Universidad Nacional Autónoma de México • Instituto de Investigaciones Sociales

Societal structure and semantics in Niklas Luhmann’s sociology

Santiago Gabriel Calise*

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*Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Instituto de Investigaciones Gino Germani, Buenos Aires, Argentina. Temas de especialización: teoría de sistemas, sociología del derecho, teoría sociológica. ORCID: 0000-0002-8085-2953.

 

Resumen: Este artículo analiza el tipo de relación que Luhmann establece entre la estructura societal y la semántica. El trabajo muestra cómo la sociología del conocimiento de Luhmann se basa en la hipótesis de la correlación entre ambos tipos de estructura y se concretiza a través de los mecanismos de la evolución de las ideas. Esta formulación se encuentra ligada a un tipo de formación social estratificada, mientras que, para la sociedad funcionalmente diferenciada, la explicación de la relación entre ambos conceptos queda vacante, debido a la disolución de la evolución de las ideas. El análisis de las propuestas de los principales comentaristas muestra que no hay otra hipótesis alternativa que resulte válida.

Palabras clave: estructura societal, semántica, sociología del conocimiento, evolución de las ideas, correlación.

Abstract: This paper analyzes the relationship that Luhmann establishes between societal structure and semantics. This work shows how Luhmann’s sociology of knowledge is based on the hypothesis of the correlation between both types of structure and is concretized through the mechanisms of the evolution of ideas. This formulation is linked to a stratified social formation, while, for the functionally differentiated society, the explanation of the relationship between both concepts is left vacant, due to the dissolution of the evolution of ideas. The analysis of the ideas proposed by the main commentators shows that no other alternative hypothesis is valid.

Keywords: societal structure, semantics, sociology of knowledge, evolution of ideas, correlation.

 

La dupla conceptual estructura societal y semántica es una de las distinciones centrales de la teoría de la sociedad de Niklas Luhmann, al tiempo que también es de las más utilizadas por el mismo autor y por otros académicos que se han interesado por la teoría de sistemas. No obstante, la relación entre ambos tipos de estructura sigue siendo un problema no resuelto de la teoría, escasamente abordado en sus diversos usos teóricos y empíricos. Los trabajos de referencia sobre esta temática son los de Urs Stäheli (1998, 2000) y Rudolph Stichweh (2000), los cuales, como se verá hacia el final del trabajo, no proporcionan soluciones alternativas y tienden a perder el foco del análisis confundiendo frecuentemente la semántica con las autodescripciones. Otros trabajos han explorado la relación entre semántica y cultura (Cadenas, 2014; Dockendorff, 2006), semántica, ciencia y saber (Baraldi, Corsi y Esposito, 1987), semántica y mundo de la vida en las teorías de Luhmann y Schütz (Motta y Lewkow, 2014), semántica y organizaciones (La Cour y Højlund, 2013) o la semántica histórica en Luhmann y Koselleck (Merlo, 2016).

Este trabajo se propone investigar cuál es el tipo de relación que Luhmann encuentra entre estructura societal y semántica, estudiando sus mecanismos de conexión entre ambos lados. Contrariamente a lo que indican los trabajos de referencia, nuestra hipótesis es que hay una sola forma de relación entre ambos tipos de estructuras en los trabajos de Luhmann, que es la hipótesis de la correlación, ligada a un tipo de sociedad estamental. Para explicar esta relación en la sociedad funcionalmente diferenciada no hay ninguna tesis proporcionada por Luhmann. Lo que encontramos es un corrimiento del foco de atención desde la dupla estructura societal y semántica hacia las autodescripciones y teorías de la reflexión. No obstante, esto no implica el reemplazo de los primeros por los segundos, ya que hacen referencia a fenómenos completamente diferentes. Por otra parte, es importante tener en cuenta que no debe interpretarse la estructura societal como una constante ni la semántica como una variable.

El texto Gesellschaftliche Struktur und semantische Tradition (1980b) es el primer capítulo del primer tomo de la colección Gesellschaftsstruktur und Semantik, que funciona como marco teórico de los estudios que lo suceden. En él se presenta, por primera vez de forma sistemática, una importante línea de investigación del proyecto luhmanniano de la teoría de la sociedad: una sociología del conocimiento basada en la relación entre estructura societal y semántica. En este texto, será enfocada desde la perspectiva de los conceptos-guía de complejidad y sentido. En otro escrito1 (Luhmann, 2008c: 56-57), el autor indica que la evolución socioestructural y la evolución de las ideas son tipos de evolución dentro de la evolución general del sentido, que establecen relaciones de dependencia entre ellas. Ambas actúan históricamente de manera simultánea, por lo cual no tienen una relación de antes y después o de causa y efecto. Por otra parte, el proyecto de Luhmann de sociología del conocimiento se contrapone a otras líneas clásicas de investigación que buscaron explicar las transformaciones sociales a través del cambio de las estructuras de conciencia o de los motivos, mediante conceptos como los de autodisciplina, control afectivo o cálculo de las consecuencias de tipo racional y de largo plazo (Luhmann, 1989a: 261). Según el autor, es obvio que los cambios semánticos y socioestructurales tienen un impacto sobre los sistemas de conciencia. No obstante, queda abierta la pregunta sobre cómo estos efectos se van agregando, repercutiendo sobre la sucesiva evolución societal.

En este artículo se comenzará por explorar las diferentes definiciones y acepciones del concepto de semántica en la obra de Luhmann, para poder diferenciarla de la estructura societal. En segundo lugar, se presentará la hipótesis de la correlación entre ambos tipos de estructuras y su concreción mediante los mecanismos de la evolución de las ideas. Posteriormente, debido al carácter equívoco del concepto de correlación, se estudiarán ejemplos históricos proporcionados por Luhmann, para poder observar cómo funciona esta idea de manera más concreta. Con este fin, se han revisado los cuatro tomos de la colección Gesellschaftsstruktur und Semantik, y las principales obras posteriores al capítulo presentado hasta aquí.2 Por último, se repasarán críticamente los tipos de relación entre estructura societal y semántica propuestos por los comentaristas de la obra de Luhmann.

 

Un punto de partida problemático: definir la semántica

A diferencia del concepto de estructura societal, que es ampliamente desarrollado por el concepto de diferenciación, el de semántica no es un concepto que tenga una sola definición y que haga referencia a un mismo conjunto de fenómenos. A lo largo de su obra, Luhmann ha propuesto diferentes definiciones y ha utilizado el concepto de diferentes maneras. En algunas ocasiones hace referencia a la semántica como una categoría de alcance general que incluye un cierto tipo de estructuras. En otras, indica un conjunto de distinciones, conceptos o temas, más o menos concretos. A continuación destacaremos los usos principales del término:

1. La semántica como sentido generalizado (1980b): como el conjunto de las formas tipificadas de sentido utilizables en una sociedad (a diferencia del conjunto del sentido de los acontecimientos en proceso de actualización del experimentar y el actuar); a su provisión de reglas de procesamiento del sentido disponibles; al sentido disponible y generalizado a un nivel superior, que es relativamente independiente de las situaciones. Aquí se distingue entre sentido tipificado y sentido no-especificado o la vivencia y acción de sentido relativamente libre de tipificación, que es prácticamente incomunicable (1980b: 18). Este primer nivel de la semántica incluye su uso cotidiano, y posteriormente se desarrolla el nivel de la semántica “cuidada” (gepflegte Semantik).

• Semántica cuidada/semántica cotidiana: la semántica cuidada se distingue por su mayor nivel de generalización e independencia respecto de las situaciones, al tiempo que será la única involucrada en la evolución de las ideas. Está referida a la comunicación seria, digna de ser protegida (ernste, bewahrenswerte Kommunikation) (1980b: 19), que es una variante de la textualización. La semántica del uso cotidiano es fragmentaria, aunque estos fragmentos coincidan parcialmente, y está disponible para todos. Según Stäheli (1997), este carácter “serio” tendría dos interpretaciones. Por un lado, indica los problemas “reales” generados por el proceso de diferenciación; por otro, es aquello que se incorpora al conocimiento legítimo de una sociedad funcionalmente diferenciada. Por el contrario, lo no-serio sería aquello que no es relevante para los sistemas funcionales.3

2. La semántica como acervo de temas conservados para propósitos comunicativos (1984: 224): la semántica como un acervo de temas disponibles para ser utilizados rápidamente y favorecer la comprensión. La semántica seria y digna de ser conservada es parte de la cultura, aunque no queda claro si la semántica no-seria o cotidiana no sería cultura,4 pero sí sería incluida dentro del concepto de semántica. La cultura permite distinguir las contribuciones que se ajustan a los temas y las que no lo hacen, y los usos correctos e incorrectos de los temas. Luhmann también considera a los temas como estructuras materiales, temporales y sociales (1984: 216). Colocados en un lugar tan central del proceso comunicativo, no cabría duda sobre el rol constitutivo de los temas y, por lo tanto, de la semántica. Más aun, debido a que todo proceso comunicativo es orientado por temas, se vuelve difícil pensar la diferencia entre estructuras societales y semánticas, ya que la semántica abarcaría todo tipo de operación comunicativa. El concepto de estructura quedaría tan radicalmente semantizado que también las estructuras societales estarían permeadas por la semántica. Esta sería la implicación del concepto de semántica más general, que abarca semántica cuidada y cotidiana. Diferenciar la semántica cuidada y seria y basar su sociología del conocimiento únicamente sobre ella fue lo que le permitió a Luhmann distinguir entre semántica y estructura societal. Por el contrario, si hubiese centrado su sociología del conocimiento en la semántica cotidiana, la diferencia entre semántica y estructura societal tendería a disolverse, al tiempo que la sociología del conocimiento resultante sería una sociología del conocimiento cotidiano, al estilo de la desarrollada por Berger y Luckmann. Por lo tanto, cada tipo de semántica conduce hacia un tipo de sociología del conocimiento diferente, que no parecen poder fusionarse en una sola, o, al menos, no hay ejemplos de ello en la historia de la sociología.

3. La semántica como estructura: en La sociedad de la sociedad (2006) la diferencia entre semántica y estructura societal se ve subordinada a la distinción operación/observación. Con la evolución societal, la diferencia entre observación y operación ha generado la construcción de dos tipos de estructura diferentes: las estructuras semánticas y las estructuras de la diferenciación sistémica. Las últimas continúan la diferenciación del sistema de la sociedad hacia su interior y la enriquecen con complejidad, mientras que las primeras dirigen la observación y la descripción de los resultados de la evolución, proveyendo distinciones. Podemos agregar que, de esta manera, se vuelve más clara la distinción entre semántica cotidiana y semántica cuidada, de modo que las operaciones comunicativas que utilizan la semántica cotidiana reproducen las estructuras de la diferenciación sistémica, mientras que aquellas que se basan en la semántica cuidada contribuyen a la reproducción de las estructuras semánticas.

4. La semántica como acervo de pensamiento de una tradición: el único caso indicado por Luhmann para este significado del concepto de semántica es el de la semántica de la antigua Europa, aunque se puede suponer que otras grandes civilizaciones hayan desarrollado un acervo similar. Esta tradición coordina diferentes distinciones-guía que, a su vez, generan sucesivas distinciones, y controla sus inconsistencias a través de la religión. Se encuentra indisolublemente ligada a una sociedad estratificada o diferenciada en centro/periferia, y sigue el modelo de la evolución de las ideas.

5. Las semánticas especiales (1997): este uso del concepto aparece con la confección de textos con el propósito de reidentificar, reutilizar y coordinar diversas autoobservaciones. De esta manera, se facilita el autorreferirse en situaciones heterogéneas. En este caso, es habitual encontrar expresiones como la semántica del sujeto, del Estado, del tiempo, etcétera. También se utiliza esta expresión para referirse a las construcciones semánticas de los sistemas funcionales (1987b: 7).

6. La semántica como descalificación: de acuerdo con Stäheli (1997), Luhmann suele tratar como “meras semánticas” a teorías o discursos obsoletos, que no tienen o han perdido relación con la realidad estructural de la sociedad, como el discurso posmoderno. En realidad, sería impropio tratar estos discursos como semánticas; serían formas de la autodescripción de la sociedad o de algún sistema funcional.

Las definiciones 1 y 2 muestran que, partiendo del nivel basal, sea bajo las formas del sentido de la vivencia y la acción, o la comunicación, las operaciones de los sistemas remiten permanente e ineludiblemente a estructuras semánticas, sea que se les observe como sentido tipificado o como temas. Por lo tanto, toda operación reproduce estructuras semánticas (cuidadas o cotidianas). En este nivel basal, las estructuras societales parecen estar ausentes.5 Desde nuestra perspectiva, esto es solamente aparente, en cuanto la semántica cotidiana, que es aquella que ocupa la mayoría de las comunicaciones de la sociedad, es la que representa y reproduce las estructuras societales. Esto puede verse refrendado en la definición 3. Esta última busca deslindar las estructuras societales de las semánticas remitiendo a la distinción entre operación y observación. No obstante, es importante señalar que la diferenciación entre operación y observación es de naturaleza analítica, ya que todas las observaciones solamente pueden llevarse a cabo bajo la forma del operar fáctico. Una distinción tajante entre operación y observación, como dos ámbitos separados o como dos tipos de operación dentro de un sistema, resultaría contradictoria con los fundamentos mismos de la teoría. Esto significa que los sistemas funcionan encadenando acontecimientos (Luhmann, 1996: 60), y en este proceso puede distinguirse un operar que implica enfocarse en la ocurrencia sucesiva y actual de estos acontecimientos, o en el nivel semántico, que es el de los significados, donde se controla la selección de las relaciones entre eventos a través del olvido y el recuerdo. Si bien es cierto que existen comunicaciones más especializadas en el tratamiento de los artefactos semánticos, todos los acontecimientos comunicativos movilizan tanto el nivel operativo como el nivel observacional al mismo tiempo.

La alternativa tomada por Luhmann para poder construir su sociología del conocimiento es reducir la semántica a la semántica cuidada y seria, es decir, a la semántica especializada en el tratamiento de textos escritos, y dejar de lado la semántica cotidiana. Este parece ser el único camino para poder distinguir consistentemente entre semántica y estructura societal, siendo conscientes de que la mayoría de las operaciones sociales remiten necesariamente al nivel más simple o cotidiano de la semántica, sea que se le conciba como temas, motivos o esquemas comunicativos. Este procedimiento no significa invisibilizar o negar la importancia de este plano, cosa que resultaría imposible. Por el contrario, intentar incorporar la semántica cotidiana a la sociología del conocimiento, o centrar la sociología del conocimiento sobre esta semántica, llevaría a la imposibilidad de distinguir netamente entre semántica y estructura societal, puesto que la semántica cotidiana está involucrada constantemente en la reproducción comunicativa de las estructuras de la sociedad.

 

La sociología del conocimiento de Luhmann

Planteamiento de las hipótesis

La tesis principal de la sociología del conocimiento de Luhmann es que los cambios en la semántica son la respuesta a los cambios ocurridos en el sistema de la sociedad (1980b). Planteado de una forma menos restrictiva, el autor considera que el acervo de ideas (Ideengut), en relación con la sociedad, no puede variar discrecionalmente. Las preguntas por responder serán por medio de qué y de qué manera la estructura societal limita esta discrecionalidad. Luhmann considera que la respuesta se encontrará en la teoría de la diferenciación societal.

Como se indicó anteriormente, las investigaciones sobre historia conceptual se centrarán exclusivamente sobre la semántica cuidada. Pese a estar distanciada en dos niveles del procesamiento basal de sentido y dedicarse al tratamiento de las formas del procesamiento del sentido actual, esta semántica y sus conceptos no presentan un menor grado de realidad que el procesamiento elemental de sentido. Por consiguiente, se descartan conceptualizaciones del estilo base/superestructura.6 Es importante resaltar que ambos lados de la distinción semántica/estructura societal funcionan dentro del medio del sentido, por lo cual no puede remitir a ninguna realidad material externa al sentido.

Una de las tesis que presenta Luhmann para caracterizar la relación estructura societal/semántica es que un nuevo principio de diferenciación no se limita a provocar una transformación de los viejos conceptos para adaptarlos al nuevo orden, sino que este nuevo orden debe considerarse sí mismo como bueno o poder reconocerse pese a la autocrítica. Frente a la cuestión de las transformaciones societales se presenta el problema de las características de los cambios que afectan a la semántica, es decir, si la afectan las transformaciones generales o si también los cambios individuales generan repercusión en ella. Luhmann concluye que ambos coexisten y se influyen mutuamente, por lo cual las correlaciones semánticas se pueden producir tanto directa como indirectamente (es decir, mediada por la situación de complejidad del sistema de la sociedad). Como consecuencia de lo anterior, la formulación de hipótesis precisas se hace difícil, por no hablar de su verificación empírica.

Otra hipótesis que propone Luhmann en este texto es que la creciente complejidad societal genera que en la semántica básica del sentido se produzca una separación más clara en el margen de libertad de selección de cada dimensión del sentido. Esto abre el espacio de maniobra para una determinación gráfica, metafórica o conceptual de aquello que la acción y la vivencia dirigen como contenido material (realidad), como tiempo y como forma de la socialidad. De esta manera, se relajan las relaciones entre dimensiones y, sobre la base de su separación analítica, retrocede su interdependencia, generando un distanciamiento entre saber teórico y vivencia cotidiana, para la cual el primero deja de resultar representativo.

Sobre la base de lo anteriormente expresado, Luhmann lanza su hipótesis más general, que supone que pueden encontrarse correlaciones semánticas de la evolución de las estructuras societales. Esta hipótesis postula la creciente separación de las dimensiones, lo cual implica una relativa independencia de su relevancia para las selecciones. Sin embargo, esto no deja pronosticar de qué forma será formulada la semántica básica específica de cada dimensión. Por otro lado, Luhmann introduce el concepto de limitacionalidad, el cual restringe los límites de lo pensable, haciendo productivas las operaciones semánticas y relacionándolas con las formas de la diferenciación del sistema social, permitiendo que las primeras puedan ganar plausibilidad.

Esta hipótesis pone en el centro un concepto tradicional de la sociología del conocimiento, pero no por ello menos ambiguo, el de correlación. Stichweh (2000) señala que solamente se puede hablar de correlación si los hechos correlacionados no están unidos por relaciones unilaterales o recíprocas de constitución. En las ciencias sociales, solamente se podría suponer la correlación entre estructura societal y semántica, si se trata a las estructuras sociales como libres de sentido y de diferencia. No obstante, este es un camino que queda bloqueado para la teoría de sistemas. El concepto de correlación aparece en las ciencias modernas de la mano de Georges Cuvier en los campos de la paleontología y la anatomía comparada (Shevlyakov y Oja, 2016). Francis Galton (1888) indica que dos órganos están correlacionados cuando la variación de uno está acompañada, en promedio, por la mayor o menor variación de otro, en la misma dirección. Si la variación se debe a las mismas causas, la correlación será perfecta, mientras que, si las causas son completamente diferentes, la correlación será nula. Entre los dos extremos hay un sinnúmero de situaciones intermedias, que Galton buscará expresar numéricamente. La estadística avanzará rápidamente en la matematización del concepto y lo volverá uno de los tipos centrales de asociación. Para nuestro problema, adentrarnos por este camino no servirá para aclararlo.

Retornando a la teoría de la evolución, es necesario destacar que el concepto estadístico de variación debe asociarse con la idea de evolución y no con el mecanismo de variación. Más allá de la idea de causalidad subyacente al análisis de la correlación, a la cual Luhmann ha buscado renunciar a la hora de tratar la relación entre los dos tipos de evolución del sentido, resulta inadecuado hablar de correlación en el caso de las evoluciones de la estructura societal y de las ideas, porque el mecanismo de selección de la segunda no es controlado por sí mismo, sino por la presión ejercida por la primera. Aun si se interpretase la correlación como una simple relación mutua, tampoco sería adecuado para el caso, ya que la evolución de las ideas no tiene forma de influir sobre el proceso evolutivo de la estructura societal mediante alguna de las tres funciones, por lo cual no habría mutualidad.

El concepto de correlación también adquiere un carácter central en la filosofía de Husserl,7 según explica Renaud Barbaras (2022). Se define como la correlación entre el ser trascendental y sus modos subjetivos de concretización, de manera que no hay subjetividad que no esté primordialmente relacionada con algo trascendental. La correlación no es un encuentro entre dos realidades previamente dadas, sino que es constitutiva a cada uno de los términos, de manera que la relación prevalece por sobre los términos. No surge de una relación de casualidad, ni de una relación de producción o constitución. El a priori correlacional disuelve la autonomía ontológica de los polos, llevándonos a renunciar tanto a la idea de una realidad basada en sí misma, como a la convicción de que la conciencia sería un absoluto de la cual depende la posibilidad de todo lo real. Sin embargo, la correlación sigue siendo una relación entre términos, que no puede hipostasiarse en un tercer elemento ontológicamente autónomo, en el cual se basen los otros dos términos. Se pierde por déficit si se le comprende como exclusivamente basada en sus polos, y se pierde por exceso si se le convierte en una realidad autónoma a la cual se subordinan sus polos. Esta interpretación fenomenológica del concepto tampoco es adecuada para entender la relación entre semántica y estructura societal. Esto se debe a que puede haber estructura societal sin que haya semántica cuidada, por lo cual la relación no tiene el mismo nivel de originalidad que aquella entre ser trascendental y modos subjetivos de concretización.

En el contexto de la sociología del conocimiento, el concepto de correlación adquiere centralidad con la teoría de Karl Mannheim. Para este autor, existe una correlación entre formas de conocimiento, contenidos del conocimiento y determinados grupos y procesos sociales fundamentales (1995: 232). Mannheim (1964: 323) también habla de correlaciones o afinidades (que parecerían ser sinónimos) entre determinadas estructuras de pensamiento y determinadas Weltwollungen.8 Sin embargo, destaca que las correlaciones entre un tipo de pensamiento (Denktypus) y una tendencia política no son válidas de una vez para siempre, ya que la mayoría de las estructuras de pensamiento permiten ser interpretadas de múltiples maneras, tanto en la dirección del pensamiento conservador como del progresista. En este sentido, el concepto de correlación parecería expresar una relación laxa entre ambos términos, evitando imputar causalidad, dependencia o condicionamiento. Por otra parte, el concepto de correlación también aparece en su teoría del conocimiento (1964), donde sostiene que cada concepto establece una relación correlativa con otros, de manera que habría una dependencia recíproca. Esta relación tendría la forma de una cadena que se orienta hacia un avance infinito. Si se comparan estos dos usos del concepto de correlación, queda la duda de si el conocimiento y la estructura social también tendrían una relación de dependencia recíproca. En este planteamiento no se observa la manera en que se pueda manifestar la dependencia del conocimiento respecto de la estructura social o los factores existenciales (Seinsfaktoren).

En la sociología del conocimiento de Georges Gurvitch (1971), el concepto de correlación también es central. El sociólogo francés indica que las explicaciones de esta rama de la sociología no deben superar el establecimiento de correlaciones funcionales, tendencias regulares y la directa integración en el marco social. Las correlaciones se establecen, por un lado, entre diferentes tipos, formas enfatizadas de manera diferente dentro de estos tipos y distintos sistemas (jerarquías de tipos) de conocimiento; por el otro, los marcos sociales toman la forma de sociedades globales, clases sociales, grupos particulares y diferentes manifestaciones de socialidad. En este punto, el autor destaca que la relación entre clases sociales suele ser indirecta y los sistemas de conocimiento que puedan descubrirse son implícitos y espontáneos. Las clases sociales pueden influir sobre otros grupos organizados, como Estados o iglesias, y, a través de esta mediación, sobre sus sistemas de conocimiento. Las relaciones causales en este campo quedan reservadas para los casos en que pueda establecerse una separación neta entre marco social y conocimiento. Gurvitch descarta que el conocimiento sea un mero epifenómeno o reflejo de la realidad social. Cada tipo de conocimiento y cada sistema cognitivo es parte de la red del marco social como un aspecto, nivel o elemento del fenómeno total y, en particular, de su manifestación en una estructura social. Si el conocimiento es un tipo particular de estructura del marco social, no queda claro en qué consistiría la correlación. Parecería que este concepto serviría para indicar un tipo de relación con un poder explicativo inferior a la causalidad, que representaría el nivel superior.

Este repaso de textos clásicos de la sociología del conocimiento muestra que en esta subdisciplina el concepto de correlación es una de las formas principales para establecer la relación entre el campo de las ideas y el de las estructuras sociales. Asimismo, en ningún caso se cuenta con una definición clara del mismo, y queda siempre indeterminado en qué consistiría esa mutualidad implicada en el “co-“. De todas maneras, lo que puede observarse es un rechazo de la imputación de causalidad. La correlación parecería presentarse como una forma para describir una relación menos estricta, para la cual Mannheim también utiliza otros términos igualmente vagos, como correspondencia (Entsprechung) o armonía (in Einklang bringen). Luhmann parecería retomar esta tradición, sin reevaluar la categoría bajo discusión. En este sentido, sostiene: “Para la formulación del problema, nos bastan conceptos más débiles y con menos presupuestos como compatibilidad, límites de compatibilidad, correlación. Lo que se implica aquí es que el acervo de ideas no puede variar arbitrariamente en relación con la sociedad que lo utiliza. El problema teórico se desplaza así a la cuestión de por medio de qué y de qué manera la estructura societal restringe la arbitrariedad”9 (1980b: 17). Por lo tanto, una posible interpretación de este concepto en la sociología del conocimiento de Luhmann sería que estructura societal y semántica estarían correlacionadas, en cuanto la primera restringe el rango de variación de la segunda, pero debería descartarse la posibilidad de que la semántica pudiese ejercer un efecto similar sobre la estructura societal. En este punto adquiere centralidad el concepto de evolución de las ideas, ya que es este el que va a restringir la variación. Por lo tanto, desde nuestro punto de vista, los conceptos de correlación y evolución de las ideas quedan íntimamente conectados, debido a que sin una evolución de las ideas no habría restricción de la arbitrariedad y, por lo tanto, la sociología del conocimiento perdería la capacidad de vincular de manera fundamentada cierto artefacto semántico con la estructura de la sociedad.

 
La evolución de las ideas como clave de la relación estructura societal/semántica

La relación entre semántica y estructura societal no puede comprenderse completamente si se pasa por alto la forma específica de evolución de la semántica. Para tratar la evolución de las ideas, Luhmann utilizará los tres conceptos centrales de la teoría de la evolución, es decir, variación, selección y reestabilización. Desde el punto de vista de la variación, el estímulo al cambio subyace en un acervo de ideas fijado de manera escrita y conceptual, ya que, si el proceso dependiese de impulsos externos, tendría que esperarse demasiado. Un mecanismo adicional que acelera las variaciones se encuentra en las inconsistencias cognitivas y los problemas irresolubles del acervo de pensamiento. Solamente mediante el planteamiento de problemas puede sistematizarse y mantenerse en conjunto el conocimiento, lo cual constituye la protección decisiva de la evolución de las ideas. Por ello, la estabilización, en el contexto evolutivo, estructura las ocasiones de variación. La variación puede tomar la forma de una modificación en la articulación o en nuevas combinaciones de las palabras, pero también puede basarse en malentendidos o abusos planificados, o en dar nuevo significado a viejos conceptos. Por consiguiente, la variación produce permanentes desviaciones respecto de la tradición, aunque mayormente no tengan éxito.

El entorno interno de la sociedad podrá influir en el modo de selección de la evolución de las ideas a través de la plausibilidad y la evidencia. Las fijaciones de la semántica son plausibles cuando resultan obvias sin la necesidad de fundamentaciones adicionales, y puede esperarse que también sean claras para los demás. La evidencia es la plausibilidad reforzada, que se da cuando la conexión con las alternativas también se vuelve evidente. Cuando el contexto social para la plausibilidad y la evidencia no se encuentra diferenciado, estos contenidos de experiencia tendrán como referencia la sociedad en su conjunto. Estos dos mecanismos funcionarán de manera selectiva cuando se presenten ocasiones de variación, aunque también sufrirán ellos mismos una variación cuando el contexto societal cambie. Esto significa que, en cuanto la evolución de las ideas depende de la plausibilidad y la evidencia, la evolución de las ideas no comanda su mecanismo de selección, sino que esta última se encuentra asegurada por la relevancia societal de los resultados que la evolución de las ideas pueda presentar.

Por otra parte, el mecanismo de estabilización también debe arribar a la independización de la evolución de las estructuras semánticas. En las semánticas tradicionales, esto se logra a través de una sistematización y dogmatización del conocimiento, donde se extraen reglas abstractas de las formas y tipos acumulados. De esta manera, gracias a esta forma de estabilización, la evolución de las ideas logra una cierta autonomía respecto de la evolución societal, por lo cual las tradiciones semánticas no tendrían un correlato directo con nada fuera de ellas mismas. Garantizan su propia estabilidad y se autoexperimentan como autocomprensión o como dogmática. La dogmática es la forma de autorreflexión de la evolución de las ideas, a través de la cual esta última aprehende y fundamenta la completitud que la hace posible. La crisis del pensamiento dogmático del siglo XVIII indica un cambio de las condiciones socioestructurales de posibilidad de la evolución de las ideas, que Luhmann asocia con la primacía que adquiere la diferenciación funcional. Una evolución de las ideas transmitida por una dogmática no resulta suficientemente veloz para la sociedad moderna. Para concluir, Luhmann propone la tesis de un pasaje de la evolución de las ideas a una evolución científica específica a cada sistema. Como señala Andreas Göbel (2000), esta tesis de la “cientifización” general del conocimiento ignora la duplicación de los puntos de vista de selección bajo las condiciones de la diferenciación funcional, es decir, debería diferenciarse entre la referencia sistémica al respectivo sistema funcional y aquella correspondiente a la disciplina científica involucrada.

En su aparición en La sociedad de la sociedad (2006), el esquema general del mecanismo de la evolución de las ideas permanece casi inalterado respecto al texto de 1980. El punto de partida de la variación sigue siendo la escritura y la libertad que esta otorga para interrumpir el control que ejercen los sistemas de interacción. Cabe destacar la mayor importancia y el espacio otorgados al análisis de los medios en esta nueva versión. Por otra parte, la selección seguirá rigiéndose por los criterios de la plausibilidad y la evidencia. Estas dos se consiguen cuando queda claro a qué cambio reacciona un cambio conceptual. En este texto, el análisis de la plausibilidad y la evidencia será ampliado mediante el concepto de esquema o script, aportando además mayor cantidad de referencias históricas. Por último, la estabilización se dará a través de la normación de expectativas expresadas en la comunicación y el comportamiento. Respecto del mecanismo global de la evolución de las ideas, Luhmann ratifica el diagnóstico que indica que, a fines del siglo XVIII, esta forma de combinación de los tres mecanismos evolutivos llega a su fin, para que los sistemas funcionales se encarguen del trabajo de reflexión y escriban sus propias historias de las ideas. No obstante, Luhmann considera que hace falta más investigación para llegar a afirmar que dentro de cada sistema funcional ha comenzado a desarrollarse una evolución de las ideas propias, al mismo tiempo que no sería posible hablar de una evolución de las ideas para el nivel general de la sociedad (Luhmann, 1997: 554; 2006: 437). Por lo tanto, llegada a su fin la evolución de las ideas, queda desarticulada la relación entre semántica y estructura societal. Como consecuencia, la sociología del conocimiento luhmanniana pierde el esquema conceptual que le permitía explicar las relaciones entre estructura societal y semántica.

 

La hipótesis de la correlación: un análisis
de sus usos concretos

Como se ha mostrado líneas arriba, el concepto de correlación es uno de los problemas teóricos que surgen del planteamiento de Luhmann. Con el fin de comprender mejor qué procesos sociales buscaba exponer este autor a través del concepto de correlación, se analizarán las explicaciones de los casos empíricos.

  1. En los siglos XVII y XVIII, Europa empieza a experimentar el pasaje de la estratificación a la diferenciación funcional, como forma primaria de la diferenciación. Sin embargo, los estratos superiores de esa sociedad no logran percibir semejante cambio societal. En ese periodo comienza a cambiar la relación entre estratificación y sociedad política; la primera deja de funcionar como orden natural, para pasar a ser observada como una necesidad de la división de tareas y como costumbre. No obstante, la semántica de los estratos superiores permanece ligada a la interacción, registrando cambios que no logra comprender adecuadamente. En este contexto, se desarrolla una semántica de pasaje, con enlaces con la tradición, pero que resultan ser prescindibles. Esto permite un procesamiento paulatino de las novedades y una variación de las relaciones tradicionales, que deriva en una profunda transformación de la conciencia de los estratos superiores. Debido a que la interacción en los estratos superiores se presenta como el modo de integración de las sociedades estratificadas, Luhmann sostiene que debe esperarse que esta interacción y su semántica funcionen como el sismógrafo de los cambios de la estructura societal. Mientras en el siglo xvii la interacción de los estratos más altos domina el sistema de selección de su propia semántica, en el siglo xviii aparece la pregunta por la utilidad y la semántica de la interacción cambia a la autoestima de la socialidad. Por último, Luhmann considera que a este problema evolutivo se le respondió a través de un proceso involutivo, que implica la reutilización, la modificación, la diversificación y el refinamiento de formas y medios preexistentes hasta el límite de lo posible (1980c: 83-88).
  2. Luhmann ve una correlación entre los desarrollos de la antropología del siglo XVIII con los problemas de constitución de los sistemas funcionales que estaban en proceso de diferenciación en ese momento. En este contexto, la antropología funcionaría como un adaptative upgrading que vendría a reemplazar los conceptos de la antigua cosmología de naturaleza religiosa. Esta antropología parte de la autorreferencia y los conceptos que derivan de ella, como el autoconocimiento, el interés propio, el autoengaño, el amor propio o la propiedad. Estos se ligan a la representación de una sensibilidad abierta al entorno y de un desasosiego y deseo sin límites, que debe ser limitado desde el exterior (1980a: 196) Los conceptos de uneasiness o desire de Locke, que expresan la autorreferencia en su aspecto de necesidad de seguridad como propiedad en sí misma, conducen a la teoría hacia la economía. Por consiguiente, el diagnóstico antropológico se correlaciona con la economía monetaria, lo cual da sentido a la infinita ambición de tener siempre más (1980a: 200).
  3. Tradicionalmente, el tiempo era concebido desde un esquema ontológico y no como una forma autoemergente de la determinación del sentido. Las cosas y su recurrente esencia retenían al tiempo, y su variedad y su diversidad presuponían un presente perpetuo. Esta prominencia del presente llevaba a experimentar al tiempo como efímero, lo cual era simbolizado a través del contraste con el deseo de permanencia ante la caducidad, la destrucción o la muerte. El pasaje hacia una forma de estructuración societal funcionalmente diferenciada habría permitido la transvaloración de lo efímero en posibilidades de mantenimiento y aumento, en cuanto correlato semántico de las transformaciones estructurales. No obstante, los impulsos visibles para este cambio en la manera de pensar no subyacerían a los cambios socioestructurales, sino a la semántica disponible (los descubrimientos astronómicos mostraban que todos los astros estaban sometidos al cambio; el pasado sería experimentado como ambiguo, heterogéneo e inseguro, producto de los numerosos conflictos de esa época en el campo de la religión y la filosofía). El tiempo empieza a tomar el carácter de irreversible, reduciendo al presente a su carácter momentáneo, como en las representaciones del amor que eliminan los elementos existenciales, y tomando las posibilidades de conexión en dirección del pasado y el futuro (1980d: 261-265).
  4. La pérdida de plausibilidad de la teleología de la vieja Europa y su transformación en una teleología “abierta” de la representación de la finalidad tendría su correlato estructural en un cambio de la forma de diferenciación (1981b: 16).
  5. La figura del “sujeto” es interpretada como el correlato de la diferenciación funcional de la sociedad (1981d: 98). La subjetividad de la conciencia individualizada en cada uno simboliza los requisitos del nuevo orden (1981e: 239). En su condición de sujeto (Subjektheit), cada uno puede reclamar el acceso a todos los círculos funcionales del sistema societal. Partiendo de la libertad y la igualdad del sujeto, se formula el principio de inclusión de todos en los sistemas funcionales (1981e: 240).
  6. Las cosmologías de fundamento religioso surgen como correlato de la diferenciación societal interna entre sagrado y profano (1989a: 277).
  7. El estudio de la correlación entre estructura societal y las semánticas moral y ética muestra que la diferenciación entre moral y ética surge solamente cuando la sociedad alcanza el suficiente grado de complejidad como para poder problematizar su moral (1989b: 374).
  8. Existiría una correlación entre la disolución del concepto de naturaleza ligado a la semántica de la antigua Europa y el pasaje de una sociedad primariamente diferenciada de manera estratificada a una funcional (1995d: 17).
  9. Un concepto como el del “Estado” plantea un problema central concerniente a la evolución semántica. Este concepto ha permanecido sin variación, pese a los profundos cambios socioestructurales que pudo presenciar. Por lo tanto, resulta difícil poder reconocer correlaciones exactas. Los “viejos nombres” siguen sobreviviendo, aunque su referencia haya cambiado. Esto lleva a que las discontinuidades no se marquen como tales, por lo cual los nuevos estados de cosas no
    pueden observarse con seguridad. Por otro lado, la reutilización de los conceptos los enriquece, haciéndolos indefinibles. Esto lleva a que en el uso teórico de estos conceptos sea necesario aclarar qué se entiende por “Estado” en cada ocasión (1995b: 103).
  10. La desdialogización de la lógica en el pasaje de Platón a Aristóteles y la reconstrucción de la reflexión epistemológica del saber sobre el saber y el no-saber dentro del saber, sobre la relación entre saber y objeto, son vistas como correlato de la diferenciación del sistema de la ciencia (2008b: 251).
  11. La descomposición del antiguo concepto de virtud por una mayor profundidad de campo de las exigencias de la dimensión temporal y de la dimensión social, las cuales se correlacionan con una creciente complejidad de las demandas sobre las estructuras de sentido en la sociedad moderna (2008b: 251).
  12. La disolución de la estrecha relación entre dominio y libertad y su aplicación sobre los cuerpos —humanos y sociales— y su pasaje hacia una concepción del dominio como un asunto político y la libertad como un tema del individuo, son vistos como correlato del aumento de intensidad de la diferenciación funcional del sistema político (2008b: 251).
  13. La historia de la decadencia de la racionalidad europea se correlaciona con el pasaje de una sociedad estratificada a una funcionalmente diferenciada (1987a: 114).
  14. La correlación entre diferenciación funcional (estructura) y teoría de la reflexión (semántica) sería universal, y sería válida para todos los sistemas funcionales (2002: 202).

Salvo los ejemplos 6, 10 y 14, el resto tiene en común un mismo trasfondo socioevolutivo, que es el pasaje de una forma primaria de la diferenciación estratificada a una funcionalmente diferenciada, en Europa, especialmente durante los siglos XVII y XVIII. En ninguno de estos casos puede observarse alguna especie de influencia mutua como posible significado del concepto de correlación. En todos ellos, las transformaciones comienzan en la estructura societal y la semántica experimenta una presión al cambio que tiene dos respuestas principales. Los ejemplos 1 y 9 muestran cierta resistencia de la semántica al cambio, que se expresa en la imposibilidad de observar el cambio socioestructural. Pese a ello, la semántica sufre transformaciones provisorias mediante la reutilización de conceptos ya presentes. En el caso 1, esto parecería ayudar a amortiguar la transformación socioestructural para los estratos superiores y llevarla a cabo de forma más suave. Por el contrario, el concepto de Estado va acumulando capas de significación, lo que hace muy difícil su definición. En este caso, el concepto sobrevive pese a su inadecuación y las dificultades que genera, sin aparecer una semántica de reemplazo.

Los ejemplos 2, 3, 4 y 5 muestran transformaciones semánticas, en las que los nuevos conceptos se conjugan perfectamente con las estructuras de la sociedad funcionalmente diferenciada. La antropología filosófica del siglo XVIII tendría como base de sus conceptos la idea de autorreferencia, lo cual combina con el problema de los sistemas funcionales. Algo similar sucede con la nueva teleología “abierta” y el concepto de sujeto. Este último representa al individuo moderno con su derecho a participar en todos los sistemas funcionales. Menos directo se presenta el camino de transformación sufrido por la semántica temporal. En este caso, otros cambios semánticos de naturaleza más concreta parecerían haber estimulado su variación. Esto, igualmente, se condice con el presupuesto de que la variación es un mecanismo evolutivo que se da en el interior de la evolución de las ideas. No obstante, conceptos como el de sujeto o nación parecen pertenecer solamente a una etapa transicional, pero luego terminan mostrando la falta de una teoría de la sociedad (1997: 1015).10 En realidad, sin una nueva evolución de las ideas, todos los conceptos dejan de sufrir la influencia de las estructuras societales sobre la selección, por lo cual podrían prosperar o subsistir semánticas que no muestran relación con el nivel socioestructural.

Por su parte, los ejemplos 8, 11 y 13 indican la desaparición de ciertos conceptos producto del avance de la diferenciación funcional. El ejemplo 7 resulta particular, ya que la correlación entre estructura societal y semántica genera que, con el arribo de la sociedad funcionalmente diferenciada, la moral adquiera una posibilidad con la que antes no contaba, que es la de autoobservarse bajo la forma de la ética, la cual asume la forma de una disciplina académica. En esta ocasión, lo central no es el cambio conceptual, sino la obtención de una nueva capacidad que solamente se ha podido adquirir producto del arribo de un nuevo tipo de diferenciación societal.

Los ejemplos 6, 10 y 12 indican una correlación entre ciertos progresos semánticos en algunos sistemas (religioso, científico, político) y la diferenciación interna de estos últimos. Solamente en el caso 12 se hace explícita referencia a la diferenciación funcional del sistema político, ya que esto se da en el contexto de una sociedad funcionalmente diferenciada. En los otros ejemplos, la diferenciación comienza en sociedades estratificadas.11 En estos casos, la fórmula de la correlación, que termina siendo contradictoria con los mecanismos evolutivos de las ideas y de la sociedad, acaba volviendo indistinguible la importancia de la semántica en la diferenciación de los sistemas parciales en cuestión. Si se toma el ejemplo 10, parecería que son los avances de las estructuras semánticas los que generan las condiciones de posibilidad para la diferenciación de la ciencia.

El ejemplo 14 es el único que hace exclusiva referencia a una correlación en el contexto de la sociedad funcionalmente diferenciada. Esta correlación es la de teorías de la reflexión, propias de cada sistema funcional, y diferenciación funcional. En realidad, esta correlación no plantea ninguna relación entre algún desarrollo semántico específico y un proceso societal, más bien plantea una tesis general, en la que no pueden distinguirse mecanismos específicos que relacionen ambos tipos de estructuras.

Como puede observarse a simple vista, los ejemplos provienen de un grupo restringido de obras, al tiempo que las referencias al concepto de correlación tienden casi a desaparecer al alejarse de la fecha de publicación del primer tomo de Gesellschaftsstruktur und Semantik. No obstante, este concepto no se extingue completamente. En el parágrafo dedicado a la ontología de la semántica de la vieja Europa, en La sociedad de la sociedad, Luhmann menciona la posibilidad de correlacionar los cambios de los conceptos de mundo, tiempo, las representaciones marco para las cosas y el orden social, con los cambios en la estructura societal (1997: 911). Esta afirmación se repite en el acápite sobre temporalizaciones respecto del pasaje del esquema del ser al esquema temporal de observación, el cual permite más posibilidades de combinación entre redundancia y variedad (1997: 1013). Por último, en el parágrafo “el refugiarse en el sujeto” reaparece la mención de la correlación (1997: 1033). Pese a estas referencias, en el capítulo dedicado a las “Autodescripciones”, la correlación no aparecerá en la explicación de la relación entre estructura societal y semántica. Esto ratifica el desistimiento de buscar correlaciones y sus mecanismos de funcionamiento entre estructura societal y semántica en la sociedad funcionalmente diferenciada.

 

¿Otros tipos de relación entre estructura societal
y semántica? Una crítica a Stäheli y Stichweh

Los trabajos de Stäheli (1998, 2000) y Stichweh (2000) han distinguido diferentes tipos de relaciones posibles entre la estructura societal y la semántica. Stäheli indica tres. El primer tipo es el que el autor denomina la “posterioridad lineal”. Esta tesis supone que la semántica se relacionaría con algo previamente existente (las operaciones del sistema), por lo cual se establecería una relación de subordinación crono-lógica de la semántica respecto de los procesos socioestructurales. En realidad, la tesis de la posterioridad lineal expresa la anterioridad de la operación respecto de la observación. Desde nuestro punto de vista, Stäheli confunde aquí el plano de la semántica y el de las autodescripciones. La observación es lógicamente posterior a la operación, porque debe haber operaciones para que éstas puedan ser observadas y descritas. Sin embargo, la semántica no mantiene esa relación con la operatividad del sistema. La semántica proveerá de estructuras que un observador podrá seleccionar para describir a la sociedad, pero su relación con las operaciones no es lineal. Para dejar en claro este argumento, podemos remitirnos a los textos en los cuales Luhmann habla de posterioridad y constitutividad:

Autoobservaciones y autodescripciones de la sociedad son siempre operaciones comunicativas, por tanto existen únicamente en conexión con acontecimientos del sistema. Deben presuponer que el sistema ya existe, por eso nunca son operaciones constitutivas sino siempre posteriores —las cuales tienen que ver con una memoria anteriormente formada de manera altamente selectiva. (2006: 760).

Con esto también queda dicho que el concepto de autodescripción no señala una operación constitutiva —como si para empezar con el arte fuese necesario saber de antemano qué es el arte. Aquí (como también en otros contextos) se trata de una operación última,12 posible si solamente se remite a algo anterior (2005: 400).

El segundo tipo de relación hace referencia a los “avances preadaptativos” (2006), que Luhmann utiliza en ocasiones aisladas, como al hacer referencia a ciertos cambios en los medios de difusión o en la semántica del amor como pasión. Estos esporádicos usos empíricos no proveen una explicación del funcionamiento del proceso, por lo cual debe suponerse que estos adelantos semánticos se verán sometidos al esquema de la evolución de las ideas.13 Esto implica que adquirirán un valor renovado en un contexto societal diferente, si logran compatibilizar con los criterios de la plausibilidad y la evidencia. Por lo tanto, si la semántica realmente puede adelantarse en el tiempo, no puede torcer la dirección de la influencia ejercida por la estructura societal sobre ella. La relación establecida es, más bien, con las futuras autodescripciones, para las cuales se vuelven particularmente relevantes, que con la estructura societal. Stichweh también considera a los avances preadaptativos como un tipo de relación, sosteniendo que la semántica, en estos casos, pondría a disposición de la sociedad un variety pool, que consiste en posibles esbozos alternativos para la realización socioestructural. A nuestro criterio, aquí no puede divisarse ningún tipo específico de relación entre estructura societal y semántica. Además, la situación descrita en esta definición no es diferente respecto del funcionamiento de cualquier tipo de estructura de sentido.

En tercer lugar, encontramos la distinción entre operaciones constitutivas y operaciones complementarias. Stäheli (1998, 2000) indica que, para Luhmann, la semántica no sería constitutiva para el sistema que esta describe, ya que este último existiría antes de la denominación de su identidad sistémica. Este argumento se sumaría al de la lentitud de la semántica, para terminar considerándola un aditamento que no resulta decisivo para la diferenciación socioestructural del sistema. Como consecuencia, las estructuras societales serían las “verdaderas” estructuras del sistema que ordenan las acciones. Como se mostró más arriba, el argumento de Stäheli se ve invalidado por el simple hecho de que la no-constitutividad está referida a las autoobservaciones y autodescripciones, y no a la semántica. Deducir por propiedad transitiva que las estructuras semánticas no serían constitutivas porque la observación no lo es, es un procedimiento que Luhmann no realiza. Sin embargo, podemos seguir el hilo argumentativo para ver a qué destino nos conduce. Remitiéndose al capítulo cuatro de Sistemas sociales, Stäheli indica que la figura del actor es un artefacto semántico que aparece como resultado de la autodescripción de un sistema comunicativo como sistema de acción. En este sentido, siguiendo a Stäheli, todo parece indicar que la semántica jugaría un rol difícilmente no catalogable como “constitutivo” en la transformación de la comunicación en acción. Por lo tanto, el concepto de acción tendría un rol central, que permitiría engranar los conceptos de estructura social y semántica. De esta manera, las estructuras semánticas influyen fuertemente en la construcción de expectativas de expectativas en el nivel socioestructural. Si se piensa en el concepto de acción y el aporte de motivos, objetivos e intereses que hace la semántica en este proceso de autodescripción, es especialmente la semántica cotidiana la que tiene crucial relevancia. No obstante, nuevamente, el problema aquí no es el de la constitutividad de la semántica, sino el de la autodescripción de la comunicación como acción. Por lo tanto, este argumento sirve para reivindicar el rol constitutivo de la semántica cotidiana y no cuidada, pero no invalida ni conmueve la tesis de la posterioridad de las autodescripciones.

De lo anteriormente expuesto puede concluirse que las tesis de la posterioridad lineal y la constitutividad no atañen y no sirven para explicar la relación entre semántica y estructura societal. Por otra parte, el concepto de avance preadaptativo tampoco cumple una función explicativa de esta conexión, pese a describir un proceso empírico de la evolución semántica. En este sentido, ninguna de las tesis analizadas en esta sección sirve para sustituir, corregir o complementar la hipótesis de la correlación, fundamento de la sociología del conocimiento de Luhmann.

Por su parte, Stichweh indica otras formas de relación entre semántica y estructura social:14

  • La diferenciación de un sistema funcional genera tanto estructuras semánticas como societales, al tiempo que independiza procesos de producción de semánticas. Según nuestro parecer, aquí no queda claro cuál sería la relación entre los dos tipos de estructura tratados. Por otro lado, se reproduce la confusión entre semántica y autodescripciones. Si se analiza el ejemplo que da Stichweh, la diferenciación del derecho, él menciona al lenguaje jurídico, a la dogmática jurídica y a la teoría del derecho. De estos tres elementos, solamente el lenguaje podría tener un cierto aspecto estructural, pero los otros dos son claramente autodescripciones o teorías de la reflexión del derecho.
  • Una segunda relación estaría dada por la introducción del concepto de discurso y dispositivo, de inspiración foucaultiana. Aquí arguye Stichweh que los discursos serían responsables de la construcción de estructuras de un sistema. En este caso, no queda muy clara la incorporación del concepto de discurso en la teoría de sistemas, su relación con la semántica y con la observación, además de que se argumenta la capacidad del discurso de generar estructuras societales como si fuese un hecho empírico incontrastable y no una hipótesis teórica. En este sentido, si el problema era encontrar la relación entre estructura societal y semántica en la teoría de Luhmann, incorporar el concepto de discurso no ayuda en esta tarea.
  • Stichweh recalca la historicidad de las estructuras societales y semánticas, las cuales están sometidas a procesos de diferenciación y son el resultado de la evolución. En realidad, aquí lo que hace es disolver la distinción, sosteniendo que ambas estructuras son inseparables, más que mostrar una relación, cosa que no tendría sentido si no hubiese distinción.
  • Sistemas como el derecho y la economía producirían en sus autodescripciones una semántica15
     que se basa en acoplamientos estructurales con la ciencia, lo cual haría difícil distinguir en qué sistema se estaría comunicando. En este caso, la semántica no aseguraría la clausura del sistema, sino todo lo contrario. Como en varios de los puntos anteriores, aquí se vuelve a confundir semántica con autodescripción. La semántica, como estructura, está abierta a la utilización por otros sistemas. Si las teorías del derecho y la economía son ciencia o no, es un problema que no guarda relación con la cuestión bajo análisis en este trabajo, y que tampoco contribuye a clarificarla. El problema puede ser válido, pero no muestra claramente un tipo de relación entre semántica y estructura societal.
  • El último tema que toca Stichweh es el de la latencia de la semántica. Este tema, si bien relevante, tampoco enfoca el problema bajo análisis.

 

Conclusiones

Partiendo de las definiciones más generales del concepto de semántica, que la interpretan como un acervo de tipificaciones o temas, se observa que, a nivel basal, las estructuras semánticas (en general) son utilizadas por cada operación comunicativa, no solamente por las operaciones de observación. En este sentido, puede distinguirse entre semántica cotidiana y semántica seria o cuidada. Luhmann ha optado por fundar su proyecto de sociología del conocimiento sobre la semántica cuidada, dejando de lado la semántica cotidiana. Por lo tanto, al enfrentarse a esta sociología del conocimiento, el lector debe esperar una sociología del conocimiento cultivado, en la tradición de Mannheim, y no una sociología del conocimiento cotidiano, en la tradición de Berger y Luckmann.

El punto de partida para la sociología del conocimiento de Luhmann es que los cambios en la semántica son la respuesta a los cambios ocurridos en el sistema de la sociedad. Este proceso es expresado por la hipótesis de la correlación entre ambos tipos de estructura, que se despliega en la evolución de las ideas. Esta última consistirá en un mecanismo de variación ligado a un acervo de ideas plasmado de manera escrita y conceptual, la selección se dará a través de la plausibilidad y la evidencia, y la estabilización se realizará a través de la dogmatización y la normación. La influencia de la estructura societal sobre la semántica tendrá lugar a través de la selección, por la cual debe quedar claro a qué cambio reacciona una transformación conceptual. De esta manera, los procesos societales influyen y guían el proceso de selección dentro de la evolución de las ideas. Este proceso se presenta claramente como de influencia unidireccional, por lo cual, ni el concepto estadístico de correlación ni la idea de una relación mutua parecen adecuados, por lo que no queda claro el sentido del “co-” en esta relación. Una posible explicación de la utilización de este concepto de correlación puede encontrarse en la reproducción de la tradición conceptual de la sociología del conocimiento iniciada con Mannheim. En este contexto, el concepto también se presenta como vago y ambiguo. Por otro lado, la hipótesis de la correlación ligada a la evolución de las ideas solamente explica la relación entre semántica y estructura societal en las sociedades estratificadas, y queda desarticulada tal relación en la sociedad funcionalmente diferenciada. Esto se debe a que, en esta última, no se desarrolla un proceso de evolución de las ideas general, al tiempo que Luhmann solamente menciona la posibilidad de que pueda desarrollarse una evolución de las ideas dentro de cada sistema funcional, sin identificar sus mecanismos. Por lo tanto, sin evolución de las ideas no hay forma de relacionar de manera específica semántica y estructura societal, de manera que no se podría hablar de forma rigurosa de (co-)relaciones entre ambas esferas en la sociedad funcionalmente diferenciada. En este contexto, el investigador que quiera utilizar esta dupla conceptual en sus trabajos empíricos o teóricos tiene, al menos, cuatro alternativas:

  1. Utilizar el concepto en investigaciones históricas sobre sociedades estratificadas.
  2. Usar ambos conceptos de manera separada, desistiendo de buscar relaciones entre ellos.
  3. Desarrollar una evolución de las ideas dentro del sistema funcional que desee investigar y/o dentro de la sociedad funcionalmente diferenciada.
  4. Replantear la sociología del conocimiento de Luhmann sobre otra base que no sea la provista por la evolución de las ideas, para el caso de la sociedad funcionalmente diferenciada o para todas las formas de diferenciación.

En los ejemplos analizados para comprender el significado de la correlación, no se observa ninguna influencia mutua, sino la presión a la adaptación de la estructura societal respecto de la semántica. La mayoría de ellos se ubican en la transición de una sociedad estratificada a una funcionalmente diferenciada. Las transformaciones semánticas producidas a raíz de este cambio societal en algunos casos generan una feliz coincidencia y, en otras ocasiones, la semántica parece resistir el cambio, reutilizándose viejos conceptos. En algunos casos se genera una semántica de transición hasta la llegada de los cambios definitivos, mientras que en otros sobrevive la semántica previa. Aquí emerge la pregunta de quién y cómo se puede determinar el grado de coherencia de una semántica respecto de las estructuras societales en una sociedad funcionalmente diferenciada, sin evolución de las ideas, es decir, sin mecanismos de plausibilidad y evidencia, y sin limitacionalidad. Sin estos mecanismos, la semántica no sufriría una específica presión de la sociedad, por lo cual deberían poder prosperar y sobrevivir conceptos no-adaptados. La adaptación será solamente un esquema de observación que podrá utilizar la sociología del conocimiento, sin esperar que mecanismos societales se encarguen de limitar su aparición.

Por último, el tratamiento de las formas de relacionamiento propuestas por los comentaristas a la obra de Luhmann muestra un problema fundamental, a saber: confundir semántica con autodescripción o mezclar
las propiedades de una y otra. En otras ocasiones, solamente se presentan propiedades de la semántica, de las autodescripciones o de las estructuras en general, para explicar la relación entre semántica y estructura societal, procedimiento que no contribuye al objetivo propuesto.

 

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Recibido: 2 de marzo de 2022
Aceptado: 28 de julio de 2023

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