Universidad Nacional Autónoma de México • Instituto de Investigaciones Sociales

Effects of accessibility on voter abstention: Colombia, 2014-2018

Juan Pablo Milanese*, Luciana Manfredi** y Nelson Pérez Rendón***

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*Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la Universitá degli Studi di Bologna. Departamento de Estudios Políticos de la Universidad Icesi, Cali, Colombia. Temas de especialización: política comparada y geografía electoral. ORCID: 0000-0003-0980-3435.

**PhD en Management por la Tulane University. Departamento de Mercadeo y Negocios Internacionales de la Universidad Icesi, Cali, Colombia. Temas de especialización: marketing y comunicación política y decisiones electorales. ORCID: 0000-0001-5375-8593.

***Magister en Estudios Sociales y Políticos de la Universidad Icesi, Cali, Colombia. Tema de especialización: participación política. ORCID: 0009-0007-7768-1552.

 

Resumen: Este trabajo analiza el efecto que la accesibilidad a los puestos de votación produce sobre la abstención electoral en Colombia. Los resultados muestran que, independientemente del tipo de elección, distancia y abstención están directamente relacionadas. Dentro de este marco, si bien se considera que la primera no es un factor crucial para la producción de participación, es relevante al impactar sobre votantes caracterizados por un compromiso limitado. Asimismo, el impacto que pueden producir los obstáculos vinculados a la impedancia no es homogéneo, depende de la existencia de maquinarias electorales que simplifican el proceso de movilización de los votantes.

Palabras clave: abstención electoral, accesibilidad, distancia, impedancia, Colombia.

Abstract: This paper analyzes how accessibility to polling stations affects electoral abstention in Colombia. The results show that regardless of the type of election, distance and abstention are directly related. Within this framework, although distance is not considered a crucial cause of turnout, it is relevant for its impact on voters characterized by limited commitment. Meanwhile, the impact of impedance is not homogeneous, since it depends on the existence of electoral machines that simplify the process of voter mobilization.

Keywords: electoral abstention, accessibility, distance, impedance, Colombia.

 

Existen dos principios que, a pesar de no ser exclusivos, han sido convencionalmente analizados como los fundamentos de la participación y de la abstención electoral:1 las virtudes cívicas y el cálculo racional. Desde allí se desarrolló buena parte de las hipótesis y explicaciones que aportan a una comprensión más profunda del fenómeno.2 No obstante, hay en torno al tema un asunto que ha tendido a pasar inadvertido3 pero que gana progresivamente espacio: la accesibilidad a los puestos de votación (Gimpel y Schuknecht, 2003; Brady y McNulty, 2011, Stein y García-Monet, 1997, Cantoni, 2020; Haspel y Knotts, 2005). En este mismo sentido, también crece el volumen de trabajos que analizan si el voto postal o el voto electrónico afectan los niveles de participación (Gerber y Huber, 2013; Thompson et al., 2020; Petitpas, Jaquet y Sciarini, 2021).4 Esto ha demostrado que, si bien de forma indirecta, la cuestión de la accesibilidad no es un asunto menor.

Ésta podría interpretarse como un fenómeno irrelevante en aquellos países donde el sufragio es obligatorio; sin embargo, puede no ser una cuestión menor allí donde es voluntario. Especialmente, si se parte de la premisa de que la abstención es un hecho que difícilmente puede ser entendido de forma monocausal y unidimensional (Blais, 2000; Blais y Achen, 2019; Smets y Van Ham; Anduiza et al., 2009); la accesibilidad puede jugar un rol decisivo entre los votantes que no destacan por sus virtudes cívicas (Gimpel y Schuknecht, 2003). De hecho, existe evidencia que muestra que simplificar la accesibilidad de los votantes a las urnas puede desembocar en un discreto, aunque no por eso indiferente, aumento de la participación (Brady y McNulty, 2011; Gimpel y Schuknecht, 2003; Stein y García-Monet, 1997).

En este sentido, partimos de la premisa de que una mayor distancia física entre la residencia y el puesto de votación puede influir sobre la asistencia o inasistencia a las urnas. De hecho, James Gimpel y Jason Schuknecht (2003) señalan que, en los precintos rurales, las distancias desde la residencia hasta el puesto de votación mayor a los 10/15 kilómetros (6-10 millas) aumenta visiblemente las tasas de abstención. Un análisis similar es realizado por Christian Wheeler y Meredith Berger (2006). Incluso, trabajos como los de Joshua Dyck y James Gimpel (2005) muestran cómo la geografía puede ser un factor más relevante de lo pensado a la hora de participar en el día de la elección.

Para el caso colombiano, existen muy pocos trabajos que avanzan en esta dirección. Destaca el de Santiago Cardona, Diego Escobar y Edison Henao (2020), en el que se evalúa el caso de Manizales analizando el modo de desplazamiento en la ciudad —vehículo privado, transporte público o a pie— con los porcentajes de participación. El de Nicol Di Domenico (2020) utiliza la variable “acceso” a los puestos de votación para entender el fenómeno de la abstención en las elecciones presidenciales, aunque en este segundo caso no representa el foco del trabajo; de hecho, el acceso es una de las variables, aunque no la principal. Trabajos más intensamente orientados a las políticas públicas y a la realización de recomendaciones pueden ser apreciados en Camilo Vargas (2018), Laura Rincón y Carlos Sánchez (2018), quienes también realizan abordajes relacionados con la accesibilidad. El primero remarca el déficit de puestos de votación en algunas zonas rurales de Colombia; los segundos ofrecen un instrumento de medición de la accesibilidad.

Por el contrario, mucho más amplio es el número de estudios que abordan el tema a través de otros enfoques distintos al de la accesibilidad.5 En este último segmento pueden destacarse, por sólo mencionar algunos, trabajos como los de Arturo Maldonado, Fredy Barrero y Nicolás Liendo (2015), Barrero et al., (2013), Javier Flórez Henao y Ana Franco Cuervo (2009), Pedro Medellín (2014), Caicedo (2015), Miguel García y Felipe Cantor (2016), Fernando Giraldo García y Héctor Soto (2019), o Juan Pablo Milanese, Adolfo Abadía y Luciana Manfredi (2016). Una generación anterior de estudios sobre la abstención puede ser identificada en trabajos como los de Rodrigo Losada y Eduardo Vélez (1981), y Judith Talbot de Campos y José Francisco Martín (1980). Aunque en estos últimos casos el análisis no se centre exclusivamente en la abstención, su revisión representa una parte significativa del mismo.

En este marco, el presente trabajo analiza cómo dos factores de los que la accesibilidad es función, la distancia y la impedancia, pueden influir sobre la participación electoral en Colombia. Lo hace estudiando los niveles de abstención en cada municipio durante las elecciones presidenciales de 2014 y 2018 —primera y segunda vuelta— y controlándolos a través del análisis de los comicios para las alcaldías municipales de 2015 y 2019. Los resultados muestran que, en línea con lo señalado por la teoría, la distancia es un factor relevante en la producción de abstención —a mayor distancia que recorrer, menores niveles de participación—, independientemente del tipo de elección.

Sin embargo, en lo que respecta a la impedancia, sí existe una visible diferencia. En este sentido, la evidencia parecería indicar un cambio de comportamiento asociado a las dinámicas locales, donde la superposición de maquinarias electorales podría estar eliminando algunos obstáculos al voto y contribuyendo a aumentar la participación mediante la simplificación del acceso a las urnas.6 Cabe destacar que este último efecto no es homogéneo y depende de los niveles de ruralidad de un municipio; se aprecia un efecto más marcado en aquellos donde los niveles son mayores.

Cabe señalar que la razón de la selección de Colombia para el estudio está puesta en la orientación al caso que posee el trabajo. Es decir, sin descartar el aporte que este pueda realizar a la comprensión de la accesibilidad a la participación electoral —el trabajo reafirma y debilita algunas premisas teóricas asociadas al tema de interés—, se espera abordar una dimensión poco estudiada para el caso. De esta manera, se pretende complementar análisis previos caracterizados por la utilización de u otro tipo de variables —tanto sociológicas como institucionales o asociadas al conflicto armado—, intentando ofrecer información relevante sobre una dimensión escasamente analizada.

En cuanto al método, se utiliza una serie de modelos de panel data, uno para cada tipo de elección analizada (primera y segunda vuelta presidencial y de alcaldías) utilizando como unidad de análisis los municipios, empleando datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil, el Departamento Nacional de Estadística y el Sistema de Información Geográfica para el Ordenamiento Territorial.

El trabajo está constituido por cuatro partes. La primera consiste en un marco conceptual para la realización del análisis; la segunda presenta los datos y la metodología; en la tercera se realiza una descripción de los resultados y, por último, se lleva a cabo un análisis de estos, para terminar con una serie de consideraciones finales.

 

Marco conceptual: accesibilidad, distancia e impedancia

Son múltiples los enfoques desde los que se ha analizado la abstención electoral. Uno de los primeros y más frecuentemente utilizados es el ofrecido por el enfoque de la elección racional. Desde el trabajo seminal de Anthony Downs (1957), los estudios enmarcados en él han trazado un sendero de acumulación de conocimiento, sosteniéndose sobre una premisa comportamental primaria: el cálculo del costo y el beneficio de la acción.

Con el paso del tiempo, este ha experimentado sensibles cambios, por lo que no puede ser considerado estático. De hecho, como señala Milanese (2018), las teorías que se desprenden de él fueron haciéndose sofisticadas progresivamente, mediante la inclusión de preocupaciones como la obtención de gratificaciones psíquicas (Riker y Ordeshook, 1968), la aversión al riesgo (Ferejohn y Fiorina, 1974) o la reducción de los costos del acto de votar, que puede, y suele, producir la movilización social como consecuencia del impulso ofrecido por los líderes políticos y la filiación a distintos tipos de organizaciones (Uhlaner, 1993; Aldrich, 1993).

En este sentido, investigaciones posteriores mostraron que el costo de decidir el voto y asistir a las urnas es prácticamente nulo (Niemi, 1976). De hecho, su existencia está más estrechamente asociada a una suerte de costo reputacional,7 es decir, a las percepciones que puede generar sobre el entorno de un individuo la realización u omisión del acto (Blais, Galais y Coulombe, 2019; Shapiro y Green, 1994; Barry, 1974). Así, si una persona que se mueve en un ambiente donde la participación es el comportamiento estándar, el hecho de no votar puede producir una percepción negativa de ella o viceversa.

Algunos estudios sobre psicología política demuestran que el ejercicio del voto está rodeado de factores externos que determinan el comportamiento electoral de los individuos: las emociones, el clima y un gran número de cuestiones contextuales (Lazányi, 2009). Es más, algunos autores establecen que la escasa implicación cognitiva de los ciudadanos en la política puede llevarlos a elegir a los políticos basándose en indicios no políticos (quizás asociados al costo reputacional), en lugar del plan de gobierno de un partido político o de un candidato (Schaffner y Streb, 2002).

Esto condujo al surgimiento de un nuevo tipo de modelo estrechamente asociado al desarrollado hasta este punto, el de los recursos (Brady, Verba y Schlozman, 1995). Sin romper con las premisas básicas de la elección racional, este abandonó la visión sobresimplificada que el primero tenía de los costos de la acción —que, como se señaló, suelen ser estructuralmente bajos—, evaluando más precisamente los recursos con que se cuenta para llevarla adelante (Blais, 2000). Estos permiten realizar explicaciones mejor enfocadas, poniendo la lupa en recursos como el tiempo, el dinero o las virtudes cívicas (Blais y Achen, 2019; Blais, Galais y Coulombe, 2019; Milanese, 2018).

Podría pensarse que recursos como los dos primeros no deberían ser lo suficientemente relevantes para impedir que un ciudadano caracterizado por sus virtudes cívicas —es decir, aquel que considera que tiene el deber de votar— decida abstenerse (Blais y Achen, 2019). De hecho, en estos casos, las dificultades asociadas al acceso a los puestos de votación pueden no representar, per se, una variable relevante a la hora de asistir a las urnas. En este sentido, múltiples estudios han señalado que factores sociológicos, como el entorno social del votante, superan a la racionalidad económica (costo-beneficio) como elemento decisivo a la hora de definir la participación (Katosh y Traugott, 1982; Rosenstone y Hansen, 1993). Es más, trabajos como los de Andre Blais (2000; 2009) o Kaat Smets y Karolien Van Ham (2013) identifican decenas de factores demográficos, económicos, étnicos o actitudinales que afectan la decisión de votar o no votar.

Sin embargo, acceder fácilmente a un local de votación podría ser un factor concluyente a la hora de decantar el comportamiento de electores con un compromiso cívico limitado (Wheeler y Berger, 2006; Cardona, Escobar y Henao, 2020; Di Domenico, 2020). Para analizar este último tipo de casos, a pesar de que una votación pueda verse como algo ajeno al mercado —su valor no es capturado por ningún mecanismo de precios—, opciones como votar o abstenerse pueden relacionarse con el esfuerzo requerido para acercarse al lugar de votación (Dyck y Gimpel, 2005). Como señalan estos autores, el concepto de “costo de viaje” (Cantoni, 2020: Dyck y Gimpel, 2005) permite estimar la demanda de un bien público y se convierte en un indicador “del precio del sitio”. Así, a medida que este último aumenta, se espera que disminuyan las visitas realizadas al lugar (Stewart III y Ansolabehere, 2015; Cantoni, 2020).

En este sentido, los costos resultan superiores para aquellos que viven más lejos del puesto electoral o que enfrentan mayores dificultades físicas —o de otro tipo— para acceder a él, ya que es muy probable que el tiempo de viaje imponga un costo de oportunidad para un ciudadano cívicamente desafectado que dude entre votar o aprovechar ese tiempo libre para disfrutar de otro tipo de actividades. De hecho, para el caso colombiano, Camilo Vargas (2018) muestra la insuficiencia de puestos de votación en más de 350 municipios.

Desde este punto de vista, trabajos como los de Gimpel y Schuknecht (2003) o Dyck y Gimpel (2005) encontraron que los costos de movilización son relativamente bajos en áreas urbanas con mayor densidad de población, donde no representan un factor determinante desde el punto de vista de la producción de abstención. Por el contrario, estos sí aumentaron en los tramos medios o suburbanos de las áreas metropolitanas.

¿Cómo pueden sintetizarse cuestiones como los costos de tiempo y dinero asociados al desplazamiento? Gimpel y Schuknecht (2003) lo hacen utilizando el concepto de accesibilidad, que puede ser entendido como la posibilidad efectiva de llegar a un destino específico (Suárez-Lastra y Delgado-Campos, 2007). Este, a su vez, es una función de otros dos aspectos: la distancia y la impedancia. Se entiende la primera como la distancia euclidiana entre dos puntos espacialmente definidos, y la impedancia como los obstáculos, físicos o de otra índole, que se interponen en el camino.8 Es decir, la accesibilidad está directamente relacionada no sólo con la distancia que es necesario recorrer, sino también con la disponibilidad de medios para hacerlo, es decir, con la movilidad (Hansz, Hernández y Rubinstein. 2018).

De esta forma, la dificultad en los desplazamientos no se limita exclusivamente a cuán lejano esté el domicilio de un votante del puesto de votación, sino también al equipamiento público que puede simplificar o dificultar la movilización durante la celebración de un comicio. Mientras tanto, la simplificación mecánica del proceso —como el establecimiento de puestos de votación más fácilmente accesibles— debería producir un aumento de la participación (Gimpel y Schuknecht, 2003).9

Partiendo de estas premisas señaladas por la literatura, se plantean las siguientes hipótesis:

  1. H1. A mayor número de puestos de votación, mayor simplicidad a la hora de participar y, por lo tanto, menor abstención.
  2. H1’. Lo mismo que en H1 podría ser asociado a los puestos presentes en las áreas rurales de los municipios.
  3. H2. A mayor relación entre área del municipio y puestos de votación, se esperará una menor participación.
  4. H3. Un mayor equipamiento público desde el punto de vista de la movilidad se constituye como un reductor de los obstáculos, disminuyendo la impedancia y aumentando la participación.
  5. H4. Finalmente, asociado a H1 y H3, puede decirse que a mayor urbanización de un municipio pueden esperarse mayores niveles de participación.

 

Datos y metodología

El análisis estadístico se realizó mediante el empleo de una estructura de datos de panel y la utilización de modelos de efectos aleatorios. Se obvió la posibilidad del uso de efectos fijos, dado que existen variables independientes que consideramos cruciales para el análisis (área por puestos y categorías de municipio) que no muestran varianza en el periodo de tiempo estudiado. En este contexto, de utilizarse el modelo de efectos fijos, estas variables deberían haberse omitido del análisis, lo que desembocaría en la desnaturalización tanto de los objetivos como de la esencia misma del trabajo.10

Cabe destacar que se utilizaron errores estándar robustos agrupados por unidad de análisis: municipios. Esto posibilita una relación entre las observaciones bajo una perspectiva intra-unidad, conservando, simultáneamente, la independencia de dichas observaciones desde un punto de vista inter-unidad.

Como ya se dijo, se analizarán especialmente dos tipos de elecciones, las primeras y las segundas vueltas presidenciales en todos los municipios del país. Sin embargo, se incluyó también un caso de control: las de alcaldía. Esto se realizó con el objetivo de evitar sesgos interpretativos asociados a un tipo de elección particular que no necesariamente operan en otras de carácter similar —uninominales—11 pero que responden a otro ámbito, el subnacional.

Como se mencionó, se utiliza como unidad de análisis los municipios, omitiendo a los corregimientos departamentales de los departamentos del suroccidente del país, por no contar con algunos de los datos necesarios para la evaluación del proceso por analizar.

En relación con lo ya planteado en las hipótesis, la variable dependiente es la abstención, que se entiende como el porcentaje de ciudadanos legalmente registrados pero que no asistieron a las urnas en los comicios analizados. Entre el primer segmento de variables independientes puede tenerse en cuenta el número total de puestos de votación, el de puestos rurales, y la relación área/puestos en cada uno de ellos (ver tabla 1). Las tres están especialmente asociadas a la noción de distancia. Desde un punto de vista abstracto se esperaría que, como se señaló en la hipótesis, un mayor número de puestos (tanto urbanos como rurales) aumentaría la accesibilidad mediante una disminución de la distancia que se debe recorrer a la hora de votar. Cabe señalar que, si bien estas no son medidas precisas de distancia, representan un subóptimo razonable cuando se utiliza como unidad de análisis la totalidad de los municipios del país.12 Algo similar a lo apenas planteado puede ser señalado con la relación puestos/áreas.

Cabe destacar que en el caso de las dos primeras también puede estar relacionado a la idea de impedancia, ya que un bajo número de puestos de votación podría interpretarse como un obstáculo potencial a la hora de asistir a las urnas.

En segundo lugar, puede destacarse el Índice de Cobertura de Energía Eléctrica (icee; Unidad de Planeación Minero-Energética, 2018). Si bien no parece tener una relación directa con el fenómeno estudiado —no hace referencia específicamente a la movilidad—, puede ser útil para evaluar la impedancia. Dado que no existe información precisa de la densidad de vías en un municipio que permita evaluarlo de forma directa,13 el icee es un proxy que, aunque no refleja plenamente el fenómeno que se pretende mostrar, representa un subóptimo razonable. Esta afirmación se sostiene sobre dos premisas básicas: existe evidencia robusta que señala una correlación positiva entre la presencia de servicios de movilidad y del resto de los servicios que se ofrecen por red (Figueroa, 2004). La segunda, que la instalación de una red eléctrica exige, por lo menos, la presencia de algún tipo de camino o trocha, aun cuando sea precario.

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Finalmente, la clasificación de los municipios de acuerdo con las categorías de ruralidad se vincula tanto a la noción de distancia como a la de impedancia. Esto se debe, en principio, a que las ciudades y aglomeraciones y, en menor medida, los municipios intermedios se caracterizan por mayores densidades de población y, por lo tanto, por tener que recorrer menores distancias para el desarrollo de distintos tipos de actividades sociales. Adicionalmente, tienden a caracterizarse por una mayor oferta de servicios de transporte y movilidad, que simplifica el desplazamiento y la movilización de votantes (Gimpel y Scuknecht, 2003; Dyck y Gimpel, 2005).

Respecto a esta variable, se utilizaron valores binarios para cada una de las categorías —ciudades y aglomeraciones, municipios intermedios, municipios rurales y municipios rurales dispersos—, usando como referencia para los modelos las ciudades y aglomeraciones.

Aunque también se previó utilizar la densidad de población como variable independiente, en todos los modelos presentó problemas de multicolinealidad —identificados a través de una prueba de factor de inflación de la varianza— con varias de las otras empleadas. Problemas similares fueron descartados con todas las variables finalmente utilizadas. Algo similar ocurrió con la variable porcentaje de población con necesidades básicas insatisfechas, como variable de control, por lo que se emplea en su lugar la cobertura del sistema educativo.14

 

Resultados

Revisando los modelos asociados a las primeras y segundas vueltas presidenciales, puede apreciarse que los resultados sostienen lo planteado en las hipótesis. Desde este punto de vista, puede señalarse que en H1, H2 y H3 se rechazan las hipótesis nulas en las elecciones presidenciales. En estos casos, la revisión de los distintos modelos arroja resultados homogéneos. Así, en lo referido a las elecciones presidenciales, un incremento tanto en el número de puestos de votación como de equipamiento público está inversamente relacionado con los niveles de abstención. Mientras tanto, el incremento de la relación área/puesto se encuentra directamente relacionado con ésta (ver tabla 2 y gráficas 1-8).

Lo contrario ocurre en el caso de los puestos rurales, donde se acepta la hipótesis nula, dado que, contra las expectativas, el incremento de los puestos de votación está directamente relacionado con el incremento de la abstención.

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Son notablemente disímiles los efectos asociados a las elecciones de alcaldía. En estos casos se rechaza la hipótesis nula exclusivamente en H2 (ver tabla 2). De hecho, del mismo modo que las elecciones presidenciales —y las expectativas teóricas—, el aumento de la relación área puesto del municipio está asociado a un aumento de la abstención. Por el contrario, tanto en H1 como H1’ se rechaza la hipótesis alternativa, y se observa una relación directa tanto del número de la totalidad de puestos como de puestos rurales con la abstención. Finalmente, no parece existir ningún tipo de relación entre esta última y el icee (ver tabla 2 y gráficas 9-11).

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Análisis

En las elecciones presidenciales, tanto en la primera como en la segunda vuelta, los resultados tendieron a estar más firmemente en línea con las expectativas teóricas. Aquellos factores asociados a la distancia e impedancia —a excepción de los puestos rurales— efectivamente impactan sobre la abstención en la dirección esperada. Rápidamente se pone en evidencia la existencia de problemas de accesibilidad como parte de la explicación.

De hecho, la presencia de un mayor número de puestos de votación y de icee está directamente asociada con un aumento de la participación, lo que estaría mostrando que una simplificación del acceso físico pareciera favorecer el acercamiento de un mayor número de personas a las urnas. También se cumplen en estos casos las expectativas asociadas al área por puesto de los municipios. Un aumento de ésta se traduce en menores niveles de participación, situación que podría estar relacionada con la mayor distancia que se debe recorrer para votar como consecuencia de mayor dispersión de la población en el territorio. En este sentido, puede explicarse que los niveles de participación en los municipios rurales (normalmente caracterizados por una mayor superficie y menor densidad de población) sean menores que en los conglomerados urbanos —ver gráficas 13 y 14 y tabla 2—. Es decir, como se indicó anteriormente, y en línea con la teoría, un aumento de la urbanización puede estar asociado a una disminución de la abstención. Aunque no necesariamente presentadas en esos términos, ideas similares son desarrolladas para otros casos por Karel Kouba, Jakub Novák y Matyáš Strnad (2021); Yosef Bhatti y Kasper M. Hansen (2019); Reinhard Heinisch et al., 2018; Joshua McDonnell (2020); Pepijn van Houwelingen (2017).

Sin embargo, a la luz de los resultados en los casos de control pueden llegar a cuestionarse algunas de estas premisas. Especialmente, si se tiene en cuenta que el comportamiento en las elecciones municipales no es idéntico al de las presidenciales, y que si bien hay patrones que se mantienen —el efecto del área/puesto o de los puestos rurales—, otros cambian de forma sensible.

En este marco, justamente la variable área/puesto continúa sosteniendo la tesis de la distancia como freno a la participación. No obstante, existe evidencia —vinculada especialmente al número de puestos, cuyos coeficientes de regresión cambian de signo al pasar a las elecciones locales— que puede conducir al tipo de cuestionamientos apenas señalados.

En este sentido, contraintuitivamente, en las elecciones municipales, una mayor abundancia de locales donde poder ejercer el derecho al sufragio estaría vinculada a un descenso de la participación. Se relativizaría así la premisa de la accesibilidad como problema a la hora de pensar en los niveles de abstención —en línea con los hallazgos realizados por Di Domenico (2020)—. Sin embargo, existen elementos que mantienen las expectativas en el sentido contrario. En primer lugar, como se mencionó, que el vínculo entre área por puesto se mantenga constante como factor explicativo, independientemente del tipo de elección, parecería ser un factor que muestra que la distancia continúa importando. En segundo lugar, podría existir en las elecciones municipales algún tipo de proceso que cambiara las condiciones de impedancia.

Cabe resaltar que, en promedio, contrariamente a lo que sucede como tendencia mundial (Kouba, Novák y Strnad, 2021) y con las elecciones presidenciales, a medida que aumenta el nivel de ruralidad de un municipio —y disminuye el número de puestos de votación— se incrementan los niveles de participación en los comicios locales. Es decir, a medida que un municipio se vuelva más periférico, más se vota en las elecciones locales y menos en las nacionales (Milanese, 2018), lo que rechaza la hipótesis alternativa en H4.

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Esto podría tener dos explicaciones complementarias. La primera es que los electores ubicados en este tipo de municipio darían una mayor importancia relativa a las elecciones municipales (Milanese, 2018). Lo anterior podría estar asociado a la percepción de que los comicios locales impactan de forma más intensa en sus condiciones de vida que una elección nacional o a la impresión de que la existencia de un menor número de votantes produzca la idea de que el propio pueda llegar a ser un voto decisivo (Riker y Ordeshook, 1968; Palfrey y Rosenthal, 1983; 1985). Estas explicaciones parecen estar asociadas mucho más directamente a los incentivos que puede producir el voto que a los costos que este tipo de acción podría tener.

La segunda responde, por el contrario, a la presencia de máquinas electorales en el territorio. De acuerdo con Camilo Ernesto Serrano Corredor (2020: 233) éstas son organizaciones partidarias con:

[…] un poder centralizado en donde priman los incentivos materiales sobre la ideología (Johnston, 1979, p. 385). Sus objetivos son la consecución y garantía de cargos para sus líderes y la distribución de ingresos para quienes trabajan por ella (Scott, 1969, p. 1144).

Para el autor, su misma dinámica hace que el clientelismo y el patronazgo se erijan como la base de una estrategia de acumulación de poder que les permita preservarse y en la que las elecciones se constituyen como un momento crucial.

En este marco, como sostiene Carole J. Uhlaner (1993), los líderes y los intermediarios son los mejores movilizadores de votos. Éstos trabajan mucho más activamente cuando el tipo de comicio en que compiten los afecta directamente, y disminuyen su compromiso y la intensidad de su esfuerzo cuando “trabajan para otros”, es decir, frente a la exigencia de endosar votos. En este sentido, elecciones como las presidenciales tienden a caracterizarse por un voto más espontáneo y el impacto de las instancias de mediación tiende a ser menor (Milanese, 2018).

Esto lleva a la realización de una hipótesis ad hoc que señala que (ad hoc) la movilización de electores por parte de redes clientelistas contribuye al aumento de la participación, ya que produce una disminución de los costos asociados a la impedancia en muchos votantes.

Además, existen en este tipo de elecciones factores institucionales que potencian el escenario apenas descrito; el más relevante, la simultaneidad de cinco elecciones. La celebración de forma sincrónica de los comicios de gobernaciones, asambleas, alcaldías, concejos y juntas administradoras locales produce una visible multiplicación de maquinarias que movilizan votos y que contribuyen a aumentar significativamente los niveles de participación, simplificando los procesos de accesibilidad a las urnas.15 Las máquinas políticas —como organizaciones cohesivas, disciplinadas y bien estructuradas (Gamboa Gutiérrez, 2019)— juegan un rol crucial desde un punto de vista logístico; de este modo, contribuyen a la reducción de problemas asociados a la impedancia, movilizando activamente a los electorados.

Más específicamente, es sabido que las máquinas electorales cultivan votantes de múltiples formas, pero también contribuyen al desplazamiento físico el día de la elección o garantizan recursos para que aquéllos puedan hacerlo (es de conocimiento público la utilización de buses, taxis o motos para el desplazamiento masivo de votantes los días de elecciones). Si bien esto no disminuye la distancia que debe ser recorrida para el voto, produce un incentivo para la acción y disminuye, además, los costos para los votantes que no están dispuestos a hacerlo de forma espontánea. Este escenario es claramente ilustrado por Francisco Leal y Andrés Dávila (1990: 105-106) cuando indican, haciendo referencia al municipio de Rionegro (Antioquia):

El mismo secretario del Concejo se encargaba de coordinar el transporte de votantes, jurados, testigos y soldados. Pero en los mismos buses, “chivas”16 y camiones viajaban también los seguidores de los otros grupos, lo cual creaba tensiones. El último preparativo consistía en instruir a los pregoneros y capitanes de debate […]

[…] De las calles de acceso a la plaza, la de mayor agitación era la del directorio político de Insurgencia, pues los capitanes de debate y pregoneros se encargaban de llevar a los electores cuidándolos de la influencia de los otros grupos. Los campesinos llegaban a la cabecera en los buses y camiones que el secretario del Concejo había conseguido y a los que les había dispuesto horarios y rutas.

Naturalmente, como se señaló, no esperamos que estos factores impacten de forma homogénea sobre todo el electorado. Especialmente, si se tiene en cuenta que el grueso de este es definitivamente activo o abstencionista. Si, por un lado, buena parte de él vota sistemáticamente ya sea por convencimiento personal o por la movilización liderada por estructuras políticas (electorado activo), existen, simultáneamente, ciudadanos sobre los que los que los problemas de acceso tampoco producen ningún efecto (estructuralmente abstencionistas).

Sin embargo, puede identificarse un grupo al que podríamos denominar flotante, susceptible de ser afectado por las condiciones previamente planteadas. Este segmento no puede ser definido como cívicamente virtuoso ni como completamente desafectado. Este tipo de votantes es más “vulnerable” a la existencia de medios de movilización articulados. En este sentido, si un/a ciudadano/a cívicamente “virtuoso” no dejaría de votar aun enfrentando problemas de movilización, aquellos completamente desafectados tampoco participarán, ni siquiera si alguien les garantizara la accesibilidad con un costo prácticamente nulo. Por el contrario, es probable que el electorado flotante tenga más incentivos para decidir si participa o no, de acuerdo con la existencia de factores que disminuyan o aumenten estos costos; naturalmente, aumentando los incentivos para hacerlo, de existir algún tipo de beneficio material.

Es importante destacar que este electorado flotante no debe ser confundido con los votantes cambiantes, swing voters (Stokes et al., 2013). Se hace referencia, efectivamente, a electores cuya participación varía de acuerdo con el tipo de elección, ya que necesita la movilización directa de un intermediario, que no en todas las elecciones goza de los mismos incentivos para movilizarse.

Una parte significativa de estos votantes parecería concentrarse en los municipios rurales (ver tabla 2). De hecho, mientras que en los municipios más grandes el porcentaje de participación es estable, cuando se comparan los distintos tipos de elecciones, las variaciones son mucho más marcadas a medida que se vuelven más periféricos (Milanese, 2018),17 incluso cuando se supone que físicamente estos electores deberían ser más difíciles de movilizar al estar en lugares distantes de los puestos de votación (Blais, 2000). Por el contrario, las poblaciones rurales, probablemente aquellas que recorren distancias más largas para ejercer el sufragio, terminan exhibiendo niveles de participación mucho más altos que los de las urbanas (en contraposición con lo señalado previamente por Gimpel y Schuknecht, 2003, y Dick y Gimple, 2005). De este modo, si la movilización de un elector periférico implica una acción ineficiente para un candidato/a o broker en una elección nacional, eso no sucede en una subnacional, especialmente en una municipal —y más aún en municipios pequeños—, donde “cada voto cuenta”.

En síntesis, no es extraño que los niveles de participación/abstención sean más estables en los centros urbanos. De hecho, los costos de viaje en esos casos tienden a ser más bajos, por lo que la disminución que pueden producir las maquinarias es insignificante. Mientras tanto, en las zonas rurales, estas estructuras provocan una disminución sensible de este tipo de costos, y son decisivas a la hora de hacer que el electorado flotante decida ejercer el derecho al voto.

 

Consideraciones finales

La primera conclusión importante es que, aun no siendo necesariamente decisiva o primordial, la accesibilidad sí resulta relevante en relación con la participación y la abstención electoral. No obstante, la evidencia empírica recolectada nos muestra que el efecto que ésta produce varía de acuerdo con el tipo de elección. Así, si bien en todas la distancia (medida a través de proxys como la relación puesto/área de los municipios) parece producir un efecto homogéneo —a mayor distancia, menor participación—, el impacto que pueden producir los obstáculos vinculados a la impedancia no lo es cuando se comparan las elecciones de carácter nacional con aquellas municipales (situación que puede ser apreciada al revisar el comportamiento de variables como “número de puestos de votación”, “número de puestos rurales” o “ICEE”).

En este sentido, puede apreciarse que en este último tipo de elección, donde la presencia de intermediarios es mucho más intensa, las maquinarias podrían estar incrementando la accesibilidad a través de un proceso de reducción de la impedancia. Así, dada su capacidad de producir cohesión, disciplina y estructuración del voto (Gamboa Gutiérrez, 2019), coadyuvan a disminuir los obstáculos que deben enfrentar muchos ciudadanos para acceder a los puestos y ejercer el voto.

Sin embargo, este tipo de procesos no aplica a cualquier tipo de votantes. Como se sostuvo previamente, tanto los ciudadanos cívicamente virtuosos como aquellos estructuralmente abstencionistas son menos proclives a ser afectados por este tipo de dinámicas. Los primeros, por considerar el ejercicio del sufragio como un deber que tiene que ser cumplido independientemente de las dificultades que puedan presentarse desde el punto de vista de la accesibilidad. Los segundos, porque sus altos niveles de desafección cívica los conducen a considerar al sufragio como un ejercicio irrelevante. Por el contrario, sí puede ser decisivo para quienes se paren en posiciones intermedias frente a los opuestos apenas planteados; es decir, aquellos que no son lo suficientemente virtuosos como para ir a las urnas sin perjuicio de la accesibilidad, pero tampoco son ciudadanos apáticos frente al proceso electoral.

Finalmente, cabe destacar que esto no depende exclusivamente del tipo del votante, sino también del tipo de municipio, y se aprecian diferencias significativas asociadas al nivel de ruralidad de estos.

No obstante, estas conclusiones son apenas parciales y merecen una profundización y un robustecimiento del análisis empírico, cosa que marca el futuro de una agenda de investigación susceptible de avanzar con otras estrategias metodológicas, como la realización de experimentos.

 

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Recibido: 16 de marzo de 2022
Aceptado: 31 de julio de 2023

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