Universidad Nacional Autónoma de México • Instituto de Investigaciones Sociales

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A lo largo de los 80 años de vida de la Revista Mexicana de Sociología, ha habido muchas personas involucradas, con un cargo formal o a partir de un compromiso informal, en el buen cauce de su publicación. En sus inicios y por largo tiempo el responsable fue el jefe de un pequeño Departamento de Publicaciones que se fue ampliando con el transcurso de los años.

Los jefes de Publicaciones siempre contaron con un valioso apoyo en el complejo proceso que implica la elaboración y publicación de la RMS, salvo en sus primeros años, en los que Óscar Uribe Villegas se hizo cargo de prácticamente todo el trabajo.

No tuve gestión alguna en la Revista Mexicana de Sociología, aunque fungí informalmente como editor auxiliar durante la dirección de Lucio Mendieta y Núñez, si bien frecuentemente yo fui quien eligió artículos para publicar o promoví otros, y di la mayor diversidad posible a la sección bibliográfica a mi cargo. También es verdad que, aun sin que se reconociera explícitamente este hecho, seguí cumpliendo esas funciones de editor auxiliar durante el primer año (1966) de la gestión del maestro Pablo González Casanova en la dirección del Instituto de Investigaciones Sociales.

 

Respecto de esta última gestión no oficializada, ya se explicitó cuál fue más o menos el esquema de trabajo que yo propuse al editor de la Revista y que él aceptó y dejó que se pusiera en práctica hasta el momento en que yo solicité que aceptaran mi retiro de las labores editoriales, ya que el cuidado de éstas interfería con mi desempeño primario e ineludible como investigador, pues ni el Instituto puede ser una editorial nutrida por investigadores más o menos somnolientos, ni los miembros del Instituto pueden canalizar primariamente sus esfuerzos en términos de publicar o perecer, que es lo que está propiciando la excelencia académica copiada del pedestre escalafoncito de los maestros de primaria de antaño, que recibían tantos más puntos por un poema o un discurso en el Día de la Bandera (Óscar Uribe Villegas, 16 de marzo de 1995).

En la etapa en que Sergio Zermeño, Aurora Loyo y Carlos Martínez Assad se encargaron de la Revista contaron con el apoyo de Juan Carvajal; Margarita Camarena contó con la ayuda de Angélica Nava para organizar los rudimentarios procesos de edición, propios de la década de los ochenta. A Sara Gordon y Sara Lara las asistió Edith Quijano en la tarea de poner en orden todos los insumos académicos, y a Natividad Gutiérrez la apoyaron Rocío Saucedo y Renata Aldaz.

La primera editora asistente propiamente dicha fue Rosalba Carrillo Fuentes, quien ingresó al IIS en 2008, donde permanecería hasta 2017. Un par de años antes de su salida su cargo sería el de editora académica.

Si bien mi experiencia editorial previa era vasta, la edición de la Revista representó adquirir múltiples herramientas para utilizarlas en diversos ámbitos: desde las relaciones interpersonales con compañeros de trabajo para coordinar las tareas, con directores, autores, dictaminadores, miembros del comité editorial y del consejo asesor internacional, y pericia para perfeccionar mi desempeño en un proceso sumamente estructurado, como la dictaminación, la conformación y la edición de los números de una revista científica.

 

Desde mi llegada al IIS, asistí, primero, a conocer con detalle el estricto proceso de evaluación por pares y a doble ciego (de libros y Revista) y la organización en torno a los trabajos tanto del comité editorial de la RMS como del consejo editorial; luego, a conocer e impulsar la impostergable transformación de la Revista al ámbito de lo digital y las implicaciones (Rosalba Carrillo Fuentes (RCF), 15 de noviembre de 2018).

En sus nueve años en la Revista Mexicana de Sociología, Carrillo Fuentes trabajó con cuatro directores.

En su momento tuve la conciencia, y ahora, al mirar en retrospectiva, me siento muy afortunada de haber trabajado de manera imparable, seria y profesional con el doctor Francisco Valdés, el doctor Hira de Gortari, la doctora Matilde Luna y la doctora Yolanda Meyenberg. Cada uno imprimió su sello y me enseñó que siempre existe una mejor forma de hacer las cosas. Con todos ellos trabajé con mucho rigor. Cada uno de ellos llevó con gran seriedad la gestión de la Revista y asumió plenamente la gran responsabilidad de editar la RMS, la estrella del IIS, como se suele decir (RCF, 2018)

Ella hace un reconocimiento especial al primer director de la Revista, el doctor Óscar Uribe Villegas.

Mención especial quiero hacer sobre el maestro y excelente individuo, don Óscar Uribe Villegas, investigador del IIS y muchos años editor de la RMS durante los cincuenta-sesenta. Tuve la oportunidad de tratarlo personalmente y de conocer innumerables anécdotas sobre cómo editaba la Revista: “Yo me ponía los artículos en las rodillas, y así los iba leyendo, uno tras otro”, me decía. Y siempre fue tajante en relación con los dictámenes, que no existían propiamente en su época. Una vez aceptó hacer un dictamen. “Porque usted me lo pide, Rosalba, por eso lo hago” (RCF, 2018).

Una de las tareas en las que los editores asistentes se encuentran más involucrados es en la organización de las diferentes etapas del proceso de dictaminación:

El principal validador de una publicación científica es la dictaminación de pares. El trabajo de la RMS en torno de la dictaminación de los artículos siempre fue riguroso y respetado por los directores tanto del IIS como de la Revista y por los miembros del comité editorial. A mi llegada se recibían artículos por correo electrónico y aún por correspondencia postal. En poco tiempo, dada la escalada vertiginosa hacia lo digital y lo electrónico, los artículos dejaron de solicitarse impresos por correo postal y se recibieron cada vez más a través del gestor editorial.

 

A la llegada de cada texto, tras una revisión técnica, siempre se verificó que se ciñera a las normas editoriales; de lo contrario, se solicitó al autor el cumplimiento de las mismas. Los artículos se agrupaban en tandas trimestrales para asignarse en versión anónima a los miembros del comité editorial (siempre conformado por investigadores de reconocido nivel académico tanto del IIS como de instituciones fuera y dentro de la UNAM), a quienes se solicitó por escrito un predictamen, que se exponía en las juntas del comité y se discutía entre todos los miembros del mismo.

 

En conjunto, el comité siempre decidió por la pertinencia de enviar a dictaminar o no un artículo. En cada junta el comité invariablemente propuso nombres de posibles dictaminadores. De esa lista, se enviaban invitaciones a dictaminar de dos en dos, que a veces podían llegar hasta 11 sin conseguir que un dictaminador aceptara realizar la evaluación. Una vez obtenidos dos dictámenes, siempre que no fueran contrarios en su evaluación, se enviaban al autor con la autorización del director y la debida formalidad (RCF, 2018).

En estrecho vínculo con las tareas de dictaminación está el trabajo del comité editorial, ya que éste constituye el primer filtro en el proceso que describió Carrillo Fuentes.

Durante mi labor en la RMS se perfeccionaron las labores del comité editorial, cuyo trabajo se hizo más participativo, colaborativo y riguroso en cuanto a la revisión de los artículos y la exposición de los predictámenes, además de enriquecerse la discusión durante las sesiones. Como presidentes del comité editorial, en su momento tanto la doctora Casas como el doctor Perló se ocuparon de imprimir a las reuniones del comité rigor y dinamismo. Éstas siempre tuvieron un alto nivel académico e intelectual. Como editora, organicé y asistí ininterrumpidamente durante nueve años a reuniones de comité que para mí, además del trabajo para la Revista, representaron las más exquisitas sesiones, las mejores cátedras que no recibí en la Facultad, y siempre lo expresé al comité, que representaba para mí un grupo tal de intelligentsia.

 

Dentro de su estructurada conformación, el comité siempre respondió puntualmente a la dinámica y a la carga de trabajo. Conforme se avanzaba en la transición a lo digital, aumentó considerablemente la cantidad de artículos que se sometían al comité. Las discusiones durante las reuniones siempre se realizaron con el máximo profesionalismo, respeto y cordialidad.

 

Agradezco el excelente trato recibido siempre por parte del comité editorial y su compromiso y gusto por la RMS. Menciono a los miembros del comité que conocí y con quienes tuve la satisfacción de colaborar, entre ellos: Martín Puchet, Marina Ariza, Carlos Alba, Ilán Bizberg, Carla Pederzini, Helena Varela, Hugo José Suárez, José Manuel Valenzuela, Fernando González (RCF, 2018).

En cuanto a su contacto con el consejo asesor internacional, comenta:

Otra de mis funciones fue contactar a los miembros del consejo asesor internacional, quienes número tras número recibieron puntualmente el ejemplar recién impreso. Con todos ellos tuve correspondencia, y siempre fueron atentos y propositivos. Tuve la fortuna de conocer en persona a Alan Knight y a Geoffrey Pleyers, aprovechando sus visitas a México, y de tener trato un poco más directo vía correo electrónico con Cristóbal Kay y con Ludolfo Paramio (RCF, 2018).

La RMS ha sido reflejo de las preocupaciones de los académicos especializados en ciencias sociales a lo largo del tiempo:

En lo académico, leer los artículos que llegaron a la Revista me proporcionó un conocimiento sobre metodología e intereses de sociólogos, antropólogos, historiadores, politólogos, entre otros especialistas en ciencias sociales de México, América Latina, España, muchos de los cuales trabajan en universidades o centros de estudios de Alemania, Estados Unidos, Canadá, Francia e Inglaterra, principalmente. A la Revista llegaban tanto artículos teóricos como trabajos empíricos, con mayoría de estos últimos.

 

Precariedad laboral, género, juventud, teoría sociológica, partidos políticos, democracia, fueron los temas que más llegaron; también hubo tex-
tos sobre cine, acoso laboral y sexual, problemas ecológicos, el 68 y gentrificación.

 

La riqueza de contenido de la Revista se podrá consultar en su totalidad desde el primer número de 1939, dado que desde 2016 se iniciaron los trabajos de la digitalización de todo el acervo en papel hasta antes de 2003. De 2003 a 2018 la Revista puede ser consultada en acceso abierto en la plataforma de gestión editorial OJS, además de las respectivas versiones en SciELO México (XML con metodología propia) y Redalyc (en un formato marcado especialmente no tan específico como el formato SciELO), ambos índices regionales y pioneros en el acceso abierto, cuyos textos cuentan con marcación de metadatos, que es cosechada por los indizadores de revistas científicas (RCF, 2018).

A Carrillo Fuentes le correspondió apoyar a Francisco Valdés y a Matilde Luna con las actividades y los números de la RMS de los aniversarios 70 y 75.

En el marco del 70 aniversario de la fundación de la RMS, siendo la directora del IIS la doctora Rosalba Casas, correspondió a la Revista organizar el coloquio Las Revistas de Ciencias Sociales: Problemática y Perspectivas, al que acudieron los directores de las más importantes revistas del área, de instituciones como el CIDE, El Colegio de la Frontera Norte, el Fondo de Cultura Económica, la Flacso-México y la UAM, entre otras.

 

En mi paso por la RMS, la publicación celebró el 70 aniversario con un número especial dedicado a discutir temas coyunturales y situación de las ciencias sociales en América Latina.

 

El 75 aniversario se celebró, asimismo, con un número especial dedicado a Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía; en este caso, los autores fueron convocados por la coordinadora del número, la doctora Leticia Merino, y también fueron dictaminados. Asimismo, con un suplemento coordinado por la doctora Matilde Luna, en ese momento directora de la Revista y organizadora del encuentro en el que se discutió el futuro de las revistas de ciencias sociales con la participación del doctor Manuel Perló, director del IIS, el coordinador de SciELO-México, Antonio Sánchez Pereyra, Philip Oxhorn, director de la Latin American Research Review, y el doctor honoris causa por la UNAM Roger Bartra (RCF, 2018).

Carrillo Fuentes describe a detalle todo lo que fue implicando la transición de la versión impresa a la versión electrónica.

En principio, los involucrados debimos acceder a otro lenguaje (sitio web, diseño web, preprint, HTML, lenguajes de programación y plataformas, publicación electrónica, etcétera), otros conceptos (cosechadores, factor de impacto, índices, repositorios y hemerotecas virtuales, etcétera), a comprender otros parámetros y otra manera de ver, consultar, leer la Revista; empezar por diferenciar una versión digital de una versión electrónica: entender que la primera tenía que ver con la versión en PDF de la Revista como una suerte de “fotocopia”, y la segunda con cómo transformar un documento en versión “tradicional” a uno que pudiera ser leído por las máquinas y los cosechadores de metadatos que reportan citas y consultas de los lectores de la Revista.

 

En 2011, con la doctora Matilde Luna como directora de la Revista, iniciamos de lleno las tareas, la capacitación y la planeación de la impostergable transición a lo digital, además de llevar de manera simultánea la conformación y los trabajos de la Red de Editores. Muchas sesiones de trabajo dedicamos a colaborar con el Departamento de Publicaciones para conciliar versiones electrónicas (en HTML, primero, posteriormente en XML, además de plantear pros y contras de tener una página en Joomla además del OJS como necesidad para gestionar la Revista e introducirla en el terreno de la cosecha de metadatos y ofrecer al público en general una lectura amigable).

 

Con la doctora Yolanda Meyenberg continuamos con mucha fuerza y dinamismo el arduo trabajo, que incluía mayor capacitación (marcación de artículos en XML, por ejemplo), así como discusión en torno a los cambios pertinentes en el proceso editorial. Todo ello con el propósito de ofrecer la mejor y más amplia visibilidad a la Revista. La doctora Meyenberg apoyó sin duda los trabajos de la Red de Editores y la necesaria capacitación continua provista por la misma red (RCF, 2018).

Carrillo Fuentes fue fundadora de la Red de Editores de Revistas Científicas y Arbitradas, cuerpo colegiado que se creó para fomentar la profesionalización de los editores y para representar una voz calificada en la definición de las políticas en torno a la evaluación de las revistas académicas. El trabajo de la red ha sido fundamental como espacio de comunicación interinstitucional.

La profesionalización del editor de revista científica y arbitrada representó una exigencia que debía saldarse. Si bien los editores en general y los editores de revistas en particular tienen una formación dada básicamente por la experiencia, los tiempos imponen una capacitación continua con miras a una formación profesionalizada y cada vez más especializada. Bajo la dirección de la doctora Matilde Luna, en 2014, la Revista Mexicana de Sociología, en conjunto con el Centro de Ciencias de la Atmósfera y las publicaciones de dicho centro, Atmósfera y Revista Internacional de Contaminación Ambiental, convocó a formar la Red de Editores de Revistas Científicas y Arbitradas. Originalmente se reunieron 30 editores en el IIS para discutir problemas comunes, organizar los trabajos de la red (como conferencias, mesas redondas y talleres de capacitación), intercambiar opiniones, mostrar acuerdos y desacuerdos en torno a las políticas editoriales, las evaluaciones y la difusión y divulgación de la ciencia en México.

 

En la actualidad [noviembre de 2018], la red ha iniciado el quinto ciclo de labores. Editores de todas las áreas y de distintas instituciones de educación superior, como El Colegio de México, la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, Xochimilco e Iztapalapa, Flacso, Universidad de Aguascalientes, entre otras, y dependencias de la UNAM, como Ciencias de la Atmósfera, el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, el Instituto de Biología, el Instituto de Geografía, entre otras, han trabajado durante más de cuatro años de manera ininterrumpida para capacitar a otros editores, capacitarse ellos mismos, discutir acerca de la manera como se evalúan las revistas, hablar de la situación laboral, de los requerimientos tecnológicos y de los retos como profesionales y del futuro de las revistas (RCF, 2018).

En 1993, Conacyt estableció un padrón de excelencia para revistas especializadas, lo que les permitía, además del prestigio que significaba pertenecer a éste, gozar de un apoyo económico para avanzar en las tareas pendientes y consolidar su versión electrónica.

En dos ocasiones correspondió preparar la postulación para la evaluación de Conacyt. Ardua tarea. La primera fue en 2012; tras una detallada entrega que cumplió con todos los requisitos, Conacyt renovó por cinco años (el periodo más alto en ese momento) la permanencia de la Revista en su índice de excelencia, además de que en el dictamen añadió una mención especial “por el excelente trabajo editorial”. En 2017, se repitió la experiencia, con distintas características, pues Conacyt modificó varios aspectos de la evaluación. Sin duda, los directores y editores influyeron en conjunto tras manifestar su opinión frente a los responsables del Conacyt; esto también como un resultado de los trabajos de la Red de Editores.

 

Trabajé de manera estrecha tanto con la doctora Luna como con la doctora Meyenberg para que la RMS cumpliera sin excepción con los requisitos (además de presentar un detallado proyecto sobre la condición de la Revista y los planes para mejorar la calidad). Me queda la satisfacción, tras un trabajo muy esmerado, de que se accedió al sistema de Conacyt en tiempo y forma (RCF, 2018).

Como ya se ha dicho, cuando se dividieron las tareas académicas y las editoriales de la RMS se establecieron vínculos de trabajo tanto con el Departamento de Publicaciones como con otras áreas del Instituto. En muchas de esas labores, Carrillo Fuentes era la persona encargada de supervisar que las responsabilidades que correspondían a la Revista estuvieran al día.

La labor en la RMS nunca tuvo resquicio de reposo ni tregua alguna. Diversas eran las tareas, las áreas y las personas en torno a la Revista con quienes me relacioné para desempeñar mi trabajo: Berenise Hernández y Virginia Careaga como coordinadoras de Publicaciones, y de dicho departamento, trabajé de manera muy cercana también con David Monroy Gómez, corrector; Cynthia Trigos Suzán, diseñadora; María Antonieta Figueroa Gómez, editora web. También tuve contacto con Miriam Aguilar, en la coordinación de difusión, Laura Chaho de suscripciones, Leticia Limón de biblioteca, con quien veíamos el asunto de la indización de la Revista, una cuestión cada vez más demandante.

 

En la secretaría técnica, con Natacha Osenda, trabajamos en lo relacionado a facilitar e impulsar el desarrollo web de la Revista desde el gestor editorial (Open Journal Systems), la capacitación en cursos de Joomla y la mejora en equipo de cómputo y las facilidades para organizar las reuniones mensuales de la Red de Editores y los eventos derivados de la red, como talleres, mesas y conferencias; asimismo, con Patricia Martínez en el Departamento de Cómputo, se trabajó en lo referente a la necesaria asistencia técnica en conexiones remotas con algún miembro del comité editorial y las presentaciones proyectadas en la sala de juntas de la Dirección; con los administrativos hubo permanente comunicación para hacer envíos y organizar la logística por el uso de las instalaciones. La señora Ofelia Vilchis y Mary Martínez fueron de incalculable apoyo, sobre todo en los primeros tiempos de mi estadía en el IIS.

He de destacar que, gracias a un gran equipo, la Revista siempre se movió en un engranaje cuyo funcionamiento debía ser impecable. La salida puntual del número tanto en versión impresa como electrónica no admitía fallo (RCF, 2018).

En 2014 se inauguró un programa de becarios para apoyar las tareas en los diferentes departamentos y áreas del Instituto. El programa tiene una finalidad formativa; en este sentido, los becarios reciben capacitación y entrenamiento que les proporcionan conocimientos adicionales a los de su carrera, lo que les permite tener mayor competitividad en el ámbito laboral.

El área de la RMS y las colecciones de libros contó con la participación de talentosos jóvenes de las carreras de Comunicación y Sociología, que emprendieron con entusiasmo y empeño las labores que se les asignaron.

 

Lorena Cruz, Erick Arceo, Patricio Martínez y Dora Villanueva fueron los cuatro jóvenes con quienes tuve el gusto de trabajar en un proceso de aprendizaje esmerado para todos. Erick Arceo, como becario de la RMS, fue uno de los primeros alumnos noveles que se capacitaron en el Seminario de la Red de Editores. Tras mi partida como editora de la RMS, él quedó como editor asistente y continúa aún con un enorme compromiso y seriedad (RCF, 2018).

Roberto Erick Arceo López se convirtió en editor asistente de la Revista Mexicana de Sociología en 2016. Él narra cómo su interés por la literatura lo hizo decantar su carrera profesional hacia el ámbito editorial.

Para hablar de mi formación como editor, no puedo empezar sin antes hablar de mi formación como lector. Y ahora que la Revista Mexicana de Sociología celebra su 80 aniversario, lo primero que vino a mi mente fue el libro Seis propuestas para el próximo milenio, de Italo Calvino, una recopilación de ensayos y conferencias en torno al futuro de la literatura, que en lo particular me remite a la evolución de su consumo, de su originalidad, visibilidad, y sobre el peso de su contenido para enfrentar de cara los fenómenos sociales de nuestra época. Muchos de estos interrogantes, aún con su diferente matiz de lenguaje entre literatura contra ciencia, considero que versan sobre los mismos retos de la comunicación escrita a los que se enfrenta el conocimiento bajo el sustento de las revistas científicas arbitradas.

 

Ingresé al IIS en 2014, en la primera generación del programa de becarios y me deslumbró el trabajo que existe detrás de cada producto intelectual que se edita en él (Roberto Erick Arceo López (REAL), 30 de noviembre de 2018).

Arceo López describe el trabajo que se realiza a diario en la Revista Mexicana de Sociología. Esto es, los procesos y criterios que están detrás de la gestión editorial.

Todo empieza con el autor y su envío a la RMS, mediante la plataforma Open Journal Systems (OJS), sistema con el cual se ha agilizado la transición del trabajo editorial tradicional hacia su visualización en formato digital en dispositivos móviles. Actualmente se usa la versión 2.4.8, alojada en un servidor propio del Instituto. Esta plataforma sirve como repositorio de la Revista y es un criterio fundamental para la evaluación de Conacyt y de otros directorios regionales que la indizan. Pero también la Revista sigue recibiendo y da seguimiento de forma personalizada las postulaciones a través de su e-mail institucional.

 

La RMS es reconocida por su rigor académico en sus tres fases de evaluación: recepción, predictamen y dictaminación por pares a doble ciego.

 

Una vez que llega el artículo, una de las principales funciones es la revisión del cumplimiento cabal de las normas editoriales. Esta parte, primera fase de recepción, sirve como filtro para descartar aquellos trabajos que no cumplen con el mínimo de requisitos en cuanto a su formato, extensión, idioma, bibliografía, perfil y envío adecuado de figuras empleadas (tablas, gráficas, fotos, etcétera).

 

De esta forma se garantiza que pasen sólo trabajos que cuenten con la cualidad mínima de un artículo científico. También los artículos que se reciben son sometidos a una revisión técnica de su bibliografía y referencias empleadas, para considerar si un manuscrito no cae en alguna de las variadas tipologías de plagio. Para ello, desde 2016 empezó a utilizarse el software iThenticate, el cual es una de las principales tecnologías de detección y prevención en el sector público y en el ámbito universitario. Es un sistema de gestión que auxilia al editor para rastrear similitudes con otros textos y visualizar su porcentaje de originalidad.

 

Este programa ayuda a comparar los manuscritos en una base de más de 60 000 millones de páginas Web y 155 millones de elementos de contenido.

 

En los artículos científicos, el conocimiento producido es una pirámide en la que se va sumando un saber a otro; a diferencia de la literatura, en la que puede variar el precepto de exactitud cuando se trata de ejemplificar ideas, pasajes históricos, momentos cruciales, figuras retóricas, en las ciencias sociales, disciplinas de la RMS, imaginación y exactitud de ideas deben soportarse con un estado del arte sin falsedades, de forma honesta y veraz, dando el crédito a cada eslabón empleado del conocimiento, que se sustente un trabajo científico mediante el uso adecuado de citas y referencias bibliográficas.

 

Esta revisión de antiplagio mediante un software que busca coincidencias de texto depende totalmente de una lectura orgánica, humana, para realizar un análisis y una interpretación de lo que se escribe, y de cómo se suscriben dichas ideas. Es un filtro muy importante, ya que la Revista busca publicar textos inéditos, originales, o que aporten un avance a los estudios sociológicos relacionados con el tema postulado.

 

La segunda fase, predictamen, es el segundo filtro académico, el cual realiza el cuerpo colegiado del IIS, el comité editorial de la RMS. Se realizan cuatro juntas ordinarias al año, en las que se reparten los artículos recibidos, aceptados en la primera fase, entre los miembros, procurando que el tema del artículo sea acorde a las áreas de especialización de cada integrante. En la reunión se emite una evaluación fundamentada, para decidir si se envía o no un artículo a su proceso de dictamen, se recomiendan dictaminadores adecuados y se procura evitar cualquier tipo de conflicto de intereses.

 

En cada una de las reuniones, las discusiones pueden llevar a un reconocimiento o a una deconstrucción total de las propuestas teóricas de los artículos evaluados […]. Recibir y escuchar a los investigadores del Instituto ha sido una cátedra excelente que me enriquece y ayuda a afinar mis criterios de selección con cada nueva convocatoria. Un aprendizaje que no tiene comparación.

 

La tercera fase es la dictaminación entre pares asegurando el doble ciego. Los artículos aprobados por el comité editorial son dirigidos en su versión anónima a especialistas en el tema, los cuales, con sus observaciones, críticas y sugerencias, enriquecen los manuscritos.

 

En esta parte, mi trabajo como editor asistente se ve enriquecido con la retroalimentación de los investigadores al emitir sus dictámenes; es en este momento cuando considero que las revistas científicas arbitradas son sin duda un barómetro de los actuales fenómenos sociales en América Latina y en México.

 

En este proceso no sólo se cuida el anonimato de las evaluaciones, también se detecta la calidad y el profesionalismo de los de investigadores, del dictaminador y del autor. Aquí, desde el punto de vista de la evaluación de la ciencia, se abren grandes debates sobre cómo evaluar a los evaluadores, legitimar las discusiones teóricas entre la comunidad que se aboca a temas específicos, e identificar los dictámenes que son valiosos y aquellos que no aportan nada.

 

Posteriormente, una vez recibidos y revisados los dictámenes, la siguiente parte de la gestión que realizo es el envío a corrección de los artículos con base en los dictámenes realizados, subrayando los cambios que son necesarios para su publicación. Prácticamente todos los artículos postulados al final deben realizar algunos cambios o adecuaciones tanto teóricas como de forma para obtener el visto bueno final de la directora de la Revista y pasar a su programación, dentro de los cuatro números que se publican al año (REAL, 2018).

Una de las prioridades dentro del complejo entramado que significa la realización de la RMS es su difusión. Las tareas de difusión han tenido diferentes variantes a lo largo de la historia de la Revista; el auge de la versión electrónica, aunado a la proliferación de las redes sociales, ha abierto otras posibilidades para dar a conocer sus contenidos. Desde que asumió el cargo de editor asistente, Arceo López le ha dado un importante impulso a este factor.

Una actividad que realizo a diario, con el apoyo de los becarios, es la constante difusión de la Revista. El intercambio de publicidad de la Revista con otras publicaciones periódicas ha evolucionado mucho, desde 1939 hasta 2010; antes se incluían en la versión impresa los índices o portadas de otras revistas o libros de manera publicitaria. Actualmente la Revista ha cambiado su dinámica y recomienda otras publicaciones periódicas mediante el uso de boletines electrónicos o mediante las redes sociales del IIS. Si bien el Instituto tiene un departamento específico para la difusión de sus actividades, desde que tomé el puesto de editor asistente de la RMS me he abocado a difundirla mediante campañas masivas de correos electrónicos. No es que no se efectuara antes esta actividad, pero se limitaba a la publicación de un nuevo número. Nuestro actual objetivo es hacer crecer la presencia de la RMS extendiendo y aprovechando nuestras bases de datos, que acrecentamos poco a poco. También este trabajo se apoya mucho en las nuevas redes que la RMS se encuentra tejiendo con múltiples revistas de ciencias sociales e incluso con otras revistas de diferentes disciplinas.

Esta actividad de difusión emplea cuatro estrategias que se implantaron desde principios de 2017:

  1. Creación de una base de datos de grupos editoriales. De esta forma actualizamos los contactos de las 140 revistas de la UNAM como otras tantas externas; además, seguimos incorporando contactos del mundo editorial o departamentos e instituciones de universidades del extranjero, con lo cual nos mantenemos en contacto con colegas editores para recomendaciones, difusión de eventos, presentaciones editoriales e intercambio de publicidad mediante boletines digitales. Incluso nos ha servido para búsqueda y recomendaciones de nuevos dictaminadores especialistas.
  2. Creación de una cuenta de Twitter. Esta cuenta tiene como objetivo permear en la inmediatez de los dispositivos móviles de estudiantes y darnos a conocer con un público más general, no sólo de investigadores o especialistas. Mediante este canal difundimos el acervo de la Revista, así como actividades vinculadas con el mundo editorial, recomendamos literatura de ciencias sociales, así como el trabajo de los autores, miembros de nuestra comunidad del IIS, del cuerpo colegiado o de los especialistas que fungen como dictaminadores. De esta forma, poco a poco los vínculos y amistades de la RMS se acrecientan.
  3. Mantener la presencia de la RMS dentro de la Red de Directores y Editores de Revistas Académicas Arbitradas. Desde su creación, la RMS y el IIS han sido anfitriones y partícipes de todas las reuniones de trabajo que se llevan a cabo, con su Seminario Permanente de Editores. En este continuo diálogo de editores y directores de revistas de la UNAM, promovemos en conjunto las revistas y mantenemos el dedo en el renglón en cuanto a las necesidades de los grupos editoriales, nos informamos acerca de los nuevos criterios de evaluación de los repositorios y directorios regionales, así como de las nuevas actualizaciones del OJS, de cambios en el flujo de trabajo, como la actual necesidad del marcaje de metadatos en XML para los repositorios de SciELO y Redalyc.
  4. Vigilar la vigencia de nuestros datos en los diferentes índices y directorios. En la web es necesario mantener la homogeneidad de nuestra identidad como revista, por ello continuamente vigilamos cómo nos actualizan o mantienen vigentes los hipervínculos que redireccionan a nuestras publicaciones digitales. Esto también nos ayuda a que diversas instituciones universitarias en sus sitios web, blogs o repositorios educativos nos citen adecuadamente y no se cometan infracciones con los criterios de Creative Commons estipulados en nuestras plataformas (REAL, 2018).

Las exigencias que trae consigo la consolidación de las versiones electrónicas de las revistas científicas han llevado a sus editores a emprender un largo proceso de profesionalización que implica una constante capacitación, con el fin de poder entender y aplicar todos los procedimientos que están detrás de la publicación de un artículo en diferentes tipos de formatos digitales. Desde su ingreso al Instituto como becario y después como editor asistente, Arceo López ha sido el vínculo con las instituciones responsables de la evaluación de los procesos editoriales y de la capacitación de los editores.

Mi formación como editor ha sido gracias al apoyo de la doctora Yolanda Meyenberg, directora de la Revista, y a mi mentora y antecesora, Rosalba Carrillo Fuentes, quienes siempre me han apoyado para continuar con mi formación, tanto con el programa de becarios que me involucró en el trabajo diario que realizo en la RMS, y en especial, gracias a los múltiples talleres de capacitación que la UNAM brinda desde que la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial creó un Portal de Revistas para aglomerar todas las publicaciones de la UNAM bajo un mismo techo de consulta. De esta forma empezó a gestionarse una gran comunidad que prestó atención a la figura del editor.

 

Esta necesidad identificada de profesionalización de la figura del editor, junto con el programa de becarios del cual formé parte cuando ingresé al IIS, ha sido clave para mi desarrollo profesional. Muchos de estos cursos y talleres ayudan a construir el conocimiento técnico necesario para las funciones que se desempeñan a diario en la Revista y sobre todo mantenerse actualizados con las nuevas tendencias y herramientas tecnológicas.

 

Algunos de estos cursos han sido: marcaje de XML, análisis bibliométricos, derechos de autor, InDesign, Photoshop, diseño gráfico, uso y gestión de Open Journal Systems (OJS 2.0), actualizaciones de OJS 3.0, redacción de textos científicos, uso de redes sociales para revistas científicas, Open Monograph Press (omp), corrección de estilo, creación de e-book, criterios de evaluación de Latindex, cursos sobre implantación del doi, tipografía, y creación de sitios web (REAL, 2018).

Como ya lo mencionó Carrillo Fuentes, bajo la dirección de Perló Cohen se instituyó un programa de becarios que, a diferencia del caso de los alumnos inscritos en los proyectos académicos, tenía el propósito de formarlos profesionalmente para labores distintas a la investigación. La RMS se vio beneficiada con este programa, que le ha permitido al editor asistente hacer frente al cada vez mayor número de tareas que presenta la confección y difusión de la versión electrónica. Arceo López dice al respecto:

También me gustaría mencionar que uno aprende enseñando. Existe así un inmenso refuerzo de los conocimientos adquiridos cuando uno los transmite, en este caso con los nuevos becarios que han trabajado conmigo: Gonzalo García y Yessica Moraflores.

 

La figura del becario ha tenido un impacto favorable en la RMS, no sólo desde su gestión, revisión técnica o evaluación; un becario ayuda al trabajo cotidiano de la Revista y da la oportunidad para alcanzar las metas de difusión masiva de cada número, agilizar los tiempos en que se desarrollan las actividades académicas propias del área, además de la generación de contenido para redes sociales, bases de datos (contactos), apoyo con el Seminario Permanente de Editores, y brindar apoyo en la atención de cualquier detalle o eventualidad de la RMS. La presencia de un becario en la Revista es un catalizador para emprender y atender otros detalles que por falta de tiempo o de personal no se pueden realizar. Sin duda, la Revista es un trabajo en equipo, y el becario, aprendiendo los procesos básicos, puede aportar también iniciativas propias que la enriquecen.

 

Debemos resaltar que la RMS, en su disciplina, es una de las publicaciones más reconocidas en México, América Latina, España y Portugal; esto implica que siempre hay muchas solicitudes, dudas de los autores que atender, postulaciones o envíos fallidos, eventos relacionados, investigadores y autores interesados, y una constante revisión de la Revista en diversas plataformas web, así como su promoción. Este trabajo requiere distribución de tiempos, y es aquí donde un becario con una adecuada capacitación e interés propio se convierte también en un recurso valioso (REAL, 2018).

 

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D. R. © 2015. Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales.
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