Matilde Luna Ledesma*
* Doctora en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM. Directora de la Revista Mexicana de Sociología.
Para reflexionar sobre el futuro de las revistas de ciencias sociales me referiré, en primer lugar, a algunas características importantes de la Revista Mexicana de Sociología; en segundo lugar, hablaré de las condiciones que marcan una nueva etapa de su trayectoria, y que afectan al conjunto de las revistas de ciencias sociales e incluso de otras disciplinas.
La revista mexicana de sociología
La Revista Mexicana de Sociología (RMS) es una publicación bien establecida, con una ya larga historia de 75 años, y con tradición y reconocimiento en el campo de las ciencias sociales. Se ha publicado de manera continua desde su fundación en 1939. Actualmente su periodicidad es trimestral; se publica en formato impreso y se encuentra en formato digital en acceso abierto. Su principal público lector es la comunidad de ciencias sociales de habla hispana, entre la cual goza de prestigio y reconocimiento.
La RMS ha sido y sigue siendo un referente importante en el campo de las ciencias sociales, tanto en México como en otros países de América Latina e incluso más allá de la región, como lo muestran datos disponibles de consulta de la revista, que dan indicios de su alcance. En 2013, por ejemplo, y de acuerdo con una fuente internacional, la RMS se consultó en 104 países. En 2014, los 10 países que más la consultaron fueron, en orden de más a menos: México, Colombia, Estados Unidos, Chile, Argentina, Costa Rica, Ecuador, Reino Unido, Brasil y Alemania (JSTOR, 2013 y 2014).
Desde su primer número, aparecido en 1939, esta publicación ha atestiguado los cambios ocurridos en nuestras sociedades a lo largo de más de siete décadas; en ella se encuentra el registro de las contribuciones, de los temas y de los problemas que nos han preocupado y ocupado como comunidad interesada en entender los fenómenos y los procesos sociales de nuestro entorno, y de las claves para incidir en la solución de esos problemas; también se encuentra el registro de las diversas formas de abordar las problemáticas en distintas épocas y de los diferentes cánones de comunicación académica.
La RMS como conjunción de esfuerzos
La relevancia, la calidad académica y la continuidad de la RMS se debe sin duda alguna a la conjunción, sostenida en el tiempo, de múltiples esfuerzos: de los directores del Instituto que la vieron nacer, de los directores y editores de la propia RMS (véase el cuadro 1 del Anexo), y de los miembros de los comités editoriales (cuadro 2 del Anexo); de los dictaminadores que generosamente aportan su conocimiento para mantener la calidad académica de la revista, y de los autores desde luego, quienes casi siempre están abiertos a escuchar las críticas y a mejorar la comunicación de sus trabajos, o dispuestos a argumentar la validez de sus proposiciones. Cabe subrayar que en el caso de esta revista, y a diferencia de muchas otras, los miembros del Comité Editorial han sido muy activos y comprometidos con la vigilancia de la calidad académica de la publicación.
Ahora más que nunca, la revista requiere también de la acción coordinada de todos los departamentos y las personas que intervienen en su producción y difusión, y se esmeran en realizar sus tareas específicas para cuidar la calidad editorial de la revista, la gestión de sus contenidos y la difusión.1 Más recientemente, la RMS ha recibido apoyos diversos, como es el caso del Proyecto SciELO-México, entre otros.
Los autores
Autores que han sido clave en las ciencias sociales en general y en el pensamiento social latinoamericano y mexicano pueden encontrarse en las páginas de la RMS desde sus orígenes.2 Solamente como ejemplo pueden mencionarse los casos de Maurice Halbawachs en 1939, quien adquiere actualmente renovada importancia por sus disertaciones revolucionarias sobre la naturaleza de la memoria colectiva; Raymond Aron, también en 1939, quien publicara sobre el concepto de clase; Bronislaw Malinowsky, quien entre 1939 y 1941 escribió sobre el análisis funcional, entre otros trabajos; Pitirim Sorokin, sociólogo estadounidense de origen ruso y fundador del Departamento de Sociología en la Universidad de Harvard, escribió sobre temas muy diversos entre 1941 y 1958, incluido el tema de la dinámica sociocultural y el evolucionismo, y a mediados de los años cincuenta, Georges Gurvitch publicó un trabajo sobre el concepto de estructura social. A finales de esa década se publicaron artículos de Émile Durkheim sobre la democracia y la sociología política, y a mediados de los años sesenta Talcott Parsons publicaría, entre otros, un texto sobre el perfil intelectual de Max Weber. Hacia finales de los ochenta, la revista publicó un trabajo de Michel Foucault sobre el sujeto y el poder, el que, de acuerdo con JSTOR, ha sido el segundo artículo más consultado en los últimos tres años.3 Más recientemente, en los inicios de los años noventa, Jeffrey Alexander escribió un artículo sobre sociología cultural, y en 2003 Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía en 2009, publicó un trabajo sobre capital social y acción colectiva.4 De ella misma se publicaría en 2014 la conferencia de recepción del Premio Nobel de Economía (con el título “Más allá de los mercados y los Estados: gobernanza policéntrica de sistemas económicos complejos”), en un número especial dedicado a su memoria y coordinado por Leticia Merino.
Aunque la RMS ha incluido algunas traducciones de trabajos previamente publicados, buena parte de los artículos de esos autores fueron originalmente escritos para la propia revista como colaboraciones especiales, o fueron en su momento artículos inéditos.
La lista de los autores latinoamericanos que han sido clave en la reflexión sobre los acontecimientos de la región es muy larga.5 Sin ningún afán exhaustivo pueden mencionarse los nombres de Norbert Lechner, quien entre 1977 y 1979 escribió sobre la crisis del Estado en América Latina, y de Guillermo O’Donnell, quien en la misma época trató su tesis sobre el Estado burocrático autoritario.
De México destacan, por supuesto, también numerosos autores, tanto externos como miembros del Instituto de Investigaciones Sociales. Como mero ejemplo pueden mencionarse trabajos del propio fundador de la revista, Lucio Mendieta y Núñez, así como de Óscar Uribe Villegas, Daniel Cosío Villegas, Carlos Pereyra, Pablo González Casanova, Roger Bartra, y muchos otros.
Cabe mencionar que la RMS también difunde los artículos ganadores del Premio Iberoamericano de Ciencias Sociales desde que éste se estableció en el propio Instituto de Investigaciones Sociales. Uno de dichos artículos, que ha despertado gran interés en los lectores, es el de Salvador Maldonado (2012), con el título “Drogas, violencia y militarización en el México rural: el caso de Michoacán”.
De manera general, en los últimos cinco años (2008-2014) y por su afiliación institucional, los autores provienen principalmente de México, Argentina, España y Francia (SciELO, 2014), aunque se incluyen un gran número de países.
Los temas
Los temas y los problemas que ha abordado la revista son muy variados, pero podría decirse que en buena medida se refieren a fenómenos o procesos sociales de México y América Latina, y a discusiones teóricas, elaboraciones conceptuales o debates metodológicos propios del campo de conocimiento. Por la frecuencia de palabras clave, pueden identificarse los siguientes grupos de temas recurrentes en los últimos cinco años:6
De los lectores
Los temas de interés para los lectores, al menos de aquellos que acceden a través de JSTOR (que incluye la RMS de 1939 a 2010), también son variados, pero algunos recurrentes en los últimos tres años son: la sociedad rural, la pobreza, la migración, la participación, la violencia y la justicia. Cerca de la mitad de estos temas se refieren a América Latina.
En el caso de la Colección SciELO-México, de carácter regional (latinoamericano), y que incluye la producción de la revista del periodo 2008-2014, los temas recurrentes buscados por los lectores son: el hostigamiento y la discriminación, la pobreza, la violencia y los estudios rurales.
De las citas
Los artículos que mayores citas reportan en una fuente internacional son también temáticamente variados. Los tres más importantes se relacionan con estudios rurales en América Latina, alianzas electorales y gobernanza ambiental, como puede verse en el siguiente cuadro:
Importancia de la RMS y las revistas de ciencias sociales
Resulta significativo para la disciplina el hecho de que la RMS, como revista académica, en México tenga una excelente posición, en términos de consultas. Con 18 747 accesos en 2012, es la revista más consultada tomando en consideración todas las áreas de conocimiento (JSTOR, 2013). En las lista de las 15 más consultadas se encuentran también varias otras revistas de ciencias sociales y humanidades, como puede observarse en el cuadro 3 del Anexo.
Las continuidades y los cambios
Continuidades. En sus 75 años, la RMS ha experimentado cambios muy importantes, pero ha mantenido buena parte de sus propósitos originales, de los cuales cabe destacar tres: 1) ser un foro abierto para la difusión de las más variadas corrientes del pensamiento social; 2) tener un carácter internacional y una vocación regional (latinoamericana), y 3) con especial énfasis en la sociología, dialogar e interactuar con disciplinas diversas.
Estos propósitos se ven expresados por Lucio Mendieta y Núñez en los números iniciales de la revista. Para el fundador de la RMS, “el Instituto de Investigaciones Sociales estará abierto a todas las corrientes de pensamiento y no será extraño, sino antes bien, deliberadamente buscado, el que en la Revista Mexicana de Sociología […] aparezcan artículos o estudios de diverso o hasta de contrario criterio”. Se busca, dicho en sus propios términos, “la confrontación, el análisis, la crítica de todas las aportaciones, de las diferentes corrientes del pensamiento sociológico, para desembarazarlas de la pasión, del interés, de la unilateralidad de la que adolecen, a menudo, las obras humanas, y obtener así la sustancia, la médula aprovechable” (Mendieta y Núñez, 1939a: 17-18).
La vocación regional de la revista quedaría enfáticamente planteada desde sus orígenes, sin que ello implicara prescindir de un intercambio académico con otros países, principalmente Estados Unidos y las naciones europeas.
Deseamos vivamente llegar a establecer un estrecho lazo de unión entre todos los centros de cultura de los países latinoamericanos que se interesan por las cuestiones sociales en cualesquiera de sus múltiples aspectos. Pretendemos que sea la Revista Mexicana de Sociología, desde México, el exponente eficaz de los estudios y de los trabajos de investigación que tienden a descubrir el íntimo ser social de nuestros jóvenes países, a expresar sus inquietudes, sus problemas, las formas posibles de resolverlos o de intentar siquiera su solución (Mendieta y Núñez, 1939b: 7).
Preocupado por un diálogo multidisciplinario, el profesor sostendría entonces:
La complejidad de los hechos y de los fenómenos sociales exige, para ser claramente captados, analizados, explicados, diversos conocimientos. Es un error creer que porque un hecho es social, basta el sociólogo para investigarlo y estudiarlo. Hay aspectos sociales que solamente el psiquiatra —o el médico, o el ingeniero, o el arquitecto, o el jurista, o el economista, o el etnólogo, o el antropólogo— puede advertir y desentrañar y anotar en su justa medida y valor (Mendieta y Núñez, 1939a: 8).
Los cambios. Quizá los cambios más importantes ocurren en relación con las condiciones en las que se produce la RMS y a los que se ha ido adaptando. Entre estos cambios cabe señalar los siguientes, algunos de los cuales ya habían sido advertidos por el entonces director de la RMS, Francisco Valdés (2009), en ocasión del 70 Aniversario.
Por una parte, se multiplicaron y diversificaron las revistas de ciencias sociales. Por otra, y a diferencia de las primeras décadas de la revista —y de las revistas en general cuando las decisiones recaían exclusivamente en los directores de las revistas—, se instituyeron los cuerpos editoriales de especialistas, en nuestro caso el Comité Editorial y el Comité Asesor Internacional, y se instituyó también el “modelo de evaluación de pares con doble ciego”, que parte del supuesto de que son los especialistas los mejor indicados para evaluar un documento académico y que mantiene el anonimato de autores y árbitros, como un mecanismo que contribuye a la imparcialidad en la evaluación de los trabajos que los autores proponen para su publicación. Más recientemente, la profesionalización de la producción editorial ha requerido de equipos de trabajo, de importantes esfuerzos de capacitación en tareas especializadas (como el diseño, la corrección de estilo, la formación, el manejo de programas para administración de contenidos en línea, etcétera) y de una nueva infraestructura para la transición al formato digital.
Una nueva etapa
No resulta exagerado decir que vivimos hoy un nuevo momento sobre el que vale la pena reflexionar, y que en buena medida está inserto en la revolución (o transición) digital. Estamos frente a un panorama que, al mismo tiempo que ofrece posibilidades inimaginables hace apenas unos años, ha colocado a las revistas bajo una fuerte presión (no siempre justificada) y en algunos casos ha amenazado su existencia.
Las virtudes
Sobre algunas de las virtudes de la revolución digital no hay duda. Tres virtudes evidentes son la visibilidad, el acceso y la posibilidad de disponer de análisis sobre el desempeño de las revistas en el mundo de las publicaciones periódicas.
Visibilidad y alcance. Respecto de la visibilidad, un criterio que a la luz de la revolución digital se ha vuelto sustantivo, el incremento exponencial del alcance y el potencial de difusión del conocimiento producido y publicado por una revista, una vez inserta en la red, es impresionante.
En el caso de la RMS, entre otras fuentes, los textos completos que publica la revista pueden consultarse en línea en SciELO (Scientific Electronic Library on Line, 2008-2014), el Portal de Revistas Científicas y Arbitradas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) (2003-2014), y Redalyc (Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, 2004-2014), que operan con el esquema de acceso abierto (AA, y en JSTOR (1939 a 2010). Esta publicación se encuentra también registrada en varios directorios importantes como el DOAJ (Directorio de Revistas de Acceso Abierto) y Latindex (Sistema Regional de Información para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal), y en fuentes que indizan la revista, como Scopus y SciELO Citation Index-Web of Science.
Es difícil tener datos precisos sobre su alcance, pero como antes se mencionó y de acuerdo con una fuente internacional, los artículos de la revista se consultaron en 104 países en 2013 y las consultas alcanzaron un promedio mensual de más de 3 000. De acuerdo con una fuente regional (SciELO, 2014), las consultas a los artículos han alcanzado en un periodo más reciente un promedio mensual de casi 9 500 visitas.
El documento que reporta más visitas en la Colección SciELO-México alcanza poco más de 18 000 accesos en los últimos cinco años.
Accesibilidad y acceso abierto. La revolución digital ha venido acompañada de un movimiento y de una política de acceso abierto, promovida por organismos internacionales como la unesco y otras organizaciones. Se sustenta en una concepción del conocimiento como un bien común, un bien público. Esta política, en principio, está diseñada para permitir el libre acceso a cualquier usuario a la producción científica y académica que haya sido financiada total o parcialmente con fondos públicos, sin restricciones “legales, técnicas o financieras”. La UNAM se sumó a este movimiento desde hace varios años, con una política que se concretó con la creación del Portal de Revistas Científicas y Arbitradas de la UNAM, que proporciona acceso libre a los acervos de un buen número de revistas publicadas por la institución. En mayo de 2014, en México —en el nivel federal— se promulgaron varias reformas en esta materia (a la Ley de Ciencia y Tecnología, a la Ley General de Educación y a la Ley Orgánica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) y se dispuso la creación del Repositorio Nacional de Acceso Abierto a Recursos de Información Científica, Tecnológica y de Innovación, de Calidad e Interés Social y Cultural que —se estableció— estará disponible para toda la sociedad. A la fecha, en América Latina, considerada líder en la política de AA, una legislación nacional de esta índole solamente existía en Brasil (2007), Perú (2013) y Argentina (2013).
Los índices. La revolución digital dio lugar a un incremento sustantivo de la importancia de los índices y, particularmente, de las fuentes y bases de datos con acceso a los textos completos de las revistas. Varias de estas fuentes permiten disponer de información valiosa, como es el caso de las que ofrecen acceso a los textos completos de las revistas, pero también de información sobre quiénes consultan y usan el conocimiento producido, así como de los temas y artículos que tienen mayor interés para los lectores, y de la posición de las revistas en general o en algún campo específico de conocimiento (los famosos rankings). Parte de la información que pueden generar estas fuentes resulta sin lugar a dudas útil para entender la evolución del campo y para adoptar políticas que orienten la dirección de las revistas.
Los problemas
Sin embargo, este prometedor panorama para las revistas presenta también limitaciones que vale la pena considerar, en tanto que pueden tener consecuencias adversas en el desarrollo disciplinario: en la producción, difusión y uso del conocimiento, y en tanto que afectan de manera importante a las revistas de ciencias sociales producidas en la región, las que por lo general tienen una posición marginal en los índices que buscan medir su relevancia, y que con frecuencia ignoran su calidad académica, su importancia para el desarrollo científico o para la formación, o su impacto social, es decir, más allá de las citas que reciben en otras revistas.
Los siguientes son tres problemas interrelacionados sobre los que se han levantado ya voces, movimientos e iniciativas internacionales, regionales o locales: 1) las generalizadas políticas de evaluación del trabajo académico basadas en el criterio de índices de citas: el llamado factor de impacto o el indicador SCImago Journal Country Rank, muy utilizado a nivel internacional como criterio prácticamente único de evaluación de las revistas, conocido como SJR; 2) las disonancias, contradicciones o inconsistencias que frente al esquema de acceso abierto genera la fuerza del modelo comercial, y 3) el establecimiento de estándares o normas generales que con frecuencia ignoran los diferentes perfiles y propósitos de las revistas académicas, las diferencias disciplinarias, así como las regionales, locales y lingüísticas, y las distintas modalidades y posibilidades de producción académica de calidad y de comunicación del conocimiento.
Sobre el factor de impacto
Se ha reconocido que el factor de impacto “es el primero y más popular y controvertido ranking de impacto de revistas científicas que se ha creado (al funcionar como base del JCR, Journal Country Rank); luego se utilizó como criterio de evaluación de la calidad de la investigación de los académicos y posteriormente como criterio para la clasificación y comparación de las universidades e instituciones de investigación”.7
Entre las limitaciones que se le han señalado, y que afectan a las revistas de ciencias sociales, cabe mencionar tres: 1) que existe un claro predominio de las revistas en idioma inglés en las bases de datos; 2) que el indicador favorece las áreas que tienen citas de vida media corta, como las ciencias de la vida y las ciencias exactas, y desfavorece otras áreas, y 3) que se considera al artículo como medio prácticamente exclusivo de comunicación científica. En consecuencia, este indicador presenta una imagen sesgada o distorsionada de la relevancia de las revistas.
A este tipo de problemas y otros se refiere el texto de Antonio Sánchez Pereyra, Oralia Carrillo Romero y Patricia Garrido Villegas en este mismo suplemento. Los autores elaboran un fino y crítico análisis bibliométrico del impacto de la RMS con base en indicadores de citación, y colocan el valor de este ejercicio analítico en su justa dimensión.
Se puede observar, por ejemplo, que SCImago, un portal usado a nivel internacional para analizar, evaluar, planear y financiar el desarrollo científico, incluye solamente cinco revistas mexicanas de ciencias sociales en las categorías de “miscelánea” (tres revistas)8 y “sociología y ciencia política” (dos revistas).9 Si bien la RMS tiene el privilegio de estar incluida en primer lugar en ambas categorías, SCImago le reporta solamente un total de ocho citas en el periodo 2006-2013, las que en realidad se concretan en el periodo 2011-2013, ya que entre 2006 y 2011 no se reportan citas en esta fuente. En suma, la posición relativa de la RMS es muy alta, pero se trata de un universo extremadamente limitado y sus valores son, en consecuencia, bajos.10 En contraste, y aun considerando solamente publicaciones periódicas seleccionadas, SciELO-México (2014) reporta un total de 701 citas acumuladas en un periodo similar (entre 2008 y parte de 2014), es decir, aquí se observa un panorama radicalmente diferente.11
Por otra parte, de manera general puede decirse que los artículos en el campo de las ciencias sociales suelen tener una larga vida, aunque ello depende del perfil de la revista.12 Esta cualidad que debería ser valorada es con frecuencia castigada o cuando menos ignorada. En el caso de los documentos publicados en la RMS, el valor de vida media es mayor de 10 años (véase Sánchez Pereyra et al. en este mismo suplemento).
Aunque los indicadores no son comparables, un dato revelador de la vigencia de los artículos publicados en la RMS, que debería ser reconocido, es que el artículo más visitado en los últimos tres años (con 554 visitas) corresponde a “Los tarahumaras”, de Roberto de la Cerdasilva, publicado 1943, es decir, con una vida activa de más de 70 años.13
Finalmente, otro sesgo importante tiene que ver con los formatos de comunicación y circulación del conocimiento producido en el campo, ya que en ciencias sociales son tan importantes los artículos como los libros y otro tipo de documentos (como las tesis, las bases de datos, entre otros). Por ejemplo, un dato indirecto que puede dar una idea de la importancia de los libros es que en el periodo 2008-2014 los artículos publicados en la RMS concedieron un total de 7129 citas, de las cuales solamente 27.5% (1962, o menos de un tercio) fueron otorgadas a artículos de publicaciones periódicas (con base en SciELO-México, 2014). Esto expresa el carácter limitado de los artículos como base para conocer el nivel de citas de los documentos publicados por las revistas y, más aún, su nivel de impacto.
En suma, los resultados que arrojan estos criterios, considerados en muchas instancias de evaluación como definitivos para tomar decisiones que afectan no solamente a los académicos en su carrera, sino el propio desarrollo científico, son con frecuencia sesgados. Son parciales no solamente porque dependen del universo de revistas y publicaciones que incluyen o excluyen, sino también porque las nociones de calidad, prestigio e impacto del conocimiento basadas en índices de citas y periodos de citación son limitadas.
Las “disonancias” entre el modelo de AA y el comercial
De manera paralela al florecimiento del AA se han fortalecido grandes empresas de servicios editoriales y de información muy diversos, y que sin duda contribuyen a enfrentar algunos de los desafíos de la revolución digital, pero que contravienen la filosofía que inspira el AA. Se trata de empresas que han sido criticadas por las enormes ganancias que obtienen de las instituciones públicas que pueden pagar sus servicios, por su comportamiento a veces abusivo en la prestación de sus servicios y por las controversias que han suscitado respecto de los derechos de autor.
Estándares y normas
Como medida de control de la calidad editorial y para acceder a los índices y finalmente ser reconocidas (y contar) como partícipes del desarrollo científico, las revistas académicas deben satisfacer ciertos estándares internacionales. Sin duda, buena parte de estos estándares contribuye a mejorar la calidad y la transparencia del proceso editorial,14 pero otros, cuando son adoptados por los órganos de evaluación con extrema rigidez o desconfianza de los juicios académicos, pueden resultar cuando menos problemáticos y, en particular, pueden afectar la capacidad de innovación de las revistas. Son los casos del arbitraje, la prevención de la endogamia, el índice de rechazo y la restricción de números temáticos.
En cuanto al arbitraje, la revisión por pares con doble ciego (que supone que son los especialistas los mejor indicados para evaluar un trabajo y que mantiene el anonimato de autores y árbitros), es sin duda un mecanismo que contribuye a la imparcialidad en la evaluación, pero no está exento de problemas y tampoco es infalible. Por ejemplo, se ha observado que puede suscitar el rechazo de trabajos con temáticas, enfoques o abordajes novedosos; asimismo, puede verse afectado por la especialización disciplinaria de los evaluadores, o desaprovechar la oportunidad de publicar trabajos de autores de probada reputación, por lo que adoptado con extrema rigidez limita la capacidad innovadora de las revistas; sin duda, también adoptado con demasiada flexibilidad puede afectar su prestigio y calidad. El trabajo activo, colegiado y deliberativo de los comités editoriales, los que en muchas revistas resultan meramente decorativos, sin duda contribuye a prevenir tales extremos.
Al menos en el caso de las revistas mexicanas de ciencias sociales, un efecto colateral del arbitraje ha sido el alargamiento de los tiempos de publicación o la dificultad por mantener tiempos razonables. Este problema se encuentra ligado con la presión de los académicos por publicar, lo que incrementa el volumen y en ocasiones la calidad de los textos que hay que procesar en condiciones con frecuencia precarias en materia de infraestructura, personal y capacitación, y al mismo tiempo se encuentra vinculado con la dificultad para encontrar dictaminadores —regularmente agobiados por múltiples tareas— que estén dispuestos a contribuir en esta cada más demandante e importante función de evaluación, con escaso y con frecuencia nulo reconocimiento en los sistemas de evaluación.
La prevención de la endogamia se refiere por lo general a la composición de los cuerpos editoriales, que se exige sea multi-institucional y multinacional, y a la procedencia institucional de los autores de los artículos publicados y de los dictaminadores, los cuales solamente en un porcentaje reducido deberán pertenecer a la institución que edita la revista. Este principio es sin duda saludable: favorece la apertura, el diálogo y el reconocimiento académicos, así como la internacionalización.
Sin embargo, en el caso de los cuerpos editoriales este requisito suele convertirse en una mera simulación, o al menos un mero agregado de nombres que poco o nada tienen que ver con la vida de las revistas. Sería sin duda más valioso que las revistas se proveyeran de un cuerpo editorial activo, comprometido y plural, que estuviera en condiciones de trabajar efectivamente de manera colegiada.
En cuanto a los autores y los dictaminadores, las posturas extremas respecto de este criterio en algunas áreas han vuelto innecesario el esfuerzo institucional de mantener una revista y de aprovechar las capacidades y los recursos propios en la importante labor de difusión del conocimiento.
En el caso de la RMS, la participación de dictaminadores y autores de otras instituciones diferentes a la que edita la revista y particularmente de otros países ha sido siempre considerable.15 Resulta sin embargo significativa la importancia de los autores del Instituto de Investigaciones Sociales, dado que, con una participación de alrededor de 9% en promedio en los últimos cinco años (2009-2014), casi la mitad de los 20 artículos más visitados en JSTOR en los últimos tres meses y 35% de los más visitados en los últimos tres años son de autoría o coautoría de miembros de dicho Instituto.16
Sin duda contribuye a la imparcialidad el hecho de que los trabajos de los autores no sean evaluados por académicos de su propia institución o dependencia, criterio que ha adoptado la RMS desde hace muchos años para evitar posibles conflictos de intereses, pero que los miembros de la entidad que edita la revista tampoco participen en la evaluación de los trabajos externos parece un criterio excesivo, que sin duda desaprovecha las propias capacidades de la institución que publica la revista.
Por otra parte, un alto índice de rechazo se ha convertido en un criterio de prestigio y, en efecto, en alguna medida expresa el rigor que se tiene en la evaluación de los trabajos propuestos para su publicación.17 Sin embargo, dicho índice podría ser también una señal de alarma y resultado de muy variadas causas sobre las que habría que preguntarse y actuar, como deficiencias en la información que aporta a los autores la propia revista en cuanto a su perfil o en relación con los criterios con los que se evalúan los trabajos; la presión a los académicos y alumnos por publicar en revistas “de calidad”, o de cambios en los criterios y cánones de publicación, por mencionar algunas posibles causas de diversa índole.
Finalmente, la restricción (y prácticamente proscripción) de publicar números temáticos, con el argumento de que los autores tendrían que esperar largos periodos para la publicación, o con la sospecha de falta de rigor, no se justifica, y sí en cambio inhibe la posibilidad del diálogo y el debate académico, así como la promoción de nuevas líneas de investigación sobre algún asunto teórico o metodológico medular o sobre algún acontecimiento de relevancia que una edición temática podría contribuir a esclarecer. Recibir artículos que son propuestos de manera espontánea sin duda es importante y en alguna medida refleja el pulso de las preocupaciones y contribuciones de la comunidad académica, pero pretender que éste sea el único camino válido termina por convertir a las revistas en revistas-buzón y por volver irrelevantes las políticas editoriales.
Conclusiones
En suma, actualmente la capacidad de las revistas para innovar y marcar rumbos posibles no se ha perdido pero, al menos en el caso de las revistas de ciencias sociales, se ha visto limitada. Privan además imágenes distorsionadas de la calidad y la relevancia de estas revistas, que minan sus posibilidades de sobrevivencia tanto como los esfuerzos orientados al impulso de nuevas publicaciones periódicas en el campo. Hay, al mismo tiempo, nuevas condiciones y oportunidades que permitirían una proyección de las revistas inimaginable hace apenas unos años.
Ante estas nuevas condiciones, hace falta una investigación sobre los efectos que han tenido la evaluación y los criterios vigentes de calidad editorial y calidad científica en las publicaciones periódicas y en el desarrollo del conocimiento, tanto disciplinario como regional y nacional; que tome en cuenta el propio perfil y propósitos de las revistas, las características de los campos del conocimiento en los que se insertan y las condiciones en que se producen. Hace falta también una visión más incluyente que excluyente y autorreferencial para fortalecerlas.
Hay en el horizonte diversas iniciativas para entender y enfrentar de manera colectiva los problemas y los dilemas que plantea un nuevo momento para las publicaciones periódicas. Tal es el caso de la Declaración de San Francisco sobre la Evaluación de la Investigación (DORA), impulsada por la Sociedad Americana de Biología Celular, junto con un grupo de directores y editores de revistas científicas en diciembre de 2012).18 Se trata de un movimiento internacional que incluye distintas disciplinas, y que expresa la preocupación por la evaluación adecuada de la investigación científica, y se opone al uso del factor de impacto como medida exclusiva de la calidad científica. Además de los movimientos internacionales de científicos de todas las áreas, han surgido importantes iniciativas regionales para hacer frente a la situación, como las de SciELO, Redalyc, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y Latindex, que incluso han trabajado en conjunto y con otras organizaciones como PKP (Public Knowledge Project), en el diseño de indicadores alternativos.19 En la UNAM, la Red de Editores, que permanece abierta a otras instituciones académicas, constituye sin duda una buena iniciativa para compartir experiencias, aportar soluciones a los problemas y aprovechar los recursos propios.
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Anexo