Universidad Nacional Autónoma de México • Instituto de Investigaciones Sociales

Silvia Elena Giorguli Saucedo* y Vicente Ugalde Saldaña**

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*Doctora en Sociología por la Universidad de Brown. Profesora-investigadora y presidenta de El Colegio de México. Temas de especialización: dinámica demográfica, migración, población, trabajo y movilidad territorial. Carretera Picacho Ajusco 20, Ampliación Fuentes del Pedregal, 14110, Tlalpan, Ciudad de México.

**Doctor en Derecho por la Universidad de París II. Profesor e investigador de El Colegio de México. Temas de especialización: gobernanza metropolitana, juridización del medio ambiente y conflictos socioambientales. Los autores agradecemos el trabajo de José Luis Guadalajara en la sistematización y el análisis de la información aquí presentada. Agradecemos también a Karla López Vargas, que acompañó la revisión de las tesis doctorales.

 

Este artículo tiene como objetivo esbozar el espacio de los estudios en ciencias sociales que se han llevado a cabo en El Colegio de México. Su finalidad es proponer una descripción global de la producción realizada en cuatro de los siete centros de estudio de El Colegio, para trazar una suerte de trayectoria de la investigación, de los grandes temas que han sido su objeto y las disciplinas a partir de las que se han realizado. Sin llegar hasta el punto de identificar los marcos analíticos o las teorías por las que se ha generado en El Colegio un conocimiento sobre lo social, lo que se pretende en este artículo es identificar las evoluciones de los estudios llevados a cabo desde las ciencias sociales a través de una revisión general de la trayectoria institucional y de las publicaciones. Posteriormente, complementamos este análisis con la exploración más detallada en uno de los temas que ha sido estudiado desde diversas miradas disciplinarias, el estudio de las políticas públicas; con este ejercicio buscamos identificar algunas orientaciones mtodológicas que han estructurado la investigación en ciencias sociales de El Colegio de México.

Desde su creación, El Colegio ha centrado su quehacer académico en las humanidades y las ciencias sociales, actualmente a través del trabajo de sus siete centros de estudio. Un primer problema de este ejercicio fue la decisión a propósito de los elementos que incluir en el conjunto “ciencias sociales”. Pensando en los orígenes de la institución y en los centros de estudio que la integran, era inevitable preguntarse sobre la inclusión de la historia en este recuento. Los argumentos válidos a favor de la integración de las humanidades, pero también respecto a que en la pluralidad de las ciencias históricas cabía la condición de ciencias de lo social (Ravel, 2001), nos aconsejaron optar por una decisión más pragmática que razonada y entonces excluir esta disciplina de nuestro recuento. Fue necesario tomar una decisión similar respecto a los trabajos relacionados con el lenguaje, especialmente en aquellos que lo conciben como práctica social y los que se ocupan de prácticas lingüísticas. La pregunta nos remitió rápidamente al debate sobre las difusas fronteras entre los estudios de lingüística, los de antropología lingüística y los de la sociología del lenguaje, así como a la discusión a propósito de la autonomización de la sociolingüística (Hambye, 2012).1

Una delimitación adicional se refiere a los estudios de Asia y África que existen de manera formal desde la creación de la Sección de Estudios Orientales en 1964. Aunque en sus orígenes estuvo vinculada con los estudios internacionales, la investigación sobre esta región del mundo —ahora condensada en el Centro de Estudios de Asia y África, CEAA— ha tenido una fuerte vocación hacia la filosofía, el arte, la cultura y la historia, la cual se complementa con estudios más contemporáneos, principalmente desde la economía, la sociología y la antropología. Al igual que en los casos de la historia y la lingüística, se impusieron otras decisiones metodológicas complementarias para facilitar esta revisión, por lo que en el análisis no se incluye la producción académica del CEAA.

A partir de la delimitación ya señalada, se optó entonces por conformar dos corpus sobre la trayectoria y la producción en ciencias sociales de El Colegio de México. Por un lado, se ha considerado la producción académica de cuatro centros de estudio: Centro de Estudios Internacionales (CEI), Centro de Estudios Económicos (CEE), Centro de Estudios Sociológicos (CES) y Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA).2 Por otro lado, se esbozan algunas consideraciones a partir de las tesis de doctorado presentadas en cinco de los programas docentes que se han ofrecido a lo largo de la historia de El Colegio: el Doctorado en Relaciones Internacionales,3 el Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, el Doctorado en Estudios de Población, el Doctorado en Economía y el Doctorado en Estudios Urbanos y Ambientales. Reconocemos que los temas tratados en las tesis doctorales, así como los enfoques analíticos en los cuales se sustentan, son también reflejo de la agenda de investigación en la institución y de las metodologías desarrolladas para el estudio de los procesos sociales, económicos, políticos y culturales.

Como se mencionó, para este artículo decidimos hacer un acercamiento a un tema recurrente en todas estas modalidades de producción académica: el estudio del gobierno. Se consideró que ello permitiría identificar la cercanía de la investigación practicada en El Colegio con las orientaciones metodológicas que caracterizan la producción académica en esta línea de investigación en momentos específicos.

Si la producción académica en ciencias sociales es mayoritariamente circunscrita a un espacio académico nacional, ello no impide que al caracterizarla sirva como referencia su cercanía o alineamiento con las orientaciones que se observan en los polos de generación de conocimiento en esos campos, particularmente en Estados Unidos y Europa occidental. Encontramos también una constante referencia a América Latina como objeto de estudio en sí misma y como espacio que favorece el desarrollo de una visión regional con perspectiva comparativa. La convergencia que facilitan los crecientes intercambios académicos de diferentes países permitirá entonces delinear la manera como se ha practicado la investigación en ciencias sociales en El Colegio de México en el campo seleccionado, el estudio de la acción gubernamental, y formular algunas hipótesis respecto a los interrogantes que orientan las investigaciones, a los métodos, a la argumentación y a las formas de administración de la prueba en el proceso de generación de conocimiento.

 

Las ciencias sociales en la historia de El Colegio

Aunque en sus orígenes, primero como La Casa de España en México y desde hace 80 años como El Colegio de México, predominaron las humanidades —en concreto, la historia, la literatura y la filología—, es posible encontrar rastros de la vocación hacia las ciencias sociales en la preocupación por entender el acontecer del momento desde diversas miradas durante los primeros años de la institución. De hecho, todavía como La Casa de España en México, en 1939 José Medina Echavarría imparte por cuenta de la institución el curso de “Sociología general” en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) (cuadro 1). Un año después, y todavía bajo el sello editorial de La Casa de España en México, habría de publicarse el libro Panorama de la sociología contemporánea, también de Medina Echavarría (Moya y Morales, 2008). La creación del Centro de Estudios Sociales en los años cuarenta coincide con la inserción en El Colegio de México de un modelo de enseñanza y de práctica de las ciencias sociales promovido por Daniel Cosío Villegas y Medina Echavarría. La combinación de ambos intelectuales cubre, por un lado, el interés por vincular a la institución naciente con la agenda pública e informar las decisiones de política a partir de investigaciones rigurosas (en la visión de don Daniel) y, por otro lado, el interés por el desarrollo teórico y en los métodos de investigación propios a las ciencias sociales (interés de Medina Echavarría; Morales, 2017: 136). El diplomado en Ciencias Sociales significó la traducción concreta de ese modelo (2017: 139).

En esta primera etapa, bajo el liderazgo de Medina Echavarría, se construyen espacios, a través de seminarios y cursos, con participación de sociólogos, demógrafos, economistas, filósofos, politólogos, historiadores y escritores, que debaten en torno a temas como la guerra o la situación en América Latina. Muchas de estas discusiones serían publicadas posteriormente en la colección Jornadas, la cual sigue vigente 75 años después de la aparición de su primer ejemplar. Ciertamente, lo que dejó Medina Echavarría en su paso por México, también reflejado en la colección de Sociología del Fondo de Cultura Económica (Moya, 2007), en la traducción de Economía y sociedad de Max Weber y en sus obras, es parte sustantiva de la aportación a las ciencias sociales mexicanas desde El Colegio de México.4

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De esta primera incursión de la institución en el ámbito de ciencias sociales habría de heredarse la convergencia de diversas miradas disciplinarias para pensar y entender problemas del momento (como en los seminarios sobre la guerra con los que inicia la colección Jornadas)5 y la vinculación entre la formación de jóvenes en las ciencias sociales y la investigación a través de dichos seminarios. Como programa de estudio, el centro se fija como objetivo “ofrecer a los investigadores de mañana un plan de preparación que les evite los actuales escollos de la improvisación y el diletantismo”, como señalaba el folleto de presentación (Lida, Matesanz y Vázquez, 2000: 237). Las actividades se organizan en torno a tres áreas del conocimiento: sociología, economía y ciencia política, pero articulan las discusiones de los problemas contemporáneos con una combinación de disciplinas (economía con historia, literatura con ciencia política, sociología con filosofía) como una forma de evitar “los inconvenientes del especialismo” (Lida, Matesanz y Vázquez, 2000: 237). En términos teóricos, el nuevo centro se ubica entre una orientación weberiana en cuanto a la sociología y un enfoque keynesiano en lo económico.

Desafortunadamente, al parecer por razones de financiamiento, el Centro de Estudios Sociales suspende sus actividades en 1946. Esto coincide con la partida de Medina Echavarría, quien deja México para desarrollar su actividad académica en Puerto Rico. Durante los siguientes 15 años, se suspendió la formación en ciencias sociales y encontramos ejemplos aislados de seminarios y trabajos en las disciplinas asociadas en El Colegio. Se empieza a perfilar, por ejemplo, el interés en el contexto internacional, el lugar de México en el mismo y la vinculación entre la política exterior y la política interna. Un ejemplo es la publicación del libro México y el orden internacional, de Jorge Castañeda, en 1956, bajo el sello editorial de El Colegio de México.

En 1959, con Daniel Cosío Villegas al frente de la institución (1959-1962), se reabren los programas docentes y se definen espacios institucionales para el desarrollo de la agenda de investigación en temas sociales. En la década siguiente habrían de crearse el Centro de Estudios Internacionales (CEI, 1961) y el Centro de Estudios Económicos y Demográficos (CEEd, 1964); en ellos se imparten diversos programas de licenciatura, maestría y doctorado.6 Asimismo, se crean espacios continuos para la publicación de investigaciones a través de libros y de la creación de revistas especializadas en estudios internacionales, economía y demografía (cuadro 1). En la agenda de investigación se prioriza tratar temas emergentes (como los impuestos por el contexto de la Guerra Fría) y atender las nuevas necesidades de un país en cambio acelerado. Por ejemplo, conservando el espíritu interdisciplinario, el ceed se plantea entender las consecuencias económicas y sociales a largo plazo del crecimiento demográfico de México y, con este fin, incorpora a demógrafos, economistas y sociólogos.

De la década de los sesenta heredamos la consolidación de los espacios institucionales para la investigación en ciencias sociales y la apertura de líneas temáticas que continúan vigentes. Por ejemplo, el CEI concentró sus investigaciones en el análisis del sistema político mexicano y en la vinculación entre política exterior e interna. El ceed, por su parte, incorporó investigaciones en problemáticas vinculadas con los cambios en los mercados de trabajo, el desarrollo urbano, el desarrollo rural, la sociología del desarrollo, y en torno a la migración interna, la fecundidad y la mortalidad.

Ya bajo el liderazgo de Víctor Urquidi, desde 1966, “un científico social en la presidencia” (Vázquez, 2000: 365), se amplía la agenda de investigación y se separan algunas de las áreas disciplinarias. En 1973, se crea el Centro de Estudios Sociológicos (CES), con lo cual se institucionaliza la investigación en antropología y sociología que desarrollaban investigadores adscritos al ceed, entre ellos Rodolfo Stavenhagen Gruenbaum (primer director del CES). El cambio en la estructura agraria, el papel de la burguesía rural en la dinámica política y económica, la organización del sector empresarial industrial en México, movimientos obreros, sindicalismo, desarrollo local, educación y tecnología, estarían entre los temas que se incorporan a partir de la creación del CES. También durante esta década, varios de los estudios sirven de diagnósticos para informar decisiones de política pública, como la política demográfica y la urbana.

Paralelamente a la ampliación de los temas de investigación y la especialización de las disciplinas, en 1981 el ceed se divide en dos centros: el de Estudios Económicos (CEE) y el de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano (CEDDU). Con ello se da un notable impulso a la investigación urbana, que se concentra en temas como el crecimiento de las ciudades intermedias y el proceso de industrialización en la Ciudad de México. El CEE, por su parte, responde a aspectos macroeconómicos coyunturales con investigaciones sobre la política fiscal, la inflación y la deuda. Transversales a las agendas de los cuatro centros (CES, CEDDU, CEI y CEE), podemos ubicar investigaciones sobre la desigualdad económica, mercados de trabajo, los efectos de la petrolización de la economía mexicana, las implicaciones sociales y económicas del cambio tecnológico, migraciones internas e internacionales, la pobreza y preocupaciones por el desarrollo en México a nivel nacional y con una perspectiva regional (por ejemplo, con especial interés en la frontera, en el sector rural y en el sureste del país). A los temas transversales se suman otros particulares a los centros, como partidos políticos, elecciones, cultura y religión en el CES, los estudios regionales sobre América del Norte, Europa y América Latina en el CEI, salud reproductiva, estudios de la familia, economía urbana y del transporte en el CEDDU. En el caso del CEE, desde esta década se observa una separación en dos aproximaciones a la investigación. Por un lado, se mantienen los estudios que analizan diversas dimensiones de la economía mexicana y, por el otro, se da una especialización entre los investigadores hacia los desarrollos teóricos y metodológicos. El CES también incursiona y toma como uno de sus ejes de publicación, vigente hasta el día de hoy, las técnicas y métodos de investigación en ciencias sociales, tanto cualitativos (ver, por ejemplo, Tarrés, 2001) como cuantitativos (véase el trabajo de Cortés y Rubalcava, 1984).

Además de la labor de investigación de cada uno de los centros, durante la década de los años ochenta se abrieron diversos programas de investigación que permitieron incorporar rápidamente diversas temáticas (ver cuadro 2). Destacan los programas sobre energía, ciencia y tecnología y los que tuvieron un énfasis regional, como el de Estados Unidos y el Programa de Estudios Fronterizos (coordinado por Jorge Bustamante y antecedente, primero, del Centro de Estudios Fronterizos y, después, de El Colegio de la Frontera Norte).

También en los años ochenta, y con un carácter pionero, se integran los temas de género con una aproximación interdisciplinaria, como lo muestra la fundación del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (PIEM) en 1983. Con la creación del PIEM se proyecta la investigación sobre participación femenina en la constitución de la ciudadanía, las políticas públicas hacia las mujeres, los estudios sobre violencia y trabajo femenino; se desarrollan también investigaciones de carácter sociológico que analizan las condiciones de las mujeres en el ámbito rural y de las mujeres indígenas. En 2018, el PIEM cambia de nombre a Programa Interdisciplinario de Estudios de Género; con ello capta un cambio metodológico en torno a los estudios de género y la ampliación de la agenda, que incluye temas de diversidad sexual y masculinidades.

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El tema ambiental aparece en la agenda desde la presidencia de Víctor Urquidi, quien reflexiona sobre la integración de las variables económicas y demográficas al modelo de desarrollo y, en particular, sobre los retos del crecimiento poblacional para el desarrollo sustentable (Alba, 2010a, 2010b; Giorguli, 2017). El tema ambiental es un buen ejemplo del dinamismo de la agenda de investigación durante los años ochenta y noventa. El liderazgo de Urquidi fue fundamental para destacar la importancia de estudios que, desde la perspectiva de las ciencias sociales, vincularon la variable ambiental con procesos sociales, económicos, políticos y culturales. La creación del Programa de Estudios Avanzados en Desarrollo Sustentable y Medio Ambiente en 1991 y el cambio del nombre del CEDDU para incorporar la dimensión ambiental a Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA) muestran el proceso de institucionalización de esta temática dentro de la agenda de El Colegio. Es, además, un tema presente también en investigaciones del CEI en cuanto al cambio climático, la discusión internacional en torno al mismo y la intervención de diferentes actores —como organismos multilaterales y gobiernos nacionales— en la definición de las agendas y las intenciones de políticas públicas.

Este siglo encuentra un espacio de investigación ya consolidado sobre la mayoría de las temáticas que han acompañado los proyectos y publicaciones de las últimas siete décadas. Algunas temáticas, como las implicaciones sociales y económicas del cambio tecnológico, no se continuaron, pero en otros casos la agenda se renovó para expandir e incorporar preocupaciones emergentes, como es el caso del comercio internacional en el CEI y el CEE. En 2010, con motivo del centenario del inicio de la Revolución Mexicana y el bicentenario del inicio de la guerra de independencia, se publica la colección Los Grandes Problemas de México. Coordinado por Jean-François Prud’homme y Manuel Ordorica, este esfuerzo editorial sintetiza, en 16 volúmenes y desde diferentes disciplinas, discusiones sobre temáticas inscritas en la tradición de investigación de El Colegio y de otras emergentes, como seguridad nacional y seguridad interna (ver cuadro 1). En estos últimos 10 años se han sumado temas como la desigualdad que, a través de la formación de la Red de Estudios sobre Desigualdades, ha incorporado nuevas dimensiones de la misma (como la ambiental y la vinculada con la dinámica migratoria) a las viejas desigualdades socioeconómicas y de género, ampliamente estudiadas desde los años setenta (El Colegio de México, 2018). Tanto en la colección de Los Grandes Problemas de México como en los trabajos de la Red de Estudios sobre Desigualdades, El Colegio mantiene su vocación original hacia el diálogo desde las miradas de diversas disciplinas de las ciencias sociales en torno a problemáticas específicas y relevantes para el contexto mexicano.

 

Una aproximación a la agenda de investigación reciente (1970-2019)

Otra forma de aproximación a la agenda de investigación es a través del análisis de las publicaciones de los profesores y de las tesis de doctorado. Las investigaciones de las tesis doctorales están vinculadas con la agenda de cada uno de los centros y son espacio para el desarrollo de nuevas temáticas y aproximaciones metodológicas. En tanto que el modelo de formación doctoral de El Colegio vincula investigación y docencia, su resultado refleja los diálogos disciplinarios en los diversos programas. De ahí la idea de hacer un ejercicio para identificar las áreas temáticas en las que se concentran las publicaciones de profesores y estudiantes de doctorado, así como los cambios en las últimas cinco décadas.

Las consideraciones que presenta este artículo provienen de dos bases de datos. Una contiene la producción académica, en la modalidad de libro, capítulo de libro y artículo, de los académicos de El Colegio en ciencias sociales. La otra base incluye las tesis de doctorado aprobadas en programas docentes de cuatro centros de estudio. La primera base de datos que se utilizó para este análisis incluye las publicaciones de 1970 a 2019, de profesores-investigadores adscritos a los cuatro centros de estudios de El Colegio de México: CEDUA, CEE, CEI y CES. La decisión de no incluir la producción previa a 1970 se explica por la dificultad que representa hacer una definición precisa de la adscripción exclusiva de los profesores a El Colegio: era usual que colaboraran al mismo tiempo en otras instituciones.

La base de publicaciones entre 1970 y 2019 de los profesores-investigadores adscritos a El Colegio identificó, en una primera selección, 8 928 textos.7 La base de datos está conformada por libros, artículos y capítulos de libro publicados bajo las convenciones propias de la producción académica que organizan, desde hace al menos cinco décadas, la publicación de este tipo de textos en México. No se introduce distinción por idioma o país de publicación, aunque se hace un ejercicio de separación en función de las décadas. Finalmente, es importante señalar que los textos elaborados en autoría única por profesores-investigadores que dejaron de laborar en El Colegio antes de 2019 no se encuentran en esta base. A pesar de que fue imposible eliminar por completo las imprecisiones, ello no impidió identificar los rasgos del conjunto de esa producción y formular algunas observaciones.

Después del proceso de depuración, los 8 148 textos finales fueron agrupados en 24 temas. Como se aprecia en la gráfica 1, el aumento progresivo de publicaciones es evidente. En la década de los años setenta se tienen registradas 340, en la de los ochenta 860, en los noventa 1 907, y sólo en las dos últimas décadas se observa una producción similar: 2 515 y 2 526 publicaciones, respectivamente. En el periodo analizado, la producción de libros y de capítulos de libros aumenta en casi 10 veces (de 45 a 414 y de 114 a 1 137, respectivamente). Los artículos publicados tienen un aumento importante (en 5.4 veces) pero menor al de los otros tipos de publicaciones. Resaltan además las diferencias disciplinarias en cuanto a las salidas de las investigaciones en productos editoriales; por ejemplo, en 2010 el CEDUA y el CES publicaron principalmente capítulos de libro (478, que representaron 50% de sus publicaciones para el primero, y 341, que representaron 48% para el segundo) y el CEE, artículos (178, 56% del total de publicaciones). Por su parte, el CEI fue el centro con mayor peso relativo de los libros en ese mismo año (133, que representaron 24%).

En cuanto a las tendencias en las últimas tres décadas, la base de datos deja ver que en términos absolutos hay un casi estancamiento en el número de artículos publicados (927 en los noventa, 1 034 entre 2000 y 2009 y 975 en la última década), lo que indica una distancia respecto de la tendencia en la producción científica en América Latina y en general (unesco, 2015). No se aprecia un efecto claro de la diversificación de revistas científicas ni de la supuesta preponderancia de esta modalidad de publicación como la mejor valorada en los comités de evaluación que certifican la progresión de los investigadores en sus carreras profesionales, como el Sistema Nacional de Investigadores.

En relación con los temas de investigación de la clasificación considerada para este ejercicio, el que concentra el mayor número de publicaciones en el acumulado histórico es el de gobierno y gobernanza (923, que representa el 11.3%). El cuadro 3 muestra que se trata de una producción relativamente constante, en términos absolutos desde 1990; se concentra en los centros de estudios internacionales y sociológicos. La política internacional tiene el segundo mayor número de publicaciones (698); son trabajos elaborados en 90% por investigadores del CEI (627). El cuadro 3 también refleja los cambios en los intereses de investigación. Por ejemplo, muestra un decremento en el número de los trabajos sobre migración interna durante los años noventa y la primera década de este siglo; al mismo tiempo, sugiere que la migración internacional se posiciona como un tema relevante en el mismo periodo. Las publicaciones sobre medio ambiente crecen notablemente con el cambio de siglo y, a pesar de la predominancia del CEDUA, también provienen de otros centros, como el CEE y el CEI. Las publicaciones en torno a la dinámica económica son constantes en el periodo y, aunque principalmente de autoría de profesores del CEE, aparece como un tema en todos los centros de estudio en todas las décadas. Lo mismo sucede con los temas de pobreza y desigualdad, constantes entre las publicaciones
de los cuatro centros.

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La constancia en ciertas líneas de investigación, como lo muestran las publicaciones sobre sistema político-electoral y partidos políticos, o sobre teorías y metodologías en las ciencias sociales, habla de la consolidación de líneas de investigación a lo largo del periodo analizado, temáticas que trascienden aspectos coyunturales. Aun así, el surgimiento de ciertos temas novedosos, como el de salud reproductiva en los años noventa y hasta 2009, y el de seguridad y violencia a partir de la última década, da cuenta de una cierta flexibilidad y respuesta de la agenda de investigación a temas que se comparten con ámbitos de discusión académicos nacionales e internacionales.

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El caso de las publicaciones sobre género representa un buen ejemplo de la integración de nuevas temáticas, de cambios institucionales para fortalecer su desarrollo, y de investigaciones específicas. El crecimiento y la consolidación en el número de publicaciones en este campo se dan a partir de los años noventa, es decir, en la década siguiente a la creación del PIEM. En términos absolutos, de 17 publicaciones en la década de los ochenta se pasa a 95 en los noventa; es decir, la producción editorial sobre género crece 5.5 veces. En términos disciplinarios, destaca que las publicaciones sobre género se concentran en dos centros: el CES y el CEDUA. En la historia del PIEM, el mayor intercambio y participación de profesores se dio entre ambos centros, en especial durante los años noventa y en sinergia con el crecimiento en las investigaciones sobre salud sexual y reproductiva. Nótese que este último tema habría de perder relevancia en la última década de nuestro análisis.

Además de la frecuencia de temas en las publicaciones académicas, uno de los elementos que interesaron en nuestra revisión fue la permeabilidad de la agenda de investigación con respecto a los temas que atraían la atención también de los medios de comunicación, es decir, los temas de coyuntura. La idea fue cuestionar en qué medida la agenda de investigación en ciencias sociales podría ser tomada como rastro o reflejo de los problemas sociales más sentidos o mediatizados. Sin llevar a cabo un ejercicio sistemático para enfrentar esta agenda con lo que sería el rastro de una agenda legislativa o mediática, la revisión de nuestra base de datos permitió identificar la coincidencia temporal entre la llamada reforma electoral de los años noventa y la alternancia en el ejecutivo federal de 2000 con un incremento en las publicaciones académicas relacionadas con esos temas. En efecto, 636 trabajos se ocupan del estudio del sistema político electoral y de partidos, pero la mayor parte de esa producción se da a partir de 1990, fecha hasta la que sólo se habían publicado 79 textos. Por otro lado, estos son temas que han interesado principalmente a investigadores de los centros de estudios internacionales y sociológicos (625).

El reciente y creciente interés en temas actuales se aprecia en líneas de investigación como las relacionadas con la cuestión de la seguridad. El 47% de los 143 trabajos en seguridad y violencia se publicaron en los últimos 10 años, en tanto que hasta 1990 sólo se habían publicado 15 trabajos sobre el tema. Algo similar se observa en el tema de migración internacional: de los 397 trabajos identificados, 74% se publicaron en este siglo. Lo anterior no permite concluir, sin embargo, que a partir de los años noventa haya una mayor permeabilidad de la agenda de investigación con respecto a la agenda coyuntural. Aun si se contara con datos confiables de la frecuencia y la intensidad de la aparición de esos temas, elecciones o violencia, sería difícil sostener que semejante correlación no habría existido en otras épocas, con respecto a la urbanización irregular o la migración campo-ciudad.8

La segunda base de datos está conformada por las 358 tesis de doctorado aprobadas en los cinco programas docentes que están adscritos a los cuatro centros de estudio mencionados (cuadro 4). Se trata de los doctorados en Relaciones Internacionales (del cual egresó una sola generación), en Estudios Sociológicos, en Estudios de Población, en Economía y en Estudios Urbanos y Ambientales. Para el caso, las tesis fueron divididas en los mismos 24 temas que el resto de las publicaciones. Nótese que la creación de los programas de doctorado coincide con la formación de los centros de estudio correspondientes en el caso de Relaciones Internacionales y Sociología. En contraste, los programas de doctorado en Economía, en Estudios de Población y en Estudios Urbanos y Ambientales se establecen décadas después de la creación de los centros, cuando ya había agendas y cuerpos de investigación consolidados en torno a los temas y las disciplinas correspondientes. En consecuencia, en los años sesenta sólo se tiene registro de dos tesis (las dos del doctorado en Relaciones Internacionales, mencionadas en la nota al pie 3), dos más de Sociología en los setenta y nueve en los ochenta. Es a partir de la década de los noventa, pero especialmente entre 2010 y 2019, que aumenta notablemente el número de tesis doctorales (63 en los noventa, 84 en la primera década de este siglo y 198 en los últimos 10 años).

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Resalta que las investigaciones doctorales no necesariamente coinciden con las investigaciones publicadas por parte de los profesores en cuanto a peso relativo por tema. Según muestra el cuadro 5, dos constantes se identifican en las tesis: los temas relativos al trabajo son el objeto de investigación al que más tesis están dedicadas en cada una de las últimas tres décadas. Del total de las tesis, 12% se refieren a este tema. Por su parte, el segundo más frecuente es el de la migración internacional, tema que ha dado lugar a tesis desde los años noventa y que presenta un incremento considerable en el tiempo, especialmente en la última década, en la que se aprobaron 18 de las 28 tesis que se ocupan de este tema. El estudio de los movimientos sociales es también una temática constante en las investigaciones para elaborar tesis doctorales desde los años ochenta; suma 24 tesis, al igual que las vinculadas con temas de género.

Este comportamiento puede ser explicado por la mayor permeabilidad a los temas de coyuntura en las investigaciones doctorales, como también lo sugiere la aparición reciente de tesis sobre seguridad y violencia. Estos temas aparecen sólo hasta las dos últimas décadas, pero mantienen un crecimiento del 100% en la última década con respecto a la anterior. El crecimiento en temas sobre salud puede obedecer al carácter coyuntural de problemas asociados con los mismos y se explica, en parte, por la renovación de la agenda de investigación en el profesorado del programa de doctorado en Estudios de Población, aunque también aparece en tesis del doctorado en Economía y en Sociología. Otros temas que, habiendo dado lugar a un número de tesis más modesto, presentan cierta estabilidad son educación, sistema político electoral y partidos.

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Para concluir, es difícil establecer a partir de esta información si en El Colegio se emprendió un proyecto colectivo basado en una reflexión particular; es decir si más allá de los cambios propios en una agenda de investigación de geografía variable, se puede identificar un tema, una preocupación intelectual que funja como vector del trabajo llevado a cabo a largo de 80 años. Sí existió un proyecto general de investigación en los momentos en que fue creado el Centro de Estudios Sociales en los años cuarenta. Adicionalmente, con la apertura de los otros centros de estudio, esos proyectos rápidamente fueron marcados por la agregación de temas y enfoques relacionados con el reclutamiento de recursos humanos. Tanto en las publicaciones como en las tesis, se aprecia que muchos temas se han sumado a esta agenda, dándole una orientación propia pero de la que es difícil establecer una orientación clara respecto a temas o metodologías. Respecto a estas últimas, la producción académica ha sido esporádica pero determinante. Se trata de textos que han sido influyentes en la enseñanza y la práctica de la investigación. Algunos se han interesado por la explicación y la discusión de la arquitectura conceptual de las teorías sociológicas y por la discusión epistemológica. Los libros de Jorge Padua (1979), María Luisa Tarrés (2001) y Francisco Zapata (2005) representan una contribución importante en este terreno, como lo es también, aunque en un plano menos teórico, pero igualmente pertinente para el desarrollo de la investigación en ciencias sociales, el manual de Ario Garza Mercado (1966).

Los factores que explican los cambios en la agenda de investigación que es posible vislumbrar en esta revisión son varios. Como se ha mencionado, al elemento subjetivo que consiste en que la trayectoria académica de cada investigador, el lugar de su formación, su pertenencia a grupos de investigación, explicarían en cierta forma la inclusión de algunos temas y enfoques, se puede sumar el factor relacionado con lo que hemos llamado permeabilidad de la agenda al contexto político y social. La selección de temas no aparece espontáneamente en las listas de preocupaciones de los grupos de investigación, sino que se deriva de la condición que tienen los investigadores como ciudadanos ordinarios y de lo que creen entender, como lo apunta Jean Leca (1997), de la “sociedad real”, de lo que perciben en el seno de su historia o del mundo actual. La investigación de ciencias sociales en El Colegio seguramente tampoco ha sido ajena a los debates internos en cada disciplina, ni al propósito expresado en la primera edición de La división del trabajo de Émile Durkheim respecto a que las investigaciones no merecerían la pena si tuvieran que tener sólo un interés especulativo. Esos resortes funcionan, en no pocas ocasiones, como un motor incontrovertible de definición de objetos de estudio y de transformación en los modos de hacerlo.

Dejando de lado toda pretensión de exhaustividad, una revisión a la producción académica desde El Colegio en el estudio de la acción gubernamental permite profundizar en algunas de estas consideraciones.

 

Gobierno y políticas públicas en la investigación de El Colegio

El estudio de la acción gubernamental ha adoptado diferentes formas en El Colegio de México. No se trata, en la mayoría de los casos, de la movilización de un enfoque del estudio de las políticas públicas (Mény y Thoenig, 1992; Parsons, 2007; Méndez y Dussauge, 2020), sino de otros aparatos conceptuales, muchas veces asociados con temas y enfoques propios de los estudios sociológicos o de la ciencia política más tradicional. Eso no significa que estos estudios no puedan ser considerados como eslabones, en algunos casos clave, en la construcción progresiva de un campo de estudios mexicanos de las políticas que hoy experimenta una suerte de atomización como estudios más próximos al enfoque (Pardo, 2004; Cabrero, 2005; Méndez, 2010).

En la revisión de la que se da cuenta a continuación se omiten trabajos que, aunque analizan la acción del Estado en materias como la política exterior, al hacerlo no movilizan el esquema conceptual del estudio de las políticas, sino esquemas relacionados con problemáticas e interrogantes propias del saber específico de las relaciones internacionales. Se trata, sin embargo, de un campo de estudio ampliamente desarrollado tanto en el número de obras y tesis como en la variedad y profundidad de temas, que principalmente desde el CEI, pero también desde el CEAA, han mantenido la especificidad de esta área del conocimiento en El Colegio. Trabajos como el pionero Alcance y límites de la política exterior de México, de Mario Ojeda (1976), abrieron esta área que, sin abandonar discusiones arraigadas por el orden mundial de la posguerra, ha sabido integrar problemáticas de ese orden mundial con las emergentes en el presente siglo, como lo hace Humberto Garza Elizondo en Fundamentos y prioridades de la política exterior de México (1986), o México en un mundo unipolar y diverso (2007) y Temas de política exterior (2008), coordinados por Ana Covarrubias Velasco.

Con Instrumentos de política científica y tecnológica en México, Alejandro Nadal (1977) ampliaba, en perspectiva y en temática, el análisis de la acción gubernamental. Eran los años setenta, momento en el que el gobierno federal no dejaba de ampliar los márgenes de su intervención y las ciencias sociales se las arreglaban para documentar e informar la acción pública. Más adelante, a principio de los ochenta, Nelson Minello propone un análisis de las vicisitudes y contradicciones de la política industrial de producción de acero. En esa aproximación, se examina la política pero también el campo de acción en el que está inmersa: intereses privados nacionales y extranjeros, las instituciones de crédito y en fin, el elemento estrictamente político que enmarca y anima esta intervención estatal en forma de política industrial. En esta línea, un tema planteado tempranamente por el libro Cuestiones industriales de México, coordinado en 1945 por Carlos Quintana para la colección Jornadas, es retomado por Gustavo Garza, quien presenta y analiza otra intervención pública en el sector industrial que constituye también una política en sí: la desconcentración. En Desconcentración, tecnología y localización industrial. Los parques y ciudades industriales 1953-1988, Garza (1992) se interesa en el estudio de dichos parques y ciudades industriales; para llevar a cabo un análisis sistemático de los mismos, plantea una metodología que le permite caracterizarlos y evaluarlos en tanto instrumento de política industrial y de desarrollo regional.

El estudio del Estado en acción ha sido también tema de numerosos trabajos desde la economía. Ejemplos como Las reformas estructurales en México, obra colectiva coordinada en 2010 por Alfonso Mercado y José A. Romero, se suman a trabajos en la línea de Víctor Urquidi y otros esfuerzos como lo fue el estudio del federalismo fiscal a finales de los años noventa (Sempere y Sobarzo, 1998), emprendidos principalmente en el CEE y que se han ocupado de lo que hace el gobierno en materia económica.

La esfera de los estudios sobre la acción del gobierno ha ido de los tradicionales estudios de la política económica a ámbitos emergentes más específicos. En Políticas públicas y la experiencia de ser hombre. Paternidad, espacios laborales, salud y educación, coordinado por Juan Guillermo Figueroa (2014), se analizan las identidades masculinas y la manera en que están reflejadas en algunas políticas de los ámbitos laboral, de la salud y de la educación. En un análisis cercano, los dos tomos del trabajo coordinado por Susana Lerner, Familias en el siglo XXI: realidades diversas y políticas públicas (2010), cuestionan la manera en que prevalece, en leyes y políticas, una representación única de la familia que no corresponde a los arreglos que ésta adopta en la realidad.

El interés por la población también se ha dirigido a aspectos metodológicos. Al analizar las proyecciones de población, Víctor M. García (2014) se plantea destacar el papel que ese instrumento desempeña en la dimensión prospectiva de toda política; analiza el surgimiento y la utilización de las proyecciones demográficas en la planeación nacional, interrogando en todo momento los aspectos metodológicos, es decir, relativos al cálculo.

La primera mitad de la última década fue un momento en el que se activó el interés por el análisis de la acción gubernamental por parte de investigadores que se habían ocupado en documentar problemas sociales y en hacer evidentes las relaciones causales entre éstos y diversas condiciones y fenómenos sociales. En 2014 también fue publicado Gobierno, territorio y población: las políticas públicas en la mira (Giorguli y Ugalde, 2014), libro en el que investigadores del CEDUA exploraron motivos, instrumentos y efectos de la acción pública en áreas como la dinámica demográfica, la migración, los mercados de trabajo, la familia, la ciudad, el medio ambiente y el desarrollo urbano. Esa obra representa de alguna forma un rasgo en los estudios de la acción del gobierno de los que busca dar cuenta este artículo: muchos de los trabajos que los investigadores de El Colegio han realizado durante décadas se han interesado en rastrear, identificar, caracterizar y hacer comprensible lo que el gobierno hace o deja de hacer ante problemas como esos. Ese libro pretendió evidenciar que si bien habían sido numero sos los trabajos abocados a estudiar ese aspecto de la acción gubernamental, los mismos no se asumen como parte del esfuerzo de las ciencias sociales por presentar y explicar el funcionamiento de las políticas gubernamentales.

Tratando de identificar qué hacen los gobiernos de tres grandes ciudades de América del Norte para enfrentar el reto de ser internacionalmente competitivas, Gustavo Garza y sus colegas Pierre Filion y Gary Sands (2003) articulan, en el marco del Programa Interinstitucional de Estudios sobre la Región de América del Norte (PIERAN), un estudio de política urbana comparada, que si bien prescinde de una metodología propia al estudio de las políticas públicas, moviliza objetivos y metodologías para dar respuesta a un grupo de interrogantes que permiten esbozar una idea del transporte y las vialidades sobre la gestión y la planeación urbana y sobre las estructuras gubernamentales que, más o menos fragmentadas, se hacen cargo de los problemas de las ciudades. El propósito de comparar gobiernos urbanos y sus acciones es también el eje de los trabajos sobre Ciudad de México y Buenos Aires que coordinan en un volumen Martha Schteingart y Pedro Pírez (2015). El estudio de las políticas de vivienda y del principal actor en ésta, el Infonavit, ha sido por su parte, objeto de análisis de dos trabajos (Schteingart y Graizbord, 1998; Pardo y Velasco, 2006) que presentan aproximaciones sistemáticas a esta institución, así como a sus acciones.

En Políticas culturales y educativas del estado mexicano, 1977-1997 (2003), Bernardo Mabire emprende un acercamiento a estas políticas no formulado a partir del enfoque de políticas públicas, e incluso con apariencia de intuitivo, pero en el que se plantean y se responden preguntas axiales de ese tipo de análisis (Hassenteufel, 2008; Lascoumes y Le Galès, 2014). El trabajo documenta aquello que anima la creación de esas políticas, los instrumentos y medios de los que se valen, y se pregunta por sus productos y resultados. El libro hace un balance de 30 años de políticas articulando una reflexión que tampoco es ajena a los estudios tradicionales de política pública, que ponen en el centro de interés la relación entre lo político (polity) y las políticas (policies).

La adopción de preguntas propias del análisis de políticas públicas en estudios elaborados en El Colegio parece haber sido discreta y lenta. Al principio respondió a una necesidad poco sentida de complementar el estudio de la administración pública. Hoy parece un proceso progresivo e irreversible. En efecto, el estudio de las políticas no podía darse sin estar relacionado con trabajos sobre uno de los actores centrales de las políticas, la administración. En 1991, María del Carmen Pardo publica la primera edición de un estudio sobre los cambios que, animados por un objetivo de modernización, se observan en la administración pública federal de México. La tensión “subordinación-autonomía”, que caracteriza la relación que lleva la administración con la política, está en el fondo de ese repaso por los cambios del aparato burocrático. En otro trabajo, la misma autora (Pardo, 1999) y un grupo de investigadores analizan la manera en que fue operado, en el ámbito de los gobiernos estatales, el denominado Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica de 1992. Se trata del resultado de una investigación sobre los efectos de esa medida en la calidad y equidad de los servicios educativos que, de paso, da lugar a un estudio sobre algunos aspectos del diseño y la operación, o implementación, de una política por la que se indujeron algunos cambios en el equilibrio entre el gobierno federal y los gobiernos de los estados. El trabajo da cuenta de una política de descentralización que no se limita a dibujar el proceso desde el centro, en un enfoque top down, sino que presta especial interés al proceso de reconfiguración de actores desde la periferia, tomando en cuenta todas las voces y movilizando, en cierta forma, también un enfoque bottom up. El cambio de funciones de la secretaría federal, de dinámicas de interlocución con el sindicato y la nueva redistribución de funciones y la aparición de actores relevantes, modifica así un arreglo que en ese momento era visto como obstáculo a la innovación.

En este mismo proceso de adopción del tema de las políticas, el libro Lecturas básicas de administración y políticas públicas, coordinado por José Luis Méndez (2000), da cuenta de esa naturalización del estudio de políticas en el espacio del estudio de la administración pública entonces ya internalizado en El Colegio. Esta obra ofrece un grupo de trabajos publicados en otros espacios, que discuten diversos aspectos de la administración pública mexicana y en los que además es analizado el tema de las políticas públicas como disciplina. Se trata de una discusión que, en cierta forma, es prolongada por De la administración pública a la gobernanza, libro coordinado por María del Carmen Pardo (2004) que, como el volumen anterior, agrupa trabajos que, al acompañar a la licenciatura en Ciencia Política y Administración Pública, creada en 1984 en El Colegio de México, ofrecen reflexiones, esta vez más teóricas, sobre el largo camino de los estudios de la administración y sus tendencias actuales, así como un par de textos destacables sobre el enfoque de las políticas públicas.

Más adelante, Políticas públicas, coordinado por José Luis Méndez en la colección Los Grandes Problemas de México, aparecida en 2010, fue la ocasión para reunir a un grupo de especialistas de la comunidad de El Colegio para analizar la naturaleza del Estado mexicano a inicios del siglo XXI, especialmente en cuanto a su capacidad para proveer bienes públicos por medio de políticas. Los trabajos analizan temas como las capacidades para la planeación, la administración pública, la organización de las elecciones, la evaluación, el servicio profesional de carrera, el combate a la corrupción, la transparencia y el acceso a la información, la política petrolera y la política de salud y de seguridad social. Si bien no se trata de trabajos que adopten un enfoque de análisis de políticas, se adhieren a una postura analítica en la que examinan la relación entre lo político y las políticas, para dar cuenta de las transformaciones del Estado mexicano contemporáneo.

El libro Análisis de políticas públicas. Teoría y casos, de Méndez (2015), presenta la compilación de una serie de estudios, tanto teóricos como empíricos, consagrados al tema. Se trata de análisis de políticas concretas en México, como la industrial o la de vivienda, así como reflexiones sobre el enfoque mismo. Esta es también la tónica del trabajo publicado por Méndez y Dussauge (2020), en el que se proponen textos consagrados específicamente a la disciplina, su origen y desarrollo, y con el que parece confirmarse su arraigo en la enseñanza y en la investigación de temas sobre gobierno.

De manera simultánea al proceso de inclusión del enfoque de las políticas públicas en la enseñanza relacionada con la administración y la política dentro del cei, en ese y otros centros de estudio se fue desarrollando el análisis de políticas específicas. Ese fue el caso del estudio de las políticas ambientales. Se trata del creciente interés por estos temas entre investigadores del CEDUA, pero no únicamente, como lo testimonia ¿Cómo gobernar la contaminación en México? Alternativas de política pública ambiental, coordinado por Laura Flamand y Leonora Rojas-Bracho (2014), en el cual los autores ejecutan un análisis de política de diferentes actividades generadoras de contaminación. Lo hacen movilizando el marco de análisis propuesto en “El camino de los ocho pasos” para el análisis de políticas públicas de Eugene Bardach, editado en español por el CIDE en 2001. Se trata de seis estudios sobre problemas concretos de contaminación y las respuestas reales y deseables para hacerles frente. El libro constituye —y así se presentaba— un trabajo de la disciplina del análisis de políticas, que al mismo tiempo tiene un carácter pedagógico, por la aplicación de un esquema de análisis a seis casos concretos de intervención gubernamental.

En el CEDUA, los trabajos sobre diversas políticas ambientales no dejan de sumar temas concretos en esa problemática. Uno de los más influyentes fue el estudio de la política del aire en el Valle de México, en el que, a partir de un enfoque cognitivista, José Luis Lezama de la Torre analizó el proceso de construcción del problema público y su tránsito a convertirse en un tema de política. Plantea la idea de una construcción ideológica y política de lo ambiental que permitirá marcar la distancia entre la existencia objetiva y la existencia política de los problemas relacionados con la contaminación del aire. Este proceso de construcción social y política, pero en especial la pluralidad con la que se presenta, marcando diferencias entre las percepciones de los expertos y las de la gente ordinaria, fue más adelante el tema de estudio en La construcción social y política del medio ambiente (2004).

También en el CEDUA y desde un enfoque explícitamente relacionado al análisis de políticas públicas, Vicente Ugalde (2008) emprende una revisión del proceso por el que se configura la categoría de residuo peligroso en tanto ámbito de intervención pública. De la mano de ese enfoque, pero con énfasis en el uso del derecho como vehículo enunciativo y rastro de la política pública, el trabajo hace también un repaso de las estructuras administrativas, los destinatarios y, en especial, los instrumentos y la forma en que estos determinan la suerte de las políticas. Si este trabajo constituye una inmersión en el estudio de la construcción de problemas públicos, en la segunda parte esboza también elementos para el estudio de la implementación de esa política. Así, se ubica en la línea de estudios concretos sobre experiencias de implementación de políticas ambientales que antes marcó el trabajo de Martha Schteingart y Clara Salazar (2005), Expansión urbana, sociedad y medio ambiente, en el que a partir del estudio empírico sobre las prácticas concretas de los agentes del gobierno local en el sur de la Ciudad de México, se da cuenta de las tensiones que se generan por la aplicación de una política que busca preservar el suelo de conservación
de las prácticas relacionadas con la expansión urbana.

Recientemente, el estudio de políticas relacionadas con el medio ambiente ha movilizado enfoques aún más amplios. La política del agua en México de Judith Domínguez Serrano (2019), moviliza un enfoque centrado en la creación y la evolución de instituciones jurídicas y gubernamentales. Otros estudios, como Política energética y sustentabilidad, de Lezama de la Torre, se basan en un enfoque de políticas comparadas, mientras que para el análisis del programa de pago por servicios ambientales hidrológicos, María Perevochtchikova y sus colegas echan mano de diversos enfoques disciplinarios y se interesan en distintas dimensiones como el contenido del programa, pero también los efectos en el suelo de conservación y en la vida de los beneficiarios. En fin, en Desarrollo urbano-ambiental y movilidad en la Ciudad de México: evolución histórica, cambios recientes y políticas públicas, Martha Schteingart y Valentín Ibarra (2016) movilizan múltiples interrogantes y enfoques para trazar la relación de doble determinación entre políticas como la del transporte y la estructuración del espacio urbano.

 

Consideraciones

Con la salvedad de algunos textos comparativos, la circunscripción nacional de la producción en los estudios de gobierno es clara, en especial si atendemos al objeto que analizan los textos. El recurso de un enfoque comparativo está presente en trabajos elaborados en El Colegio de los que no se da cuenta aquí, pero que corresponden más a un tema de política y específicamente de estudios internacionales, que a estudios de las políticas públicas y las administraciones. En la mayor parte de los casos, son las políticas nacionales de las que se han ocupado los estudios elaborados por miembros de la comunidad académica de El Colegio. Sin embargo, esa observación sólo autoriza a no descartar la idea a propósito del arraigo nacional de los estudios de políticas.

Para conocer un poco sobre el arraigo nacional de la producción académica en ciencias sociales, y entonces de estas disciplinas, y sobre su real o presunta inclinación autorreferencial, hubiera sido útil profundizar en la frecuencia y permanencia de la presencia de temas del país como objeto de sus publicaciones. También hubiera sido útil analizar la proveniencia, es decir, el lugar en el que están adscritos y en el que se formaron los autores que publican en las principales revistas en ciencias sociales de México, o de El Colegio. Asimismo, la adscripción y el sitio de formación de los árbitros.

No es fácil identificar en un ejercicio aproximativo, como lo ha sido el que presenta este artículo, la distancia de la producción en ciencias sociales con corrientes o campos específicos de las querellas que durante estas cinco décadas han atravesado varias de las disciplinas que aquí se analizan. Aunque la forma en la que se plantean las investigaciones hace pensar que los estudios críticos no encontraron una puerta cerrada en El Colegio, esto no parece haberse convertido en una orientación generalizada en ese sentido. Tampoco se identifican trabajos que se autodefinen como propios de la teoría crítica ni como desmitificadores de la neutralidad axiológica de los saberes sobre la sociedad. Más bien, aparece como una regularidad la idea según la cual las ciencias de lo social se pretenden descriptivas o explicativas.

 

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