Universidad Nacional Autónoma de México • Instituto de Investigaciones Sociales

Niklas Luhmann’s sociological program and its context

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Sergio Pignuoli Ocampo*

* Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Universidad de Buenos Aires. Temas de especialización: teoría sociológica, teoría de sistemas sociales y comunicación. Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1543 (C1042AAB), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

Recibido: 17 de marzo de 2014
Aceptado: 2 de marzo de 2015

Resumen

Este trabajo reconstruye los fundamentos del proyecto disciplinario que el prestigioso sociólogo alemán Niklas Luhmann delineó hacia 1984 mediante la publicación de Soziale Systeme (“Sistemas sociales”). Esta reconstrucción sitúa históricamente dicho proyecto en los contextos histórico, institucional y disciplinario del primer lustro de los años ochenta y enfoca el nuevo lugar que le adjudicó a la comunicación en aquel proyecto. Se sugiere que Luhmann forjó los fundamentos operativos de su giro comunicativo en la tensión entre tradición y disciplina.

Palabras clave: teoría sociológica, teoría de sistemas sociales, comunicación, Luhmann.

Abstract

This paper reconstructs the foundations of the sociological project that the prestigious German sociologist Niklas Luhmann outlined in 1984 with the publication of Soziale Systeme (“Social systems”). This reconstruction situates historically that project in the historical, institutional and disciplinary context of the first half of 1980s and focuses on the new place that such a project attributed to communication. The article suggests that Luhmann forged the operative fundamentals of his communicative turn within the tension between tradition and discipline.

Keywords: sociological theory, social systems theory, communication, Luhmann.

La Teoría General de Sistemas Sociales (en adelante TGSS) de Niklas Luhmann representa el último proyecto teórico de la sociología con envergadura general, pretensión universalista y recepción global. Este proyecto abarca más de tres décadas, desde la publicación de Funktionale Methode und Systemtheorie (“Método funcional y teoría de sistemas”) en 1964 hasta Die Gesellschaft der Gesellschaft (“La sociedad de la sociedad”) en 1997.1 Desde temprano el prestigioso sociólogo alemán aspiró a constituir la disciplina en una teoría de los sistemas sociales (Luhmann, 2009: 143). Su desarrollo, sin embargo, no fue homogéneo, más allá de algunas continuidades puntuales, pues Luhmann modificó su morfología y sus fundamentos en varias oportunidades (Knodt, 1995; Dammann, 2010).

Podemos periodizar su evolución en tres momentos. El primero (1964-1984) se caracteriza por la asunción de las teorías de la acción y la teoría funcional cibernética de sistemas. El segundo (1984-1990), por la asunción de las teorías de la comunicación y de sistemas autorreferenciales autopoiéticos clausurados en la operación. El punto de inflexión es la publicación de Sistemas sociales. El tercero (1990-1997) se caracteriza por profundizar el vínculo epistemológico y metodológico con las teorías de la forma de Spencer Brown y de los observing systems de Heinz von Foerster. El punto de inflexión es la publicación de La ciencia de la sociedad.

Aquí nos proponemos estudiar el segundo periodo. Para precisarlo, destacamos tres movimientos que lo distinguen: 1) un giro comunicativo, es decir, el paso de una teoría de sistemas sociales centrada en la acción a otra centrada en la comunicación, con el desplazamiento del umbral de irreductibilidad de lo social; 2) un giro autopoiético, es decir, la complejización de la teoría de sistemas autorreferenciales a través de la incorporación de los conceptos de clausura operativa y reproducción autopoiética, y 3) la adopción del enfoque de la constitución mutualista de elementos para dar cuenta de la emergencia de sistemas sociales, mediante dos renuncias: al emergentismo individualista y al emergentismo colectivista. Durante ese periodo, la TGSS elaboró el programa de una sociología integralmente fundamentada en la comunicación, a la que concibió no como tema de una sociología especial ni como una noción promisoria, sino como la categoría fundamental de la perspectiva teórica de la disciplina. La contextualización de la TGSS, sin embargo, es una tarea pendiente, reclamada por su sensibilidad hacia las transformaciones mundiales, europeas y alemanas de la segunda posguerra.

Desde nuestra óptica, la TGSS sin contexto no sólo es difícil de entender, es difícil de justificar, ya que es esencial para el proyecto luhmanniano diagnosticar, criticar, intervenir y paradojizar elementos, prácticas e instituciones del contexto histórico, institucional y disciplinario. Nuestra propuesta es reconstruirlo mediante un redimensionamiento del aspecto contextual; para ello enfocamos los principales materiales del periodo. Esta decisión nos puso ante problemas metodológicos específicos, en especial la elección de la perspectiva más adecuada para contextualizar los materiales, lo que exige dialogar con las contextualizaciones biográficas. Los principales datos biográficos sobre Luhmann no presentan incongruencias y permiten observar su inserción institucional; sin embargo, centrarse exclusivamente en ellos sería insuficiente, pues la historicidad de los materiales sería desatendida. Una omisión tal sería inadmisible, ya que los diálogos y polémicas que Luhmann entabló y estimuló muestran un vínculo productivo entre contexto y proyecto, entre formación de teoría y problemas contextuales. Nosotros triangulamos el análisis de la dimensión dialógica de los materiales con el análisis de la trayectoria biográfica.

Nuestro corpus de trabajo fue Sistemas sociales (Luhmann, 1998), al que ampliamos con artículos anteriores y posteriores (Luhmann, 1981, 1983, 1986, 1993) y con entrevistas al autor (Luhmann, 1987; Horster, 1997; Hagen, 2004). Nos apoyamos y dialogamos, cuantas veces nos fue posible, con los principales antecedentes existentes (Arnold y Rodríguez, 1989; Izuzquiza, 1990; Knodt, 1995; Rasch, 2000; Stichweh, 2000; Dammann, 2010).

La exposición seguirá este orden: contextualizaremos el proyecto sociológico de Luhmann de 1984; luego, bajo esa luz, reconstruiremos sus fundamentos y el nuevo lugar de la comunicación. Finalmente, presentaremos las conclusiones y su discusión.

Contexto

La relación del programa sociológico de Luhmann con su contexto posee una riqueza dialógica significativa. Para abordarla, la distribuimos analíticamente en tres planos contextuales: general, institucional y disciplinario.

Contexto general

En este nivel agrupamos los diálogos del proyecto luhmanniano con los grandes procesos del contexto histórico general, en especial de los sistemas político y económico, tanto a escala nacional como internacional. A nivel internacional predominaron, en el sistema político, la confrontación soviético-estadounidense, el conflicto por áreas de influencia y el proceso de descolonización y liberación en el tercer mundo; en el sistema económico, la salida definitiva a la crisis del mercado mundial de los años treinta y la recuperación del crecimiento capitalista global sostenido. A nivel nacional, la formación de la República Federal de Alemania (RFA) y el auge y la decadencia del Estado social de Bienestar en lo político y del “milagro económico” (Wirtschaftwunder) alemán.

El desarrollo del programa de Luhmann tuvo el horizonte de la segunda posguerra y se ambientó en el debate europeo en torno al capitalismo post-industrial, las geopolíticas poscoloniales y la crisis de Bienestar del Estado social. De ese diálogo enfocamos dos núcleos: 1) la desvinculación entre la práctica académica profesional y la práctica política directa, y 2) la problematización de la relación entre teoría, sociología y política.

La desvinculación entre práctica académica profesional e intervención directa en política y gestión es un aspecto que requiere ser rastreado en los datos biográficos de Niklas Luhmann. Más allá del derrotero de su pertenencia partidaria,2 la parte de su vida ligada de manera directa con la gestión política es previa al desarrollo de su actividad académica. La biografía señala que durante toda la década de los años cincuenta, en que, según sus propias palabras, ni siquiera tenía planes de dedicarse a construir una carrera académica (Hagen, 2004: 25), Luhmann tuvo un vínculo intenso con la política en virtud de los distintos cargos que ocupó en la administración pública. Sin embargo, el vínculo se distendió cuando, a comienzos de los años sesenta, abandonó su cargo en el Ministerio de Cultura de Hannover y su carrera burocrática para dedicarse a la investigación social (primero en administración, luego en organizaciones y teoría sociológica). Así, cuando a finales de esa década accedió a un cargo de profesor regular en la naciente Universidad de Bielefeld, su interés en la gestión política ya no estaba directamente vinculado con su actividad profesional.

En efecto, esa desvinculación no es ajena al segundo aspecto que nos interesa examinar: la relación entre sociología, teoría y política. El tratamiento teórico dado a esta última, tributario de una crítica a la tradición ilustrada, es central porque constituye la posición de Luhmann sobre la relación entre proyecto sociológico y contexto histórico general. Para el autor alemán, la sociedad moderna, es decir, el contexto histórico general, es un sistema emergente, caracterizado por el primado de la diferenciación funcional a escala societal. La evolución de la modernidad durante los últimos dos siglos diferenció funcionalmente a los sistemas científico y político, lo que generó, y genera, una desvinculación funcional y una articulación limitada entre los contextos y rendimientos de la sociología y la política. Por ello, según Luhmann, la construcción y el control de problemas, tanto como la perspectiva y el tratamiento de la política y de la sociología como ciencia, no pueden ser rearticulados de una manera total; no obstante esta desvinculación funcional y la incapacidad de la sociología para planificar y concretar, por su propia cuenta, mejoras de escala societal, es decir, no obstante el fracaso del proyecto de una sociología ilustrada, este fracaso es condición de posibilidad para que la sociología colabore con la política, aportando un rendimiento científico específico: su capacidad para complejizar el análisis social de las situaciones políticas, sin que ello implique saltear su limitación e incapacidad científicas para generar consensos colectivos de gran escala (Luhmann, 1993: 34, 142-143).

Contexto institucional

En este nivel agrupamos los diálogos del proyecto luhmanniano con los procesos institucionales de la sociología, en especial los de los sistemas universitario y científico. Señalamos los aspectos centrales de este contexto. A partir de los años sesenta, el sistema universitario alemán entró en una fase de transformación de su estructura interna caracterizada por la denominada “explosión de las universidades” (Universitätwunder) dentro del contexto del “milagro alemán”. En ésta primó una estrategia de planificación regional del sistema universitario de la RFA, tendiente a organizar una “Red de Escuelas Superiores” (Führ, 1996: 204), lo que impulsó la fundación de “nuevas universidades”. Entre 1960 y 1975 el número de instituciones de estudios superiores pasó de 152 a 213 y se crearon 24 universidades y escuelas superiores con estatuto universitario (Führ, 1996: 204; Mayer, 2008: 604).3 Las “nuevas universidades” multiplicaron la oferta de cargos académicos al tiempo que ofrecían mejor infraestructura, estilos organizativos flexibles, mayores salarios y mejores condiciones laborales en general y de investigación en particular que las universidades tradicionales. Su misión era lograr un abastecimiento regional equitativo de la educación terciaria y superior (Führ, 1996: 230-231). Hacia mediados de los años setenta, el proceso de regionalización se agotó. La aprobación de la ley de educación superior en 1976, modificada en 1983, marcó una nueva fase del sistema universitario de la RFA. La ley pretendió unificar federalmente la nueva heterogeneidad regional (Führ, 1996: 206ss). En esta fase hubo una contracción de los recursos públicos destinados a la educación superior, lo que implicó estancamiento de la carrera docente y pérdida de puestos de trabajo en el sector (Mayer, 2008: 635).4 El surgimiento y el desarrollo del proyecto teórico de Luhmann tuvo el horizonte de la “explosión de las universidades” de la RFA, y se ambientó en la revaluación de la sociología dentro de la reconstrucción del sistema universitario. Seleccionamos dos aspectos centrales para su proyecto: 1) la regionalización y heterogeneización del sistema universitario, y 2) la institucionalización disciplinaria de la sociología.

El primer aspecto es la heterogeneización institucional generada por la regionalización. Indisociablemente ligada con la necesidad de ampliar la planta docente acarreada por las “nuevas universidades”, el proyecto de regionalización impulsó una contratación masiva de profesores, en especial a comienzos de los años setenta. Este dato encuadra las condiciones institucionales del ingreso de Luhmann al trabajo académico regular; en 1969 obtuvo el cargo de profesor regular en la Universidad de Bielefeld. Los factores distintivos de las “nuevas universidades” son importantes porque explican, siguiendo a Arnold y Rodríguez (1989: 175-7), cómo fue posible que carreras académicas prestigiosas e internacionalmente reconocidas, como la de Thomas Luckmann en Konstanz o la de Luhmann en Bielefeld, se desarrollaran fuera de las universidades y escuelas de pensamiento “tradicionales”.

El segundo elemento es la institucionalización universitaria y científica de la sociología. Según Dirk Kaesler (2002), las autoridades estadou-nidenses y de la RFA sucesivamente reservaron a la sociología un lugar de privilegio en la planificación institucional de la RFA. Por eso, Arnold y Rodríguez (1989) advierten que no debe confundirse la primera autonomización del campo, sucedida durante la República de Weimar, con la institucionalización de la disciplina, sucedida durante la segunda posguerra y en el marco de la “explosión de las universidades”. La disciplina fue convocada para profundizar las reformas de ruptura con el régimen nacional-socialista. Su misión fue formar nuevos cuadros que contarían con una inserción privilegiada en la vida política. El lugar de la sociología en la segunda posguerra quedó señalado, entonces, por un compromiso político y una planificación institucional orientada a la promoción de tres ejes estratégicos de la flamante RFA: 1) la re-educación política y cívica; 2) la reforma de la administración pública, y 3) la reconstrucción democrática de Alemania.5 Gracias al impulso oficial, se profesionalizó la enseñanza de la sociología y se multiplicó la cantidad de casas de altos estudios autorizadas a emitir títulos en el área de sociología, se acentuó la diferenciación interna de la disciplina con la aparición de una vasta cantidad de especializaciones, se estandarizaron procedimientos metodológicos, se crearon institutos de investigación en el ámbito universitario y no universitario y creció el financiamiento para la investigación (Arnold y Rodríguez, 1989; Kaesler, 2002). Las “nuevas universidades” se articularon exitosamente con estos impulsos oficiales.

Las condiciones y facilidades ofrecidas por la Universidad de Bielefeld, una “Nueva Universidad”, permitieron a Luhmann, como señaló Ignacio Izuzquiza (1990: 24-25), dedicar buena parte de su trabajo a la investigación y a la producción. Con las tareas docentes concentradas en un trimestre y una secretaria que oficiaba de asistente y colaboradora, se insertó rápidamente en la vida académica alemana. A partir de 1968 publicó sistemáticamente sobre una gran variedad de temas (teoría de la sociedad, teoría de sistemas sociales, sociología del derecho, política, etcétera). Tras el renombrado debate con Jürgen Habermas de 1971, Suhrkamp y Westdeutscher, dos de las principales editoriales científicas alemanas, lo incorporaron a sus catálogos y editaron sus principales escritos. Asimismo, la Universidad de Bielefeld fortaleció otros aspectos del desarrollo institucional de Luhmann: lo avaló ante la Deutsche Forschungsgemeinschaft (DFG), sostuvo su presencia en congresos internacionales6 y lo nombró editor principal de la prestigiosa revista Zeitschrift für Soziologie.

Por todo esto, hacia fines de los años setenta Luhmann era una figura de la sociología de nivel mundial. Entonces, si atendemos la tensión institucional entre contexto y proyecto, observaremos que su proyecto no puede considerarse fundacional ni refundacional de la sociología, pues no emergió en el contexto de autonomización del campo. Su proyecto supone la diferenciación que la sociología había alcanzado dentro de los sistemas científico y universitario, la férrea organización institucional que se daba para sí y la capacidad de su funcionamiento para generar crisis internas, sin que necesariamente impliquen peligro de disolución del campo. Es dentro de ese contexto, y no fuera, que el proyecto luhmanniano propuso una reorganización de la disciplina tendiente a transformar las condiciones en que funcionan las instituciones, organizaciones, prácticas y tradiciones que, a su entender, concurren a la “crisis teórica de la sociología”. Por ello, para Luhmann la ruptura con la tradición sociológica es inseparable de la reivindicación de la disciplina sociológica. En primer lugar, porque no redujo la disciplina a sus tradiciones, sino que entendió que también abarcaba la disposición institucional, las organizaciones formales y las prácticas que lo reproducen. En segundo lugar, porque ancló su proyecto hasta tal punto en la disciplina, que incluso su operación más radical de distanciamiento (la ruptura con las tradiciones sociológicas) defendió la capacidad de la sociología para producir conocimiento científico, para lo cual desarrolló una alternativa sistémica.

Contexto disciplinario

La sospecha de que algo no estaba bien en la sociología emergió tras las discusiones del positivismo (mediados de los años sesenta) y de la teoría de sistemas (comienzos de los años setenta). En aquel entonces, la discusión del modelo AGIL parsoniano conservaba vigencia. En los centros de investigación de la periferia emergieron proyectos teóricos centrados en el problema del desarrollo (Germani, 1962) o de la dependencia, distantes del AGIL (Cardoso y Faletto, 1978). En tanto, en las academias europeas y estadounidenses surgió un cuestionamiento contra el predominio de la tradición empirista. Según Jeffrey Alexander (2000), desde distintas perspectivas se renovaron las objeciones contra ella: la cuestión ya no era el positivismo como práctica sino el “consenso empirista” como programa. Al mismo tiempo, el rendimiento de la disciplina se debilitó por la aparición de fenómenos sociales de nuevo tipo, difícilmente codificables para los sistemas de categorías vigentes.7 La agregación de malestares cristalizó en la formula “la sociología está en crisis”, que ganó la escena en las academias de sociología del mundo.

El surgimiento y desarrollo del proyecto teórico de Luhmann tuvo el horizonte disciplinario de esta “crisis” e intervino en la semántica del “cambio de paradigma”. Seleccionamos tres núcleos relevantes para su proyecto: la competencia entre diagnósticos críticos y alternativas, el giro lingüístico de la teoría social, y el abandono de la teoría general.

El primer aspecto que nos interesa es la sospecha de que la sociología era una disciplina en crisis. Esto justificó la aparición y sucesión de una importante serie de diagnósticos sobre la situación, a saber: “crisis teórica” (Dahrendorf, 1966), “crisis por hiperinflación resultante de un imperialismo disciplinario” (Tenbruck, 1980), “crisis del consenso ortodoxo” (Giddens, 1982; Alexander, 2000), entre los más destacados. El cuadro se completa con la proliferación de salidas a la crisis, donde predominaron las propuestas de carácter eminentemente teórico. Así, emergieron nuevas teorías con pretensiones disciplinarias: la teoría de la dependencia, la teoría de la estructuración, la teoría de la decisión racional, la sociología post-estructuralista, el marxismo analítico y el postmarxismo, la morfogénesis realista, entre otras. Esa sospecha se condensó como horizonte hacia fines de los años setenta y comienzos de los años ochenta, y bajo aquél, lejos de poseer monopolio crítico alguno, el proyecto luhmanniano elaboró sus pretensiones de radicalidad y compitió con otros programas de investigación con diagnósticos similares.

Un segundo elemento fue la atención creciente que la teoría sociológica prestó a las promesas de “salida” que insinuaba la investigación lingüística. De esta manera, el problema del lenguaje se tornó muy dinámico, pues se le atribuyó el estatuto de problema renovador, fue alojado en un nuevo ámbito de las preocupaciones de la investigación sociológica y, consecuentemente, toda innovación de la teoría sociológica requería una rearticulación con los avances en lingüística. Aquella efervescencia lingüística no fue ajena a Luhmann, quien mantuvo una posición solitaria y arriesgada al deslindar la investigación de la comunicación de la investigación del lenguaje, privilegiando la primera.

El tercer elemento es el abandono de la teoría general en la sociología. En aquel contexto, la teoría general era un elemento residual, cuya aparición y vigencia estuvieron ligadas con la recepción de la teoría general de la acción de Talcott Parsons. El frente crítico que se generó en su contra durante los años cincuenta y el posterior aislamiento y desatención de los que fue objeto el autor estadounidense marcaron el abandono paulatino del programa de la teoría general y el descrédito de toda pretensión universalista, incluido el propio marxismo, en beneficio de la proliferación de teorías que, en nombre de una mayor atención a la “historia”, desdeñaban tal pretensión. Esta tendencia se acentuó en los años setenta y recién fue cuestionada a comienzos de los años ochenta, con la reivindicación alemana de Parsons realizada mediante la publicación en 1980 de un volumen colectivo, editado por Schluchter, que contenía contribuciones del propio editor, de Münch, Habermas y Luhmann, entre otros. En ese momento cobró una mayor dimensión la reivindicación del proyecto parsoniano que hiciera Luhmann en los años setenta, cuando defendió la necesidad de superarlo, no mediante una renuncia a las pretensiones de universalidad, sino mediante una radicalización de la renovada teoría de sistemas autorreferenciales.

El programa sociológico de Sistemas sociales 1984)

El programa luhmanniano entró en su segunda fase bajo condiciones disciplinarias caracterizadas por una sólida autonomización del campo y una fuerte institucionalización universitaria y científica. En ese contexto, Luhmann radicalizó la tensión entre tradición y disciplina sociológicas y elaboró un programa teórico alternativo ante la “crisis de la disciplina”. En este apartado reconstruimos el diagnóstico crítico y la alternativa teórica propuestos por Sistemas sociales en 1984.

Diagnóstico

El diagnóstico central de Sistemas sociales es que la sociología atraviesa una crisis de carácter teórico (Theoriekrise) y que tal estado crítico, e históricamente específico, se correlaciona con prácticas e instituciones vigentes y generalizadas dentro del campo, y es, por lo tanto, únicamente imputable al funcionamiento con que la sociología se reproduce, es decir, a su clausura operativa. Según Luhmann, a diferencia de la situación generada a principios del siglo XX, cuando distintos procesos académicos de diferentes orígenes nacionales convergieron en el auto-reforzamiento de la diferenciación de un campo científico específico de investigación de los fenómenos sociales, diferenciado tanto de la filosofía social como de la física y de la biología, aquellos efervescentes procesos de autonomización generaron una presión crítica sobre la producción de una teoría general específica, porque de ella dependía, en última instancia, la fundación de la sociología dentro del sistema científico: la teoría debía justificar sistemáticamente una orientación científica hacia un objeto específico desde una perspectiva emergente. Para Luhmann, aquella situación era sustancialmente diferente de la situación que atravesaba la sociología a comienzos de los años ochenta, porque el tipo de crisis teórica de ese momento no se correspondía con la presión de la autonomización de un campo sino con el funcionamiento institucionalizado de una pluralidad de organizaciones y prácticas muy extendidas en una disciplina constituida (Luhmann, 1983: 991-992).

Factor crítico

El factor que define críticamente la situación de la sociología es la carencia de una teoría mediante la cual la disciplina sea capaz de determinar su unidad. En este sentido, Luhmann afirma que la sociología carece de una teoría general (en adelante: TG) que posea el nivel de abstracción y complejidad suficientes para determinar, con pretensiones de universalidad, la unidad de su materia. Esta carencia la incapacita para ofrecer una definición unitaria del campo de objeto y problemas, que contrabalancee la diversificación y la atomización tendencial de las sociologías especiales; al mismo tiempo, obstaculiza sus posibilidades para cooperar, interpelar y/o utilizar interdisciplinariamente resultados surgidos de las investigaciones más avanzadas de otros campos de la ciencia, que sean relevantes para el propio campo sociológico. La carencia de TG implica un manejo autorreferencial ineficiente de la clausura disciplinaria y de la apertura interdisciplinaria. En este punto no es conveniente apresurar la interpretación que hacemos del autor: Luhmann detectó un factor crítico, pero no deduce de él que la disciplina no haya funcionado ni pueda seguir funcionando. La sociología puede convivir con este factor, a través de su elusión o incluso mediante la renuncia a la elaboración de una TG. Para Luhmann, la crisis, más bien, consiste en que ese funcionamiento implica e implicará que la disciplina renuncie a su propia unidad (Luhmann, 1983: 995). La identificación de las prácticas que generan esta crisis es uno de los problemas institucionales que más preocupó a Luhmann de cara a la postulación de su alternativa sistémica. No es de extrañar que el objetivo prioritario del proyecto luhmanniano haya sido fortalecer institucional e investigativamente el campo específico de la teoría sociológica general.8

Prácticas en crisis

Afirmar que la crisis es correlativa a la clausura de la disciplina significa declarar que es correlativa al funcionamiento del campo, y no a su falta de funcionamiento. Para Luhmann, la crisis está ligada con tres prácticas determinadas de producción sociológica: la investigación aplicada, la investigación teórica y la desatención interdisciplinaria.

La investigación aplicada

La consolidación de la investigación aplicada en sociología (en adelante: IA), a partir de la segunda mitad del siglo XX, fortaleció el estatuto empírico de la disciplina y acumuló conocimientos en las distintas especializaciones del campo. Sin embargo, Luhmann identificó una retroalimentación entre la IA y el factor crítico:

1) Carencia de un marco de referencia e irrelevancia del conocimiento parcial. Para Luhmann, la mayor virtud de la IA (acumular conocimiento parcial) muestra paradójicamente el peor defecto de la carencia de una TG, a saber, la fragmentación y la desvinculación entre los datos y conocimientos parciales. La producción creciente de datos sociológicos, lejos de mostrar una tendencia integradora, manifiesta una tendencia de profundización del aislamiento entre las disposiciones teóricas de las distintas investigaciones. La acumulación de datos per se no puede revertir esa tendencia, puesto que no puede suministrar un marco de referencia que los tabule, integre, compare y conecte; así, resultan irrelevantes para resolver la crisis teórica (Luhmann, 1998: 7).

2) Autolimitación, indefinición y restricción de la teoría a la relación entre variables. La IA confina la producción de teoría sociológica a buscar relaciones entre variables de acuerdo con la investigación causal, que en el mejor de los casos alcanzan el rango de teorías de alcance medio; así es como la concepción de teoría de la IA genera un sistema de autolimitaciones en la elaboración conceptual que aumenta la indefinición y el aislamiento entre las categorías (Luhmann, 1998: 7; 1986: 131-132).

3) Exteriorización recíproca entre teoría y metodología. La IA hace de su restricción teórica una condición necesaria para formalizar la sociología. Esta confusión surge del supuesto, epistemológicamente ingenuo, de que la relación entre una perspectiva multifactorial para aislar y tratar variables y la aplicación de técnicas matemáticas puede ser resuelta internamente por medio de la metodología, sin definiciones teóricas adicionales y exteriores al presunto vínculo interno (Luhmann, 1986: 130).

4) Arbitrariedad estadística en la construcción del objeto e invisibilización de la cualidad sistémica. La IA pone en pie de igualdad a las construcciones estadística y sociológica del objeto y no puede evitar los sesgos que introducen las condiciones de aplicación de las herramientas estadísticas en el campo del objeto sociológico. Además, el análisis estadístico tiende a omitir la cualidad (Luhmann, 1998: 44-45).

5) Dilema. La concepción de teoría de la IA conduce a un dilema: la sociología, en tanto ciencia, no puede renunciar a respaldar sus afirmaciones con datos; éstos, sin embargo, resultan irrelevantes para resolver la crisis (Luhmann, 1998: 7).

Para Luhmann, hay una retroalimentación entre estas dificultades y el factor crítico que en un primer momento se resigna ante la tarea de producir TG, pero llega al extremo de sugerir la renuncia a ella. Luhmann señaló que ni siquiera una renuncia tal es suficiente, ya que sólo evita plantear la tarea, pero no resuelve la crisis (Luhmann, 1998: 7-8).

La investigación teórica

Provocativamente sugiere Luhmann que la carencia de TG no debe confundirse con falta de investigación teórica. El problema es el vínculo entre esas investigaciones (y sus estilos de trabajo) y el factor crítico. Esto se debe a que las prácticas institucionalizadas de investigación teórica malogran su relación con el campo específico de la investigación en TG y ello explica su escaso aporte a la resolución de la crisis. Luhmann analizó críticamente la especialización en “clásicos” y la mixtura de teorías, dos modalidades de trabajo teórico predominantes en la RFA e instaladas a escala global.

La especialización en “clásicos”

La especialización en “clásicos” (en adelante: EC) es una práctica de investigación muy extendida en el campo. Desde el punto de vista diagnóstico, Luhmann relacionó estas investigaciones con la situación crítica de la sociología. Contrario a autores de la talla de Alexander, Giddens y Habermas, quienes afirman que la sociología alcanzaría su diferenciación disciplinaria gracias a la formación de sus “tradiciones” y a la selección de sus “clásicos”, Luhmann aseguró que la diferenciación es realizada por la distinción del objeto. Así, cuestionó el concepto de “clásico” bajo la tensión entre tradición y disciplina e identificó las dificultades específicas de la EC para producir una TG, a saber:

1) Pre-existencia de la teoría. La EC supone que la teoría ya está disponible y que sólo requiere interpretación. Así, pondera lo que fue hecho en detrimento de lo que es necesario hacer; con ello invisibiliza las vacancias de la agenda teórica, al tiempo que restringe el título de “teórico” al esfuerzo exegético (Luhmann, 1983: 987).

2) Sobreestimación de diferencias. La EC sobreestima las diferencias entre los “clásicos”, lo que, por un lado, conduce a difuminar la diferencia entre biografía y teoría, y por otro, aporta poco al procesamiento de información teórica, pues las diferencias entre los “clásicos” no son sólo diferencias teoréticas (Luhmann, 1983: 988).

3) Confusión de la historia con la teoría de la disciplina. Aunque facilitan un correlato sencillo para la formación profesional, los libros de textos y los cursos universitarios confunden la historia con la teoría de la disciplina (Luhmann, 1983: 988).9

4) Paradoja. Si se concede que el pensamiento de los “clásicos” puede ser abarcado, la exégesis que así lo hiciera entraría en una paradoja, pues tendría que vérselas entonces con la nueva oscuridad agregada por sus propios resultados (Luhmann, 1998: 8).

Para Luhmann, la teoría formada mediante la exégesis de los “clásicos” conduce a una clausura disciplinaria sin TG y a reducir los rendimientos de la sociología a dicha exégesis. En este sentido, la EC es un obstáculo epistemológico para producir una TG.10

Mixtura de teorías

La mixtura de teorías (en adelante: MT) es una práctica extendida en el campo que posee la capacidad de generar, mediante técnicas de complementación de textos, marcos teóricos con una generalidad mayor a la poseída por cada una de las teorías articuladas, y propone un modo extremadamente sencillo de producir innovaciones (Luhmann, 1983: 988). Luhmann correlacionó esta práctica con la crisis teórica:

1) Falta de criterios integradores. La integración omite la elaboración de nuevos estándares teóricos con abstracción, complejidad y generalidad suficientes para controlar la mixtura y sus rendimientos; tales estándares segundos por definición no están presentes en las teorías articuladas, tampoco surgen de la mera complementación y requieren un esfuerzo adicional (Luhmann, 1983: 988).

2) Tendencia a la armonización. La mixtura tiende a invisibilizar las contraposiciones entre las teorías articuladas, puesto que las técnicas de integración empleadas simplifican las teorías hasta lograr una armonización conceptual, tendencia que es el opuesto simétrico de la sobreestimación de las diferencias entre los “clásicos” (Luhmann, 1983: 988).

3) Pretensión de exclusividad. La MT omite afirmar que su método es sólo uno de los estilos de generalización teórica (Luhmann, 1983: 988), desestimando sin justificación la perspectiva de la TG, más allá de eventuales objeciones a las obras de Parsons.

Para Luhmann, la MT distorsiona el umbral de generalidad requerido por la sociología, y, a pesar de ser compatible con un “pluralismo” teórico, es irrelevante para resolver la crisis teórica de la disciplina (Luhmann, 1983: 987).

Desatención interdisciplinaria

El examen de Luhmann del rol de la interdisciplina en la crisis atendió menos la clausura de la disciplina que la combinación de clausura y apertura. Luhmann examinó la correlación entre el factor crítico y las influencias interdisciplinarias recibidas por la sociología. El examen arrojó que ésta ha sido indiferente a resultados alcanzados en otros campos y que son relevantes —ya por irritación, ya por cooperación— para sus propósitos científicos. Para ilustrarlo afirmó lo siguiente:

Hablamos de sujetos humanos como si no existieran teorías de sistemas autorreferenciales, de autopoiesis y de autonomía. Usamos la idea de relaciones causales como si no hubiera investigación alguna sobre atribución. Relacionamos el sentido con los sujetos como si no hubiera teoría de la información (Luhmann, 1983: 992).

Ante esta problemática, la EC es insuficiente debido a su exclusivo interés en materiales epistemológicamente anacrónicos y a su restricción del diálogo interdisciplinario con la filosofía. Para Luhmann, este diálogo requiere una TG que combine la clausura y la unidad teóricas de la disciplina con la apertura hacia resultados relevantes, y que por esta vía reinserte a la sociología en el escenario de la investigación avanzada.

Alternativa

La alternativa de Luhmann fue desarrollar una TG con la fortaleza suficiente para sostener un “cambio de paradigma” en la sociología. “Cambio de paradigma” entendido histórica e institucionalmente como postulación y desarrollo de un programa de investigación cuya pretensión de universalidad y aparato categorial posea la abstracción, la complejidad y la autoimplicación suficientes para tratar la autorreferencia de los sistemas sociales, incluida la sociología, y así disolver las correlaciones entre prácticas y crisis y disponer de manera innovadora el lugar de la TG. El “cambio de paradigma” impulsado por una TG supone de ésta cuatro propiedades: pretensión de universalidad, autorreferencia, enfoque sistémico e interdisciplina.

Las pretensiones de universalidad

El concepto de TG de Luhmann está internamente ligado con el concepto de pretensión de universalidad. En este sentido, pretensión de universalidad significa pretensión de aprehensión de todo lo social (alles Soziales) y no de segmentos (Luhmann, 1998: 8). La definición que se desprende de esta pretensión es que la sociología, gracias a la mediación de su TG, construye su campo de problemas dentro y queda primariamente orientada hacia la diferencia con que un orden de realidad específico emerge dentro del mundo.11 Esa diferencia, específica desde la perspectiva del objeto y directriz desde la perspectiva de la TG, es la que distingue lo social de lo no social y halla su unidad en la diferenciación de sistemas sociales. Las pretensiones de universalidad, sin embargo, no deben confundirse con pretensiones de exclusividad ni mucho menos de justeza: la TG promovida por el proyecto luhmanniano no pretende que la disciplina detente el monopolio de la producción de conocimiento científico acerca del campo de su objeto. Tanto es así que, a juicio de Luhmann, durante el siglo XX los conocimientos más relevantes acerca de la sociedad no surgieron del campo sociológico (Luhmann, 1998: 10). Por todo esto, la opción por la TG, gracias a la mediación de las pretensiones de universalidad, optimiza su manejo alternativo de los problemas de la unidad y del retraso relativo de la disciplina: refiriendo el primero a la diferencia específica del orden de realidad emergente de los sistemas sociales y el segundo a la renuncia a la exclusividad e indiferencia cognitiva.

Autorreferencia

Para Luhmann, las TG se distinguen porque asumen la tarea de construir la unidad del ámbito del objeto y de problemas de una disciplina (Luhmann, 1981: 11). En este punto incorporó el requisito de la autorreferencia: una teoría puede alcanzar el estatuto de TG si, y sólo si, al construir dicha unidad desarrolla la capacidad de tenerse a sí misma entre sus objetos y, por ende, si es capaz de aprender de sí misma a través de la producción de conocimiento sobre su campo de problemas.12 Por consiguiente, una TG pone en juego su propia generalidad en la medida en que se constituya como una teoría circular, autorreferencial (Luhmann, 1998: 9). Este modo de alcanzar la autorreferencia se distingue por no ser arbitrario, es decir, por no depender simplemente de un observador analítico, y por no ser delegable a un campo específico, como podría ser la pretensión de la sociología de la sociología. La autorreferencia de la TG constituye un fundamento distintivo de estas teorías: la TG se autoimplica en la constitución que hace de la unidad de su campo. Una consecuencia de esto es que una TG ya no puede apelar válidamente a la distinción entre sujeto y objeto. La autoimplicación derrumba la exterioridad ontológica entre ambas “instancias del conocimiento”, lo cual, desde el punto de vista de la autorreferencia, no sólo es inevitable sino que es el fundamento productivo del conocimiento científico. La autoimplicación en la constitución del ámbito del objeto hace que toda práctica de producción de conocimiento científico, incluida desde luego la investigación específica en TG, quede, literalmente, dentro del ámbito del objeto investigado y que por lo tanto no pueda evitar transformar al objeto que investiga, mientras lo investiga. Esa inevitable transformación operativa, introducida cada vez por la investigación científica en su ámbito de objetos y problemas, sólo es aprehensible gracias a los principios autorreferenciales provistos por una TG.

La perspectiva de sistemas

La adopción del enfoque sistémico compromete la TG de Luhmann a observar la procurada unidad del campo mediante el esquema de observación sistema/entorno.13 Por consiguiente, la indicación teórica de la emergencia del objeto recibe su unidad sociológica general a partir del uso de la diferencia sistema social/entorno del sistema social. La vinculación interna entre las nociones de diferencia y sistema permite a la TG convertirse en una TG de sistemas sociales (TGSS) que se inserta, a su vez, en un marco más abstracto: la TG de sistemas (TGS). Esta adopción nutre la alternativa luhmanniana con los rigurosos fundamentos de la TGS, y la acerca especialmente a las innovaciones generadas por el “giro autopoiético”, que había convulsionado la investigación en sistemas a partir de mediados de la década del setenta, con los trabajos de Humberto Maturana y Francisco Varela (2003a, 2003b) y Heinz von Foerster (2003), quienes le devolvieron al principio de clausura sistémica el estatuto de principio rector de la TGS, ya que lograron vincularlo exitosamente con la autonomía operativa y con la organización autorreferencial o circular requerida por todo sistema complejo.

Por esta vía accedemos a la visión luhmanniana de que las diferencias se constituyen como sistemas emergentes clausurados en el nivel de su operación. La clausura operativa imposibilita que los sistemas complejos “tomen” sus elementos del “exterior” y los fuerza a constituirlos y a reproducirse únicamente a partir de ellos o, en su defecto, a extinguirse. Este proceso de reproducción autónoma cualifica a los elementos de los que está compuesto un sistema, y es la razón por la cual la cualidad es distintiva del funcionamiento empírico de cada sistema complejo, incluidos los sociales (Luhmann, 1998: 44-45). La determinación de la cualidad sistémica, lejos de renunciar, convoca a multiplicar los esfuerzos de la investigación aplicada.14 La inserción dentro del marco general de la TGS también permite a la TGSS formar sus comparaciones a través de los principios de generalización y re-especificación: los sistemas sociales enfrentan problemas cuya generalidad desborda largamente el concepto de lo social (problemas como la complejidad, el tiempo, la entropía); la especificidad surge de la operación con que los sistemas sociales lidian con tales problemas, lo que diferencia a los sistemas sociales de otros tipos de sistemas, como los biológicos o los psicológicos. Este método de comparación reemplaza al principio de la analogía, por ser menos atento a la especificidad y más proclive a detectar “identidades esenciales”. Este método también es importante para la formación de definiciones, que quedan orientadas principalmente a problemas y no a características (Luhmann, 1998: 89).

Fundamentos interdisciplinarios y diferenciación de campos de investigación

Para Luhmann, la asunción del principio de autorreferencia y de las pretensiones de universalidad conduce a la adopción de un modelo específico de diferenciación entre campos de la investigación científica y de organización entre ellos. La discusión se concentra en la distinción “clásica” entre ciencias naturales y ciencias del espíritu: para el proyecto luhmanniano tal distinción supone una diferencia en la naturaleza de los objetos. Sin embargo, una vez asumida la centralidad de la autorreferencia en el manejo que los sistemas hacen de los problemas acarreados por la diferencia, la distinción entre naturalezas se desdibuja dado que los órdenes de realidad se distinguen por el modo en que resuelven el problema de la complejidad desde la especificidad de su diferencia. Si esto es así, los campos de investigación ya no pueden distinguirse apelando simplemente a la separación de naturalezas, puesto que cada campo observa las operaciones específicas de los distintos objetos en tanto operaciones orientadas al problema de la complejidad. En reemplazo de esta distinción, Luhmann (1998: 12) indica que la distinción entre disciplinas debiera regirse por la distinción entre teorías con pretensión de universalidad (física, biología, psicología y, gracias al esfuerzo sistémico, también sociología) y teorías de investigación más limitadas que sólo tematizan segmentos parciales del mundo. Con arreglo a ello, Luhmann defiende el alto grado de abstracción y generalidad de la TGs y desconoce las fronteras impuestas por la secular “naturaleza” de los objetos. La TGS posee una fuerte orientación interdisciplinaria, puesto que su organización se basa en el ya mencionado procedimiento de generalizar y reespecificar los avances en la investigación de los campos científicos con teorías universalistas. Por esta razón, sin caer en inconsistencias con la “naturaleza” de su objeto ni apelar a analogías ni a metáforas, Luhmann logra nutrir su proyecto sociológico con importantes recursos interdisciplinarios. De manera que, ante los déficits de las definiciones sociológicas, elabora conceptualmente la unidad del objeto sociológico mediante la revisión crítica de aportes no sociológicos (cibernética, teoría de la información, emergentismo, filosofía romántica y biología de la autopoiesis) al mutualismo y la interacción.

Por una cuestión de espacio, no podemos presentar de manera completa los diálogos interdisciplinarios de la TGSS; sin embargo, mencionaremos los más relevantes para la definición comunicativa del objeto sociológico. Luhmann retomó de la cibernética clásica el concepto de conversación de Gordon Pask, al que convirtió en alternativa al concepto de acción de la “teoría de la acción” (Luhmann, 1981: 20) y retomó de la cibernética de segundo orden el concepto de order from noise de Von Foerster.15 De la teoría de la información tomó el concepto de información de Donald MacKay, cuya diferencia entre selective function y potential states articuló con la distinción entre actual y posible del concepto de sentido. Asimismo, reformuló la matemática de la comunicación de Claude Shannon, mediante la sustitución de sus acentos telecomunicativos por acentos sociológicos, para lo cual se valió de conceptos de Paul Watzlawick sobre la percepción recíproca y la situación de imposible no-comunicación, así como la distinción entre comunicación y metacomunicación de Jurgen Ruesch y Gregory Bateson.16 Del emergentismo recuperó la perspectiva de la emergencia por multiple constitution de Stein Bråten, con el fin de sostener la tesis de la emergencia de la síntesis comunicativa.17 De la biología de la autopoiesis de Maturana y Varela generalizó el concepto de autonomía autopoiética.18 Finalmente, Luhmann unió filosóficamente a la TGSS con el romanticismo alemán temprano (Friedrich Schlegel, Novalis, Jean Paul), en especial la hermenéutica general de Friedrich Schleiermacher; de ellos tomó las premisas de la alteridad y la diferencia para concebir de manera diádica la comunicación y la esfera social.19

El nuevo lugar de la comunicación

El proyecto luhmanniano condujo todo su esfuerzo diagnóstico y propositivo hacia un problema clásico y fundamental de la sociología y de las ciencias sociales: ¿qué es lo social? Este problema pone en juego toda la capacidad y sirve de medida del potencial de la TGSS, puesto que sus propias pretensiones teóricas la obligan a tratarlo de una manera innovadora y le exigen una respuesta alternativa, consistente con todos los principios y requisitos de una TGs, capaz de soportar y fundamentar una TGSS.20

En primer lugar, el proyecto luhmanniano entiende lo social como un fenómeno que no puede ser descrito ni mucho menos explicado de manera suficiente por ninguna propiedad unilateral relativa a sujetos, actores o agentes individuales; antes bien, exige para su emergencia la relación entre al menos dos participantes, a los que presupone como condición necesaria, pero que es irreductible a cada una de éstas; en este sentido, lo social es, por definición, irreductible al individuo y, por consiguiente, resulta inaccesible para el individualismo metodológico. Al mismo tiempo, lo social no puede ser entendido como un fenómeno cuya metaindividualidad suponga a lo social como a priori y/o constituya una instancia emergente del mundo ajena a la relación entre al menos dos participantes. Por ello, lo social no es reductible a los holismos colectivistas ni a una apriorística de lo social. Como sintetizaron Ignacio Farías y José Ossandón (2006: 23), el individuo (o su conciencia) dejó de ser la variable independiente que transforma la sociedad, sin que por ello sea la variable dependiente de una sociedad que lo controla. Para el programa luhmanniano, lo social requiere ser observado en términos primariamente diádicos, es decir, entendido en cuanto fundado por la unidad mutualista de la constelación alter ego/alter ego.

En segundo lugar, el deslindamiento del concepto de lo social tanto del individualismo metodológico como del holismo colectivista sustenta una conceptualización emergentista. En este contexto, emergencia significa formación de fenómenos cualitativamente novedosos, cuyas propiedades no se derivan de las condiciones de posibilidad ni de los precursores supuestos (Sawyer, 2001; Bunge, 2004; Mascareño, 2008).21 Lo social es entendido como un fenómeno emergente gracias a, y no contra, la irreductibilidad a los participantes, es decir, gracias a, y no contra, la individualidad de los individuos. Esto significa que lo social no es superior, tampoco inferior, ni “supera” lo individual, ya que es un fenómeno cuyas propiedades son irreductibles a sus precursores, a los cuales, sin embargo, no deja de presuponer. Por ende, constituyen órdenes emergentes de realidad diferenciados.

En tercer lugar, la perspectiva sistémica obliga a reformular la pregunta abstracta “¿qué es lo social?” en una pregunta sistémica, a saber, ¿cuál es la operación que distingue a los sistemas sociales? Esta reformulación agrega nuevas exigencias al concepto sistémico de lo social, puesto que le exige que indique al fenómeno emergente de la relación entre, al menos, dos participantes como unidad operativa de sistemas.

La respuesta sistémica y emergentista ofrecida por Luhmann satisfará las pretensiones y exigencias de una TGSS, y distinguirá su propuesta dentro del campo sociológico. Según Luhmann, la operación de los sistemas sociales, es decir, el fenómeno que emerge como unidad de la relación entre al menos dos participantes, constituye un orden de realidad diferenciado, gracias y no contra las individualidades de los participantes, cuya operatividad capaz de constituir sistemas sociales es la comunicación. La operación comunicativa es necesariamente social y es el fundamento que diferencia a los sistemas sociales de otros tipos de sistemas cuya operación puede ser la vida (sistemas biológicos) o la conciencia (sistemas psíquicos). La comunicación ocupa el lugar de determinación de lo social y es consagrada como la categoría con que la TGSS conceptualiza “lo social” como unidad operativa exclusiva de los sistemas sociales. Esto la convierte en alternativa de conceptos como “contrato social”, “división del trabajo”, “relaciones de producción”, “conciencia colectiva”, “acción social”, “interacción”, “acción comunicativa”, etcétera (Knodt, 1995: XXIII; Stichweh, 2000: 9-10).

Conclusiones

A lo largo de este trabajo estudiamos las vinculaciones del programa luhmanniano con su contexto hacia comienzos de los años ochenta. Identificamos ejes dialógicos que desagregamos en tres niveles (general, institucional y disciplinario). El análisis de estos ejes arrojó que el programa de Luhmann desarrolló tres intervenciones en ese contexto: 1) fundar la postulación de una alternativa sistémica sobre un diagnóstico relativo al papel jugado por las principales instituciones y prácticas investigativas aplicadas y teóricas en la “crisis de la sociología”; 2) atribuirle un estatuto institucional y teórico al “cambio de paradigma” e impulsarlo desde la reivindicación de la TG en la disciplina y de transformar el lugar y elevar el estatuto del concepto de comunicación; 3) radicalizar la tensión entre tradiciones y disciplina sociológicas y fortalecer la última en detrimento de las primeras.

Estos resultados son congruentes con nuestra hipótesis. Por consiguiente, concluimos que, en el contexto de los años ochenta, el programa sociológico de Luhmann propuso una teoría general sociológica fundada en la comunicación, cuyas pretensiones de universalidad, autorreferencia y sistemismo apuntaron a recombinar clausura disciplinaria y apertura interdisciplinaria para resolver una “crisis” disciplinaria. Esta afirmación invita a revisar las recepciones apresuradas (y forzadas) que tuvo este programa, al que se le imputó ser una tecnología social o defender una ideología neoconservadora. La riqueza teórica y disciplinaria que aún hoy Luhmann nos ofrece requiere, una vez situado contextualmente, una evaluación teórica y sistemática de los fundamentos sociológicos de su programa.

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