Universidad Nacional Autónoma de México • Instituto de Investigaciones Sociales

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Ernesto Castañeda y Cathy Lisa Schneider (eds.) (2022). Charles Tilly: sobre violencia colectiva, política contenciosa y cambio social. Antología selecta. México: Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales,
590 pp.

 

Reseñado por:

María de la Luz Inclán Oseguera
División de Estudios Políticos
Centro de Investigación y Docencia Económicas

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Esta compilación de obras de Charles Tilly es relevante hoy en día, no solamente por la relevancia que tiene el autor en la sociología, la historia y la ciencia política —ya que esta antología es tan sólo una muestra de la vasta obra de Tilly y los temas socioeconómicos y políticos que abordó durante su larga y muy fructífera vida académica—, sino también porque es relevante la discusión que hoy1 vamos a tener sobre la obra aquí compilada, ya que los extractos escogidos son pertinentes a los temas que nos aquejan actualmente en México y que han generado violencia política, protesta contenciosa y cambio social en tiempos recientes, como el crimen organizado y su relación con el estado, y los cambios sociales que están generando política contenciosa al no encontrar una respuesta institucional a sus demandas por parte del Estado.

La publicación de este libro es además muy relevante para todos aquellos que nos dedicamos a la academia en México y que damos clase y dirigimos seminarios basados en la obra de Tilly. Tenerla ahora traducida al español nos hará nuestra labor de enseñanza mucho más accesible. Además, también es importante para todos aquellos que nos dedicamos a la investigación sobre política contenciosa y violencia colectiva. Otra vez, tenerla traducida al español hará que su difusión alcance a más estudiosos del tema. Al ser una antología y compilar sólo extractos de la obra de Tilly, seguramente motivará a muchos a buscar las obras completas aquí incluidas y, ¿por qué no?, motivar a otros directores y otras instituciones a emprender la noble empresa de traducir las obras de grandes autores para que alcancen nuevas audiencias.

En mi opinión, el tema del libro más relevante para nosotros los mexicanos hoy en día, y que se aborda en la sección sobre la creación de los Estados, es precisamente comprender cómo se forma un Estado y cuál es la necesidad o motivación de formarlo y mantenerlo para que sea capaz de reclamar para sí el monopolio del uso legítimo de la violencia y de la recaudación para la provisión de bienes y servicios públicos. Además de validar la definición de Max Weber del Estado, los capítulos dedicados a la formación del Estado son relevantes para nuestra ciudadanía, dada la justificación de la existencia de un Estado que ofrece Tilly, basada en la necesidad que tiene la sociedad de contrarrestar la violencia y la extorsión del crimen organizado. Al equiparar el funcionamiento del Estado con el de una organización criminal, el cual violenta y extorsiona al reprimir y recaudar, no solamente justifica la necesidad de legitimar el uso de la violencia por parte del Estado, sino la necesidad de que este tenga también el monopolio legítimo de su uso y el monopolio legítimo de recaudación para que esta no sea extorsión. Para mí, es particularmente necesario que esta justificación la conozca toda la ciudadanía mexicana hoy en día, para que sepa las razones de la importancia de mantener la paz y la estabilidad. Hoy en día lo que tenemos es una deformación de nuestro Estado mexicano, al ser cada vez más infiltrado, si no es que controlado por redes criminales, hasta llegar a su plena ausencia en muchas de las comunidades del país. Esta desaparición del Estado de estas regiones abona la desconfianza en las autoridades e instituciones del Estado y contribuye a su erosión. Ninguna de estas consecuencias es buena para el mantenimiento de un régimen democrático y pacífico.

Tras los capítulos dedicados a la formación y justificación de la existencia del Estado, vienen los capítulos dedicados a la democracia. Discutir y debatir sobre temas de democracia y democratización para mí siempre ha sido apasionante. Además, hoy en día es sumamente importante defenderla, principalmente en nuestro país, porque se encuentra bajo acecho de aquellos que hoy ostentan posiciones de poder y que no la conciben más allá de los procesos de votación. Si el involucramiento del crimen organizado durante los procesos electorales es cada vez más obvio y si esto continúa, la erosión de la estabilidad del Estado mexicano está en juego.

Por eso es necesario comprender de dónde vienen los derechos y cómo estos permiten a la ciudadanía delimitar la legitimidad del uso de la violencia, la coerción y la extorsión por parte del Estado, y entender que, al demandar y defender nuestros derechos, no estamos queriendo desaparecer autoridades, sino contribuyendo al fortalecimiento de las instituciones del estado. Al conocer los orígenes de nuestros derechos como ciudadanos y exigirle al Estado que los proteja, utilizando tanto los canales institucionales como los contenciosos, fortalecemos su funcionamiento cotidiano. Esto debe ser comprendido por todos.

Así, como estudiante de la política contenciosa, para mí es un gusto que la obra de Tilly, al ser traducida al español, llegue a más y nuevos públicos, ya que es crucial que la política contenciosa en nuestro país deje de ser concebida todavía como participación cooptada y pase ya a ser entendida y normalizada como participación política convencional. En sus estudios sobre política contenciosa y violencia colectiva, Tilly se centra en entender y explicar las campañas de movilización que rápidamente se pueden tornar violentas: las revoluciones. Al ser la revolución o las rebeliones armadas las expresiones más dramáticas de los alcances violentos de la política contenciosa, ameritan ser ampliamente estudiadas y explicadas. En el camino, Tilly nos explica, mediante la teoría del proceso político, cómo surge la movilización social y cómo se lleva a cabo la política contenciosa.

Tilly siempre estuvo consciente de que la política contenciosa que ocurre más frecuentemente es la contención convencional de la actividad de protesta, y que si bien puede volverse violenta, las más de las veces es pacífica y, por lo tanto, se debe entender como participación política normal dentro de una democracia. La actividad de protesta es lo que más ha llamado mi atención desde que comencé mis estudios de doctorado, ya que desde principios de este siglo se ha considerado que, al haber sido normalizada, pareciera haber perdido su fuerza contenciosa y confrontativa. Desde 1998, David Meyer y Siney Tarrow, en su libro titulado The Social Movement Society, editado por Rowman & Littlefield Publishers, predijeron que los eventos de protesta en democracias avanzadas tenderían a ser cada vez más pacíficos y más ceremoniales. Por lo tanto, se cuestiona su capacidad de influencia en la política u opinión públicas. Sin embargo, la actividad de protesta sobrevive y lejos está de ser inútil, ya que precisamente porque cada vez pareciera más convencional, es necesario que sea más innovadora, tanto en sus formas como en su difusión. Para mí es fascinante poder estudiar la actividad de protesta, porque es la muestra más tangible de la movilización social y donde los repertorios de protesta tienen su más clara expresión. Entender qué tipos de protesta son accesibles a los diferentes movimientos nos permite comprender mejor, por ejemplo, por qué las feministas utilizan más ciertas formas de movilización que las que pudieran usar los movimientos de las víctimas de la violencia, y por qué un tipo de protesta va a ser más exitoso que otro.

El factor sorpresa, la capacidad de innovación y difusión de la actividad política contenciosa mostrada en su repertorio de protesta y de presentación o enmarcamiento de las demandas, son hoy en día una de las áreas más atractivas del estudio sobre la movilización social. Los medios electrónicos y los hashtags han catalizado la movilización, los procesos de enmarcamiento y la difusión de la información, la movilización social incluida. Así, resulta interesantísimo, a mi juicio, analizar la creatividad de los manifestantes y las organizaciones de la sociedad civil como profesionales de la política contenciosa, en palabras de Tilly, para presentar demandas con eslogans y hashtags pegajosos que al mismo tiempo resumen los marcos culturales referenciales de los movimientos sociales, lo que conocemos como el Zeitgeist.

En los últimos capítulos del libro, Tilly discute las razones de la violencia colectiva, en las cuales se atribuyen créditos y culpas. En mi opinión, estos capítulos son relevantes dado que es a través de estas atribuciones que los movimientos sociales nacen y se desarrollan. Los marcos referenciales que utilizan los grupos manifestantes para atribuir créditos y culpas les ayudan a identificar a los responsables de sus agravios, así como las posibles soluciones al acreditar sus derechos.

Mientras leía el libro no pude más que remontarme a mis días de estudiante de doctorado, preparando los exámenes de calificación, y recordar el debate epistemológico que existía en aquel entonces entre las tres corrientes imperantes: el estructuralismo histórico y cultural, el nuevo institucionalismo y el conductismo. Como solución a la diferenciación entre los tres enfoques teóricos, se presentaba la necesidad de establecer puentes entre teorías y áreas del conocimiento mediante la combinación de metodologías de la investigación.

Según mi entendimiento en aquel momento, los análisis de Tilly tendían a seguir una lógica path dependent, que reconocía las condiciones existentes dentro de las cuales los actores políticos se desenvolvían para cambiarlas. Es decir, reconocía los contextos históricos que enmarcaban las instituciones existentes que delimitaban el comportamiento de los actores, para luego identificar las oportunidades de agencia que tenían estos actores para cambiar el andamiaje institucional dentro de un contexto histórico-cultural. Es decir, Tilly personificaba y personifica hoy en día al investigador ideal, aquel que logra construir puentes entre las diferentes teorías para poder darnos análisis más robustos sobre los fenómenos de estudio.

En los años noventa fue también cuando se dio el debate epistemológico entre las tres corrientes predominantes en el estudio de los movimientos sociales: la teoría de la estructura de las oportunidades políticas, la teoría de la movilización de recursos y la teoría de los marcos referenciales y las identidades colectivas. Las dos primeras emanaron de la teoría del proceso político, encabezada por Tilly, y la tercera surge paralelamente al estudio de los nuevos movimientos sociales. Las críticas contra las dos primeras teorías fueron muy fuertes, acusándolas de convertirse en esponjas que absorbían todo factor explicativo como recurso u oportunidad de movilización. La teoría sobre la formación de marcos referenciales e identidades colectivas era criticada entonces por no lograr ser compatible con los estudios empíricos. Todas las críticas fueron solventadas al reconocer las limitaciones de cada teoría y recomendar la combinación de métodos y teorías que nos permitieran identificar mejor el poder explicativo de cada una de ellas en el surgimiento, desarrollo y resultados de la movilización social.

Aunque Tilly no era muy afín a los estudios cuantitativos basados en correlaciones estadísticas, casi todos los estudios de política contenciosa y violencia colectiva que utilizan bases de datos sobre ciclos u olas de protesta, participación política contenciosa y violencia colectiva se basan en los conceptos teóricos de Tilly para encontrar las implicaciones empíricas de sus planteamientos. Así, tenemos los estudios cuantitativos sobre repertorios de protesta, ciclos de protesta y participación en actividad de protesta, en relación con condiciones políticas, recursos y redes de movilización y marcos referenciales e identidades colectivas para descifrar cuáles de estos factores funcionaron como oportunidades, recursos o marcos de movilización efectivos.

Finalmente, al leer el libro revaloré la necesidad de las revisiones de literatura exhaustivas que los exámenes de calificación o las asesorías individualizadas demandan. Los programas de posgrado que le exigen al estudiante entrar con un proyecto de investigación forjan su especialización desde el principio. Al concentrarse únicamente en la literatura que atañe directamente a su variable de estudio, las y los estudiantes se pierden la oportunidad de adentrarse en la disciplina en general. Esta inmersión me parece indispensable para conocer el desarrollo histórico de la literatura y así evitar saltos discretos al elaborar marcos teóricos. Leer este libro me motivó a retomar las bibliografías anotadas en mis seminarios, así como en la elaboración de proyectos de investigación.

Por todas estas razones, celebro la publicación de esta antología. Deseo que motive a muchos a adentrarse en la obra de Charles Tilly y que mueva al Instituto de Investigaciones Sociales a seguir traduciendo obras de otros grandes autores de la ciencia política y la sociología.

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