Mariela Blanco* y Silvia Bardomás**
* Doctora en Sociología. Centro de Estudios e Investigaciones Laborales. Tema de especialización: sociología rural. Saavedra 15, 4º piso, 1083, Buenos Aires, Argentina.
** Maestra en Ciencias Sociales con especialización en Estudios Rurales. Centro de Estudios e Investigaciones Laborales. Tema de especialización: sociología rural. Saavedra 15, 4º piso, 1083, Buenos Aires, Argentina.
Resumen: Este artículo analiza la evolución y los cambios en las ocupaciones y en los ingresos agrícolas y no agrícolas de un grupo de pequeños productores de las provincias de Chaco y Misiones, Argentina. A partir de una encuesta realizada en 2000 y 2007, se construyó una tipología de hogares definida por la supremacía de la fuente de percepción de ingresos, que hizo posible examinar la composición de los ingresos. Entre los hallazgos destaca un incremento de los hogares pluriactivos. Dicha tendencia está acompañada por un mejoramiento de los ingresos procedentes de la actividad predial y por la especialización de las tareas.
Palabras clave: productores agropecuarios familiares, pluriactividad, hogares, población rural, composición de los ingresos.
Abstract: This article analyzes the evolution and changes in the agricultural and non-agricultural occupations and incomes of a group of small farmers in the provinces of Chaco and Misiones, Argentina. Based on a survey carried out in 2000 and 2007, a typology of homes was constructed in which income sources was the main factor, making it possible to study income composition. One of the main findings is the increase in pluriactive homes. This trend is accompanied by an increase in income from property activity and the specialization of tasks.
Key words: family farmers, pluriactivity, households, rural population, income composition.
En las dos últimas décadas, una vasta bibliografía internacional ha dado cuenta de las transformaciones experimentadas por la estructura ocupacional de la población de los espacios rurales. La pérdida de importancia relativa de la agricultura en términos de generación de empleo es uno de los fenómenos destacados. Si bien la combinación del trabajo predial y extrapredial como estrategia destinada a generar ingresos adicionales tiene una larga tradición en los estudios de los pequeños productores, la articulación de ocupaciones agrícolas y no agrícolas entre los integrantes de los hogares rurales aparece como algo más reciente y, al mismo tiempo, frecuente (De Janvry et al., 1990; Klein, 1992; Berdegué et al., 2000; Da Silva, 1999; Neiman et al., 2002).
En un estudio previo1 analizamos comparativamente la composición de los ingresos de los hogares de pequeños y medianos productores de las provincias de Chaco y Misiones2 durante el año 2000, en relación con las particularidades socio-demográficas, la dinámica productiva de las explotaciones y las oportunidades de empleo que ofrecen los mercados de trabajo local y regional.
En ese trabajo se destacó la importancia de la pluriactividad para este tipo de hogares; en la mitad de éstos se encontró al menos un miembro ocupado en alguna actividad fuera de la unidad agropecuaria. A pesar de la relevancia de las actividades extraprediales, la mayor demanda de trabajo continuaba recayendo en las tareas de la explotación. Asimismo, las inserciones extraprediales se hallaban mayormente en el sector agropecuario y asumían un carácter transitorio.
En este artículo, a partir de una nueva encuesta realizada en ambas provincias a una muestra del mismo estrato de productores, en 2007, analizamos la evolución y los cambios que se produjeron en las ocupaciones y en los ingresos agrícolas y no agrícolas, según la tipología de hogares elaborada en el estudio anterior (definida por la supremacía de la fuente de percepción de ingresos). Por otra parte, dado que el interés se centra en el análisis de la composición de las diferentes fuentes de ingreso, nos proponemos profundizar la articulación de las características de la oferta de trabajo en los hogares pluriactivos y su incidencia en la conformación del ingreso de las familias rurales.
La pluriactividad en los estudios rurales
En los estudios realizados tanto en países centrales como en aquellos en vías de desarrollo, la incorporación de actividades extraprediales es explicada, a nivel general, por las oportunidades de empleo fuera de la explotación y los procesos de crisis que atraviesan las unidades familiares y, en particular, por la estructura del hogar y los cambios en el ciclo de vida de la familia (Krasovec, 1981; Schneider, 1999; Neiman et al., 2002). Estos cambios configuran una nueva sociedad rural en la que, sin negar el peso de la actividad agraria, han ido surgiendo otras formas de actividades no agrarias, algunas veces complementarias y otras como alternativas a la sociedad rural tradicional. Actualmente, buena parte de los hogares rurales depende de una diversidad de fuentes de ingresos para su sostén: agrarias, no agrarias y contribuciones monetarias ajenas al trabajo (García Sanz y Palacios Izacara, 2000).
En las últimas décadas del siglo xx y en las primeras del actual, los espacios rurales evidenciaron procesos de modernización, primero, y de reestructuración económica y social, después; actualmente se encuentran en profunda transformación. Esto ha generado un intenso debate acerca de la definición de lo “rural” que se ve reflejada en la extensa bibliografía internacional (Marsden et al., 1993; Entrena Durán, 1998; Hart, 1995; Ilbery, 1998; Linck, 2000; Pérez, 2001, entre otros).
Históricamente, estos espacios eran definidos como lo opuesto a lo urbano, con características específicas: baja densidad poblacional, predominio de la actividad agrícola, modo de vida y de trabajo particularmente rural e indisolublemente relacionado con la agricultura. La disminución de la centralidad de la agricultura, los nuevos usos de las áreas rurales y la importancia que cobra el ambientalismo ponen de relieve cómo estos espacios se vuelven menos autosuficientes, autocontenidos, sectorialmente controlados y más abiertos a fuerzas económicas, sociales y políticas globales (Marsden et al., 1993). Estos cambios plantean la necesidad de redefinición de la “ruralidad”, poniendo la mirada en los vínculos del mundo rural con el urbano, en sus articulaciones económicas como espacios de producción y consumo, así como en sus relaciones socioculturales e identitarias.
Si bien no todas las sociedades rurales han sido afectadas de la misma manera por estos cambios, en el caso de los países de América Latina se pueden enunciar como tendencias comunes, en sentido amplio, la pérdida de importancia relativa de la agricultura en términos de empleo, el crecimiento de la pluriactividad entre la población rural y el incremento significativo del empleo rural no agrícola (erna) y de la participación del ingreso no agrícola (irna) (Cepal-Rimisp-idb-fao, 2004).
En países menos desarrollados y/o en regiones menos favorecidas, el trabajo fuera del predio está asociado generalmente con una estrategia familiar de supervivencia, mientras que en otros contextos socioeconómicos estas actividades tienden más a ser una elección que una necesidad. No sólo depende de la viabilidad de la explotación, sino también de las aspiraciones y los deseos personales de los integrantes del hogar, así como de las oportunidades de empleo que brindan los mercados de trabajo locales.
De acuerdo con un estudio de la Cepal-oit-fao (2012: 15), la información disponible para 10 países de América Latina y el Caribe revela que en la mitad de los hogares el empleo no agrícola ha aumentado en términos absolutos y a una tasa de crecimiento mayor que el empleo agrícola; en estrecha relación, crece sustancialmente la participación de los ingresos no agrícolas en los hogares rurales. Por otro lado, las características del mercado de trabajo en las áreas rurales explican en parte las condiciones de pobreza en la que vive buena parte de la población rural. La predominancia del trabajo temporario, la informalidad del empleo y los bajos salarios percibidos son características comunes de ciertos espacios rurales latinoamericanos y de algunas provincias de la Argentina (Neiman, 2012: 10-35).
El crecimiento cuantitativo del empleo rural no agropecuario en América Latina se presenta como una posible solución a problemas como la pobreza, la transformación del sector agropecuario y la modernización del mundo rural. En distintas regiones de Bolivia cada vez se hace más evidente la diversificación de actividades agrícolas y no agrícolas (Jiménez y Lizárraga, 2009); en Brasil se confirma el crecimiento de las familias pluriactivas rurales sustentado principalmente en un mayor incremento de las ocupaciones no agrícolas (Schneider, 2009), mientras que en México se estima que la mitad de la población rural económicamente activa se encuentra trabajando en el sector secundario y terciario (Grammont, 2009).
En la Argentina, la combinación de trabajo en la explotación y fuera de ella como estrategia orientada a lograr ingresos adicionales ha sido, históricamente, una característica de los hogares de pequeños productores extrapampeanos.3 Sin embargo, las particularidades productivas de cada lugar y las dinámicas del mercado regional de trabajo agrícola y no agrícola inciden en las especificidades que asume la combinación de ocupaciones y, en consecuencia, en la supremacía de alguna de las fuentes de ingresos.
Numerosos estudios han profundizado acerca de cómo la pluriactividad ha modificado la visión clásica del mundo rural asociada exclusivamente con la actividad agraria. La combinación de ingresos procedentes de distintas actividades se ha convertido en una característica inherente de las familias rurales. En la actualidad se abandona la interpretación de la pluriactividad como actividad complementaria, dando paso a su incorporación como actividad principal (Arias, 2009).
Procesos como la intensidad de los flujos de remesas producto de las migraciones, el aporte de los subsidios o ayudas sociales estatales, y la opción de la asalarización como efecto de los cambios en los mercados de trabajo revelan una tendencia creciente a considerar lo rural como residencia más que como un espacio productivo susceptible de generar ingresos suficientes para la reproducción de los hogares. Así, se reconoce un proceso de progresiva desagrarización no como resultado del abandono total de las actividades agrícolas, sino del crecimiento de los ingresos monetarios procedentes de las actividades extraprediales (Grammont, 2009).
Actualmente está muy difundida la idea del vínculo entre la adopción de la pluri-inserción de los integrantes de los hogares agrícolas y el “desarrollo rural”, especialmente por su difusión en ciertas áreas rurales y por el impacto que produce en el ingreso total del hogar. Además, esta ocupación simultánea en distintos sectores pone de manifiesto el grado de integración de ciertos espacios rurales a mercados de trabajo urbanos.
Sin embargo, un estudio reciente sobre productores agropecuarios del Alto Valle de Río Negro, en el que se analiza la pluri-inserción de los sujetos en relación con las tareas desempeñadas y los ingresos percibidos, revela la persistencia de lo agrario en la diversidad de situaciones presentadas a través de una tipología (Murmis et al., 2009). Los autores observan la pluriactividad en distintos momentos de crisis o expansión y destacan que, lejos de lo que postulan otros trabajos, el mantenimiento de las ocupaciones agrarias es lo predominante entre productores insertos en una actividad capitalista moderna.
Más allá de las distintas estrategias que llevan a la ocupación fuera del predio, las diversas fuentes de trabajo se encuentran subsumidas al interior de lo que comúnmente se define como agricultura familiar. Este tipo de agricultura resuelve con diferentes grados de éxito la inclusión en los mercados, la incorporación tecnológica, la conservación del patrimonio (la tierra) entre generaciones y el uso de la mano de obra. El concepto se sostiene a partir de la compleja articulación entre la actividad productiva agropecuaria y la reproducción económica y social de la familia.
Por lo tanto, este elemento de diversificación puede producirse tanto por factores externos a la unidad familiar como por factores internos de las dinámicas familiares (Fuller, 1990). De esta manera, la heterogeneidad de las situaciones se relaciona con las estrategias sociales y productivas que adoptan las familias y sus miembros, como también con las oportunidades que brindan el contexto y el territorio. Asimismo, puede adquirir significados diversos y servir para satisfacer proyectos colectivos o como respuesta a decisiones individuales (Schneider, 2009).
Asociado con esto, un cambio fundamental tiene que ver con la ruptura de la visión de la familia como proyecto único vinculado directamente con la actividad agraria. Se rompe con la idea de familia rural subsumida a la unidad productiva. La pluriactividad deja paso a una multiplicidad de adscripciones profesionales individuales y la familia aparece como el resultado de las trayectorias individuales y variadas que, en un momento dado, convergen en torno de un interés común, el cual conforma el grupo familiar, de acuerdo con Alice Barthez (1987). Para esta autora, las explotaciones ya no constituyen un conjunto estable que considerar como unidad de análisis. Para observar la familia es imprescindible contemplar la movilidad de sus miembros, que gozan de cierta autonomía para negociar sus relaciones.
Mientras que antaño la explotación agraria formaba el centro unificador de la familia, con el desarrollo de la pluriactividad la familia se convertía, a su vez, en el centro unificador de las diversas actividades ejercidas por sus miembros (Barthez, 1987: 169).
Los diferentes miembros se relacionan según su edad, sexo, capacidad de trabajo y actividad. La capacidad laboral de los distintos integrantes se conforma y combina según la estrategia familiar en un momento dado del ciclo de vida del hogar. La combinación de los factores individuales, colectivos, productivos y de capacidad económica hará manifiesta la estructura de la pluriactividad en el campo de las familias rurales (Marini y Pieroni, 1987).
Por lo tanto, el incremento de la asalarización de las familias rurales no implica la desaparición de la unidad productiva, sino el paso a una organización sistémica pluriactiva en la que la actividad más lucrativa marca la dinámica del trabajo familiar (Grammont, 2009).
El caso de estudio
Los ingresos agrarios y no agrarios
En el presente trabajo adoptamos un enfoque centrado en el análisis de los ingresos totales del hogar de pequeños productores, su nivel y composición, y su articulación con la dinámica productiva de las explotaciones y con las oportunidades de empleo que ofrecen los mercados de trabajo locales y regionales. Si bien las provincias de Chaco y Misiones están insertas en una misma región, las diferencias en la supremacía de los ingresos según la fuente y las oportunidades de inserción laboral constituyen contextos significativos para analizar cómo conforman la estructura ocupacional este tipo de hogares rurales.
El estudio de los hogares rurales reviste gran interés, dada su posición dentro de la estructura socioeconómica de la región, ya que no se trata de familias afectadas por índices de pobreza estructural, sino que se encuentran insertas en lógicas productivas orientadas al mercado aunque, en diferentes momentos sociohistóricos, puedan atravesar procesos de vulnerabilidad, especialmente en cuanto a la percepción de ingresos.
La unidad de análisis es la explotación agraria familiar, entendida como unidad de producción y doméstica. Ponemos especial énfasis en la relación familia-mercado de trabajo en el contexto rural de estas provincias, con el fin de observar en qué situaciones se presenta la pluriactividad (viabilidad o no de la explotación, ciclo vital del hogar, vulnerabilidad o no del mismo) y qué particularidades adopta (miembros del hogar a quienes involucra y sector donde se insertan).
En este sentido, consideramos que la combinación de ingresos está condicionada por las oportunidades del mercado de trabajo y mediatizada por la estrategia familiar para la distribución de sus recursos laborales como un todo. La división del trabajo se origina dentro de la familia y la mano de obra que se ofrece como resultado está producida por la misma: “Frente al mercado está más la familia que el individuo”. Por lo tanto, en este estudio se distinguen dos formas de inserción ocupacional pluriactivas: por un lado, aquella que recae sobre el individuo que desempeña diferentes ocupaciones (dentro y fuera de la explotación agropecuaria), en la que el tipo de inserción se encuentra asociado con determinados atributos como la edad, el género, la posición en el hogar y el nivel educativo, entre los más relevantes; por otro, se reconoce al hogar pluriactivo como unidad económica y social que desarrolla diferentes tipos de inserción predial y extrapredial, en los que la supremacía de algunos de estos ingresos es el resultado de la trayectoria del hogar como un todo.
Características socio-productivas de las provincias analizadas
Misiones y Chaco tienen un tamaño poblacional similar. De acuerdo con el Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda de 2010, la primera cuenta con 1 101 593 habitantes y la segunda con 1 055 259. En el periodo intercensal 2001-2010, Chaco experimentó un crecimiento demográfico de 7.2%, en tanto que en Misiones fue de 14.1%, menor al evidenciado en el periodo 1991-2001 (de 17% y 22%, respectivamente).
Si bien no se cuenta todavía con la información de la población desagregada para áreas urbanas y rurales (Censo Nacional de Población de 2010), se estima que la urbanización ha seguido creciendo en la última década. En el periodo anterior, la población rural había mostrado una caída en valores absolutos y relativos en ambas provincias: en Chaco el descenso es mayor (de 31% a 20%) y va acompañado por una pérdida en términos relativos de la población rural dispersa (de 88% a 82%). En Misiones, aunque disminuye la población rural (de 37.5% a 29,6%), se mantiene sin variante la proporción de población rural agrupada (15%) y dispersa (85%).
Para 2001, la población económicamente activa ocupada en el sector agropecuario adquiere mayor relevancia en la provincia de Misiones (28%) que en la de Chaco (18%); la distribución por categoría ocupacional también es diferente. Mientras en Misiones los trabajadores por cuenta propia y la mano de obra familiar alcanzan los mayores valores (42% y 27%, respectivamente), en Chaco algo menos de la mitad de los ocupados en el sector son asalariados (42%) y los trabajadores por cuenta propia son los siguientes en importancia (30%).
La estructura agraria de ambas provincias presenta también ciertas diferencias. Aunque en rasgos generales podemos decir que predominan las pequeñas explotaciones, esto es más evidente en el caso de Misiones, donde las unidades de hasta 25 hectáreas representan 55% del total de las explotaciones agropecuarias (eap) y las de 25 a 100 hectáreas, 38%. En cambio, en Chaco 10% de las explotaciones se encuentra en el estrato de hasta 25 hectáreas y 20% en el de 25 a 100 (Censo Nacional Agropecuario, 2002). Por otra parte, según esta fuente, una característica común de estas provincias es que casi dos de cada 10 explotaciones correspondientes a personas físicas son pluriactivas y más de la mitad de estos pluriactivos se inserta fuera del sector agropecuario. Según la categoría ocupacional, en el conjunto de los productores pluriactivos predominan los trabajadores por cuenta propia (43% en Chaco y 46% en Misiones). La mayoría de los pluriactivos asalariados en el sector agropecuario trabaja fuera del predio sólo una parte del año, mientras que en otros sectores lo hacen todo el año (Quaranta, 2006).
Con respecto a la estructura productiva, según estimaciones agropecuarias en 2006/2007, Chaco tiene una superficie total de 1 741 520 hectáreas sembradas con algodón, soya, girasol, maíz y trigo, principalmente. El cultivo de algodón representa una quinta parte de esa superficie.4 Alrededor de un cuarto de las explotaciones algodoneras dispone de una superficie inferior a 25 hectáreas, en tanto que 17% tiene entre 25 y 50 hectáreas y 21% entre 50 y 100 hectáreas (Elena, 2010: 150). Sin embargo, son las explotaciones medianas y grandes las que controlan 70% de la superficie con este cultivo. En las unidades pequeñas predomina la cosecha manual y el trabajo descansa en la mano de obra familiar, con contratación ocasional de trabajadores en el momento de la cosecha; en las explotaciones medianas y grandes la cosecha se encuentra mecanizada, lo que ha reducido la contratación de asalariados e impactado fuertemente en el mercado de trabajo provincial.
A mediados de la década de los años noventa se inició un proceso de agriculturalización como resultado de los nuevos adelantos tecnológicos, que modificaron de manera significativa el uso del suelo agrícola. La intensa deforestación de grandes superficies en el oeste y el centro-oeste de la provincia de Chaco y la existencia favorable de un ciclo húmedo dieron lugar a una expansión extraordinaria de la frontera agrícola. La privatización de grandes superficies de tierras fiscales y el desmonte continuo de esos espacios facilitaron la introducción y la expansión del cultivo de la soya en las grandes explotaciones (mayores de 1 000 hectáreas). Importantes grupos económicos provinciales y extra-regionales, alentados por la creciente demanda externa, los favorables precios internacionales de este cultivo y las ventajas comparativas de estas zonas chaqueñas en cuanto al precio de la tierra (arrendamiento, contratos accidentales y pools de siembras), fueron los artífices del boom soyero en Chaco (Slutzky, 2011). En 2006-2007, la soya representa 40% de la superficie sembrada.
En la última década, el stock ganadero vacuno se incrementó notablemente y se produjo también un cambio en la orientación ganadera provincial. Mientras que anteriormente se desarrollaba una ganadería vacuna de cría y el ganado terminado se destinaba al consumo local, en los últimos años se tendió a una ganadería de ciclo completo y a una producción de carne de mejor calidad. Las explotaciones de mayor tamaño (de 2 500 hectáreas y más) ubicadas en el este de la provincia son las que registran esta expansión y transformación ganadera (Slutzky, 2011). En 2007, Chaco cuenta con 1 930 825 cabezas de ganado vacuno (16% más que en 2002).
En tanto, en la provincia de Misiones, la yerba mate, el tabaco y el té son los cultivos centrales de la producción agropecuaria familiar. En 2002, las unidades en manos de pequeños productores representaban 88% del total de las eap, seguidas por los grandes productores (9%) y por los medianos (3% restante).
Los pequeños productores tienen una importante participación en las principales producciones agrícolas de Misiones: son los responsables de 66% de las hectáreas plantadas con yerba mate, de 73% de la superficie con plantaciones de té y de 91% de la tierra cultivada con tabaco (información de 2002).
En las principales zonas yerbateras de Misiones, las explotaciones consideradas dentro de un perfil tecnológico alto, en cuanto a la densidad y antigüedad de la plantación, al manejo del suelo y de los cultivos, al uso de agroquímicos y al tipo de herramientas utilizadas, controlan un tercio de la superficie total con yerba mate y colaboran con algo menos de la mitad del total de la producción provincial (Colcombet, 2010: 133-147).
En cuanto a la mano de obra utilizada, el productor y los integrantes de la familia se encargan de las tareas de precosecha, mientras que 75% del trabajo de cosecha es cubierto con trabajadores temporarios (tareferos). Se encuentra muy difundida la contratación de estos asalariados a través de intermediarios o contratistas.
El tabaco, el cultivo anual más importante de la provincia, se desarrolla principalmente en pequeñas explotaciones de hasta 15 hectáreas, con escasa o nula mecanización, en las que se destinan a este producto menos de 2 hectáreas. En los años 2005-2006, el promedio de la producción de tabaco es de 42 706 500 kilogramos. Más de la mitad de los productores son ocupantes de tierras fiscales o privadas. El productor y los integrantes de su familia constituyen, básicamente, la mano de obra ocupada en esta actividad.
Por otra parte, la expansión de la forestación en el área noroeste de la provincia produjo un importante cambio del perfil productivo de la provincia y generó, en los departamentos del Alto Paraná, un fuerte proceso de concentración de tierras en desmedro de la agricultura familiar.
Tipología de hogares según la supremacía de la fuente de percepción de ingresos
Dada la centralidad de los ingresos, en la propuesta de trabajo se elaboró una tipología de hogares de productores teniendo en cuenta su composición, la procedencia —predial, extrapredial— y la supremacía de alguno de estos ingresos. La decisión de considerar los ingresos como variable principal para la construcción de la tipología nos permite evidenciar de manera más simple el peso de lo predial y/o lo extrapredial como dinámica de actividad de los hogares.
Es importante mencionar que forman parte de la tipología los hogares que son exclusivamente agropecuarios, tanto por su peso cuantitativo dentro del grupo de explotaciones por analizar como por su posible diferenciación respecto de las otras familias.
La utilización de esta herramienta metodológica se considera pertinente en función de los objetivos del artículo:
- En primer lugar, observar para el periodo estudiado los principales cambios en las fuentes de percepción de los ingresos y su incidencia en los ingresos totales de los hogares.
- En segundo lugar, dada la centralidad de la actividad agropecuaria, analizar las transformaciones productivas que tuvieron lugar y su peso monetario en el hogar.
- Por último, diferenciar la dinámica de los hogares en función de la oferta y la demanda del trabajo predial y extrapredial de los integrantes del hogar.
Se consideraron como ingresos aquellos que provienen del trabajo directo de los miembros del hogar; en el caso de los procedentes de las producciones del establecimiento, se tuvo en cuenta el ingreso bruto. La presencia frecuente de combinación de ingresos en este tipo de hogares hace que el gasto relevado para la actividad agropecuaria no pueda deducirse exclusivamente del ingreso de la explotación (de ahora en adelante eap). Si bien esta dimensión no fue considerada en la construcción de los tipos, sí se consideró como indicador de los diferentes niveles de actividad de estas unidades. De la misma manera, los otros ingresos del hogar (jubilaciones, pensiones no contributivas, planes gubernamentales de asistencia social y remesas enviadas por familiares que han migrado) fueron calculados en relación con el ingreso total del hogar, con el propósito de constatar su incidencia frente a las otras fuentes de percepción.
Para realizar este estudio nos basamos en una encuesta aplicada a una muestra estadística de pequeños productores (N=130) de las provincias de Misiones y Chaco (Región del Noreste Argentino), en 2000 y 2007. Los criterios utilizados para la selección probabilística de los productores fueron: contar con una superficie cultivada de entre 7 y 25 hectáreas, una superficie total menor a 150 hectáreas, la realización del trabajo directo por parte del productor, la ausencia de contratación de asalariados permanentes y la residencia del productor en la explotación.5 Este perfil de productores se enmarca en la definición clásica de “agricultura familiar” de la región analizada.
El periodo de referencia de la encuesta es, para 2000, el comprendido entre el 1-7-99 y el 30-6-2000; para 2007, entre el 1-7-2006 y el 30-6-2007. El relevamiento de la encuesta se realizó en los meses de julio y agosto en ambos casos.
El diseño muestral es aleatorio estratificado, con asignación de las unidades en forma proporcional al tamaño de los estratos; la estratificación se realizó a partir de los departamentos listados con presencia de productores con las características buscadas, a los efectos de garantizar la mayor cobertura geográfica en el interior de cada provincia.
El cuestionario comprende las siguientes secciones:
- Información básica del hogar: composición del hogar, nivel educativo de sus integrantes, condición de actividad e inserción ocupacional.
- Ocupaciones extraprediales de cada miembro del hogar e ingresos percibidos en el año de referencia.
- Información de la explotación agropecuaria:
Tamaño, tenencia, disponibilidad de riego, tierras aptas, etcétera.
Actividades productivas llevadas a cabo en la explotación (agrícolas y ganaderas), superficie utilizada, rendimientos, comercialización, ingresos obtenidos por venta, gastos ocasionados por la realización de estas actividades y presencia de la producción para autoconsumo familiar.
Tecnología, instalaciones y mejoras existentes en los establecimientos.
Mano de obra utilizada, toma de créditos y/o préstamos para desarrollar la actividad, entre otros.
- Información referida a la percepción de otros ingresos por parte de cada integrante del hogar (jubilación, pensión, planes sociales, etcétera).
Debemos aclarar que estos productores no son los más pobres de ambas provincias; las explotaciones están integradas a los mercados donde se comercializa la producción de sus principales cultivos.
A partir de lo dicho presentamos los siguientes tipos de hogares:
a) Tipo 1: Hogares con ingresos procedentes exclusivamente de la actividad agropecuaria de la explotación (en 2000: Chaco 50% y Misiones 56.9%, del total de unidades de cada provincia; en el 2007: Chaco 40.6% y Misiones 44.4%).
b) Tipo 2: Hogares con ingresos de la actividad agropecuaria de la explotación superiores a los extraprediales (en 2000: Chaco 32.3% y Misiones 23.1%; en 2007: Chaco 20.1% y Misiones 20.9%).
c) Tipo 3: Hogares con ingresos extraprediales superiores a los de la actividad agropecuaria de la explotación (en 2000: Chaco 18.7% y Misiones 20%; en 2007: Chaco 39.3% y Misiones 34.8%).
Evolución de los ingresos de los tipos de hogares
Los ingresos de los hogares sufrieron, entre 2000 y 2007, modificaciones en cuanto a la participación relativa de los tipos considerados, la composición y el nivel de los mismos, tanto en el interior de cada una de las provincias como en la comparación de ambas. Sin embargo, la variación entre los periodos en Misiones y Chaco presenta tendencias similares.
Lo primero que llama la atención es la reducción que experimentan los hogares con ingresos procedentes exclusivamente de la explotación y aquellos en los que los ingresos prediales superan a los extraprediales, aunque en el tipo 2 esta reducción es menos significativa. En ambas provincias, la disminución de la proporción del tipo 1 es similar, ya que fluctúa entre 10 y 12 puntos. Como contrapartida, se evidencia un notable crecimiento de los hogares en los que las remuneraciones del trabajo fuera de la explotación constituyen la principal fuente de ingreso (tipo 3).
En cuanto a los hogares con múltiples ingresos (tipos 2 y 3), se observa un aumento de la importancia del originado en las actividades productivas de la explotación, en desmedro del procedente de ocupaciones de fuera de ella. No obstante, se advierte una expansión de los ingresos extraprediales de origen no agrícola: en Chaco en ambos tipos y en Misiones en el tipo 3, donde se presenta un extraordinario crecimiento (de 57% en 2000, pasa a representar 85% de los ingresos generados fuera de la eap en 2007). Se constata también una contracción de los ingresos percibidos por inserciones agrícolas fuera de la unidad productiva.
Por otra parte, la participación de otros ingresos monetarios en el total de ingresos del hogar (jubilaciones, pensiones no contributivas, planes gubernamentales de asistencia social y remesas enviadas por familiares que han migrado) aumenta su proporción en las familias en las que los ingresos extraprediales superan al de la explotación. Sin embargo, si bien esto mejora su situación, no alcanza para que superen el nivel de ingresos de los hogares exclusivamente agrícolas.
Cabe señalar que en 2007, el notorio mejoramiento de los ingresos generados por la explotación en Misiones contribuye a que los hogares de dicha provincia sean los que presentan los mejores ingresos totales, contrariamente a lo que ocurría en 2000, cuando los de Chaco eran los mejor posicionados.
Las características productivas de las explotaciones
El mejoramiento observado anteriormente en los ingresos generados por la explotación estuvo acompañado por algunos cambios productivos, así como por cierto aumento del tamaño medio de las eap, y además se vio beneficiado por el mejoramiento de los precios de los principales productos.
En la provincia de Chaco lo más relevante es, por un lado, la disminución relativa de explotaciones que realizan cultivos anuales; por otro, la menor participación de los ingresos generados por estos cultivos (en los tipos 2 y 3); como contrapartida, crece la importancia de la ganadería bovina.
En cuanto a la dinámica productiva, hay importantes diferencias entre los tipos estudiados, lo cual, en alguna medida, podría reflejar el tipo de orientación hacia la pluriactividad. Los hogares del tipo 1 basan sus ingresos en el cultivo de algodón y maíz, seguramente como insumo para la actividad ganadera, y es significativa la presencia de una gran diversidad de cultivos hortícolas orientados al autoconsumo o a la venta en pequeña escala. Los hogares del tipo 2 muestran un perfil más empresarial, diversificado; si bien predomina el algodón, cobran importancia los cultivos de soya, girasol y maíz, en tanto que tiene poco peso la actividad hortícola. A la vez, crece la actividad ganadera, situación que se expresa en el peso de los ingresos de esta actividad. Por último, los hogares del tipo 3 muestran una tendencia hacia el monocultivo de algodón, y cultivan maíz en menor proporción; está ausente la producción para el consumo del hogar, a excepción de algunas unidades que cultivan mandioca. Al igual que en el tipo anterior, cobran relevancia los ingresos percibidos por la ganadería vacuna.
En la provincia de Misiones se producen mayores cambios productivos: el crecimiento del número de explotaciones con cultivos anuales se ve reflejado en los ingresos de los hogares del tipo 1, mientras que los cultivos permanentes y la implantación forestal involucran a un mayor número relativo de eap pero sin expresarse en los ingresos (probablemente por estar todavía en etapa de crecimiento). También se observa que la ganadería vacuna involucra una proporción mayor de unidades productivas del tipo 1 y 2, pero sin presentar cambios importantes en los ingresos totales de las explotaciones. Además, aumenta en valores relativos la cantidad de explotaciones con ganado menor y en las que se elaboran subproductos.
En los hogares del tipo 1 predominan, en orden de importancia, los cultivos de tabaco, yerba y té; llamativamente, no hay grandes registros de producciones de características más orientadas hacia el autoconsumo, aunque sí disponen de montes frutales. A diferencia del tipo anterior, en los hogares del tipo 2 predomina la producción de yerba y tabaco; en menor medida, té; la producción para el autoconsumo no es muy significativa. Los hogares de tipo 3 son prácticamente yerbateros, aunque con alguna incidencia del té y del tabaco. A diferencia de los otros tipos, estos hogares tienen una mayor diversificación de actividades, con más participación del autoconsumo.
Hemos podido observar que el comportamiento más clásico de productores familiares, que se asocia con la articulación de producciones para la venta y actividades para la reproducción, se presenta en los dos extremos de la tipología, es decir, en hogares exclusivamente agrícolas (en Chaco) y en los hogares con ingresos extraprediales superiores a los de la explotación (en Misiones). Sin embargo, la opción para la obtención de ingresos en los primeros se ubica dentro de la unidad productiva, mientras que en los otros se centra en el trabajo extrapredial.
La importante evolución positiva de los ingresos procedentes de las actividades de la unidad productiva se relaciona con el notable mejoramiento de los precios de los principales productos. En 2007, los precios medios de los tres cultivos más importantes de Misiones superan los valores actualizados según el Índice de Precios al Consumidor (Indec). Para el caso de la yerba mate, el precio creció de $0.11 a $0.23 centavos por kilo; el tabaco, de $1.85 a $2.84 por kilo.6 El precio del algodón, principal cultivo de Chaco, se incrementó de $0.35 centavos el kilo en 2000, a $0.90 en el 2007.7 Con respecto a la ganadería, los precios de los novillos y novillitos aumentan de $336 la cabeza a $593.
Este crecimiento en los precios de los productos, que supera en la mayoría de los casos 100%, explicaría la mayor participación del ingreso de estas actividades frente a otras en ambas provincias, a pesar de la disminución del número de explotaciones dedicadas a esas
producciones.
La inserción laboral de los integrantes del hogar
A grandes rasgos, podemos mencionar que en todos los hogares más de la mitad de los miembros que se encuentran ocupados lo están en las actividades prediales. No obstante, se observan variaciones en las representaciones que tienen las diferentes formas de inserción. Tal vez, como consecuencia del mejoramiento de los precios de los cultivos, en los hogares se mantiene o incrementa la participación de los miembros en tareas exclusivas del predio (con la excepción del tipo 3 de Chaco).
Los mayores cambios pueden visualizarse en las situaciones de trabajo fuera de la explotación. En todos los tipos de hogares se evidencia una fuerte caída de la doble inserción, que se traslada a un mayor incremento de los miembros trabajando exclusivamente fuera de la unidad productiva. Por lo tanto, se observa una división del trabajo dentro de las familias claramente especializada, lo que revela una tendencia mayor hacia la pluriactividad de los hogares en desmedro de la pluriocupación de los individuos.
En cuanto a las particularidades de los trabajadores, para los tres tipos de hogares vemos que el promedio de edad no difiere según el tipo de inserción entre quienes se ocupan “únicamente fuera” de la explotación y aquellos que lo hacen “dentro y fuera” de ésta (en torno de los 35 años de edad); en cambio, los integrantes del hogar que participan sólo en el trabajo en la eap en Chaco tienen, en promedio, unos años más (superan los 40 años).
Si consideramos el género, vemos que en los hogares del tipo 1 hay mayor proporción de hombres que desempeñan tareas agropecuarias. Las mujeres se desempeñan predominantemente en tareas fuera de la explotación, superando incluso a los hombres. La doble inserción es privativa del género masculino. No obstante, el aporte de trabajo femenino dentro del establecimiento continúa siendo significativo.
En relación con el nivel educativo alcanzado, las categorías más bajas, “primaria incompleta” y “primaria completa”, prevalecen entre quienes trabajan sólo en el predio, mientras que la proporción con instrucción “secundaria incompleta” y “secundaria completa y más” aumenta entre las personas que se emplean fuera o que tienen doble ocupación.
Al analizar la posición que tiene el trabajador en el hogar, observamos que en el tipo 1, la mitad de los integrantes que realizan tareas en la explotación son jefes, y algo más de un cuarto, hijos/yernos y/o nueras del jefe. Es diferente en los hogares de los tipos 2 y 3, en los que la doble inserción se da sobre todo en los jefes, mientras que los demás miembros se emplean fuera de la unidad productiva. La fuerte incidencia de los jefes que desarrollan tareas fuera del predio constituye un indicador acerca del impacto de la pluriactividad en este tipo de hogares, situación que también se confirma en el resto de las regiones del país (Gras, 2006; Craviotti y Gerardi, 2002).
En cuanto al sector de inserción de las actividades extraprediales, continúa predominando la agricultura. En la provincia de Chaco se puede observar la centralidad que tienen las inserciones fuera del predio en el sector agrícola en aquellos hogares donde predominan los ingresos de las eap (72.6%), en tanto que en los hogares con ingresos extraprediales superiores, la proporción de las ocupaciones en la agricultura desciende (39.5%) y aumenta la de empleos en otras actividades, como el comercio, la elaboración de diversos productos, la enseñanza y la construcción.
En la provincia de Misiones, en los hogares del tipo 2, algo menos de la mitad de los que trabajan fuera de la explotación lo hace en el sector agrícola (45.9%), una décima parte en el comercio y otro tanto en la elaboración de diversos productos; la construcción y la enseñanza son los sectores que siguen en importancia. En los hogares del tipo 3, las inserciones agrícolas tienen menor participación (30.6%); por el contrario, se presenta una mayor diversidad de ocupaciones en distintas actividades, entre las que cobran relevancia la industria —con gran participación de la maderera—, el comercio, el transporte y la administración pública.
La asalarización es la vía más representativa de las formas de inserción extrapredial; más de 50% de los que trabajan fuera se encuentran bajo esa categoría ocupacional. Esta característica marca un punto importante de diferenciación con respecto a la pluriactividad que se desarrolla en otras regiones del país. En la región pampeana, por ejemplo, la pluriactividad es asumida dentro de un perfil más cuentapropista. Esta situación obedece a que muchos de estos productores disponen de cierta capitalización en maquinarias que les permite desempeñarse también como prestadores de servicios a terceros. Esta forma de multiocupación no se resuelve exclusivamente fuera del predio ya que, en general, es esta misma tecnología la que se aprovecha para realizar las tareas dentro del predio (Gras, 2006).
Debido al fuerte impacto de la asalarización, es importante considerar los meses de trabajo fuera, con el propósito de esclarecer tendencias hacia la estabilidad o no del empleo extrapredial. El promedio de meses trabajados fuera del predio es mayor en los hogares con predominio de ingresos generados por ocupaciones fuera, con duración de ocho meses, y disminuye a alrededor de cinco meses en los hogares con supremacía de ingresos procedentes de la explotación. Las inserciones agrícolas son por periodos menores de tiempo: promedios que oscilan entre cuatro meses en el tipo 2 y casi seis en el tipo 3, ya que generalmente se vinculan con tareas que tienen gran estacionalidad e informalidad, como es el caso de la cosecha de distintos cultivos, o con labores muy acotadas, como la limpieza de predios, el desmalezado o alguna tarea puntual vinculada con la ganadería. En cambio, en actividades no agrícolas, el promedio de meses del trabajo temporario oscila entre siete y nueve meses, según la provincia. Si se considera el total de meses trabajados fuera de la explotación, sin importar el sector de inserción, vemos que 40% de los hogares del tipo 3 de ambas provincias completa el ciclo anual de trabajo con tareas fuera de la explotación, mientras que en los de tipo 2 esa situación se expresa sólo en 25% de los hogares.
Resultados
Se evidencian comportamientos cualitativamente distintos en las dimensiones de la familia, del trabajo y de la actividad productiva de los tipos construidos ad hoc. Estas dos últimas dimensiones son las que marcan más acentuadamente las diferencias entre los tipos, en tanto que las características sociodemográficas de la familia aparecen como complementarias.
En 2000 observamos la importante difusión del trabajo fuera de la explotación entre los hogares rurales, donde alrededor de la mitad de éstos tenía al menos un integrante que desempeñaba algún tipo de trabajo fuera del predio. Esta tendencia se mantiene e incluso se acentúa, ya que crecen los hogares pluriactivos. Además, en Misiones la mitad de los ocupados fuera del predio siguen siendo los jefes de hogar; se incrementa notablemente la proporción de éstos en Chaco (de representar un tercio en 2000, pasa a ser algo menos de la mitad en 2007). La presencia de estos jefes que trabajan fuera de la explotación es un indicador de la relevancia de los ingresos extraprediales, puesto que involucra a la mano de obra principal del hogar.
Con respecto al trabajo, observamos que las ocupaciones de la explotación demandan la mayor parte de la mano de obra del hogar, más allá del predominio de uno u otro ingreso. En los hogares agrícolas puros el trabajo de la explotación recae en el jefe y el/la cónyuge, en tanto en los otros tipos cobra relevancia la mano de obra familiar (hijos, yernos y nueras). Por otra parte, aunque crecen los hogares con múltiples ingresos, en ellos sigue siendo significativo el trabajo en la unidad productiva, ya que la mitad de los integrantes declaran trabajar únicamente en la explotación. Sin embargo, se señala la relevancia que ha cobrado la doble inserción entre los jefes de hogar.
Si bien en algunos hogares rurales el trabajo fuera del predio responde claramente a una estrategia de sobrevivencia, en otros la diversificación de las fuentes de ingreso se vincula con las transformaciones que han tenido lugar en estos espacios, en general, y en los hogares rurales, en particular. La urbanización, la difusión y el más fácil acceso a la educación secundaria, el acortamiento de las distancias como consecuencia del mejoramiento de las vías y los medios de comunicación contribuyen también a que la pluriactividad esté cada vez más difundida entre la población rural y a que se incrementen las inserciones extraprediales en otros sectores económicos.
Además, debemos señalar que si bien los ingresos de los hogares pluriactivos no superan al de los agrícolas puros, observamos que las contribuciones de inserciones extraprediales no agrícolas aumentan en comparación con las extraprediales agrícolas, e incluso muestran un promedio mayor de meses de ocupación, cubriendo casi la totalidad del año. Por el contrario, las ocupaciones agrícolas son por periodos cortos y, por lo general, se encuentran asociadas con hogares con escasas oportunidades laborales en otros sectores económicos. Esto remite a una situación histórica de los pequeños productores, mientras que la presencia de empleo rural no agropecuario con remuneraciones mejores y durante prácticamente todo el año parecería ser más novedosa.
De la comparación entre los dos momentos en los que se aplicó la encuesta, destaca en 2007 no sólo el aumento de los hogares con distintas fuentes de ingresos, sino también que en éstos se produce un crecimiento de la participación de los ingresos originados en las actividades productivas de la eap en el conjunto de los ingresos del hogar. No es extraño el repunte presentado por las producciones si se tiene en cuenta la profunda crisis por la que estaban atravesando el país en general y las economías regionales en particular, durante el año 2000. En el periodo analizado se produce un notable incremento de los precios de los productos tradicionales de las provincias, lo cual podría explicar el incremento de los ingresos de los hogares, sobre todo en Misiones.
A partir del análisis diacrónico en Chaco y Misiones y de la evolución de los distintos tipos de ingresos, podemos destacar, por un lado, situaciones más ventajosas en cuanto a la viabilidad de las explotaciones y/o los ingresos; por otro lado, situaciones de mayor vulnerabilidad.
En primer lugar, observamos un cambio en el posicionamiento de los tipos de hogares en las dos provincias. Contrariamente a lo que pasaba en 2000, los hogares exclusivamente agrícolas de Misiones presentan los ingresos totales más elevados, en tanto que en Chaco presentan una notable mejoría.
Los hogares del tipo 2 también evidencian un mejor posicionamiento según el ingreso total del hogar; al igual que en el caso de los del tipo 1, esto se debe al mayor peso del ingreso de la unidad productiva frente a los otros ingresos. En ellos es donde más claramente vemos que la combinación de inserciones aparece asociada con una estrategia orientada a la complementación de ingresos de la economía familiar; la actividad de la explotación es la central y los otros ingresos vienen a colaborar con los gastos de la puesta en producción. Mientras los varones trabajan en la chacra y realizan tareas extraprediales agrícolas por periodos de pocos meses, generalmente relacionados con la cosecha de los principales cultivos, son las mujeres las que conforman la mayoría de quienes se ocupan “fuera de la explotación”.
Los hogares del tipo 3 son los que perciben menores ingresos en cada provincia. Son eap débiles, ya que las actividades productivas son poco relevantes y se observa una notable disminución de miembros del hogar dedicados a tareas del predio. La opción por el trabajo extrapredial refuerza esa situación, al evidenciarse un aumento significativo de la asalarización en mercados de trabajo no agrícolas. Esto parecería estar asociado con una estrategia de características más individuales, en la que entran en juego las aspiraciones de los integrantes del hogar que se ven favorecidas por oportunidades de empleos urbanos y de acceso a otros ingresos monetarios (beneficios sociales y asistencia del Estado).
Más allá de la presencia o no de pluriactividad, todos éstos son hogares con muy bajos ingresos. Si tomamos en cuenta la remuneración promedio mensual de un asalariado registrado del sector privado para 2006,8 los hogares de los distintos tipos de la provincia de Misiones se encuentran por encima de este promedio,9 aunque debemos considerar que el mismo corresponde a la remuneración de un solo trabajador. La situación en Chaco se presenta más crítica, ya que únicamente los del tipo 2 superan el salario medio de un trabajador. Los hogares de los tipos 1 y 3 se encuentran muy por debajo de ese valor.10 Sin embargo, como ya se mencionó, no se trata del segmento de productores más pobres de estas provincias.
Debemos resaltar también que si bien la inserción fuera del predio en cierta medida compensa la menor productividad y rentabilidad de la explotación, el ingreso no agropecuario no supera al percibido por las explotaciones con mayor actividad productiva. En los hogares del tipo 3 de Chaco y Misiones, donde 85% del ingreso extrapredial proviene de actividades no agropecuarias, el promedio de ingreso mensual de la actividad fuera del predio es menor al salario mensual de un trabajador registrado del sector privado. Esto nos indicaría la relatividad del empleo rural no agropecuario como salida de la pobreza en economías regionales más vulnerables, que en estas situaciones está asociado con actividades de refugio.
Finalmente, la comparación de la información brindada por la encuesta (2000 y 2007) nos permite observar que aunque los hogares pluriactivos han aumentado, esta tendencia ha sido acompañada por un mejoramiento de los ingresos procedentes de la actividad predial y por la especialización de las tareas tanto dentro como fuera del predio. Con base en esta evidencia empírica podemos expresar que la pluriactividad se presenta como una situación de estabilidad del hogar, más que como una transición hacia la asalarización del conjunto de los integrantes de estos hogares.
A diferencia de lo que ocurre en otros países de América Latina, si se mira el conjunto de las explotaciones se constata que aun en situaciones en las que el trabajo fuera se presenta como el ingreso más importante de los hogares, éstos no alcanzan a superar en importancia a los procedentes de la actividad agrícola cuando ésta es la principal fuente de ingresos.
¿Cuáles son los motivos por los que algunas familias optan por la inserción fuera y otras por la actividad en la unidad productiva? No podemos responder esta pregunta con la información de este estudio, pero todo indica que hay un fuerte reposicionamiento de los contextos externos —con oportunidades de trabajo aunque no necesariamente mejores, como quedó demostrado—, y así también de los contextos internos de las familias en cuanto a consumos, gastos, valores y necesidades. En este sentido, resulta sugestivo el planteamiento de Barthez, quien enfatiza que la pluriactividad es un rasgo privativo de las familias rurales. La diversificación productiva y la división de roles dentro de las unidades productivas es algo que siempre las ha caracterizado. El cambio hacia la mayor variedad de inserciones ocupacionales fuera de los predios pone en evidencia, por un lado, la diversificación de las fuentes de ingresos; por otro, que el grado de éxito de esa inserción se sustenta en las particularidades y motivaciones individuales (mejoras educativas de las nuevas generaciones y cuestiones de género), y no en el éxito de la unidad productiva como un todo.
Por último, hemos observado que si consideramos la pluriactividad en función de las características de los hogares, los ingresos de las actividades prediales han mejorado en ambas provincias, lo que ha posicionado mejor a las familias con ingresos agropecuarios en relación con el periodo anterior. Desde la pluriactividad de los individuos se destaca una caída significativa de la pluriinserción en favor de un incremento de los miembros ocupados únicamente fuera de la unidad agropecuaria, sobre todo mujeres y hombres no jefes de hogar.
Sin embargo, ese mejoramiento no obedece a un cambio importante en la organización interna de los hogares, en favor de una mayor dedicación a tareas del predio, ni a transformaciones productivas.
Paradójicamente, son las estrategias pluriactivas las que muestran mayor dinamismo en el periodo estudiado; por lo tanto, no podríamos afirmar que existe una tendencia hacia la agrarización de este tipo de familias.
De esta manera, vale la pena rescatar que para el estudio de las familias rurales habrá que tener presente cuál es su lógica de organización, siempre en un sentido pluriactivo, teniendo la precaución de no partir desde una mirada basada en la exclusividad del dominio de la producción agropecuaria predial.
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Recibido: 1 de julio de 2013
Aceptado: 27 de octubre de 2014