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v76n4r1Alberto del Castillo. Ensayo sobre el movimiento estudiantil de 1968. La fotografía y la construcción de un imaginario. (México: Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación/Instituto Mora, 2012), 331 pp.

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Reseñado por:
Eugenia Allier Montaño

Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Sociales

En 2003, Silvia González localizó no menos de 250 referencias, entre testimonios, obras literarias, periodismo, catálogos, páginas de Internet y obras históricas acerca del movimiento estudiantil de 1968. Para 2008, Ana Sánchez Sáenz ya ubicaba 406 títulos, según las siguientes categorías: "Testimonios, memorias, entrevistas y crónicas (78), Literatura y artes (68), Recopilaciones de documentos y catálogos (26), Estudios generales y ensayos (71), Tesis (61), Revistas monográficas dedicadas al 68 (32), Grabaciones (42) y Páginas electrónicas (26)" ("Bibliografía sobre el movimiento estudiantil mexicano de 1968", Gaceta UNAM, suplemento "A cuarenta años del 68": 11). En los últimos años estas cifras han crecido considerablemente y no incluyen los artículos de revistas especializadas.

Frente a ello cabe la pregunta: ¿una nueva investigación sobre 1968? Y la respuesta debe ser afirmativa, porque pese al número la mayoría son trabajos que sólo se localizan en librerías de viejo, son textos no académicos (como los clásicos de Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis y Luis González de Alba) o se reducen a unas cuantas investigaciones amplias, bien documentadas y originales, que datan ya de hace varios lustros (pienso por ejemplo en las excelentes obras de Sergio Zermeño y Ramón Ramírez).

Alberto del Castillo presenta un libro original, bien documentado, que busca abordar el 68 mexicano desde una perspectiva novedosa: el análisis del movimiento estudiantil no desde los clásicos documentos gubernamentales, no desde las valiosas referencias testimoniales de los protagonistas, sino desde las fotografías que capturaron lo que se ha considerado ya como el acontecimiento más importante de la segunda mitad del siglo XX en México.

Este volumen desentraña los contextos de las imágenes de 1968 y sugiere posibles lecturas de los procesos para dar sentido a las imágenes. En este texto, las fotos generan el discurso: las imágenes no son utilizadas como mera ilustración sino como fuente para hacer la historia. Por ello puede decirse que sus fuentes para estudiar el movimiento de 1968 son novedosas: fotografías publicadas en prensa y revistas en la coyuntura misma del proceso; imágenes no publicadas, resguardadas en archivos de periódicos y de algunos fotógrafos independientes; testimonios orales de fotógrafos activos en aquellos meses, e imágenes procedentes de los servicios de inteligencia del Estado que se han ido conociendo en los últimos años.

Es importante decir que para Del Castillo las fotografías no son entendidas como espejos de la realidad, sino como representaciones que contribuyen a la creación de imaginarios visuales, que deben ser leídas en relación con contextos concretos: "La fotografía de prensa será contextualizada en su propia coyuntura, en los entornos políticos y culturales correspondientes y con las propuestas editoriales elaboradas en los propios medios. A partir de ello trazaremos distintos puentes con el testimonio de los fotógrafos, el material no publicado por algunos periódicos, los archivos de los fotógrafos independientes y las referencias aportadas por los servicios de inteligencia del Estado, consultados cerca de cuatro décadas después de ocurridos los hechos" (29).

Pocas cosas pueden lamentarse del libro. Quizás una de ellas es que Del Castillo no justifique la elección de sus fuentes: ¿por qué ciertos periódicos (Excélsior, El Heraldo de México, La Prensa, El Día y El Universal), testimonios de determinados fotógrafos y no otros? ¿Cómo fue que seleccionó su material de trabajo? Lo cierto es que pese a no encontrarse esta explicación, este hecho en ningún caso demerita el trabajo de Del Castillo.

Entre sus múltiples méritos debe resaltarse que el libro es original por partida doble: por las fuentes utilizadas y por el tipo de historia realizada. Una historia de las representaciones fotográficas del movimiento estudiantil de 1968 en México, que ofrece una perspectiva del autoritario sistema político mexicano desde las relaciones entre el gobierno y la prensa: el control de esta última a través del papel para imprimir, los desplegados y la publicidad comercial. A partir de ello, Del Castillo estudia cómo difundió la prensa mexicana el discurso oficial (la teoría de la conjura: desde inicios de 1968, el presidente Gustavo Díaz Ordaz se habría convencido de la existencia de una "conjura", proveniente del Partido Comunista Mexicano y otras organizaciones de izquierda que, impulsados desde el extranjero, deseaban boicotear e impedir la realización de las Olimpiadas. Así, entendió la protesta por parte de los estudiantes como parte de esta "conjura comunista e internacional", asumiendo que la violencia y la agresión provenían de los estudiantes): "La prensa se subordinó a las coordenadas políticas de un régimen de partido de Estado en 1968" (33).

Se trata, pues, de un objeto de estudio triple: el movimiento estudiantil, la prensa en 1968 y su relación con el Estado, y la fotografía como representación del mundo. Así, más que la historia del acontecimiento, es la historia de las representaciones del acontecimiento en la fotografía. En ese sentido, se trata de una historia no tradicional: no va narrando los hechos, analiza las propias fuentes para entender qué dicen. Todos los eventos son revisados desde la óptica de la prensa y de fotografías no publicadas.

Del Castillo muestra de qué manera las imágenes pueden sugerir una u otra interpretación según el contexto escrito. Es decir, una misma imagen puede representar una cosa en un periódico y algo totalmente distinto en otro, según lo que los editores decidieran privilegiar en los pies de página. Quizá por ello es revelador ver los pies de página del propio Del Castillo, que sólo describen las fotografías.

El libro consta de 20 capítulos, que retoman lo que Del Castillo (y antes otros autores) considera los sucesos más relevantes del 68 en México. Para ello, toma como eje el análisis y las representaciones de "la movilización ciudadana pacífica y civilizatoria" ocurrida en los meses de agosto y septiembre. Es decir, no aplica la periodización clásica de julio-diciembre, sino que se acota a lo que otros autores han llamado "el esplendor" del movimiento estudiantil: aunque su libro abarca todos los meses, se centra en el verano mexicano. Y es que en este volumen se propone una periodización original, realizada desde la participación de los medios en el movimiento estudiantil.

Un punto fundamental de esta obra es que el autor se desmarca de la visión teleológica centrada exclusivamente en los hechos del 2 de octubre. "Consideramos que en este caso resulta muy claro que este tipo de interpretaciones que asocian las manifestaciones estudiantiles con la represión han privilegiado el lado oscuro de un movimiento que no puede quedar acotado a esos límites" (15). Pocos historiadores estarían en desacuerdo hoy con Del Castillo y su opción por no favorecer una fecha que, ciertamente, ha sido trágica y concentra la injusticia del sistema político mexicano del pasado y que aún sigue exigiendo una aclaración histórica y jurídica, pero que de ninguna manera fue el centro del movimiento estudiantil de aquel año.

Aunque Del Castillo no se concentra en esta fecha, sí le da su lugar en la historia del movimiento estudiantil y en la de México. En el capítulo dedicado a este acontecimiento nos enfrentamos a la decisión del historiador. Mucho debió cuestionarse el autor la publicación de algunas fotos relacionadas con el 2 de octubre. Resalta la 266 (página 276). Una imagen terriblemente cruda, que refleja con una fuerza insólita la violencia ejercida ese día por el gobierno en contra de la población civil indefensa. "El que más resalta es el cuerpo identificado en la parte inferior izquierda de la placa, con la cabeza totalmente destruida. Constituye ésta una secuencia brutal sobre algunos de los aspectos que permanecerían desconocidos para la opinión pública por muchos años." Por un lado, su publicación puede parecer morbosa; por otro, uno se puede preguntar si realmente es morbo mostrar uno de los rostros represivos más cruentos de nuestra historia. Como dice Carlos Martínez Assad ("Imágenes del 68", Revista de la Universidad de México 56: 41), el testimonio fotográfico de Tlatelolco "aún eriza la piel". De esa manera, afrontando la represión, Del Castillo intenta explicarla: "[...] el gobierno no estaba preparado para discutir con ciudadanos libres" (214).

La estructura del trabajo también es personal: en cada capítulo hay un par de páginas iniciales en las que el autor narra y explica ese periodo o día; a continuación hace el análisis de la cobertura periodística y fotográfica del evento. Ello permite que el lector no familiarizado con el 68 pueda tener una visión de lo que ocurrió, además de la lectura específica que de éste hace Del Castillo.

Vale la pena resaltar que se trata de un libro con buena prosa, ameno. Un libro agradable en su composición visual, interesante de leer y de ver. Además, como se dijo, presenta una historiografía novedosa, moderna. No hay un narrador omnisciente, el historiador y el tiempo están presentes en la redacción. Por ejemplo: "[...] Sin embargo, a cuatro décadas de distancia, estas mismas imágenes representan un crudo testimonio de la militarización del primer cuadro capitalino y de la voluntad del poder por traspasar los límites de la legalidad y proyectar una atmósfera de temor entre la población" (138). No se narra desde 1968, sino desde 40 años después.

Este libro representa un buen trabajo de un historiador consciente de que a veces "no se puede saber" y simplemente da cuenta de las distintas posibilidades. Así, manifiesta que hay dos versiones sobre la autoría de la Marcha del Silencio del 13 de septiembre y sugiere que hay que quedarse con ambas. Si las fuentes se contradicen, ¿qué hacer? Señalar ambas y permitir que el lector tome posición.

No obstante, hay una pregunta que queda flotando en el libro: la cobertura fotográfica del movimiento estudiantil dependió del sesgo editorial que se le quería dar o de la importancia que se le daba a la foto en cada periódico. Lo analizado en el libro, ¿es una cuestión coyuntural o general de los periódicos mexicanos? Es decir, ¿qué cantidad de fotos dedicaba cada periódico a otros sucesos? No es éste un objetivo del libro, pero después de leerlo se tiene la sensación de que queda esto como una posible línea de investigación por descubrir, ya que en el texto se da algún ejemplo de ello.

A partir de sus más de 300 páginas de análisis, Del Castillo muestra que no hubo un comportamiento homogéneo entre los directores y editores de la prensa, desde la derecha empresarial anticomunista hasta los grupos radicales de izquierda. Así, en el libro se cuestiona la tradicional imagen de Excélsior como un aliado incondicional de los estudiantes, señalando que tuvo distintos matices y claroscuros. Respecto de El Heraldo de México, se muestra que la política editorial se plegó a la teoría gubernamental de la conjura comunista. Por su parte, La Prensa habría constituido uno de los puntos de vista más reveladores de la estrecha relación entre el poder y los medios periodísticos, representando los acontecimientos del 68 como un gran caso de nota roja. El trabajo de El Día es catalogado como un punto intermedio entre el poder y la sociedad. Respecto de El Universal, se sugiere que problemas financieros disminuyeron su distancia crítica frente al gobierno. Por último, la revista Por Qué? representó la visión de la izquierda en los siguientes 20 años.

En síntesis, Del Castillo realiza un preciso, amplio y documentado trabajo sobre el 68 mexicano, sus representaciones fotográficas, la prensa de aquel año y su relación con el Estado, con lo que logra conformar un libro de consulta obligatoria para comprender uno de los capítulos más importantes de la historia reciente de México.

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