecer a una red. Así, la ciudadanía activa habilita formas de participación capaces de traducirse en un tipo de capital social que habilite la seguridad ciudadana, como ocurre en este caso de estudio.
El propósito de la RCxTS fue el de “[…] formar una red multisectorial en la que participaran organizaciones sociales, empresas, comunidades religiosas, centros educativos y habitantes” (mucd, 2023: 5). Para lograrlo, MUCD reconoce que el objetivo del proyecto fue el de “[…] mejorar la convivencia y la seguridad ciudadana, a través de la construcción de redes comunitarias de protección capaces de prevenir y contrarrestar los factores de riesgo que producen violencia e inseguridad” (2023: 8). La red creció a través de actividades impulsadas por nodos convocantes que incluían la realización de ferias con dinámicas y juegos, organización de actividades deportivas y artísticas (incluyendo baile hip-hop, teatro, break dance, grafiti en murales), talleres para arreglar bicicletas, charlas sobre estilos de crianza, visitas guiadas a museos del polígono (poco concurridos por las personas locales), entre otras.
A ello le siguieron actividades denominadas de “empoderamiento comunitario”, consistentes en talleres de monitoreo de juzgados cívicos y ministerios públicos, sobre cultura de la legalidad, y recuperación simbólica de espacios públicos. Incluso, durante la pandemia por SARS-CoV-2, continuaron realizándose con adaptaciones como webinarios y actividades a través de grupos de Whatsapp. Cada una de estas propició momentos de encuentro entre habitantes del polígono, población flotante y autoridades. Los encuentros generaron diálogo, conocimiento y reconocimiento de realidades compartidas, así como empatía y confianza (entre ciudadanía y con autoridades), es decir, ciudadanía activa.
Estudios sobre contextos de criminalidad, gobernanza criminal y fenómenos mafiosos reconocen que, en la medida en la que individuos de esos espacios cuenten con redes y que sean capaces de acceder a ellas, se activarán formas de prevención y contención de factores de riesgo para quienes formen parte de dichas redes (Arias Desmond, 2017; Lessing, 2020; Trejo y Ley, 2020; Puccio-Den, 2022). En esos casos, la sostenibilidad política y la perdurabilidad de esquemas de criminalidad e impunidad dependerán de la fuerza y características de las redes sobre las cuales se construyen y mantienen. Al respecto, el uso del ars permite documentar el poder de redes de criminalidad o, como en este caso, explicar la potencia política y social que implica la promoción de redes y capital social para la transformación de contextos en favor de la paz.
Marco teórico y conceptual: ¿redes para la paz?
Este artículo abona a una línea argumentativa que indica que ciertos esquemas de participación cívica pueden contrarrestar contextos de violencia criminal a través de promover redes favorables al respeto de la dignidad humana. Ésta se ha documentado tanto conceptual como históricamente, resaltando los casos de Chicago en la primera mitad del siglo XX, Sicilia hacia finales de ese siglo y principios del presente, y La Laguna, en México, en la última década. En los tres casos hubo coincidencias: el precedente de un esquema de gobernanza criminal, seguido de la aparición de un momento traumático que activó formas de participación social encaminada hacia la paz y, finalmente, la participación articulada de seis agencias sociales (periodistas, empresarios, académicos o universidades, comunidades religiosas, colectivos de víctimas y organizaciones de la sociedad civil). Este involucramiento permitió construir narrativas de construcción de paz que sumaron a más personas, lo que derivó en esquemas de paz políticamente activos (Aguayo Quezada y Peña González, 2021).1
El argumento se basa en dos premisas. En primer lugar, en que las redes sociales entendidas como lazos de confianza duraderos entre agencias sociales (es decir, personas o instituciones con capacidad para actuar y decidir en su entorno) son un vehículo con capacidad política suficiente para promover la sostenibilidad o el desmantelamiento de esquemas de gobernanza criminal o, por el contrario, de procesos de construcción de paz. La segunda consiste en el seguimiento de una reinterpretación compleja del concepto de capital social. De acuerdo con Pierre Bourdieu (1986: 248), el capital social se define como “[…] la acumulación de recursos reales o potenciales que están unidos a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de reconocimiento mutuo”. Bourdieu elabora la idea como una forma explicativa de la riqueza de algunas clases altas que, además de capital económico y cultural, cuentan con capital social que es potencialmente intercambiable (en su condición de recurso) para acceder a formas indeterminadas de bienes que de otra manera serían inalcanzables. Así, poseer capital social conlleva acceso a “[…] recursos y atributos sociales valorados como confianza, reciprocidad y valores comunitarios” (Kadushin, 2012: 164).
Sin embargo, la idea de capital social ha sido repensada constantemente. James Coleman (1988), por ejemplo, conservó la noción de vincular el capital social a un recurso utilizable para quienes lo poseen. Posteriormente, Roger Putnam (1994) realizó estudios empíricos para determinar la historia del desarrollo italiano a partir de la presencia o ausencia de capital social. Concluyó que el norte italiano era desarrollado económica y democráticamente gracias a la existencia de capital social, identificado sobre todo como confianza interpersonal y asociacionismo. El planteamiento de Putnam puede ser cuestionado porque no es que el sur italiano no tenga formas de asociación, sino que de hecho tiene formas políticamente sofisticadas y potentes de asociación, aunque concentradas en torno a formas mafiosas (entre otras). Eventualmente, y a partir de este contexto, Mauricio Rubio (1996) y Heloiza Matos (2009) replantearon la idea de que el capital social no es un asunto de presencia o ausencia, sino de caracterizar el tipo de capital social existente en cada caso.
Siguiendo la idea, mientras que Rubio (1996) habló de capital social perverso para referirse a las redes y prácticas machistas y violentas entre pandillas juveniles para formar parte de las mismas, Matos (2009) elaboró en torno al “lado oscuro” del capital social, para reconocer que así como ciertas formas pueden conducir hacia formas democráticas y pacíficas de convivencia, otras pueden llevar hacia relaciones sociales mafiosas, clientelares y atravesadas por formas de violencia como vehículo para conducir el asociacionismo (ver también Aguayo Quezada y Peña González, 2015). Así, el capital social bien puede conducir hacia incidir en la construcción de un orden social vertical y con rasgos autoritarios, u horizontal y respetuoso de los derechos de las personas.
En la lógica señalada por Matos, la forma positiva del capital social tiene la capacidad de incidir en la reducción del delito en la medida en que las sociedades que la reproducen se vuelven menos tolerantes a la violencia, pero también más participativa de asuntos públicos. La RCxTS, se argumenta aquí, forma parte de lo que Matos llamó formas “positivas” de capital social, y que no únicamente son capaces de incidir en contextos favorables a la protección y el respeto a derechos humanos y en general a formas pacíficas de resolución de conflictos, sino que también actúan políticamente en contra de redes violentas y verticales con las que, de hecho, lidian y coexisten. La existencia de redes como la RCxTS suele estar en una tensión política permanente entre formas negativas y positivas que genera una suerte de dilema de suma cero en el que los recursos que gana una red son pérdidas para la otra (Duyvesteyn, 2017: 671).
Las redes sociales como vehículos de transformación política de contextos con alta violencia criminal, sumadas a la discusión de capital social, permiten argumentar que experiencias como la RCxTS transforman el tipo de capital social de espacios localizados. De tal suerte, un espacio en el que el capital social existente es caracterizado por formas jerárquicas, autoritarias y con el uso o amenaza de la violencia como forma de convivencia social, puede ser transformado a través de redes sociales que privilegien y modifiquen la convivencia hacia formas horizontales, democráticas, que usen formas pacíficas de resolución de conflictos y que respeten los derechos humanos. Todo a través de un proceso de transformación política de las redes sociales existentes. En las redes de paz (como se explicará más adelante) importa particularmente la variable “densidad”, que en el ars se identifica como la proporción de vínculos existentes en una red social en relación con la totalidad de vínculos posibles (Borgatti y Cross, 2003).
Charles Kadushin (2012: 24) desarrolla las 16 posibilidades de tríadas, es decir, 16 posibles configuraciones de redes en aquellas formadas por tres nodos. En la primera no existe vínculo entre ninguno de los tres nodos, y en la 16 los tres nodos están conectados entre sí. El autor reconoce que los diferentes arreglos afectan la cohesión de una triada en los 16 escenarios posibles. Para este caso, el escenario 16 (en el que todos los nodos mantienen vínculo con todos) es el de mayor densidad y, por tanto, el que mayormente refleja posibilidades de incidencia porque supone que todas las agencias tendrán posibilidad de acceder a recursos, más horizontalidad, y por tanto mayor posibilidad de confianza, solidaridad, empatía, respeto, o una forma compleja de éstas para la construcción de capital social para la paz.
Metodología: descripción, recolección y tratamiento
de datos de una red para la paz
La RCxTS oscila entre lo que la literatura reconoce como una red sociocéntrica, es decir, redes delimitadas “dentro de una caja” o dentro de un sistema cerrado, y una red de sistemas abiertos, “[…] cuyas fronteras no están claramente definidas porque no están en una ‘caja’” (Dettmer González, 2019: 11; ver también Kadushin, 2012). Esta combinación obedece a que la RCxTS contempla desde su promoción e impulso a agencias sociales externas al polígono (organizaciones sociales, agencias gubernamentales, fundaciones, entre otras), así como internas, concernientes a personas y organizaciones que habitan dentro del polígono. Por ello, para identificar el total de agencias participantes se hizo una recolección de datos específicos para conocer: a) la premisa sobre la cual se sustentó el proyecto de la RCxTS; b) las características de la red en general y sus nodos en particular; c) el crecimiento de la red en sí misma, y d) variables adyacentes a la red, pero que permiten reconocer los cambios producidos en el polígono en el que se generó la red. Respecto a esto último, son de particular interés los cambios en la incidencia delictiva, así como la participación de la autoridad gubernamental local a través de la inversión en inmobiliario urbano por parte de autoridades que permitan documentar una transformación que, hipotéticamente, favorezca la construcción de paz.
La experiencia de la RCxTS no es la primera en la que MUCD ha incursionado en el impulso de iniciativas sociales encaminadas hacia la construcción de paz. Sin embargo, sí fue el primer esfuerzo realizado con una delimitación específica hacia un polígono territorial en la Ciudad de México. El proyecto que la orientó se ejecutó entre abril de 2019 y noviembre de 2022. El periodo es analíticamente interesante por dos razones. En primer lugar, porque coincide con la implementación de ambiciosas estrategias gubernamentales de prevención de la violencia y la delincuencia en la Ciudad de México. De tal suerte, resulta relevante considerar para el análisis la concomitancia de esfuerzos en espacios y momentos específicos. En segundo lugar, porque a este periodo lo atraviesa la pandemia por SARS-CoV-2, lo que impactó en las prácticas de sociabilidad y cotidianidad de maneras que aún están estudiándose en general, pero que en este caso resultó en una crisis transformada en oportunidad, tal como se explicará más adelante.
A nivel metodológico, el primer paso fue la familiarización y recolección de datos sobre la RCxTS. Este trabajo se realizó en dos niveles. El primero consistió en la recolección de documentos, experiencias y características de la generación y evolución de la red. Para ello, se realizaron reuniones de trabajo y entrevistas semiestructuradas con participantes de la conformación de la red e integrantes de MUCD . A partir de esta labor, no sólo se consiguió un proceso de familiarización con los objetivos iniciales y la trayectoria de la intervención, también se pudo reconocer la lógica sobre la cual se montó un trabajo de intervención de cuatro años. El segundo paso consistió en la construcción colectiva de una matriz de nodos multianual que permita documentar la cantidad y características de integrantes de la red, así como la evolución en tres momentos clave: red inicial, intermedia y final. La red inicial consiste en la que existía cuando se lanzó el proyecto de la RCxTS, a mitad de 2019; la intermedia responde al estado de la red en 2021, después de que pasara el primer año de la pandemia, que interfirió de varias maneras con los trabajos de la red; y la red final es de 2022, cuando dio por concluido el liderazgo en la intervención en el polígono.
Una vez generadas las tres matrices de nodos y lograda una categorización consensuada con MUCD para hacer una tipografía de nodos, cada una de estas matrices fue trabajada en el software Ucinet para obtener las métricas de ars para cada red, datos que permiten tanto un análisis individual como comparado entre las tres. Adicionalmente, a través de la herramienta NetDraw, incluida en Ucinet, se generaron los grafos de cada una de las redes que, en tanto representaciones gráficas, permiten ilustrar las redes y exhibir hallazgos relevantes que desde la matriz o los indicadores no son necesariamente evidentes. Toda esta información se presenta más adelante.
Además, el análisis de estos datos se complementó con dos cargas más de información. La primera son los datos de incidencia delictiva en el polígono, fundamental porque la premisa conceptual (como se explicó) es que una experiencia de este tipo es capaz de construir un tipo de capital social que eventualmente puede incidir en la reducción de la violencia criminal. La segunda consiste en los datos sobre inversión en infraestructura urbana en el polígono, debido a que el propio diagnóstico a priori sobre seguridad y victimización en el polígono señalaba a la deficiente infraestructura urbana como un factor de riesgo (parte de los resultados de ese diagnóstico se reseña precisamente en los siguientes apartados).
Este trabajo se complementó con entrevistas semiestructuradas realizadas con personas cuyo trabajo consistió en impulsar y promover la red; su realización tuvo el objetivo de recolectar información en torno a tres aspectos: a) las actividades realizadas para construir e incrementar la red; b) valoraciones subjetivas sobre el impacto de la red en la construcción de capital social a lo largo de tres momentos (a priori, intermedia y final); c) impresiones sobre los cambios en el entorno del polígono en materia de incidencia delictiva y percepción de inseguridad, así como del papel de las mejoras urbanas en el proceso de construcción de la red.2 Las entrevistas fueron recolectadas, sistematizadas en torno a los tres aspectos señalados y analizadas junto con el resto del ARS.
Violencia criminal e infraestructura urbana:
una aproximación al contexto del polígono
El polígono San Fernando y San Juan, donde se impulsó la RCxTS, comprende 2.6 km2 colindantes al oriente con la colonia Centro de la Ciudad de México (ver mapa 1). Es un espacio altamente céntrico en la capital de México, un país de por sí históricamente centralizado. Aquí habitan 26 855 personas, según el censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de 2020. No obstante, y como lo reconoció el diseño de la intervención desde su inicio, espacios como éste se caracterizan por una considerable población flotante, entendida aquí como aquellas personas que no residen en el polígono pero que lo visitan y transitan habitualmente, una característica que de hecho se extiende a toda la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México. Al polígono, ampliamente urbanizado, lo caracteriza una densa presencia de negocios comerciales y que prestan servicios. De acuerdo con el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (denue-inegi, 2020), en el polígono hay 6 850 establecimientos comerciales registrados.
Como se observa en el mapa 2, la actividad económica del polígono se concentra principalmente en el comercio al por mayor y por menor, ubicados sobre todo en la parte este del polígono, concretamente en la colonia Centro VIII. El lado oeste, por su parte, presenta mayor número de servicios que van desde estacionamientos y pensiones, agencias de publicidad, hoteles, reparación y mantenimiento de diversos artículos, hasta otros servicios profesionales. También, en esa sección, correspondiente a las colonias Tabacalera y Juárez, hay concentración de restaurantes y establecimientos en general de alimentos y bebidas. Esto también ocurre en la parte sur de la colonia Centro VIII. Además, a lo largo del perímetro hay instituciones bancarias y financieras (bancos, afianzadoras, casas de empeño, seguros) que se reparten por todo el polígono guardando relación con el dinamismo de la actividad comercial en la zona. El sector manufacturero encuentra su punto de actividad en la colonia Guerrero. Además de ser una zona con gran actividad económica, el espacio es lugar de residencia de varias familias, por lo que hay un buen número de escuelas esparcidas por el polígono San Fernando y San Juan.
Al inicio de la intervención, el polígono era particularmente inseguro y violento. De acuerdo con un levantamiento diagnóstico realizado a priori de la RCxTS, la tasa de incidencia delictiva3 del polígono era seis veces mayor a la de la Ciudad de México en su conjunto (MUCD , 2023). La alta incidencia delictiva detectada a priori, a inicios de 2019, se complementó con una amplia percepción de inseguridad. A partir de datos de una encuesta levantada ad hoc en el marco del proyecto de la RCxTS, 7 de cada 10 personas en el polígono reconocían el lugar en el que vivían como inseguro e, igualmente, 7 de cada 10 no se involucraban en actividades comunitarias (MUCD , 2023). La suma de estas condiciones dibuja un contexto densamente poblado (incluyendo la población flotante), con amplia victimización, poca confianza interpersonal, y con una tendencia hacia la alta incidencia de violencia criminal. El entorno, sumado a un contexto generalizado nacional de impunidad y falta de capacidades institucionales, resulta propicio para la agudización de la crisis de seguridad y, hasta antes de la RCxTS, sin incentivos evidentes para construir modelos de promoción de justicia, reparación de daños, contención de los conflictos, y en general de construcción de paz.
Derivado del diagnóstico descrito, MUCD (2023: 11) documentó como factores de riesgo en el polígono: “[…] el deterioro de la infraestructura urbana, elevada concentración de comercio informal, presencia de grupos delictivos organizados con fuerte arraigo e influencia en el territorio, grupos vulnerables, entre ellos personas jóvenes y adultas mayores en situación de calle, bajos niveles de organización y participación vecinal, resquebrajamiento del tejido social”. Estos factores no sólo orientaron el trabajo de construcción de red desde un punto de vista estratégico, también permitieron sumar a instituciones gubernamentales y no gubernamentales, personas, y en general agencias sociales clave que habilitaran derechos para mitigar factores de riesgo. La suma de estas agencias, a su vez, alimentó el tamaño, las características y el alcance de la red en su conjunto. Como se verá, el aumento de nodos en la red no sólo es un proceso de bola de nieve en abstracto, sino una suma agregada de agencias multisectorial que permitió hacer un trabajo de construcción de paz a través de la reducción de la violencia criminal entre personas e instituciones heterogéneas.
En esta investigación se le da seguimiento a dos agendas relevantes que rodean la conformación de la red: por un lado, la seguridad y, por el otro, los cambios en la infraestructura urbana. Como se verá, ambos tienen mejoras que corren de manera paralela al crecimiento de la RCxTS que también se expone más adelante. En materia de seguridad, y a partir de una selección de 15 delitos violentos, se calcularon para esta investigación tasas ad hoc por cada 10 000 habitantes para habilitar una comparación entre cada uno de estos delitos, así como entre el polígono, la alcaldía Cuauhtémoc y la Ciudad de México en su conjunto. Con esa base, como se observa en la tabla 1, sólo tres delitos no se redujeron en tasa entre 2019 y 2022: homicidio, feminicidio y acoso sexual, que son particularmente violentos. No obstante, la reducción en la incidencia es notable en términos generales. Como observación adicional, vale la pena señalar que la reducción en la incidencia de 2020 usualmente asociada a la pandemia es evidente en el polígono, pero a pesar de repuntes en delitos concretos, la baja es sostenida cuando se le compara con 2019 (año en el que comienza a formarse la RCxTS).
Los datos evidencian que el polígono es efectivamente un lugar particularmente intenso en términos de incidencia cuando se le compara con la Ciudad de México en su conjunto y con la alcaldía Cuauhtémoc en concreto. De hecho, y a pesar de la notable reducción delictiva en este periodo, el polígono se mantiene con una tasa de incidencia superior a la de la ciudad en 14 de 15 delitos durante 2022 (robo en transporte público con violencia es la excepción). Además, exactamente el mismo fenómeno ocurre en la comparación entre el polígono y la alcaldía. Destaca la reducción en la tasa de lesiones con violencia, pues este delito suele reflejar la manera en la que el conflicto es canalizado a nivel social. De entre todas las posibilidades, las lesiones dolosas (es decir, aquellas intencionales) suelen ser una expresión inmediata de que el conflicto deriva en violencia. En el caso del polígono, entre 2019 y 2022 este delito se redujo en casi 10 puntos o casi una tercera parte de la proporción inicial. Finalmente, se aprecia que 2020 es un año en el que se reduce la tasa de gran parte de los delitos analizados, lo que puede atribuirse directa e indirectamente a la pandemia, pero en el comparativo 2019 contra 2022 la reducción descrita se sostiene en los términos analizados.
Por otro lado, el análisis de la infraestructura urbana merece especial atención porque fue reconocido como un factor de riesgo en el diagnóstico realizado tanto por las organizaciones como por el gobierno local. En consecuencia, la referencia a elementos relacionados apareció constantemente en las entrevistas realizadas. ¿Cómo incidió esta mejora en el proceso de construcción de paz de este polígono? Los datos recolectados en las entrevistas señalan que su función fue auxiliar para facilitar la construcción de la red. Desde finales de la década de los años noventa, algunos enfoques criminológicos —como la teoría de las ventanas rotas— sugirieron que las condiciones específicas de un entorno urbano impactan sobre las posibilidades de incidencia criminal (Kelling y Coles, 1998). Esta premisa ha sido criticada por ignorar deficiencias estructurales y recargar excesivamente la explicación de la incidencia en la percepción local de desorden (O’Brien, Farrell y Welsh, 2019). Las críticas provienen de experiencias de implementación de políticas inspiradas por este enfoque en ciudades alrededor del mundo, incluida la Ciudad de México a inicios de la década del 2000 (ver Davies, 2007).
Estos casos permiten reconocer al menos dos falacias. Por un lado, que, por sí sola, la mejora en la infraestructura urbana no impacta automática ni directamente en las condiciones de violencia y delincuencia (al contrario, incluso puede derivar en políticas de mano dura más que de prevención). Y por el otro, que la mejora en infraestructura debe ir más allá de un embellecimiento del entorno y, en su lugar, apuntar hacia el reacondicionamiento de espacios de manera articulada. Sin embargo, en la experiencia de la RCxTS, la mejora en la infraestructura urbana no aparece como el punto de partida (ni de llegada) para mejorar las condiciones de seguridad, sino como un elemento que aportó práctica y simbólicamente a la construcción de la red. A nivel práctico, posibilitó la realización de actividades como talleres, encuentros y diálogos entre personas de la comunidad. A la vez, a nivel simbólico, acompañó la dignificación de la vida de los habitantes de los polígonos y colonias involucrados.
Así, la mejora en las condiciones de infraestructura urbana operó como un vehículo de cambio que acompañó el proceso de construcción de red. Si bien no fue la variable primaria o independiente, sí actuó como un motor de consolidación de cambio del espacio. Como cuenta Viviana Rodríguez Lorenzo (quien, como “animadora sociocultural” en MUCD , tuvo a su cargo la organización de encuentros, eventos y actividades para operación del proceso de construcción de la red desde sus inicios y hasta 2022, año en el que se realizó la última medición de red en esta investigación), “limpiar comenzó como una necesidad práctica”, pero pronto se transformó en un asunto fundamental para promover la construcción de la red. En esta tarea, la participación del Gobierno de la Ciudad de México fue fundamental, pues realizó una inversión significativa en la mejora de espacios urbanos en el periodo que coincide con el desarrollo de la RCxTS, así como en el polígono y sus alrededores inmediatos (concernientes al centro de la ciudad).
Tan sólo en 2019, el Gobierno de la Ciudad de México (2019) dijo haber ejercido 250 millones de pesos en obra pública. Entre otras cosas, afirma, se realizó la reparación de más de 6 700 luminarias dentro de los perímetros A y B de la ciudad; se eliminaron más de 43 226 m² de grafiti en 35 calles; se pintaron 2 335 cortinas de locales comerciales y 1 279 fachadas; se implementaron programas de reforestación. Además, de acuerdo con la Autoridad del Centro Histórico (2020), en este periodo se realizaron obras de renovación de la infraestructura urbana como la mejora de 22 158 m² de zona peatonal, 15 425 m² de infraestructura vial con concreto hidráulico, y “[…] se colocaron 50 luminarias con tecnología led, 880 bolardos, 26 bancas, 51 racks de bicicleta, 8 juegos infantiles y 14 ejercitadores”, además de mejoras de vegetación y reforestación.
La inversión en esa materia fue impulsada nuevamente hasta un par de años después, cuando la pandemia concentró buena parte de los esfuerzos y presupuestos gubernamentales. Así, la Autoridad del Centro Histórico (2021: 40) reportó en la Zona Norte del Barrio de Santa María La Redonda (al nororiente del polígono) una intervención de una superficie total de 13 940 m² de espacio público con 6 000 m² de banquetas, 2 200 m² de área ganada para el peatón fueron habilitadas, 10 cruces seguros, 14 rampas de acceso universal, 2 044 m² de nuevas áreas verdes, sembrado de más de 40 000 especies de plantas y arbustos; además de la instalación de 108 luminarias e infraestructura como bancas, juegos infantiles, señalamientos, entre otros. Por otro lado, en la zona norponiente del polígono, se refieren intervenciones por un total de 5 650 m² de espacio público con similares características a las referidas anteriormente, como 2 600 m² de banquetas, 3 cruces seguros habilitados, 14 rampas de acceso universal, 450 m² de nuevas áreas verdes, siembra de más de 11 000 especies de plantas y arbustos, etcétera (Ibid.).
Arturo García Trejo, funcionario público de la Autoridad del Centro Histórico y que observó el proceso de la RCxTS, reconoció estar impresionado con “[…] la cantidad de recursos que se han destinado a la mejora de áreas del Centro Histórico que no son las turísticas, y que hasta el momento no están hechas con la intención de gentrificar o de expulsar a los residentes originarios”. Dada esta focalización, así como las condiciones de descuido y hasta abandono en las que se encontraba el espacio, no resulta viable comparar con la inversión hecha en este punto durante las administraciones anteriores. Además, Viviana Rodríguez Lorenzo señaló que niñas y niños del polígono “[…] necesitaban un espacio que les generara sentido de pertenencia, seguridad, en el que pudieran jugar, aprender y convivir”; así, cuenta, en el marco de las “ferias por la legalidad” organizadas en el marco de la RCxTS, la ciudadanía se acercó a la Autoridad del Centro Histórico para expresar peticiones de mejoras que sí tenían repercusiones prácticas.
Debido a que la mejora en infraestructura se derivó como una necesidad práctica para impulsar la red, y que ello detonó una participación transversal de las autoridades gubernamentales en dicha red, es que se vuelve indispensable documentar y reconocer que el proceso de la expansión de la red se dio de manera paralela a la inversión en mejora urbana y el consecuente interés explícito de la autoridad por aumentar las capacidades urbanas instaladas. Queda para otra investigación profundizar en qué medida esto impactó en el proceso de construcción de paz aquí descrito, y para efectos de esta investigación resulta relevante no ignorar que este punto pasó de ser un factor de riesgo prioritario. según el diagnóstico de MUCD , a un vehículo que facilitó la construcción de la red a partir de una inversión por parte de la autoridad local. Al mismo tiempo, el polígono experimentó una reducción criminal sostenida en términos generales a la par de la creación, crecimiento y consolidación de la RCxTS, como se verá con detalle en el siguiente apartado.
Análisis de redes sociales para la paz en la RCxTS
En esta sección se exponen y describen los grafos (representaciones gráficas de los conjuntos de nodos y vínculos que se dividen temporalmente) y algunas métricas derivadas relevantes para la construcción de paz. Los nodos son las instancias y personas que han formado parte o aún son integrantes de la red, en tanto que los vínculos (aristas) son las relaciones que cada integrante tiene con otros participantes de la red. Esos vínculos se definen por: a) la participación en alguno de los talleres de cultura de la legalidad a jóvenes y líderes sociales, de monitoreo de juzgados cívicos o de ministerios públicos; b) la inversión en la red misma, ya sea a través de recursos públicos, donaciones o acciones de voluntariado que coadyuven a las actividades propias de la red, y c) la planeación estratégica de actividades de la red para incidir en el polígono, a través de Ferias por la Paz (actividades lúdicas, pláticas a padres de familia sobre estilos de crianza, talleres culturales en vía pública), visitas guiadas a museos y monitoreos a instituciones de impartición de justicia cívica y penal. En los grafos, los nodos representan personas en lo individual (círculo) e instancias que aglomeran a varias personas, usualmente en instituciones formales e informales (cuadrado). Estos, a su vez, se dividen en sectores en el grafo de las redes: a) ciudadanía activa; b) comercio; c) cultural; d) educativo; e) empresarial; f) gubernamental; g) organizaciones no gubernamentales; h) religioso.
La red inicial o a priori de la RCxTS se aprecia como un pentágono con el mayor nivel de densidad, pues los cinco nodos que la constituyeron estaban entrelazados entre sí (ver grafo 1). Esto es evidente dado que se generó una sinergia propiamente institucional entre MUCD , el Fondo de Inversión Social Kaluz, el Museo Kaluz, la Autoridad del Centro Histórico de la Ciudad de México4 y CoRe Ciudades Vivibles y Amables, A.C. Más que un análisis de redes al respecto, el grafo 2019 de la red evidencia el punto de partida sobre el cual se generó la iniciativa. Al margen de eso, destaca que los cinco son nodos externos al polígono. Como se narró en entrevistas, ello representó un reto para acceder al terreno y generar confianza hacia la iniciativa y los objetivos de la RCxTS. Este pentágono, además, funciona como una suerte de semilla diseñada para producir sinergias sociales desde afuera hacia adentro del polígono. En consecuencia, este tipo de intervenciones suponen la necesidad de diálogos y convencimientos que eventualmente habiliten la citada confianza entre las agencias sociales externas y las internas (en este caso, usualmente habitantes del polígono), trabajo que en este caso estuvo a cargo de MUCD .
La red intermedia o de 2021 es muchísimo más populosa. En este punto, la red había conseguido no sólo sumar personas e instituciones ubicadas dentro del polígono, sino también a otras fuera de él. La red intermedia se coloca en el marco de lo que la literatura de ars señala como una red ego, altamente dependiente de un nodo para mantenerse como red. En este caso, es justamente MUCD quien actúa como ese nodo protagónico (ver grafo 2, en la que el nodo más a la derecha representa a MUCD ). No es fortuito ni casualidad. Dado que la organización era la encargada de llevar el proceso y de estar encaminando el objetivo en el terreno, lo que se observa es un alto grado de conocimiento y reconocimiento que coloca a MUCD como el nodo con mayor capacidad de intermediación y como el articulador de la red en general. El mérito para este punto consiste en el incremento tan importante de nodos y enlaces en sólo dos años, y el reto rumbo a la red final de 2022 era el de reducir centralidad (particularmente del nodo MUCD ), aumentar la densidad, y habilitar que la mayor cantidad de nodos posible se conectara entre sí con independencia del vínculo con y desde MUCD . Sin embargo, y antes de pasar al análisis de la red final, conviene detenerse en el análisis de lo que explica la expansión de la red entre 2019 y 2021.
Entre la red inicial y la intermedia ocurrió una expansión notable de nodos y vínculos que vuelve a ocurrir entre la red intermedia y la final. Las expansiones se explican por la estrategia de intervención comunitaria, coordinada y estructurada a cargo de MUCD , gracias a la cual se generaron redes vecinales como consecuencia de un proceso amplio de construcción de confianza y de identificación de liderazgos comunitarios. Esta estrategia, de manera interesante, fue potenciada por acciones contingentes no planeadas. Un estudio comparado sobre contextos de pacificación exitosos reconoce a los eventos traumáticos como una suerte de detonador de redes de paz (Aguayo Quezada y Peña González, 2021). De acuerdo con los autores, las experiencias exitosas de reducción de violencia criminal y de creación de una suerte de constelación de actores sociales por la paz se ven impulsadas por eventos traumáticos porque son capaces de modificar narrativas, reconocer adversidades comunes y conducir la creación de vínculos sociales que funcionan como preludio de la contención de la violencia criminal. De acuerdo con narraciones recolectadas en entrevistas para este estudio, hay dos eventos que podrían haber funcionado como eventos traumáticos y que potenciaron la expansión.
El primero de ellos es el homicidio de dos niños en la colonia Guerrero, ocurrido en el entorno de la RCxTS. Alan Yahir y Héctor Efraín, de 12 y 14 años respectivamente, fueron reportados como desaparecidos a finales de noviembre de 2020. Posteriormente, ambos fueron encontrados brutalmente violentados, y las investigaciones de las autoridades señalaron que fueron torturados y descuartizados (Infobae, 2021). La tragedia fue difundida a nivel nacional y formó parte de la galería de horrores e indignaciones que construyen el panorama mexicano de violencia y delincuencia. Sin embargo, a nivel local representó un punto crítico en al menos dos niveles. En el plano gubernamental, las autoridades de la Ciudad de México diseñaron e implementaron el programa “Barrio Adentro”, basado en la aproximación de autoridades a menores de edad en lugares con conflictividad criminal del Centro Histórico de la ciudad para que, a través de ello, se evite la vinculación de las y los menores con grupos criminales de la zona. En el plano social, por otro lado, el evento de los “niños mazahuas”, como se le conoció por la adscripción indígena de los menores asesinados, produjo una indignación —quizás acentuada en el polígono dada la cercanía de víctimas y victimarios con la comunidad— que se comportó como un primer evento traumático que atravesó temporal y espacialmente los trabajos y la expansión de la RCxTS.
El segundo evento, de carácter global, fue la ocurrencia de la pandemia por SARS-CoV-2. Declarada como tal en marzo de 2020 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el impacto de esta pandemia aún sigue documentándose y analizándose. En todo caso, es uno de esos fenómenos que la literatura reconoce como glocal porque incidió dialécticamente en el plano local y global de un sinfín de maneras. En el caso del polígono en cuestión, y de acuerdo con entrevistas semiestructuradas realizadas ex profeso para esta investigación, la pandemia también operó como momento traumático para las personas involucradas en la conformación y evolución de la RCxTS. En este caso, y sumado a las pérdidas humanas, sensación de incertidumbre, crisis económica y en general los estragos generales ocasionados por la pandemia, se sumó un momento de solidaridad entre las organizaciones y personas externas y los habitantes del polígono. Por ejemplo, a través de las entregas de despensas por parte de fundaciones, del propio equipo de MUCD , así como de auxilio de múltiples maneras en los igualmente múltiples momentos contingentes que un escenario tan peculiar provocó. Estos dos momentos son, bajo la lógica de eventos traumáticos que promueven la consolidación de redes de paz en contextos de violencia criminal, claves para la expansión de la RCxTS.
Por último, la red final de 2022 exhibe de manera interesante que el incremento de nodos y vínculos se mantuvo de forma importante. Este dato es revelador, pues el trabajo subsecuente de la RCxTS entre 2021 y 2022 no sólo fue exitoso en términos de reducir centralidad y aumentar densidad (como se analiza más adelante), sino que también lo hizo mientras el número de nodos se aumentaba a casi el doble y más de cuatro veces el número de vínculos respecto a la red de 2021 (ver tabla 2). En ese sentido, un logro notable con respecto a la generación de capital social positivo consiste en el incremento del grado promedio de vínculos que tenía cada nodo. En 2021, éste era de 1.91 y para 2022 pasó a 4.41, un incremento de más del doble. Insistiendo, no sólo se vio prácticamente un duplicado de nodos, también lo hizo el promedio de vínculos en la totalidad de nodos en tan sólo un año. La densidad, indicador clave, también tuvo una mejora. En las métricas, el cálculo representa una mejora de una milésima (de 0.004 a 0.005); sin embargo, lo que implica ese incremento en la práctica es que hay una mayor cohesión entre un universo duplicado de agencias sociales.
En el sentido expuesto, la centralización se redujo pasando de un grado de 0.987, muy alto por las razones expuestas, a 0.877. Se trata aún de un número alto que se entiende en el mismo contexto de incremento de nodos y, en este caso, sobre todo de aumento de vínculos, pues muchos de los nodos menos vinculados siguen necesitando de unos pocos nodos muy conectados para pertenecer a la red. Resalta también el índice K-core, que señala la cantidad de subgrupos o redes menores dentro de la red. En este caso, el aumento es consistente con el aumento de nodos y vínculos en general, pasando de 13 en 2021 a 38 en 2022. Estas subredes señalan vínculos que permiten considerarse redes en sí mismas más allá de que pertenezcan a una red mayor, como en este caso.
En materia de centralidad, destaca que el grado de salida (es decir, el promedio de la suma de relaciones declaradas por cada nodo incluido en la red entre el total de nodos) se redujo entre 2021 y 2022, aunque el de entrada (la suma de relaciones que recibe cada nodo entre el total de nodos) se eleva en el mismo periodo. En términos de construcción de red de paz, este dato sugiere que para 2022 eran más los nodos que recibían un reconocimiento de red que los que declaraban estar conectados. Este dato acompaña la reducción de la centralidad, el aumento en la conectividad y la reducción de la fragmentación entre los años de red intermedia y final, pues a pesar del ya citado incremento tan importante de nodos y enlaces, la red ofrece muchos más caminos y posibilidades para que los nodos interactúen y, potencialmente, accedan a recursos de distinto tipo y que, en materia de construcción de paz, se traducen en solidaridad, protección, resguardo, empatía, etcétera.
Finalmente, respecto a las métricas de las redes, la distancia promedio que refiere la cantidad de “pasos” que debe dar un nodo para llegar a cualquier otro en la red, también se redujo en estos mismos años.5 Aunque algunas de estas reducciones pueden parecer menores, lo cierto es que la calificación de “mayor” o “menor” necesitaría un esfuerzo de comparación o conmensurabilidad para evaluarla en torno a hipotéticos criterios ideales; en cualquier caso, lo que sí es notable es que el sostenido crecimiento de la red logró mejorar la cohesión de la misma, sin alterar objetivos y sí complementado por las contingencias.
A manera de conclusión
La construcción de paz en contextos de violencia criminal es un trabajo tan urgente como difícil. Las complicaciones asociadas no solamente conciernen a la inexistencia de manuales específicos para orientar lo que debe hacerse para lograr dicha paz, también involucra sortear los retos que suponen contextos particulares y profundamente complejos en sus propias dimensiones. Lo que sí ha logrado documentarse es que los casos exitosos ocurren a nivel local, con una amplia participación multisectorial, y a partir de esfuerzos que, aunque localizados, son capaces de construir narrativas en contra de la violencia, el crimen, la injusticia y la impunidad, que a la postre tienen la capacidad de incidir en la reducción de la violencia criminal. El caso de la RCxTS es una experiencia que, desde un punto de vista académico, ofrece una cantidad de información suficiente para documentar la importancia de los criterios señalados, así como para diseñar análisis sensibles a que es posible construir paz siempre y cuando se reconozcan las complicaciones de los contextos locales.
De acuerdo con una encuesta levantada por MUCD y Sistemas de Inteligencia en Mercados y Opinión (SIMO) (2022), en este polígono y durante el periodo analizado, las personas que pensaban que el lugar donde vivían “Es una buena comunidad y te sientes parte activa de ella”, pasó de 61% que estaban algo de acuerdo o muy de acuerdo en 2019, a 68% en 2022. El avance del porcentaje ocurre en el contexto de la densificación de la RCxTS en el sentido en el que se ha documentado, lo que sugiere que estas experiencias no sólo ocurren en vinculación con reducción de incidencias de delitos violentos (pues, como se vio en la tabla 1, 12 de 15 delitos se redujeron entre esos años, destacando el robo a negocio con y sin violencia, que redujo la tasa en 124.8 al pasar de 160.5 a 35.7 casos por cada 10 000 habitantes), sino que cambian la percepción del entorno hacia uno de mayor confianza interpersonal y sentido comunitario. Si bien establecer una relación de algún tipo implicaría análisis con metodologías de otro tipo, con base en los datos recolectados y analizados aquí, es posible afirmar que la RCxTS construyó un tipo de capital social favorable hacia la paz, lo que contribuye a la reducción de la incidencia de la violencia criminal, así como la construcción de seguridad ciudadana.
El caso de la RCxTS tiene relevancia pública por ser un modelo con potencial para incidir en la reducción de la violencia criminal y porque fue sensible al contexto local. Ello supuso construir un proyecto basado en la generación de capital social para la paz basado en confianza y colaboración que incluyó a autoridades, así como otras agencias sociales dentro y fuera del polígono. Después de todo, la lógica de construcción de paz comunitaria pasa por esos criterios de inclusión. Así, y a partir de los datos presentados, este artículo documenta la construcción de capital social para la paz, un proceso que además estuvo acompañado por inversión en infraestructura urbana directamente en el polígono de trabajo, y de una importante reducción en la incidencia de violencia criminal. Las lecciones del caso de estudio subrayan la importancia de documentar cómo se relacionan las estrategias de promoción de redes de paz, la inversión en infraestructura urbana, y la reducción de la violencia criminal, y ofrecen perspectivas para seguir estudiando y promoviendo la paz en contextos en los que las adversidades predominan.
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Entrevistas
Laura Rodríguez Martínez, julio de 2023.
Viviana Rodríguez Lorenzo, julio de 2023 y agosto de 2024.
Arturo García Trejo, julio de 2024.
Recibido: 23 de octubre de 2023
Aceptado: 1 de octubre de 2024