Universidad Nacional Autónoma de México • Instituto de Investigaciones Sociales

 

Carlos Welti Chanes

Instituto de Investigaciones Sociales
Universidad Nacional Autónoma de México

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Tengo en mis manos el último (en sentido estricto) informe de actividades que elaboró Teresita de Barbieri antes de jubilarse como investigadora titular del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIS-UNAM). En él escribió con propia mano: “38 años, 1 mes, 27 días de labores en la UNAM”; es decir, prácticamente la mitad de su vida y casi todo el tiempo que vivió en México, a donde llegó después del golpe de Estado que terminó con la vida y el régimen de Salvador Allende en Chile, país en donde trabajaba en una de las agencias especializadas de la Organización de las Naciones Unidas.

Tuve el privilegio de haber estado cerca de Teresita de Barbieri durante varias décadas; tan cerca que, en el IIS-UNAM, sólo un muro de tablarroca entre nuestros cubículos nos separaba. Además de la vecindad física, nos mantuvieron cercanos una visión del mundo compartida y nuestras preocupaciones crecientes por el futuro, especialmente por el futuro de los jóvenes.

Teresita cumplía años el 2 de octubre, y como hoy día algunos sabemos y, antes, en este país todos sabíamos, ¡2 de octubre no se olvida!

El entrañable cariño que tengo por Teresita se generó a partir de una relación de amistad centrada en nuestras discusiones frecuentes de temas de muy diversa índole abordados desde la sociología. Los asuntos que más recientemente nos interesaban tenían que ver con las elecciones presidenciales en este país, a celebrarse el 1º de julio de 2018, lo que me llevó a leerle por teléfono antes de finalizar el año 2017 un texto de Gabriel García Márquez, en Cien años de soledad, que le hizo exclamar al final de la lectura, con su voz apenas audible: “¡Lo que describe es lo que estamos viviendo!”

Puedo relatar un gran número de anécdotas que reflejan la calidad humana de Teresita y su compromiso permanente con la transformación de la sociedad desde cualquier actividad, para hacerla una organización que garantice el desarrollo de los individuos; sin embargo, en una publicación académica, deseo hacer referencia a Teresita desde sus aportaciones al conocimiento a través del estudio de la sociedad desde la perspectiva de género.

Todos sabemos que Teresita llegó a México en la búsqueda de condiciones que le permitieran desarrollar sus tareas de investigación social, ante un entorno cada vez más adverso en los países del sur del continente, que no sólo dificultaba este tipo de trabajo, sino que ponía en riesgo la vida de los académicos dedicados a estas tareas.

Conocí a Teresita cuando se incorporó al IIS-UNAM como investigadora al iniciar la década de los años setenta, mientras yo era ayudante de investigación de Raúl Benítez Zenteno, quien percibió la importancia de los temas que eran el interés de Teresita.

Teresita de Barbieri, desde su llegada al Instituto, formó parte del Área de Sociología de la Población y Demografía, aunque tenía que estar aclarando frecuentemente que ella no era demógrafa, pero los temas de investigación de los integrantes de esta área eran lo más cercano a sus intereses académicos. Por cierto, para quien no lo sepa, entre sus primeros trabajos como profesional se desempeñó como analista demógrafa en el Registro del Estado Civil en Montevideo (el destino se anunciaba).

En aquellos años (la década de los setenta), y habiendo vivido en Chile, una de sus preocupaciones académicas, planteada como una pregunta de investigación, estaba relacionada con la explicación de por qué un sector de la sociedad chilena que gozaría de los beneficios de las políticas de protección y seguridad social del gobierno de Salvador Allende se había convertido en un ariete en contra de este mismo gobierno a través del activismo extremo representado por el “cacerolismo” y sus protestas públicas, que habían sido aprovechadas por la extrema derecha para generar condiciones que legitimaran el golpe de Estado contra Salvador Allende.

Esta situación, como se percibía, tenía origen en la acción de las mujeres que enfrentaban el desabasto de productos indispensables en el hogar para la sobrevivencia diaria, lo que llevaba a segundo plano la identificación de los beneficios que en el largo plazo tendrían las acciones implementadas por un gobierno socialista. La situación que provocaba el desabasto era capitalizada por la derecha chilena incorporando la protesta de la clase proletaria a la de las amas de casa de la pequeña y gran burguesía.

El desabasto era provocado por las grandes cadenas comerciales como forma de desestabilizar al gobierno.

Por cierto, al comentar con Teresita los asuntos de la actualidad y como ella ya no salía de compras, por su delicado estado de salud, le dije que llamaba la atención que, mientras existía desabasto de productos básicos en Venezuela, los anaqueles de las grandes cadenas de supermercados en México estaban llenos de productos que se importaban desde ese país, aunque aquí nadie o pocas personas los consumen (ni yo, le decía, me preparo arepas con harina de Venezuela, por ejemplo), lo que identificábamos una vez más como una estrategia de desestabilización promovida por los empresarios, ya conocida por ella y que nos preocupaba que pudiera ocurrir en México, ante el triunfo electoral de un candidato a la presidencia que no fuera del PRI o del PAN.

La reflexión sobre el papel de las mujeres en los movimientos antisistémicos la llevó a investigar la inserción de este sector de la población en la estructura social a través del análisis de su actividad doméstica.

Teresita desarrolló a principios de los años ochenta una investigación basada en la elaboración de historias de vida y registros diarios del quehacer de un grupo de mujeres residentes en la Ciudad de México. Desde aquellos años, yo veía con gran interés lo que hacía Teresita, ya que estaba comisionado por la UNAM para dirigir una encuesta especialmente significativa para explicar el comportamiento reproductivo de las mujeres mexicanas, y el trabajo pionero de Teresita era importante en el estudio de la condición social de las mujeres, así, en plural, ya que no veíamos a las mujeres como un todo indiferenciado y, precisamente, su inserción en la estructura social debería servir para generar explicaciones de sus condiciones de vida y de sus comportamientos en diversos ámbitos.

Los resultados de la investigación para cuya realización fue contratada originalmente Teresita por el IIS-UNAM aparecieron en el libro Mujeres y vida cotidiana, publicado por el Fondo de Cultura Económica y la Secretaría de Educación Pública en la muy conocida colección SEP 80, con un tiraje de ¡6 000 ejemplares!, que se agotó.

Considero que este trabajo de Teresita es sin duda una investigación pionera en el estudio de la vida cotidiana de las mujeres en el hogar y ha sido fundamental en el diseño conceptual de las encuestas sobre el uso del tiempo, que hace evidente la importancia del trabajo doméstico desarrollado básicamente por las mujeres, como una parte sustantiva de la actividad productiva de los seres humanos, que permite la reproducción de la sociedad y que ha sido permanentemente negada como actividad de creación de valor, por las implicaciones que esto tiene en la determinación del precio de una mercancía: la fuerza de trabajo y, por tanto, en la valorización del trabajo doméstico.

Mujeres y vida cotidiana constituye en el país un antecedente de lo que en la actualidad son las encuestas de uso del tiempo y este estudio exploratorio señaló algunas de las directrices generales que han marcado el diseño conceptual de estas encuestas en la región latinoamericana.

En los años noventa, a través de su participación en el Programa Latinoamericano de Población (Prolap), Teresita propone la incorporación de la perspectiva de género en la definición de las políticas de población en la región, también en un trabajo pionero en esta materia.1

Más recientemente, publicó el libro Género en el trabajo parlamentario. La legislatura mexicana a fines del siglo XX, producto del proyecto apoyado por la Beca de Investigación que recibió del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), en el que se propuso analizar, en un primer nivel, las relaciones de género en el espacio institucional que constituye la Cámara de Diputados en México, a través de su composición, las modalidades de participación de mujeres y hombres en el trabajo legislativo, y en un segundo nivel, la organización de la vida cotidiana de legisladoras y legisladores.

Las publicaciones de los trabajos elaborados por Teresita fueron una novedad para las y los estudiantes de licenciatura y posgrados en ciencias sociales de diversas universidades del país, que hicieron que se acercaran a ella sin dificultad, para solicitarle que les dirigiera sus tesis. Tuvo, por tanto, un papel destacado en la formación de especialistas en estudios de género e influyó de esta manera en la creación de grupos y centros de investigación dedicados a dicha materia.

La difusión de los estudios de género constituyó una tarea sistemática que realizó en diversas revistas. Tuvo una presencia permanente como articulista en el suplemento Doble Jornada, del periódico La Jornada, que era esperado cada mes por los muchos lectores que tenía.

Para Teresita, la perspectiva de género en la investigación social no sustituyó una visión estructural que reconoce a la clase social, la etnia y el género, como los ejes diferenciadores de una sociedad cada vez más segmentada.

Cuando reflexionábamos sobre los feminicidios y la desaparición de mujeres en México como un fenómeno creciente, coincidíamos en que, producto de esta sociedad segmentada y discriminatoria, resolver los asesinatos de mujeres mexicanas, pobres y morenas, no es interés de las agencias del gobierno, pero que los asesinatos de mujeres ricas y rubias se resuelven en unos cuantos días, y que en cualquier caso sus perpetradores en proporciones significativas pueden eludir a la justicia simplemente porque sus víctimas son mujeres.

Teresita no respondió a las modas temáticas en los estudios sociales que buscan desviar la atención de los problemas centrales de nuestros países, y mantuvo permanentemente el espíritu crítico de los intelectuales que trascienden.

Al escribir este texto, tengo la expectativa de que, en el futuro, pueda tener en mis manos el libro Sobre mujeres y género en América Latina, que Teresita de Barbieri estuvo preparando hasta muy recientemente y que reúne parte del material que produjo y que ella misma seleccionó como una antología de su trabajo.

Termino recordando a Teresita, ciudadana de este continente, con unas líneas de un poema de Mario Benedetti (“Croquis para algún día”) que dice:

de tanto y tanto pueblo hecho pedazos
seguro va a nacer un pueblo entero
pero nosotros somos los pedazos.

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