The blue dollar as a “public issue” in post-convertibility Argentina (2011-2015)
María Soledad Sánchez*
* Doctora en Ciencias Sociales por la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Becaria posdoctoral CONICET/IDAES-UNSAM. Temas de especialización: estudios sociales sobre las finanzas, sociología económica, teoría social. Presidente J. E. Uriburu 950, 6º piso, C1114AAD, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. La autora agradece los comentarios a este texto realizados por Mariana Luzzi, Claudia Daniel, Federico Lorenc Valcarse, Mariano Perelman y Ana Blanco.
Resumen: El objetivo del presente texto es analizar el proceso de creciente circulación del dólar blue —dólar ilegalmente intercambiado en el mercado de cambios argentino— en la arena pública a partir de 2011. Lo hace orientado por la hipótesis de que este proceso puede ser entendido en términos de la reproducción de un “número público”, esto es, un indicador que trasciende el ámbito especializado en el que fue creado (el mercado financiero), para adquirir no sólo una amplia visibilidad sino también devenir una categoría de percepción de la realidad económica y política local (e incluso de producción de repertorios prácticos).
Palabras clave: números públicos, dólar blue, mercado cambiario, públicos, Argentina.
Abstract: The purpose of this text is to analyze the process of the increasing circulation of the blue dollar —a dollar illegally traded on the Argentine foreign exchange market— in the public sphere since 2011. It does so on the basis of the hypothesis that this process can be understood in terms of the re-production of a “public number”. In other words, it is an indicator that goes beyond the specialized field in which it was created (the financial market), not only acquiring broad visibility but also becoming a category of perception of economic reality and local politics (and even of the production of practical repertoires).
Key words: public numbers, blue dollar, foreign exchange, public, Argentina.
En noviembre de 2011 —en un contexto económico complejo que combinaba elevados niveles de fuga de capitales y fuertes “corridas” cambiarias con la relativa carencia de divisas, un crecimiento paulatino de los niveles inflacionarios que profundizaba sobre el valor de la moneda y la política cambiaria, junto con la profundización de conflictos con diversos agentes políticos y económicos—, el gobierno argentino promovió la implementación de un sistema de control de cambios que limitaba fuertemente la compra de divisas en el mercado oficial y alcanzaba incluso a suspender por un largo periodo la posibilidad de adquisición de dólares para su atesoramiento. Rápidamente, el dólar blue (el nombre que la jerga financiera asigna al dólar ilegalmente intercambiado en el mercado local, cuya cotización se distingue de la establecida oficialmente por el gobierno) y su circuito de comercialización, que hasta entonces eran apenas un secreto a voces en el centro financiero de la Ciudad de Buenos Aires, se convirtieron en parte de la agenda política, inundaron con su presencia los medios de comunicación locales al tiempo que devinieron un tópico de atención y conversación cotidiano entre distintos agentes sociales (no especializados).
El presente trabajo se propone abordar el proceso por el cual un índice producido por el mercado, vinculado con la actividad de agentes económicos privados, alcanza a re-crearse como un “número público”. Esto es, el proceso por el cual el dólar blue desborda la dinámica del mercado cambiario local y la de los agentes financieros asociados con las transacciones ilegales, para circular en multiplicidad de espacios y discursos sociales, ganando visibilidad entre un amplio público y adquiriendo un lugar de relevancia como categoría de percepción de la realidad económica y política local (e incluso de producción de repertorios prácticos). Es por ello que nos proponemos, en primer lugar, recuperar los aportes teóricos de la sociología cultural de los “números públicos” con el horizonte de entender los procesos de reproducción de aquellos números no sólo como procesos de creciente visibilización y difusión en diversos espacios y entre distintos agentes sociales, sino también como modos de objetivación de nuevos vínculos o lazos micropolíticos constituidos precisamente en torno a la circulación de sentidos y valores sobre aquellas formas de representación numéricas que cobran centralidad en un espacio y en un tiempo social determinados. Luego, reconstruir el proceso de irrupción pública del dólar blue y tematizar su presencia contagiosa en distintos medios de circulación (otorgando especial atención a los medios de comunicación), a la vez que evidenciar las transformaciones que lo convirtieron en una referencia constante de los debates sociales, políticos y mediáticos del último lustro.
Apuntes para un análisis sociocultural de los indicadores económicos y su circulación social
El proceso de financiarización de la economía global que se ha desplegado a lo largo de los últimos 40 años ha transformado no sólo los modos de captación y acumulación del valor, sino que ha reconfigurado en términos de las finanzas el conjunto de las relaciones sociales (Marazzi, 2014; Lazzarato, 2013; Orléan, 2006). Si los mercados financieros han adquirido una innegable centralidad en la configuración de nuestras sociedades, junto a ellos también lo han hecho formas diversas de representación numérica: índices bursátiles, tasas de cambio, tasas de interés, calificaciones de riesgo, rankings de deuda, indicadores de mercados diversos, además de índices de pobreza o desempleo, déficits presupuestarios o fiscales. Si bien un conjunto tradicional de indicadores estadísticos, macroeconómicos o sociales, es parte de la vida colectiva desde los inicios de la modernidad, puede sostenerse que éstos se convirtieron en las últimas décadas en modos fundamentales (también cotidianos) con los que construimos, clasificamos y explicamos nuestra realidad social (Desrosières, 2004, 2011; Porter, 1995). Pero también, no menos fundamentalmente, se convirtieron en dispositivos indispensables en la configuración de las nuevas tecnologías de gobierno de nuestras sociedades contemporáneas (Foucault, 2007; Lascoumes y Le Gales, 2005).
Tal centralidad no ha pasado inadvertida para una porción de la literatura vinculada con los estudios sociales de la economía que ha buscado problematizar el estatuto de diversos números relacionados con la vida económica como formas de construcción colectivas de la realidad social.1 En términos generales, rechazaron aquellas perspectivas que entienden a las formas de representación numéricas como simples espejos que se limitarían a reflejar diversos aspectos de una realidad social que tanto las preexiste como les resulta externa. Por el contrario, afirmaron que los números (así como los dispositivos expertos y técnicos que los producen) constituyen modos de performar, moldear y/o transformar nuestro espacio social, en tanto conforman complejos sistemas de clasificación que concurren a producir concepciones y valoraciones sobre un conjunto de procesos sociales, políticos y económicos. En primer lugar, porque más que “datos que reflejan hechos” o información transparente y meramente expresiva del mundo, los números llevan inscritos más o menos implícitamente categorías y clasificaciones con las que fueron producidos.
La ciencia (y la disciplina económica particularmente) reserva un rol central en la producción de los marcos cognitivos y valorativos, y también en los dispositivos técnicos de cálculo, con los que se crean y recrean aquellos números. Desde esta perspectiva, los índices, las tasas, las calificaciones y los rankings centrales en la dinámica de los mercados financieros (y los dispositivos técnicos o materiales que los producen) suponen ya una articulación entre juicios cualitativos y cálculos cuantitativos (Callon, 2008; Callon y Muniesa, 2005; Knorr Cetina y Bruegger, 2002a; 2002b; Knorr Cetina y Preda, 2005; MacKenzie, 2006; Ortiz, 2013). Cada número no expresa sólo una cantidad abstracta, resultado estricto de un proceso de formalización matemática propio de la ciencia económica o la técnica estadística, sino que condensa y moviliza todo un conjunto de sentidos, valores y afectos sociales que son parte constitutiva de las formas de representación numérica (y, más ampliamente, de la economía). A aquello debemos agregar, en segundo lugar, que la heterogeneidad de contextos sociales —y, por lo tanto, su diversidad cultural, política y epistémica— modifica el estatus que ciertas representaciones numéricas adquieren en ellos en momentos socio-históricos específicos y, fundamentalmente, su significación y su valor: en determinadas coyunturas, ciertos números adquieren protagonismo por fuera de los espacios expertos en los que fueron pensados o creados para comenzar a circular colectivamente y a ser atendidos y/o debatidos por una multiplicidad de agentes sociales.
Más allá del análisis de los procesos de formalización dentro de la propia ciencia económica supuesta en la producción de los mencionados números, debe atenderse también a la relevancia que algunos de ellos (y no otros) adquieren en la forma de pensar y de hablar los problemas sociales de un tiempo histórico determinado (Beltrán, 2010; Daniel, 2013; Daniel y Heredia, 2014; De Santos, 2010; Neiburg, 2005, 2008). Si bien gran parte de la literatura se ha abocado, exhaustiva y exitosamente, a analizar el rol del saber experto y de los dispositivos socio-técnicos en la producción de diversos números económicos, será de especial interés para este trabajo recuperar estos últimos aportes en relación con la vida pública de los números. Y esto porque, como ya fuera anunciado, este escrito no se propondrá tanto abordar las dinámicas y prácticas mercantiles que concurren en la producción de una cotización ilegal de la divisa como describir el conjunto de transformaciones que comienzan a tener lugar en relación con la gran circulación y la visibilización del dólar blue en la escena pública a partir de fines de 2011, cuando el gobierno nacional implementa un sistema de control de cambios orientado a fiscalizar y limitar la demanda de divisas.2 Desde entonces, el dólar blue, una cotización paralela de la divisa estadounidense que hasta entonces sólo era difundida entre los agentes del mercado financiero local, pasará a estar presente masiva y cotidianamente en los medios de comunicación locales (que analizarán su evolución y sus transformaciones, tanto como su significación en el contexto socioeconómico), así como en las conversaciones y preocupaciones de distintos sectores de la población.
Tal como señalara de manera pionera el antropólogo Federico Neiburg (2005, 2008), algunos números se distinguen por trascender los ámbitos especializados en los que fueron producidos para alcanzar un alto grado de circulación entre espacios y agentes sociales heterogéneos (donde la difusión en los medios de comunicación reserva un rol central), y se convierten así en modos relevantes para definir, clasificar y caracterizar el mundo social de su tiempo. Pueden definirse, entonces, como “números públicos” aquellas cifras, indicadores, porcentajes, tasas que, en un determinado momento socio-histórico, alcanzan a desbordar el discurso experto, técnico o especializado por el que fueron creados y adquieren una alta visibilidad en el espacio público, lo que los consolida como una categoría de percepción (o, mejor aún, de producción) de la realidad social para una multiplicidad de agentes sociales (Beltrán, 2010; Daniel, 2013; Daniel y Heredia, 2014; De Santos, 2010; Neiburg, 2005, 2008). Esto quiere decir, también, que ciertos números pasan a estar disponibles para ser re-elaborados por múltiples discursos y agentes sociales, que podrán interpretarlos o valorarlos de modo diverso o, incluso, realizar de ellos usos socio-políticos estratégicos.
De este modo, los “números públicos” constituyen formas extendidas y significativas de performación y valoración del contexto social en el que son producidos y reproducidos. En algunos casos paradigmáticos puede pensarse incluso en la ligazón de ciertos números públicos con relatos identitarios fundamentales de las sociedades en las que se producen y reproducen —para los que Martín de Santos (2010) construye la categoría de fact-totem—, o bien su anudamiento a la definición de la propia cultura nacional (o su crisis) (Neiburg, 2005; 2008).3
Pero, además de encarnar juicios cognitivos y valorativos del espacio social en el que habitan, lo distintivo de los “números públicos” es, como dijimos, la amplitud de su difusión entre heterogéneos agentes e instituciones sociales a través de múltiples canales de circulación. Más específicamente, el carácter público de estos números puede entenderse en términos de la triple acepción de aquel vocablo trazada por Nora Rabotnikof (1997): son de interés general (que atañen a la comunidad en la que son reproducidos), son visibles (difundidos por los medios de comunicación), y accesibles (esto es, no sólo pueden ser comprendidos por un ciudadano medio, sino que están abiertos a la intervención de distintos agentes).
El hecho de que sean públicos no se vincula con la procedencia institucional de los números, que bien puede localizarse en instituciones estatales o privadas; también, como en el caso que analizamos, pueden ser producidos por agentes privados de un mercado financiero. Sea cual sea el contexto de su producción, lo primario es que ese número pasa a ser objeto de difusión y discusión en el espacio público (Daniel y Heredia, 2014). En este sentido, como distintos trabajos han señalado, la circulación, la visibilización y la discusión sobre estos números en los medios de comunicación son parte fundamental de su definición. Aunque estos números hayan sido producidos en espacios especializados y por saberes expertos, fundamentales en la creación de las categorías que sirven para pensar y actuar en el mundo económico, su ingreso a la vida pública los vuelve disponibles para reapropiaciones y usos disímiles, tanto eruditos como ordinarios (Daniel, 2013; Neiburg, 2008). Estos números son, así, objeto de una vasta atención mediática y tienen una gran circulación en las noticias de los medios gráficos, radiales y televisivos. Pero, y como veremos en detalle más adelante, el hecho de que estos números comiencen a ser debatidos o problematizados por fuera de los ámbitos especializados en lo que se produjeron no significa que los expertos pierdan relevancia en los procesos de representación pública de dichas categorías.
Los profesionales de la economía —economistas, periodistas económicos, funcionarios gubernamentales, representantes de corporaciones empresariales, operadores del mercado en general, que participan en la elaboración de interpretaciones sobre la economía nacional, la difusión y la defensa de estas ideas, la construcción, la discusión y la aplicación de dispositivos institucionales, que movilizan legitimidades, saberes o pro-cedimientos científicos— tienen un papel protagónico en su reproducción pública.4 Y esto en tanto los discursos expertos de los economistas han penetrado fuertemente la escena pública (y mediática en particular) en los últimos 40 años, tanto a nivel internacional como local, deviniendo lenguajes extendidos para diagnosticar o describir problemas de interés general más allá del mundo académico (Heredia, 2008, 2015; Neiburg, 2005, 2008). Si lo que caracteriza a los “números públicos” es su enconada difusión y problematización públicas, que le otorgan un alto grado de visibilidad social, no puede olvidarse que en aquella escena los profesionales de la economía ocupan un espacio de preferencia.
Con todo, queremos añadir que este carácter público no debe entenderse sólo como un proceso de visibilización en diversos espacios y entre distintos agentes sociales (fuertemente motorizado por los medios de comunicación), sino que esta persistente recirculación de los núme-ros supone la producción y/o articulación de nuevos vínculos o lazos micro-políticos que pueden entenderse, siguiendo la categorización de Gabriel Tarde (2013), como “públicos”. Consideramos que los desarrollos sociológicos de Tarde sobre aquellas masas a distancia que denomina públicos (cuya forma de lazo social se caracteriza más bien por su intensidad dinámica que por su permanencia y presencia) puede representar una contribución para el análisis de los números públicos, que no se limite a pensar su circulación como un mero proceso de visibilización, sino que atienda a posibles transformaciones y/ o rearticulaciones de vínculos (o prácticas) sociales a partir de aquel proceso. Y esto porque el público tardeano permite referir a un tipo de colectivo conformado por individuos que estarían físicamente distanciados aunque mentalmente juntos: la interconexión de los individuos estaría dada por la reproducción de corrientes de opinión, a las que Tarde considera “verdaderos ríos sociales” de creencias y deseos, que son la materia misma de la vida social (y económica) (Tarde, 2011, 2013).
Las corrientes de opinión son entonces, para Tarde, productoras de conexiones micro-sociológicas, moleculares o micro-políticas; esto es, son las formadoras de estas nuevas masas que llama públicos (Tarde, 2013; Lazzarato, 2006; Tonkonoff, 2011). Tarde reflexiona especialmente sobre la relevancia que los medios de comunicación en general, y los periodistas y analistas políticos en particular, adquieren como formadores de opinión que reproducen corrientes de opinión a la distancia, creencias y valoraciones que pueden tener la fuerza de ligar de manera íntima a individuos que se encuentran físicamente separados (Blanco, 2014).5 Recuperando estos valiosos aportes, puede entonces sugerirse que en torno a los “números públicos” se articulan también lazos micro-sociales, en tanto con ellos no se reproducen cantidades vacías y abstractas, sino verdaderas corrientes de opinión que son, desde nuestra perspectiva, fundamentales para comprender los modos en que entendemos y valoramos distintos objetos o procesos económicos.
Si determinados números se convierten, en momentos y espacios específicos, en objetos de alto interés para agentes sociales heterogéneos, es porque en ellos se materializan formas de pensar, sentir y valorar extendidas en un medio social. De allí que, a partir del proceso de producción de un “número público”, pueda pensarse asimismo en cuanto a la construcción de vínculos sociales un tipo específico: conexiones y lazos a distancia, dinámicos y difusos, que se establecen en torno a la difusión y seguimiento de tal categoría, que alcanza a condensar opiniones, valoraciones y afectos que producen modos de apego a los bienes (y a los males), en su doble acepción económica y moral (Latour y Lépinay, 2010).
Por último, debemos decir que explorar la vida pública de los números (y del dólar blue en particular) posibilita abrir interrogantes sobre la íntima relación entre la dinámica de los mercados y el conjunto heterogéneo de agentes sociales que participan de su construcción social. En tanto los mercados financieros y cambiarios se distinguen porque su lógica de acción privilegiada es la llamada especulación orientada a la producción e intercambio de valores futuros, las creencias, los valores y también los afectos son fundamentales en las evaluaciones de los activos intercambiados: bonos, títulos, acciones, pero también las propias monedas. Si las comunidades financieras son las que producen y reproducen valoraciones de referencia a modo de juicios colectivos sobre los diversos activos negociables (esto es, en torno a estos consensos cognitivos y valorativos cristalizados y legitimados en los mercados), debe tenerse en cuenta que en aquellas comunidades participan no sólo agentes financieros, traders, banqueros o inversores, sino también economistas, asesores financieros, agentes de prensa, funcionarios gubernamentales, calificadoras de riesgo, empresarios y otros actores sociales que intervienen en la construcción de opiniones y valoraciones sobre la evolución de distintos activos y la racionalidad de ciertas decisiones de inversión. De allí que las publicaciones y las difusiones de noticias, especialmente en los medios de comunicación, no son independientes ni autónomas de las dinámicas financieras, tampoco de las propias valoraciones de los activos: opiniones desalentadoras de expertos en economía o finanzas, propagaciones de rumores sobre cambios políticos o económicos, parecen ejercer impactos (muchas veces bruscos) en el funcionamiento de los mercados, produciendo aumentos o caídas de los valores, estimulando retiros de depósitos o compras de divisas en contextos de crisis (Latour y Lépinay, 2010; Marazzi, 2014; Orléan, 2006).
El caso del dólar blue en la Argentina no se presenta como una excepción: en paralelo a su creciente visibilización pública (y a las medidas de regulación gubernamental), la cotización de la divisa paralela experimentó fuertes y abruptos cambios, al tiempo que la dinámica del mercado ilegal se vio transformada por la nueva atención, demanda y consultas de un amplio público de compra minorista (Sánchez, 2016). Si bien no pretendemos trazar aquí relaciones de causalidad exclusivas y excluyentes, nos interesa delinear, de modo exploratorio, procesos de coproducción entre las dinámicas de los mercados, las prácticas financieras de amplios públicos y la propagación de indicadores económicos en la escena pública.
La vida pública del dólar blue
Quizás una historización sobre el derrotero de los “números públicos” en Argentina sea una buena puerta de entrada para la caracterización de nuestra cultura económica, sus creencias más arraigadas y los momentos en los que éstas son puestas en crisis. Los procesos de producción (y también de decadencia) de los “números públicos” pueden orientarnos sobre los problemas, diagnósticos y debates económicos y sociales relevantes en cada periodo histórico. Sin pretender agotar en estas páginas tal empresa, podemos decir que distintos números públicos —algunos de origen público y otros de origen privado— llegaron a convertirse, en momentos históricos específicos del último medio siglo, en el locus de esta particular convergencia entre saber económico experto y escena pública y lograron establecerse como un eje central de los debates políticos y mediáticos, tanto como alcanzar un alto grado de visibilidad, cuando no de credibilidad social. Puede sostenerse que la consolidación de diversos “números públicos” en ese periodo como categorías de percepción o problematización de la realidad social es inescindible de un lento pero arraigado proceso de cultivación económica de la población argentina, donde el seguimiento de un conjunto de variables económicas (y el lenguaje especializado de los economistas asociado con ellas) pasan a ser parte de la vida cotidiana de amplias capas de la población (Fridman, 2010; Neiburg, 2005; Beltrán, 2010).
Al calor de los altos niveles inflacionarios que comenzarán a marcar la evolución de la economía argentina, los indicadores de medición de precios se consolidaron como un “número público” paradigmático de nuestra vida económica desde los años setenta.6 Comenzaron a circular por fuera del ámbito de los especialistas para ser ampliamente difundidos en los medios de comunicación y seguidos con atención por gran parte de la población, alcanzando incluso a modificar las formas de percepción del valor del dinero y consolidando las representaciones puramente cuantitativas del fenómeno inflacionario. Los índices de precios, además, se convirtieron en un dispositivo de cálculo para la organización de los comportamientos económicos de distintos agentes que se incorporaron en instrumentos contractuales o financieros, habituando así las prácticas económicas a los fenómenos de indexación (Neiburg, 2005, 2008; Daniel, 2013; Heredia, 2015). Aún hoy, el “índice de precios al consumidor” continúa ocupando un lugar central en la escena local, no sólo por el creciente proceso inflacionario que ha tenido lugar en el último lustro, sino también por las fuertes disputas y controversias económicas y políticas sobre las estadísticas oficiales y su credibilidad.
Pero a lo largo de esos años, también índices financieros privados se convirtieron en “números públicos” de relevancia que señalaron los modos de percepción y problematización de diversos aspectos y/o episodios de la historia reciente. Durante la crisis económica, política y social de comienzos de los años 2000, el denominado “índice de riesgo país” —un índice producido por las calificadoras de riesgo internacionales para medir la evolución de los bonos de los denominados “países emergentes”, que hasta entonces había formado parte casi exclusivamente del discurso de los expertos o agentes financieros— será difundido y debatido en los medios masivos de comunicación, al tiempo que devendrá parte del vocabulario cotidiano de los argentinos (Aronskind, 2007; Daniel, 2013; De Santos, 2010). El “índice de riesgo país” se convirtió en un elemento importante de la narrativa sobre la crisis económica y política que atravesaba Argentina y mostró que las estadísticas adquieren significaciones sociales específicas que varían en los distintos contextos históricos. Podemos agregar que en los años de la posconvertibilidad aquel índice de riesgo perdió la relevancia pública que había adquirido en los tiempos de fuerte crisis financiera.
Con todo, es de particular interés para nosotros destacar la presencia y la atención que la cotización del dólar adquirió en aquel largo periodo, no sólo entre los agentes financieros o expertos en economía, sino también en la cultura económica de amplios sectores de la población.7 Desde los años setenta, estimulado por el proyecto económico neoliberal de la última dictadura militar, se inicia un proceso de generalización del uso del dólar entre prácticas diversas de ahorro, pago o inversión, entre actores económicos también heterogéneos, que se profundizará en las décadas siguientes. Vale decir que no sólo las élites locales o los grandes grupos económicos ampliaron sus repertorios financieros y comerciales en divisas (en compás a las determinantes transformaciones de los mercados globales), sino que también los sectores medios comenzaron tanto a ahorrar o invertir en dólares como a participar del conjunto de prácticas cambiarias especulativas que se afianzaban en el mercado local (Gaggero y Nemiña, 2013; Fridman, 2010; Heredia, 2015).
A partir de entonces, el dólar acabará por consolidarse como el precio por excelencia contra el cual contrastar el valor de la moneda nacional, así como la moneda considerada capaz de cumplimentar la función de reserva de valor; todo al calor de las recurrentes crisis inflacionarias y/o devaluatorias de la economía local que se sucedieron desde entonces. De este modo, el dólar se configuró, en términos de Neiburg (2008), como una verdadera moneda paralela generalizada en su uso y estructuradora de modos de consumo y ahorro. Sin embargo, debe destacarse que la extensión de aquellas prácticas monetarias y financieras en dólares no siempre se produjo dentro de los parámetros formales de nuestra economía. Esto es, no se trata sólo de que se ha experimentado un exponencial crecimiento de los billetes, depósitos o inversiones en dólares durante las últimas cuatro décadas, sino que gran parte de dicho crecimiento se produjo por fuera del circuito financiero local, situando así a la fuga de capitales como un problema estructural de la economía argentina (Gaggero, Kupelian y Zelada, 2010; Gaggero, Rúa y Gaggero, 2013, 2015). En tanto estamos refiriéndonos aquí a la cotización de una divisa ilegal, es de interés señalar que una proporción relevante de la fuga de capitales se llevó adelante a través de estrategias financieras ilícitas desarrolladas por un complejo entramado financiero constituido en un continuum entre lo ilegal y lo legal, que persiste a lo largo de aquellas décadas, aunque con desplazamientos en términos de los agentes y prácticas que circulan el dinero u otros instrumentos financieros.8
Asimismo, junto con la transformación de los repertorios económicos de distintos agentes económicos, la evolución del precio de la divisa se convirtió en un asunto de interés cotidiano desde los años setenta: mientras que las hojas con la cotización de la divisa extranjera (que en muchos casos incluían la cotización paralela del dólar) eran producidas y distribuidas entre financistas, ahorristas e inversores por los bancos y casas de cambio de la denominada City porteña, la difusión de su cotización se transformaba en una de las principales tareas del entonces incipiente periodismo económico local, ganando espacio en los medios gráficos y televisivos (Heredia, 2008). En los años ochenta, esta situación no haría sino reforzarse: el dólar se consolidaba en los repertorios financieros de los argentinos y su valor como una referencia obligada para amplios sectores, especialmente con el agravamiento de los intensos procesos inflacionarios ya mencionados (Beltrán, 2010). Tras la hiperinflación de 1989-1990, podemos decir que la difusión del valor de la divisa pierde relevancia pública, pero sólo porque la paridad entre el peso y el dólar había devenido el principio de organización del conjunto de la economía.
Si los argentinos no debían ya atender a la evolución cotidiana, a través de los medios de comunicación, del valor de la divisa, era porque el régimen de la convertibilidad había sellado su igualdad nominal como un inquebrantable principio legal. A fines de 2001, la profunda crisis económica, política y social provocará la salida de aquel sistema a través de una significativa devaluación del peso tras un intenso debate social (y experto) sobre el régimen monetario.
Puede afirmarse que una década después de esta crisis del régimen de la convertibilidad, el dólar volvería a consolidarse como un asunto de interés público, objeto de intervenciones políticas y de fuertes controversias entre especialistas que ganaban lugar en los medios de comunicación (Luzzi, 2013). Pero, al igual que ciertos periodos de las décadas de los años setenta y ochenta, la renovada presencia del dólar en la escena pública se desplegó también vinculada con el creciente protagonismo que adquiría una cotización paralela de la divisa, que tomaba cada vez mayor distancia a la oficial (y alcanzará a duplicarla en el periodo de análisis). Así, en un contexto de crecimiento de la inflación que producía una pérdida del valor monetario, y tras la implementación de las restricciones gubernamentales a la compra-venta de divisas en el mercado cambiario oficial que se implementaron desde fines de 2011, asistimos a un renovado y vigoroso interés político, mediático y social por el mercado ilegal del dólar.9
La existencia y la cotización del dólar blue invadieron todos los medios de comunicación locales, al tiempo que la moneda se convirtió en objeto de debates entre múltiples analistas y especialistas en economía, así como entre funcionarios públicos y referentes políticos que procuraban ya sea dar crédito o impugnar su relevancia social, política y económica. Pero también alcanzó a constituirse como un tópico de interés y seguimiento cotidiano para una heterogeneidad de agentes sociales (no sólo los financieros o expertos) que comenzarían a encontrar en la cotización del dólar blue una categoría de percepción sobre la crisis de valor de la moneda nacional (y de la economía local en general).
Entonces, si bien ni la atención o debate público sobre la tasa de cambio —que, como establecimos, tiene una larga historia de 40 años en la Argentina—, ni la producción e intercambio de un tipo de cambio paralelo o ilegal son novedades propias o excluyentes del periodo de la posconvertibilidad. Luego de la puesta en vigencia de los controles cambiarios es posible identificar una contagiosa presencia del dólar blue en la escena pública, que plasma un creciente interés político y social por un mercado que había permanecido hasta aquel entonces fuera de los debates mediáticos y políticos, así como ampliamente invisibilizado por la prensa (incluso la especializada en finanzas). Las prácticas de compra-venta ilegal de divisas se desarrollaban activamente con mucha anterioridad a las nuevas regulaciones y fiscalizaciones cambiarias, así como a su conversión en un fenómeno de atención pública. Para decirlo de otro modo, las transacciones de compra-venta de dólares blue eran parte de las estrategias de reproducción de los agentes financieros locales con anterioridad al llamado “cepo cambiario” (Sánchez, 2013, 2016).
Pero adentrémonos específicamente, entonces, en aquellas transformaciones que se producen sobre la vida pública del dólar blue a partir de fines del año 2011, arista que consideramos relevante no sólo para la comprensión de la propia producción y reproducción social del mercado cambiario, sino de la particular configuración que adquiere la crisis económica (y monetaria) local. A partir de la puesta en vigencia de los controles cambiarios, el mercado del dólar blue pasó a articular su condición de ilegalidad con una hiper-visibilización en los medios de comunicación. La primera y más visible transformación fue la disponibilidad y publicación de la cotización del dólar blue y sus formas de compra-venta en cualquier medio de prensa gráfico (en sus versiones impresas y online), televisivo y radial.10 Con pocas excepciones, se hizo particularmente difícil desde entonces leer un diario, encender un televisor o la radio para asistir a un programa de periodismo político o económico (o incluso a un magazine de interés general) y no encontrarse con el anuncio de la cotización del dólar blue, alguna mención y/o análisis sobre su evolución o una descripción de los agentes de su compra-venta. La jerga financiera del mercado local (dólar blue, cuevas financieras, arbolitos, coleros, entre otras) invadía a paso firme las noticias y crónicas económicas de la prensa local.11
Si hasta entonces puede decirse que el dólar blue había permanecido relativamente invisibilizado en la gran parte de los medios de prensa,12 con la implementación de los controles cambiarios la frecuencia de aparición comienza a crecer significativamente hasta alcanzar a aparecer no sólo diariamente, sino a hacerlo en más de una noticia: varias menciones diarias en los diarios impresos se complementaban con una actualización de nuevas noticias en sus versiones online. La cantidad de noticias sobre el dólar blue aumentará exponencialmente en los años sucesivos: los periódicos comenzaron a realizar un seguimiento “minuto a minuto” de las transformaciones de su precio que mostraba cambios diarios de la cotización, informando subidas o bajas y realizando proyecciones sobre su evolución futura. Por otra parte, el dólar blue llegará no sólo a los titulares y bajadas de noticias de la sección de Economía, sino que comenzará a ser tratado en las secciones editoriales o de opinión de los periódicos.
Si buscamos delinear a grandes trazos los estilos de noticias publicadas, puede decirse que un conjunto significativo tiene por objetivo describir lo que aparecía como un nuevo fenómeno de interés, el mercado del blue, detallando el conjunto de agentes que participaban siguiendo los términos de la jerga financiera local (las menciones a las cuevas financieras, los arbolitos y los coleros, acompañadas por fotografías y/o descripciones situadas en el microcentro de Buenos Aires son las más repetidas). En las noticias, además, se recurre ampliamente a citas de economistas académicos de distintas orientaciones, funcionarios o ex funcionarios públicos (especialmente los vinculados con los ministerios o instituciones económicas), expertos en finanzas, estudios, consultoras financieras, así como a agentes financieros del mercado local. Discursos y voces considerados legítimos para enunciar formulaciones con pretensión de validez en virtud de la pretendida tecnicidad (y utilidad práctica) de sus análisis, lo cual no quita que entre los diversos profesionales de la economía se hayan desplegado fuertes controversias en torno a los sentidos y valoraciones sobre el dólar blue, produciendo modos incluso antagónicos de interpretar, apreciar o juzgar la existencia y la difusión de una cotización ilegal de la divisa: por un lado, quienes legitimaban la dinámica del mercado ilegal a partir de las fuertes críticas a la intervención gubernamental sobre el mercado de cambios y definían el valor del blue como el valor “real” de la tasa de cambio local; por otro, quienes impugnan sus intercambios y su relevancia social, resaltando el carácter ilegal de sus transacciones y definiendo su cotización como un precio puramente especulativo.
Por otro lado, será cada vez más frecuente que los diarios destinen números de sus secciones especiales o suplementos económicos al análisis exhaustivo del mercado cambiario, e incluso que las noticias vinculadas con el dólar, sus múltiples cotizaciones y las restricciones cambiarias tengan lugar frecuente en las propias portadas. Simultáneamente, los periódicos analizados, en sus formatos impresos y online, comienzan a dedicar un segmento o una sección específica a la publicitación del valor diario del dólar blue.13 En algunos casos, este segmento se incluye dentro de la tradicional sección de Economía o en el suplemento económico, junto a la cotización oficial del dólar (a las que se añadirán progresivamente las múltiples cotizaciones oficiales que se derivaban de las regulaciones gubernamentales y sus distinciones por fines o actividad, como el “dólar ahorro” o el “dólar tarjeta”).14 Pero en otros se diseñan nuevas secciones (como “Dólar hoy” del diario La Nación), en las que se publican diariamente los valores de los diversos dólares y comienzan a agruparse todas las noticias vinculadas con la situación cambiaria local. Vale destacar también que los sitios web de los diarios de mayor tirada del país (La Nación y Clarín) desarrollaron dispositivos de cálculo online para realizar conversiones cambiarias al blue y al “dólar tarjeta”, así como para estimar las posibilidades de compra de “dólares ahorro”, combinando las variables intervinientes según las regulaciones gubernamentales.
Por su parte, los programas de noticias de televisión y radio no quedaron fuera de este seguimiento sobre el dólar blue. Si el fenómeno del blue se convirtió en una temática corriente de las secciones económicas y columnas de opinión de los periódicos, ganó también presencia en el medio televisivo y radial a través de la creciente incorporación de la voz de los “expertos” en la temática. Y lo hizo no sólo en el tradicional segmento económico que los noticieros o programas políticos locales mantienen desde los años ochenta. También los múltiples magazines (como se denomina a los formatos “de interés general” que abordan temas de actualidad) contaron con la presencia de profesionales de la economía para hablar sobre el mercado ilegal del dólar, proclamando el interés de transmitir o, más bien, traducir para el ciudadano ordinario algunas claves del saber experto sobre el mercado cambiario y sus tendencias. Estos programas televisivos y los expertos que en ellos participaron procuraron producir glosarios sobre la situación económica local, así como elaborar recomendaciones sobre las decisiones de ahorro o inversión. Un movimiento similar puede identificarse en relación con el medio radial: los debates sobre el dólar blue excedieron a los tradicionales programas de periodismo político-económico; también los populares programas de interés general u entretenimiento incorporaron a columnistas económicos en sus ediciones, y la cuestión cambiaria es un tópico frecuentemente abordado.
Estas transformaciones que tuvieron lugar en los medios de comunicación se replicaron también en otros canales de difusión y circulación. Desde fines de 2011, se han multiplicado los sitios web o blogs sobre el dólar blue, que ofrecen en forma online información sobre la cotización, conversores monetarios, así como noticias o notas de opinión vinculadas con la temática y recomendaciones sobre el manejo de las finanzas personales.15 También las redes sociales participaron de aquella mutación: surgieron usuarios de las redes más utilizadas en el país cuya función se focaliza en la difusión de la cotización diaria del dólar blue y cuentan con una gran cantidad de “seguidores”.16 El caso de la página de Facebook Dólar blue presenta un interés particular en tanto no se limita a la difusión de la cotización, sino que permite a diversos usuarios de la red social publicitar y/o demandar la compra-venta de dólares blue, o bien publicar sus opiniones sobre la situación cambiaria del país.
No podemos dejar de mencionar, por otro lado, el boom editorial al que asistimos desde el año 2011 en relación con la literatura de divulgación económica que aborda desde distintas aristas la problemática en cuestión. No sólo se multiplicaron la cantidad de libros de economistas (algunos de ellos ex funcionarios de gobierno) y periodistas económicos —en resumen, de los mismos expertos que circulan por los pisos televisivos, escriben en los mayores medios gráficos y hablan en las principales radios— que abordaron la cuestión del dólar en general y del blue en particular, sino que algunos de ellos alcanzaron a constituirse incluso en récord de ventas. Los libros de economía volvieron a posicionarse, en los últimos años, en la cima de los ranking de los libros de no ficción en Argentina. Verdaderos best-sellers en tiempos de restricción externa y control de cambios, algunos se orientaron hacia los análisis generales de la coyuntura o de la política económica del gobierno,17 mientras que otros se focalizaron en recomendaciones sobre las finanzas personales y el ejercicio de una pedagogía económica orientada a un amplio público,18 aunque todos ellos compartieron hacerlo en un lenguaje que se propone ser accesible para el gran público.
Es sugestivo, a su vez, destacar que las búsquedas del dólar blue en Google Argentina han experimentado un exponencial crecimiento desde el año 2012: según estimaciones del economista argentino Ariel Setton (2013), el crecimiento de las búsquedas online ha escalado en forma paralela al crecimiento de su cotización, y lo ha hecho significativamente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (aunque también en todos los grandes centros urbanos del país).
Otros datos pueden mencionarse en la misma dirección. Por un lado, “dólar blue” fue el vocablo más buscado por los argentinos en el buscador de Internet Yahoo Argentina en 2014. Por otro, una aplicación para telefonía móvil cuya función es mostrar la cotización del dólar blue en forma diaria tuvo el privilegio de encontrarse entre las aplicaciones pagadas más descargadas en el país de una reconocida tienda online. Si bien no podría determinarse la existencia de una correlación efectiva entre aquellas consultas y/o búsquedas y la realización de una transacción en el circuito ilegal (algo que tampoco es nuestro propósito), todo lo anterior permite constatar que el dólar blue se consolidó a lo largo del último lustro como un fenómeno que recibía creciente seguimiento público, en paralelo a su vasta tematización mediática y al propio aumento de su cotización (cuya distancia en relación con la oficial era cada vez más significativa). Puede afirmarse, también, que la concatenación coyuntural entre las disputas sobre el valor de la moneda local entre diversos actores económicos y políticos, las restricciones cambiarias implementadas por el gobierno (y aquellas externas que le eran impuestas) y la extensiva presencia del dólar blue, su cotización y sus formas de ventas en las agendas política y mediática, concurrieron a performar expectativas económicas sobre el valor futuro de la divisa y a configurar modos de inversión o especu-lación entre distintos agentes no especializados que comenzaron a recurrir al mercado ilegal de divisas (aunque aquí deban reconocerse, también, trazos de una cultura económica construida en un mediano plazo que configuró el dólar como moneda de ahorro).
A pesar de la ilegalidad y la volatilidad de la cotización, un público minorista (ahorristas, profesionales, entre otros) se volcó a la compra de dólares blue al calor de la difusión pública y voces expertas que lo situaban como el “verdadero” valor del dólar (cuando no había demostrado ser, por otra parte, la opción de inversión económicamente más rentable). Pero incluso detenerse en la mera sociabilidad conversacional —o el interés manifiesto tanto en el mercado editorial, en las búsquedas a través de Internet y en los medios de comunicación— sobre el blue como un problema socioeconómico relevante y característico de aquel momento político, permite abrir la interrogación acerca de la coproducción de los “números públicos” y los públicos. Nos referimos nuevamente aquí a la búsqueda por no reducir el proceso de recreación de un número público a su circulación por las agendas mediáticas o a los intereses y prácticas de expertos en economía, sino más bien poder pensar ese proceso en relación con la producción de lazos sociales (micropolíticos) que se crean a partir de la circulación de corrientes de opinión y valoración sobre aquellos números que conectan en su propio seguimiento (y, en ocasiones, en su compra) a actores sociales heterogéneos: agentes del mercado blue, profesionales de la economía, ahorristas, inversores expertos y también improvisados, profesionales o trabajadores que hasta entonces desconocían su existencia. Consideramos que la valorización del dólar blue (que, en el periodo analizado, se desplaza de poco menos de 5 pesos en 2011, a aproximarse a los 15 en 2015) debe necesariamente ser pensada en relación con su valoración también creciente en el campo social, evidenciada en su cada vez más extensiva presencia comunicacional y conversacional en torno al dólar y su futuro, que parece ser el del conjunto.
Conclusión
Este artículo se propuso explorar la creciente circulación social del dólar blue en la Argentina del último lustro, analizando este proceso como la producción y reproducción de un nuevo “número público”. Esto es, un número que ha trascendido el campo especializado en el que fue creado —en este caso, una cotización ilegal establecida por el mercado financiero local— para alcanzar un alto grado de circulación y visibilización entre espacios y agentes sociales heterogéneos y consolidarse como una categoría de percepción socialmente relevante para pensar y hablar los problemas (económicos y políticos) de un periodo. Teniendo por hipótesis que los “números públicos” son, entonces, mucho más que simples cantidades abstractas, buscamos sostener que las relevantes transformaciones en torno a la vida pública del dólar blue nos sugieren elementos para comprender configuraciones particulares del capitalismo argentino y de sus crisis (o, al menos, del modo en que éstas son socialmente construidas). De allí que, más allá de que el mercado del dólar blue sea (o no) marginal en términos del volumen de sus transacciones, la profundización de su presencia pública y la multiplicación de los debates económicos y mediáticos de los últimos años evidencian su relevancia sociológica (y política).
Identificamos así, a partir de 2011, una transformación en la vida pública del dólar blue: una cotización que hasta entonces sólo era conocida y difundida entre los agentes financieros locales (y un público especializado) acrecentó significativamente su circulación y visibilización en los medios de comunicación, sitios de Internet, redes sociales e incluso el mercado editorial local en un contexto donde la situación del mercado cambiario se transformaba a raíz de los controles implementados por el gobierno y donde los debates sobre el valor (legítimo) de la moneda local crecían entre diversos agentes económicos y políticos.
Comentamos su presencia cotidiana en los medios de noticias, tanto gráficos, online, televisivos o radiales; la producción de secciones especiales para su análisis y la participación de múltiples profesionales de la economía en su interpretación; la llegada del debate sobre el dólar blue a programas televisivos y radiales de interés general (y no sólo políticos-económicos); la producción de dispositivos de cálculo para convertir los pesos en dólares blue; las transformaciones en el mercado editorial, donde los libros vinculados con dicha temática se convierten rápidamente en récords de ventas; la creciente atención pública a su evolución, que se materializa también en las redes sociales y rankings de búsquedas de Internet locales. Además, nos propusimos señalar que ese proceso de recreación pública de un número implica la producción de nuevos vínculos o lazos sociales, aquellos que llamamos micropolíticos y que problematizamos exploratoriamente a partir de la categoría de público. Y esto, en tanto todas las transformaciones reseñadas concurren a performar expectativas en torno al valor futuro de la moneda que, cuando no se traduce en la propia transformación de los repertorios financieros de agentes sociales diversos (esto es, en la producción de prácticas de compra-venta de dólares blue), producen potentes imaginarios colectivos sobre el espacio social que habitamos y, en este caso, sobre su crisis.
Para concluir, consideramos que la problematización de los “números públicos” nos convoca a profundizar nuestras reflexiones sobre las mencionadas relaciones de coproducción entre las dinámicas de los mercados, las prácticas financieras de amplios sectores de la población y la propagación de indicadores económicos en la escena pública que delinean la complejidad de los procesos de configuración de las culturas económicas.
Bibliografía
Aronskind, Ricardo (2007). El riesgo país. La jerga financiera como mecanismo de poder. Buenos Aires: Capital Intelectual.
Beltrán, Gastón (2010). “Estadísticas y representaciones colectivas. Acerca de los fact-totems y la imaginación estadística”. Apuntes de Investigación del CECYP 18: 181-188.
Blanco, Ana Belén (2014). “La estructuración y dinámica de los públicos. Recuperando la perspectiva microsociológica de Gabriel Tarde”. Ponencia presentada en las VIII Jornadas de Sociología de la Universidad Nacional de La Plata. La Plata, 3-5 de diciembre.
Callon, Michel (2008). “Los mercados y la performatividad de las ciencias económicas”. Apuntes de Investigación del CECYP 14: 11-68.
Callon, Michel, y Fabián Muniesa (2005). “Economic markets as calculative collective devices”. Organization Studies 26: 1229-1250.
Daniel, Claudia (2013). Números públicos. Las estadísticas en Argentina (1990-2010). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Daniel, Claudia, y Mariana Heredia (2014). “Génesis, apogeo y destrucción de un número público: el caso del índice de precios al consumidor en Argentina”. Ponencia presentada en las IX Jornadas de Estudios Sociales de la Economía, IDAES-UNSAM. Buenos Aires, 22-26 de septiembre.
Desrosières, Alain (2004). La política de los grandes números. Historia de la razón estadística. Barcelona: Melusina.
Desrosières, Alain (2011). “Las palabras y los números. Para una sociología de la argumentación estadística”. Apuntes de Investigación del CECYP 19: 75-101.
De Santos, Martín (2010). “Los fact-totems y la imaginación estadística: la vida pública de una estadística en la Argentina de 2001”. Apuntes de Investigación del CECYP 18: 147-180.
Foucault, Michel (2007). Nacimiento de la biopolítica. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Fridman, Daniel (2010). “A new mentality for a new economy: Performing the Homo Economicus in Argentina (1976-1983)”. Economy and Society 39 (2): 271-302.
Gaggero, Alejandro, y Pablo Nemiña (2013). “El origen de la dolarización inmobiliaria en la Argentina”. Sociales en Debate 5: 47-58.
Gaggero, Jorge, Romina Kupelian y María Agustina Zelada (2010). “La fuga de capitales II. Argentina en el escenario global (2002-2009)”. Documento de trabajo 29. Buenos Aires: Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina.
Gaggero, Jorge, Magdalena Rúa y Alejandro Gaggero (2013). “Argentina. Fuga de capitales (2002-2012)”. Ponencia presentada en el Discussion Workshop BEPS and the Future of Corporate Taxation, City University. Londres, 4-5 de julio.
Gaggero, Jorge, Magdalena Rúa y Alejandro Gaggero (2015). “Principales características e impacto macroeconómico de la fuga de capitales en Argentina”. Problemas del Desarrollo 182 (46): 67-88.
Heredia, Mariana (2008). “Entre reflexividad, legitimación y performatividad. El discurso económico en la instauración y la crisis de la convertibilidad”. Crítica en Desarrollo 2: 191-214.
Heredia, Mariana (2015). Cuando los economistas tomaron el poder. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
Knorr Cetina, Karin, y Urs Bruegger (2002a). “Global microestructures: The virtual societies of financial markets”. American Journal of Sociology 107 (4): 905-950.
Knorr Cetina, Karin, y Urs Bruegger (2002b). “Traders engagement with markets: A postsocial relationship”. Theory, Culture and Society 19 (5/6): 161-185.
Knorr Cetina, Karin, y Alex Preda (editores) (2005). The Sociology of Financial Markets. Oxford: Oxford University Press.
Lascoumes, Pierre, y Patrick Le Gales (2005). Gouverner par les instruments. París: Les Presses de Sciences Po.
Latour, Bruno, y Vincent Lépinay (2010). Economía, ciencia de los intereses apasionados. Buenos Aires: Manantial.
Lazzarato, Mauricio (2006). Políticas del acontecimiento. Buenos Aires: Tinta Limón.
Lazzarato, Mauricio (2013). La fábrica del hombre endeudado. Buenos Aires: Amorrortu.
Luzzi, Mariana (2013) “La moneda en cuestión: del estallido de la convertibilidad a las discusiones sobre el ‘cepo cambiario’”. En La grieta. Política, economía y cultura después de 2001, editado por Sebastián Perey-
ra, Gabriel Vommaro y Germán Pérez. Buenos Aires: Biblos.
MacKenzie, Donald (2006). An Engine, not a Camera: How Financial Models Shape Markets. Cambridge: MIT Press.
Marazzi, Christian (2014). Capital y lenguaje. Hacia el gobierno de las finanzas. Buenos Aires: Tinta Limón.
Neiburg, Federico (2005). “Inflación y crisis nacional. Culturas económicas y espacios públicos en la Argentina y en Brasil”. Anuario de Estudios Americanos 62 (1): 113-138.
Neiburg, Federico (2008). “Inflación, monedas enfermas y números públicos”. Crítica en Desarrollo 2: 93-108.
Orléan, André (2006). El poder de las finanzas. Bogotá: Universidad Externado de Colombia-Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales.
Ortiz, Horacio (2013). “Financial value. Economic, moral, political, global”. HAU: Journal of Ethnographic Theory 3 (1): 64-79.
Porter, Theodore (1995). Trust in Numbers. The Pursuit of Objectivity in Science and Public Life. Princeton: Princeton University Press.
Rabotnikof, Nora (1997). El espacio público y la democracia moderna. México: Instituto Federal Electoral.
Sánchez, María Soledad (2013). “Interacciones económicas, interacciones simbólicas. Una aproximación etnográfica al significado del dólar blue en la Argentina”. Antípoda 17: 133-152.
Sánchez, María Soledad (2016) “Economía y moral en blue. Una aproximación al mercado ilegal del dólar en la Argentina de la postconvertibilidad”. En Antropología de los intersticios: ilegalismos, violencias y estados, compilado por Brígida Renoldi, Santiago Álvarez y Salvador Maldonado. Buenos Aires: Antropofagia.
Setton, Ariel (2013). “Evolución de búsquedas de ‘dólar blue’ en Google en paralelo a la evolución de brecha cambiaria (2011-2013)” [en línea]. Disponible en <www.arielsetton.com.ar> [última consulta: 17/07/2013].
Tarde, Gabriel (2011). “La psicología en economía política”. En Creencias, deseos, sociedades. Buenos Aire: Cactus.
Tarde, Gabriel (2013). Las leyes sociales. Barcelona: Gedisa.
Tonkonoff, Sergio (2011). “Sociología molecular”. En Creencias, deseos, sociedades, compilado por Gabriel Tarde, 11-31. Buenos Aires: Cactus.
Fuentes bibliográficas
Bercovich, Alejandro, y Alejandro Rebossio (2012). Estoy verde. Dólar, una pasión argentina. Buenos Aires: Aguilar.
Bulat, Tomás (2013). Economía descubierta. Buenos Aires: Ediciones B.
Bulat, Tomás (2014). La economía de tu vida. Buenos Aires: Sudamericana.
Elbaum, Marcelo (2013). Cómo funciona la economía argentina para dummies. Buenos Aires: Papf.
Gorodisch, Mariano (2013). 60 opciones para invertir en pesos y ahorrar en dólares. Buenos Aires: Sudamericana.
Guarino, Julián (2014). Economía urgente. Guía práctica para entender qué pasa en la Argentina. Buenos Aires: Ediciones B.
Levy Yeyati, Eduardo, y Marcos Novaro (2013). Vamos por todo. Buenos Aires: Sudamericana.
Lousteau, Martín (2011). Economía 3D. Buenos Aires: Sudamericana.
Lousteau, Martín, y Sebastián Campanario (2012). Otra vuelta a la economía. Buenos Aires: Sudamericana.
Otálora, Mariano (2011). Del colchón a la inversión. Guía para ahorrar e invertir en la Argentina. Buenos Aires: Planeta.
Otálora, Mariano (2012). Inversiones para todos. Buenos Aires: Planeta.
Otálora, Mariano (2013). ¿Qué hacemos con los pesos? Operaciones para combatir inflación, invertir pesos y obtener dólares. Buenos Aires: Planeta.
Sturzenegger, Federico (2013). Yo no me quiero ir. Buenos Aires: Planeta.
Tombolini, Matías (2013). Todo lo que necesitás saber sobre economía argentina. Buenos Aires: Paidós.
Zaiat, Alfredo (2012) Economía a contramano. Cómo entender la economía política. Buenos Aires: Planeta.
Páginas web
Precio Dólar Blue [en línea]: <www.preciodolarblue.com.ar> [última consulta: 18 de noviembre de 2015].
Dólar Blue Hoy [en línea]: <www.dolar-bluehoy.com> [última consulta: 18 de noviembre de 2015].
Cotización Dólar [en línea]: <www.cotizacion-dolar.com.ar> [última consulta: 18 de noviembre de 2015].
Paralelo Hoy [en línea]: <www.paralelohoy.com.ar> [última consulta: 19 de noviembre de 2015].
La cotización del dólar blue [en línea]: <www.valordolarblue.com.ar> [última consulta: 19 de noviembre de 2015].
InfoDólar [en línea]: <www.infodolar.com> [última consulta: 20 de noviembre de 2015].
Dólar al día [en línea]: <www.dolaraldia.com> [última consulta: 20 de noviembre de 2015].
IntroDólar [en línea]: <www.introdolar.com> [última consulta: 20 de noviembre de 2015].
Recibido: 30 de enero de 2015
Aceptado: 1 de febrero de 2016