Universidad Nacional Autónoma de México • Instituto de Investigaciones Sociales

Derivations from a political performance: emergence and strength of movements 131 and YoSoy132

PDF

Nelson Arteaga Botello* y Javier Arzuaga Magnoni**

* Doctor en Sociología por la Universidad de Alicante. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Temas de especialización: violencia, ciudadanía y teoría social. Carretera al Ajusco 377, Héroes de Padierna, Tlalpan, 14200, México, D.F. Correo electrónico: <Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.>.

* Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Universidad Autónoma del Estado de México. Temas de especialización: elecciones, partidos, ciudadanía. Cerro de Coatepec s/n, Ciudad Universitaria, 50100, Toluca, Estado de México. Correo electrónico: <Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.>.

Recibido: 12 de julio de 2013
Aceptado: 25 de noviembre de 2013

Resumen

En este artículo se examina cómo un performance político deviene en un espacio de efervescencia social que alimenta la conformación de distintos discursos binarios en una contienda electoral, y cómo esto abre las puertas al cambio político. Se pretende establecer con ello la fuerza de un evento en la estructura y la jerarquía política, es decir, la influencia que una situación performativa puede alcanzar en una escala social más amplia. Se aborda el caso concreto de los movimientos estudiantiles universitarios denominados 131 y YoSoy132. El texto muestra cómo los performances políticos pueden dar pie a la conformación de iconos y referentes de cambio social.

Palabras clave: performance político, fuerza, discurso binario, creatividad social, inversión de jerarquías.

Abstract

This article examines how a political performance becomes a sphere of social effervescence that contributes to the creation of various binary discourses in an election and how this opens the door to political change. It thereby seeks to determine the strength of an event in the political structure and hierarchy, in other words, the influence that a performative situation can have on a broader social scale. It addresses the specific case of the university student movements called 131 and YoSoy132. The text shows how political performances can give rise to the creation of icons and symbols of social change.

Keywords: political performance, strength, binary discourse, social creativity, reversal of hierarchies.

Los procesos de cambio político permiten dar cuenta de la emergencia de situaciones, referentes u objetos que condensan ideales y valores colectivos. Cuando se estudia este tipo de procesos, se suele hacer hincapié en estructuras de larga duración, minimizando la importancia de los acontecimientos singulares que los detonan. Sin embargo, se trata de hechos significativos porque decantan las diferentes formas de clasificar y organizar las posiciones de los contrincantes, distinguiendo entre aliados y enemigos: entre quienes comparten ideales y valores que se consideran respetables, sagrados o puros, frente a otros estimados como execrables, profanos o impuros (Hunt, 1988).

Estos acontecimientos emergen, por lo general, al calor de la excitación política y suponen el uso de recursos simbólicos o icónicos de carácter popular. Se organizan a partir de los temas y las posiciones que plantean los actores políticos, y la forma como cada uno de ellos reacciona a los avatares del día a día. En las campañas electorales, la declaración de un candidato o su desempeño en un mitin o en un debate son ejemplos de las situaciones que pueden convertirse en referentes simbólicos e icónicos para el electorado. Si bien es cierto que los actores políticos se mueven en estas situaciones en condiciones que aparentemente controlan, a veces hay contratiempos que los obligan a improvisar, con resultados variables que van del ridículo al éxito. Una elección no se decide necesariamente por una situación específica, pero podría convertirse en un tema relevante que moviliza a los actores políticos y a la ciudadanía.

El análisis de este tipo de situaciones resulta relevante en la medida en que permite observar cómo se cristalizan los conflictos de poder en referentes simbólicos determinados y, en ocasiones, se constituyen en rupturas de esos mismos referentes y abren paso a nuevas formas de representación del conflicto y de lo que se considera legítimo. Las nuevas representaciones legítimas no sólo suponen escenificaciones actualizadas de los conflictos de poder, sino que presuponen una estructura de derechos diferentes entre los actores políticos y entre ellos y sus referentes sociales.

En los procesos electorales, señala Jeffrey Alexander (2010), los políticos se ven empujados a involucrarse en un complejo entramado de proyecciones simbólicas, proyectando su imagen no sólo frente a sus simpatizantes, sino también con respecto a quienes no comparten sus ideas y proyectos. Los candidatos se esfuerzan por presentar su capacidad individual, personal, civil y profesional, con el fin de generar emociones de simpatía y empatía moral frente a los electores. Si se logra la conexión entre ambos, se movilizan afectos que se transforman en expresiones concretas de apoyo: la batalla por el poder deviene en teatralización.

El presente artículo sigue esta ruta de examen; se plantea entender cómo un performance —entendido como el proceso social en el cual los actores, individual o colectivamente, despliegan hacia otros un sentido consciente o inconsciente de su situación social (Alexander, 2011a)— deviene en un espacio de efervescencia política que alimenta la contienda electoral y abre el espacio para el cambio político. De esta manera, se distinguen dos momentos. Se aborda, por un lado, la acción simbólica de un candidato y su equipo de campaña en una situación de confrontación directa frente a un auditorio; por otro, los efectos que esto tiene en el contexto más amplio del discurso político. De esta forma, el texto articula una situación concreta o microsocial en un entramado más general o macrosocial. Se pretende establecer con ello la fuerza de un evento en una estructura y jerarquías políticas (Turner, 1988); es decir, la influencia que una situación tiene en otras experiencias a una escala social más amplia. 1

El artículo aborda el movimiento estudiantil universitario denominado YoSoy132, que apareció en el contexto de la contienda electoral para elegir presidente de la república en México en 2012. El salto a la escena de este movimiento está ligado a un hecho significativo particular: el performance del candidato a la presidencia por el Partido Revolucionario Institucional (PRI),2 Enrique Peña Nieto, en una reunión con estudiantes de la Universidad Iberoamericana.3 Confrontado por una parte del auditorio, Peña Nieto estableció posiciones políticas que exacerbaron los ánimos, lo que derivó en increpaciones directas al candidato. El equipo de campaña de éste, así como sus aliados, intentaron minimizar el enfrentamiento cuestionando la "pureza" y la autonomía de las protestas, y señalaron que habían sido una expresión orquestada, diseñada por miembros de otros partidos, dirigida a sabotear el evento.

Algunos de los asistentes a los que el candidato confrontó respondieron colocando en las redes sociales un manifiesto que afirmaba su autonomía, y acusando a Peña Nieto de tratar de deslegitimar y denostar la capacidad crítica de los estudiantes de esa universidad. Esto propició que alumnos de otras instituciones públicas y privadas colocaran en las redes sociales videos de apoyo a los estudiantes de la Iberoamericana. En pocos días, un importante número de universitarios intervino en la escena política con el fin de posicionarse con respecto al candidato del PRI y en relación con el conjunto de la campaña presidencial. Distintos actores políticos y mediáticos definieron su posición frente al movimiento, tipificándolo a veces como democrático en sus fines, y en otras como un artilugio político para beneficiar a un partido en particular. Esto permitió la conformación de un campo discursivo o narrativo binario (Alexander, 2006) que osciló entre la integración y la exclusión del movimiento de la escena político-electoral.

Efectivamente, desde su aparición en la campaña presidencial, YoSoy 132 estuvo sometido a un constante examen para obtener su carta de ciudadanía política, pero también construyó sus propias narrativas binarias. Articuló un discurso anti-Peña Nieto, aunque definió débilmente una narrativa que beneficiara electoralmente a otro candidato o partido político. De igual forma, exigió la apertura de los medios de comunicación a otras voces tradicionalmente excluidas. En general, trató de construir otra forma de hacer política en México.4 Sin embargo, este trabajo no pretende explorar si YoSoy132 tuvo éxito en los objetivos que planteó o en qué medida las demandas que puso sobre la mesa han sido atendidas.5 Interesa más bien dar cuenta de su emergencia, su incipiente articulación en la campaña presidencial en función de la construcción de discursos de clasificación social; es un movimiento sobre el que se proyectan, para unos, las expectativas de la organización social libre y autónoma; para otros, las estrategias de manipulación sobre la sociedad por parte de los partidos políticos.6

Este trabajo abre con una descripción del performance del candidato del PRI en la Universidad Iberoamericana. Aquí se narran las dificul-tades que enfrentó para mantener la puesta en escena, las reacciones de su equipo de campaña y simpatizantes. Posteriormente se analiza cómo se organizaron las movilizaciones de los estudiantes para refrendar la legitimidad de sus críticas y protestas. En la segunda parte se hace un análisis sobre el papel del performance en la suspensión de los valores y las estructuras de la jerarquía social. La idea es dar cuenta de cómo el performance resultó en una unidad no armónica de relaciones sociales y de poder, una situación de conflicto que hizo emerger una forma diferente, hasta cierto punto, de significar la lucha político-electoral en el país. La tercera parte aborda, precisamente, cómo se condensan las significaciones del performance en las estructuras más amplias de la arena política; es decir, en la disposición de las narrativas binarias y la posición de los actores en ellas. Finalmente, el texto concluye con una reflexión general en torno a la relevancia del análisis del performance para acercarse a los procesos de cambio político.

El performance de un candidato presidencial

Este apartado considera el performance político de Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana.7 Se trata de observar cómo confluyen las fuerzas que buscan mantener la puesta en escena del candidato del PRI, frente a aquellas que intentan resquebrajarla, lo que posteriormente deriva en un escenario de efervescencia social. Describe a continuación la manera en que el enfrentamiento se desplaza de un escenario de relaciones cara a cara —en un auditorio o un conjunto de instalaciones universitarias— a otro definido por lo que Manuel Castells (2009) denomina como medios de comunicación de masas (Facebook, Twitter y otras formas de microblogs), y cómo este desplazamiento involucra poco a poco a otros actores que clasifican y tipifican el performance en relación con el escenario más amplio de la contienda política por la presidencia de la república.8

El arribo

El 11 de mayo de 2012, en lo que era la primera etapa de la campaña para la presidencia de la república, el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, asistió a la Universidad Iberoamericana en el marco de los foros organizados por esta institución con el título "Buen ciudadano Ibero", los cuales tenían por objetivo escuchar las propuestas de los candidatos presidenciales. Un mes atrás, el candidato del PRI había cancelado su participación por motivos de agenda. No obstante, después de varias pláticas se estableció una fecha para que presentara sus propuestas en la Universidad (Figueiras, 2012). Un escenario difícil si se considera que varias encuestas afirmaban que los jóvenes universitarios no constituían un sector del electorado que apoyara ampliamente a Peña Nieto. 9

Para su arribo fue implementado un fuerte dispositivo, que consistía en un importante número de personal de seguridad, al igual que puntos de control para la revisión de estudiantes y profesores. De hecho, el acceso fue permitido únicamente a quienes portaban una identificación que los acreditaba como miembros de la comunidad universitaria. Esta situación generó, en principio, cierta molestia por parte de estudiantes y profesores antes de que comenzara el evento. Se podría decir, por las declaraciones de algunos miembros de la comunidad, que la situación era tensa.10 De tal suerte que, a la llegada del candidato, entre los aplausos de bienvenida también surgieron manifestaciones de rechazo a su presencia, como: "¡Fuera!", "¡Fuera Peña!", "La Ibero no te quiere", al mismo tiempo que aparecían carteles en los que se podía leer: "¡Atenco no se olvida!", "¡Asesino!", "¡Ladrón!", "Yo soy prole".11 Para evitar una confrontación directa se tomó la decisión de que el candidato, acompañado por las autoridades del plantel, entrara por una puerta auxiliar al auditorio en el que se llevaría a cabo el evento. Si, como se ha mencionado más arriba, los candidatos en los procesos electorales se ven constantemente presionados a mantener su imagen tanto frente a sus simpatizantes como ante sus oponentes, esto fue particularmente cierto para Peña Nieto desde su llegada al evento.

La escenificación

Peña Nieto expuso, ante estudiantes, profesores y autoridades de la institución, los principales puntos de su propuesta de gobierno. Su intervención fue interrumpida varias veces por alumnos que lanzaban consignas en su contra.12 Algunos otros trataban de incomodar al candidato y llamar la atención de los medios de comunicación portando máscaras de papel con la imagen del ex presidente Carlos Salinas de Gortari.13 Había carteles que se alzaban entre el auditorio para consignar el caso de la intervención policial en San Salvador Atenco, en el Estado de México, años atrás.14 El punto más crítico de la intervención fue, quizá, cuando un sector de estudiantes del auditorio interpeló al candidato del PRI precisamente sobre los hechos en ese municipio. Peña Nieto reviró señalando que asumía "la absoluta responsabilidad de la decisión que se tomó y mencionó que cuando se vieron afectados por intereses particulares los derechos de los mexiquenses, tomó la decisión de emplear el uso de la fuerza pública para restablecer el orden y la paz".15 Agregó que en dicha intervención "lamentablemente" hubo incidentes que fueron debidamente sancionados y que los responsables de los hechos fueron consignados ante el poder judicial. Estas declaraciones exacerbaron los ánimos de cierto sector del público que, mientras Peña Nieto salía del auditorio, arremetió con un mayor número de consignas en su contra.16

Después de su participación en el auditorio, se tenía programada una entrevista en la estación de radio de la Universidad Iberoamericana. El recorrido entre el recinto de la conferencia y el estudio de la radio fue complicado. Una lluvia de reproches en forma de gritos y coros de estudiantes acompañaron el camino del candidato. El nerviosismo de su equipo de campaña y de seguridad se hizo patente: equivocaron la ruta en su intento por evitar las manifestaciones de rechazo de los estudiantes. Esto llevó a Peña Nieto a refugiarse en uno de los baños cercanos a la estación de radio. El locutor de Radio Ibero describió la escena: "Lo que está ocurriendo en estos momentos, queridísimo radioescucha, es que Enrique Peña Nieto está atrapado en el baño, porque hay cantidad de alumnos que, pues, están manifestándose en contra de este candidato".17 En los videos sobre el altercado que circularon casi en tiempo real por Internet —y luego en algunas televisoras nacionales— se hizo énfasis en la escena en que Peña Nieto increpa a su jefe de guardias —con una cara totalmente descompuesta y desencajada que reflejaba una combinación de emociones entre nerviosismo y enojo—: "¿Por ahí afuera hay salidas para salir?" [sic].18 Subiendo y bajando escaleras, evitando encontrar a sus críticos, el candidato del PRI, con ayuda de su equipo de logística, llegó a un pasillo que conectaba con el estacionamiento localizado al extremo opuesto de la puerta principal del campus, por la que arribó en la mañana. Hasta el último momento en la Iberoamericana, algunos estudiantes lo siguieron sin dejar de espetarle, entre otras cosas: "¡Cobarde!" o "¡La Ibero no te quiere!"

La crisis

Dejando la Universidad entre abucheos, Peña Nieto declaró a cnn México: "Son genuinas todas [las expresiones], al fin y al cabo, se respeta el espacio libre de la Universidad y soy total y absolutamente respetuoso".19 Su equipo más cercano tomó, no obstante, una posición ciertamente más combativa. Entrevistado en Radio Ibero, en representación de su candidato presidencial, el presidente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, señaló que los alumnos de la Iberoamericana "no son respetuosos" ni "críticos", y reclamó que era necesario que los jóvenes que participaron en las protestas reconocieran su "equivocación", y los conminaba a "recapacitar".20 Agregó que la propia Iberoamericana ya no era una institución de respeto, aunque mesuraba su sentencia considerando que quizás "hubo grupos que, quiero pensar, que no son representativos de la Ibero, incurrieron en faltas de urbanidad, faltas de respeto". En ese sentido, concluyó: "Me parece que eso es algo que corresponde investigarlo a las autoridades de esta universidad".21

A estas declaraciones, el presidente del PRI sumó otras. En entrevista con Milenio Televisión, llamó a los estudiantes de la Iberoamericana "un puñado de jóvenes que no son representativos de la comunidad de la Ibero [que] asumió una actitud de intolerancia respecto a los planteamientos que hacía nuestro candidato... [cometiendo] faltas de urbanidad y de respeto".22 Arturo Escobar y Vega, vocero del PVEM, senador entre 2006 y 2012 y actualmente diputado federal, señaló a su vez en una entrevista:

Cuando sale de este auditorio, hay un grupo de no quiero decir jóvenes. Ya estaban mayorcitos. Calculo de 30 a 35 años para arriba. Incitando. No pasaban de 20 personas. La información que se nos da al final es que grupos cercanos a Andrés Manuel López Obrador estuvieron promoviendo y organizando este tipo de actos. 23

Una acusación que días después se intenta reforzar a través de la difusión de un video en el que aparece una periodista de Televisa, Denise Maerker, en un reportaje llamado "Un día en campaña". Se muestra el momento en que Peña Nieto recibe información de su coordinador de comunicación social. Éste asegura que ya tiene el historial de una de las estudiantes de la Iberoamericana que participó en las increpaciones: "El historial de esta muchacha..., es estudiante de ahí, pero, es pro AMLO. Y todo [enseñando el documento al candidato] dónde ha andado y a qué se dedica".24

El escenario político de las redes sociales

Ante la reacción del equipo de campaña de Peña Nieto, así como de medios de comunicación afines a su candidatura,25 los estudiantes realizaron un video que subieron a Internet —en plataforma YouTube—, con el fin de establecer su posicionamiento con respecto a las descalificaciones de Pedro Joaquín Coldwell, Arturo Escobar y Emilio Gamboa, y ante los que consideraron medios de comunicación "de dudosa neutralidad". El objetivo era desmentir las versiones que los acusaban de no ser miembros de la Universidad Iberoamericana.

El video presentaba en un primer momento las declaraciones de Arturo Escobar. A continuación, afirmaciones que establecían que el repudio a Enrique Peña Nieto no fue encabezado por acarreados y porros, y mucho menos por personas entrenadas para boicotear el evento. Finalmente, se presentaba de forma continua a 131 alumnos de la Iberoamericana: cada uno proporcionaba su nombre, su número de cuenta y, de forma opcional, el programa de estudios al que estaba adscrito. El video dura 11 minutos; cada alumno grabó su declaración desde una computadora personal y en espacios distintos, los que parecen los hogares de los estudiantes. De esta forma, el video trató de establecer que éstos habían actuado de forma autónoma, libre y crítica.26

El video se difundió rápidamente y colocó la frase "131 Alumnos de la Ibero" como trending topic —tema más comentado— en Twitter.27 La respuesta del PRI y sus aliados fue, por la misma red social, resaltar que sólo fueron 131 estudiantes los que se manifestaron en contra de su candidato, lo que confirmaba el reducido número de personas que habían participado. Esto generó expresiones de solidaridad y apoyo a los estudiantes de la Iberoamericana. La más significativa por su impacto en Twitter fue el apoyo a través de la cuenta #YoSoy13228 y la elaboración posterior del video Yosoy132, que circuló en YouTube. La intención era mostrar que no sólo eran 131 estudiantes los que rechazaban al candidato del PRI, sino un número mayor, cuando menos uno más.29

La espiral de apoyo derivó en pocos días en la organización de una asamblea en la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México.30 Dicha asamblea se convirtió en el eje de articulación de las posiciones críticas a Peña Nieto de un sector de estudiantes universitarios de instituciones públicas y privadas. Facebook, Twitter y YouTube sirvieron de plataformas para organizar un movimiento más amplio que incluyó universidades estatales.31

El discurso de YoSoy132 no sólo orientó esfuerzos para dar cuenta de su versión de lo que sucedió en la Iberoamericana: añadió un diagnóstico particular sobre la situación político-social del país, en la que destacaba el contexto de violencia e inseguridad, la desigualdad social, la crisis del sistema educativo y la hegemonía de lo que llamó una "democracia ausente".32 Además, se registraba el apoyo del movimiento a las luchas de los obreros, campesinos e indígenas, así como el reconocimiento de la diversidad sexual.33

En este conjunto de denuncias se hacía hincapié en la supuesta complicidad que los medios de comunicación tenían —sobre todo el duopolio Televisa y TV Azteca— para ocultar los problemas que el país enfrentaba y por apoyar "abiertamente" al candidato del PRI.34 Los medios de comunicación se transformaron en el blanco de las críticas de YoSoy132.35 Esto derivó en movilizaciones en contra de aquéllos, como "La Marcha de la Verdad". 36

 En dichas manifestaciones se exigieron medios de comunicación neutrales que crearan condiciones favorables para el ejercicio de un voto libre e informado, así como el fin de la imposición mediática del candidato del PRI.

El movimiento se orientó a establecer una posición de enfrentamiento directo con Peña Nieto. Organizó varias movilizaciones callejeras denominadas "marchas anti-Peña Nieto"37 y, finalmente, un debate entre candidatos presidenciales el 19 de junio —transmitido a través de YouTube— y al que no asistió el candidato del PRI. Éste argumentó que en tanto era un debate organizado por un movimiento que se declaraba en su contra, no existían las condiciones para un diálogo justo y con un auditorio imparcial. Por lo tanto, para subrayar la negativa a asistir por parte de Peña Nieto, los organizadores dejaron una silla vacía durante el desarrollo del debate.

La inversión de las jerarquías

Los hechos que enfrentó el candidato del PRI a la presidencia de México pueden ser interpretados como parte de un "performance de paso" o un "ritual de transición" (Turner, 1988). Esto es, un momento en el que se desestructura un conjunto de relaciones sociales jerárquicas, estructurales y diferenciales —que tienden a separar a los sujetos en términos de "más" y"menos"— y se construye una organización no jerárquica, desestructurada e indiferenciada, lo que Victor Turner denomina como communitas. En este tipo de performance se suspenden los valores y las estructuras de la jerarquía social: se fractura la disposición tradicional de ciertas instituciones y organizaciones, lo que modifica el papel que los actores juegan en ellas (Turner, 1969). Estos últimos son desincorporados de un punto fijo en la estructura social, lo que abre una comunicación directa, entre iguales.

Una vez finalizado el performance, los actores se reincorporan a la estructura social en un punto nuevo: adquieren con ello nuevos derechos y obligaciones, sujetos a normas y estándares éticos específicos. En los performances de elevación de estatus, como la ascensión de un candidato a un puesto de responsabilidad política, los grupos inferiores son invitados en situaciones concretas —espacial y temporalmente demarcadas— a ocupar posiciones de superioridad, degradando con ello el estatus tradicional del candidato. El débil actúa como si fuera poderoso, alcanzando una superioridad simbólica momentánea, mientras que aquel que aspira a escalar peldaños más altos de la estructura social marcha, como apunta Turner, hacia la penitencia y el sufrimiento para lograrlo.

Un performance de este tipo sugiere a quien desea encontrarse "arriba" que debe contar con el apoyo de quienes se encuentran "abajo". El de "arriba", indica Turner, debe experimentar lo que es estar "abajo" —ser tratado como igual—, una forma de hacer sentir al que va a luchar por una posición jerárquica lo que es estar a la intemperie o desprotegido. El performance implica, entonces, una relación "que no está segmentada en roles y estatus, sino una relación entre ‘iguales’: entre Tú y Yo" (1969: 132). Es en este momento de transición o liminal cuando se miden el temple, la dignidad y el carácter de quienes pretenden alcanzar una posición o un cargo. No obstante, los actos performativos no son un mero trámite de legitimación; por el contrario, los candidatos no necesariamente pueden alcanzar una fusión de intereses, perspectivas y emociones, dificultando o cancelando su nueva incorporación a la estructura social.

El performance en la Iberoamericana implicó precisamente la desincorporación del candidato del PRI de su punto fijo en la estructura social. Peña Nieto se presentó en la Iberoamericana como la encarnación de las estructuras jerárquicas y de dominación materializadas, por ejemplo, en su anterior cargo como gobernador, en el respaldo de algunos sectores tradicionales de su partido,38 y en un estrecho vínculo con el mundo del espectáculo ligado a Televisa.39 Allí lo esperaba un sector de estudiantes que pretendían establecer con él relaciones entre iguales. De hecho, el formato sugerido por la Universidad Iberoamericana tenía como intención propiciar un diálogo "ciudadano".40

Sin embargo, desde el entorno del candidato del PRI se pretendía un ejercicio más controlado. Por un lado, se sabía de las dificultades del candidato para la improvisación. La experiencia vivida por Peña Nieto en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara daba cuenta de estas dificultades y las negociaciones llevadas a cabo por su equipo de campaña para el diseño de los debates presidenciales organizados por el Instituto Federal Electoral hacían evidente que su equipo de colaboradores cercanos era consciente de estas dificultades. Estas precauciones hacían difícil un diálogo ciudadano entre iguales que no fuera previamente ensayado, lo cual, teniendo en cuenta la naturaleza del auditorio, resultaba imposible. Esto violentó el desarrollo del performance, por la tensión generada entre las necesidades de espontaneidad y de control requeridas de manera simultánea. Al mismo tiempo, los dispositivos de seguridad y el despliegue de puntos de control por parte del equipo del candidato del PRI restaban credibilidad al pretendido diálogo ciudadano.

Las constantes interpelaciones de alumnos, la exposición de carteles y otros elementos empujaban, por su parte, a que el performance se moviera hacia el resquebrajamiento de los referentes de autoridad y jerarquía.41 Si el equipo de asesores de Peña Nieto buscaba reforzar el control y la relación jerárquica necesaria en todo performance, los estudiantes, sabedores de las dificultades del candidato, buscaron reforzar el otro aspecto del performance, el de la igualación. Esto suponía llevar al candidato a un escenario diferente, en el que la memorización y la actuación ensayada abrían paso a la necesidad de improvisación. En uno de esos intercambios entre iguales, el posicionamiento de Peña Nieto, en relación con los hechos ocurridos en el municipio de Atenco, desató una serie de sentimientos y tensiones acumulados, que lo colocaron en un umbral en el que fue despojado de cualquier atributo de autoridad y poder. Su marcha por la Universidad —una especie de penitencia, para recuperar el lenguaje turneriano— incluyó varios pasillos y una escala en el sanitario. En la estación de radio de la institución se describía su peregrinar, los medios de comunicación de masas daban cuenta de su sufrimiento, mientras los miembros de su equipo de seguridad buscaban desesperadamente cómo salir de la situación. Quienes lo acompañaban en su recorrido, así como quienes lo seguían con consignas de rechazo, desplegaron formas de clasificación social que potenciaron emociones, afecciones y miedos. En general, el evento dotó de un carácter conativo en términos políticos a quienes presenciaron el performance en vivo o en los diversos medios de comunicación, en particular de carácter horizontal.

El performance involucró marcos de actuación que normalmente no se encuentran en los aparatos normativos y jerárquicos que rigen la vida política. Representó una suspensión de las normas y sometió a sus actores a una reflexión creativa en la que se negociaron afectos, al igual que componentes cognitivos. En otros términos, se constituyó un espacio de indeterminación donde la creatividad de los actores jugó un papel central para afrontar el desdibujamiento de criterios de actuación previamente definidos y precisar posiciones discursivas a futuro. En esta innovación se localiza la fuerza que tiene un performance; es decir, el significado que proyecta al ámbito político más general (Turner, 1988). Es esa fuerza que se transmite al conjunto de la vida política lo que compensa la temporalidad del performance, su condición dinámica pero perentoria, la fragilidad de las relaciones que momentáneamente la sostienen.

Condensaciones del performance

Los performances políticos garantizan, por lo general, la reproducción de estructura y jerarquía social (Merciert, 2005; Rivière, 2005), pero también abren caminos para su transformación: son, por lo tanto, espacios de creatividad social. Los ciudadanos conocen de antemano la estructura del performance en lo general y, en ocasiones, buscan transformarlo, dominando la coordinación de sus elementos: disputando el foco de atención del performance (Collins, 2008). No se trata, necesariamente, de un ejercicio de espontaneidad social, aunque el resultado de la interacción de los proyectos abre paso a resultados inesperados. El resultado no puede anticiparse, sólo comprenderse a la luz de los sucesos. Uno de los aspectos que resulta interesante al respecto es la articulación de la fuerza de un performance en las dinámicas más generales de la estructura social, en particular en las dinámicas de confrontación política en los procesos electorales. Este apartado busca localizar precisamente la conexión entre el performance en la Iberoamericana con las narrativas ligadas a la lucha político-electoral.

El performance en la Universidad Iberoamericana representó un acto fallido para el candidato del PRI si consideramos, como sugiere Jeffrey Alexander (2007), que todo político busca fusionarse e identificarse con su audiencia, desplegando de forma adecuada guiones culturales que son coherentes con la mise-en-scène. Esta expresión francesa significa literalmente "puesta en escena" (Alexander, 2007): define el trabajo de realizadores, arreglo y ejecución de los movimientos de los actores en el tiempo y el espacio, tono de voz, la dirección de la mirada y los movimientos del cuerpo. Los actos performativos fallan cuando este proceso de vinculación resulta incompleto: los elementos del acto performativo se mantienen separados, y la actuación que representa el líder político parece inauténtica y artificial, incapaz de persuadir.

Años atrás, un buen o mal performance político tenía ciertamente efectos, pero éstos podían ser más o menos afrontados si se contaba con un control efectivo de los medios de comunicación; en este sentido, pasaban como sucesos limitados espacial y temporalmente.42 No obstante, un performance político tiene en la actualidad, gracias a la presencia de un amplio espectro de medios de comunicación, una audiencia sustancialmente mayor en comparación con el auditorio que lo conformó de inicio (Xu, 2011). Las escenas reproducidas una y otra vez proyectan a escala más amplia las emociones en una puesta en escena marcada por las relaciones cara a cara (Silver, 2011). Esto propicia que un cierto ánimo se transmita a través de las escenas y sus elementos llegan a producir emociones y afectos que se multiplican a través del tiempo y el espacio (Jasper, 2011). En este sentido, es posible potenciar la fuerza del performance una y otra vez (Kellner, 2003), desde un ámbito micro a una escala macrosocial (Chouliaraki, 2006, Höijer, 2004), lo que prácticamente borra las fronteras institucionales, sociales y geográficas de la comunicación (Szabó y Kiss, 2012).

Sin embargo, si bien es cierto que las tecnologías están ahí, eso no garantiza que la fuerza de un performance se conecte con la escala más amplia de la competencia político-electoral. Hay que examinar cómo las representaciones mediáticas del performance se acomodan en las estructuras y procesos culturales que regulan los esquemas interpretativos de la confrontación política (Jacobs, 1996). Por lo tanto, varios autores (Alexander, 2011a; Everhart, 2012, y Rauer, 2011) sugieren abordar la política como una esfera de categorizaciones y clasificaciones sociales, en la que se construyen estructuras simbólicas binarias sobre actos performativos específicos.

En una contienda político-electoral, las campañas resultan narrativas binarias que hablan y caminan a favor de un candidato (Alexander, 2010). Esto significa que los candidatos y sus equipos construyen discursos de clasificación y caracterización de la personalidad, propuestas e ideas, ajenas y propias, en función de modelos binarios en los que se define quién es honesto o deshonesto, autónomo o heterónomo, discrecional o imparcial, racional o irracional, tolerante o intolerante, justo o injusto, desinteresado o calculador, justo o arbitrario, bueno o malo, víctima o victimario. Aunque haya varios candidatos en competencia, los equipos de campaña activan modelos binarios no en función del conjunto de los candidatos, sino de manera separada, articulando pares. Esto permite definirse con respecto a cada uno de los candidatos. La diferenciación y distinción política en cualquier campaña trabaja con referencia a lo bueno y lo malo que cada candidato hace operar a partir de códigos binarios, lo que no implica necesariamente la organización de una campaña negativa. De igual forma, los performances políticos entran en las mismas lógicas de categorización (Eyerman, 2012).

Para Alexander (2006), la narrativa política binaria se construye en tres esferas que clasifican la acción. La primera de ellas es la esfera de los motivos, donde se tipifica, por ejemplo, si las inspiraciones que están detrás de los actores derivan de un proceso libre y autónomo, o son el resultado de fuerzas que los controlan y manipulan. En la esfera de las relaciones, por otro lado, se categoriza el tipo de vínculos que construyen los actores con la ciudadanía y otros actores políticos, y se define en qué medida son abiertas, críticas y francas, o cerradas, discrecionales y estratégicas. En la esfera de las instituciones se clasifica, finalmente, el espacio donde los actores están inscritos: si están regulados por reglas y normas, si son incluyentes e impersonales o, por el contrario, predominan en ellos el uso discrecional del poder, las lógicas de exclusión y las relaciones personales.

A partir del performance en la Universidad Iberoamericana, tanto el equipo de campaña de Peña Nieto como los estudiantes, los candidatos de otros partidos y los medios de comunicación construyeron distintas narrativas binarias sobre lo sucedido, con el fin de excluir o incluir a aliados y enemigos dentro del marco de los valores político-democráticos y en el campo de la confrontación política. El equipo de Peña Nieto cuestionó constantemente la actuación de los estudiantes, señalando en primer lugar que no eran estudiantes, sino agitadores profesionales ligados a partidos de izquierda. En segundo lugar, indicó que si bien había estudiantes, estaban siendo manipulados: eran víctimas de una conspiración orquestada fuera de la universidad, una minoría facciosa que reflejaba el pensar de un sector marginal de la institución. De esta manera se clasificaba a los estudiantes como un grupo pequeño y aislado, sin los elementos positivos del discurso binario en las esferas de motivos, relaciones e instituciones. Con esta narrativa, el PRI trató de rotular el estado de contaminación de los sucesos que desarticularon la imagen de su candidato.43

Otros aspirantes a la presidencia establecieron una posición diferente. Josefina Vázquez Mota, del Partido Acción Nacional (PAN), ingresó a la Universidad Iberoamericana bajo la protesta de los estudiantes del 131, quienes reclamaban aclarar el caso de la Guardería abc,44 al igual que los asesinatos de periodistas en el país.45 Vázquez Mota reconoció en todo momento las expresiones de los estudiantes del 131 y YoSoy132, e indicó de inmediato su disposición para asistir al debate convocado por estos últimos.46 Por su parte, Andrés Manuel López Obrador, candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Partido del Trabajo (PT) y Convergencia, señaló en algún momento que era el mayor beneficiario del 131 y YoSoy132.47 De hecho, fue el primer candidato presidencial en asistir a la Iberoamericana, donde su interacción con los estudiantes pasó casi inadvertida en los medios.48 Finalmente, el candidato de Nueva Alianza (Panal), Gabriel Quadri, lamentó los acontecimientos en la Iberoamericana e incluso pidió que las autoridades universitarias tomaran cartas en el asunto y sancionaran a quienes habían interpelado a Peña Nieto. Quadri fue el segundo candidato en presentarse en la Iberoamericana, en una reunión que varios medios describieron como cordial y con un buen tono de debate.49 Durante el resto de la campaña, Quadri reprochó al 131 y YoSoy132 su triste comportamiento, aunque reconoció que sus demandas eran justas, así que aceptó asistir al debate entre candidatos presidenciales organizado por ambos movimientos.50

Los estudiantes construyeron, por su parte, una narrativa en la que afirmaban su autonomía, su libertad y su capacidad crítica de cara al candidato del PRI. Enfatizaban que lo sucedido era un reflejo del rechazo real y concreto de ciertos estudiantes a la candidatura de Peña Nieto. El posicionamiento del 131 en YouTube implicó, de alguna manera, una definición de autonomía; en una palabra, constituyó a sus miembros como ciudadanos y actores políticos frente a un poder que no hizo más que tratar de negar su existencia. La capacidad de potenciarse como colectivo garantizó la fuerza para que el 131 sumara apoyos y, posteriormente, diera pie a la creación del movimiento YoSoy132.

La emergencia de YoSoy132 trajo consigo la proyección de un hecho delimitado espacial y temporalmente al ámbito de la confrontación política nacional. Esto significó la construcción, como se señaló más arriba, de una narrativa binaria distinta. Se dejó atrás un discurso orientado a defender la autonomía y la crítica de un sector de la población estudiantil de una universidad, para articular una narrativa de denuncia e indignación ante las condiciones del país, así como frente a las asimetrías con las que se desarrollaba la campaña electoral.

Los editoriales y las columnas políticas en los periódicos y otros medios masivos de comunicación construyeron una narrativa diversa.51 Cabe resaltar que desde la emergencia del 131 y YoSoy132 y hasta el 1o de julio, día de la elección, en la prensa hubo cuando menos cuatro menciones diarias de estos movimientos, e incluso hubo días con 22 notas editoriales (López, 2012). Por un lado, resaltaban las virtudes autónomas y las justas demandas democráticas del movimiento. Por otro, aseguraban que el movimiento estaba manejado por intereses ocultos, facciosos, que era excluyente de la diversidad política, crítico de las instituciones democráticas y ligado ideológica y políticamente al PRD.52

Entre estos dos extremos narrativos aparecieron otras opiniones que mezclaban ambos tipos de argumentos. Algunas de ellas consideraron que YoSoy132 era una oportunidad para enriquecer la vida democrática del país, pero sólo en la medida en que con el tiempo pudiera institucionalizar sus demandas y expectativas a través de la construcción de un partido político.53 Este tipo de opiniones, si bien reconocía los elementos positivos en los motivos y relaciones del movimiento, consideraba que no tenía mayor futuro si no se definía institucionalmente como un organismo político con reglas de funcionamiento claras. Otras más calificaron a YoSoy132 como un movimiento estudiantil autónomo, bien intencionado, imparcial y apolítico, que poco a poco se contaminó y terminó transformándose en un dispositivo electoral a favor de Andrés Manuel López Obrador, candidato del PRD.54

YoSoy132 fue catalogado por el conjunto de los candidatos a la presidencia de la república como un movimiento ciudadano positivo (autónomo y libre), con excepción del equipo del candidato del PRI, que lo tipificó desde un primer momento como un movimiento ciudadano negativo (diseñado y dependiente de los partidos políticos de izquierda).55 En los medios de comunicación de masas se asumieron también estas posiciones y se agregaron dos más. Se consideró que era un movimiento ciudadano potencialmente positivo (que hay que cultivar, formar, moldear hasta transformarlo en una institución política); otros lo consideraron como contaminado (autónomo y libre en primera instancia, pero distanciado de sus legítimas demandas por la intromisión de las fuerzas políticas de izquierda).

¿Cómo se tradujeron estas narrativas binarias en la opinión del electorado y en qué medida influyeron en el voto? No está entre los objetivos de este trabajo resolver este cuestionamiento. Sin embargo, existen fuentes de información que permiten sugerir, aunque sea débilmente, algunas hipótesis para desarrollar a futuro. Por ejemplo, los resultados de algunas encuestas arrojan que uno de cada 10 ciudadanos modificó su voto a partir de la aparición del movimiento en la arena política, beneficiando primeramente al PRD, en segundo lugar al Panal, en tercer lugar al PAN y en cuarto lugar al PRI.56 De alguna manera esto sugiere que las cuatro narrativas que se construyeron a partir del movimiento —positiva, negativa, potencialmente positiva y contaminada— fueron capitalizadas por los distintos partidos políticos y no por uno en especial. Incluso el PRI, principal foco de ataques de YoSoy132, se vio de igual forma beneficiado —aunque no en la misma proporción que el prd— con electores que estaban inclinados en un principio a votar por otro partido.57

Conclusiones

El performance político es un juego de espejos que permite que la sociedad se vea y reconozca de una forma que no es posible en la vida diaria (Turner, 1988). Se trata de dispositivos a través de los cuales las sociedades proyectan símbolos y valores que se consideran fundamentales para la reproducción y la permanencia de las jerarquías y las estructuras sociales. Pero también son espacios donde se crean nuevos valores, se resignifican las normas, las jerarquías y las estructuras sociales (Giesen, 2011). Analizar estos acontecimientos desde los estudios de la sociología cultural, a partir del "giro performativo", permite explorar, por un lado, cómo ciertos valores, ideales y moralidades se acoplan en una situación determinada; por otro, la manera como se teje con lógicas discursivas más amplias (Alexander y Mast, 2011). La aproximación dramatúrgica permite dar cuenta de la puesta en juego de las jerarquías, las instituciones y las relaciones sociales en el conjunto de la acción simbólica que crea.

Las imágenes, símbolos y códigos que el performance político proyecta generan sentimientos y emociones que modelan y construyen la participación política. En este sentido, el performance político tiene un carácter cognitivo. Siguiendo a Darren Schreiber (2007), los actores deciden y definen opiniones políticas en el contexto de sus emociones con respecto a ideas, visiones del mundo, preocupaciones y expectativas. El peso de las emociones ha sido un tema regularmente soslayado del análisis de los movimientos sociales (Beski et al., 2013; Castells, 2009). El análisis del performance político permite restituir su peso en la conformación de las dinámicas de protesta, resistencia y construcción de actores políticos. Los sentimientos no van solos, por supuesto, están anclados en marcos de interpretación moral. De acuerdo con Leonie Huddy, Stanley Feldman y Erin Cassese (2007), los afectos están vinculados con dos sistemas motivacionales básicos: los sentimientos de pertenencia y rechazo. De esta manera, las emociones en política generan lealtades y rechazos, propician sentimientos de tolerancia, energetizan dinámicas de libertad, sustentan la esperanza, e inspiran rituales democráticos de purificación (Alexander, 2010). No obstante, también justifican la exclusión, la intolerancia e incluso la represión.

La emergencia del 131 y posteriormente de YoSoy132 está anclada en la forma como se construyó un discurso de exclusión, en el que se cuestionó la legitimidad de la protesta y de quienes la encabezaban, los jóvenes. La movilización de estos estudiantes frente al sentimiento de rechazo y negación, al igual que su desconocimiento como actores y sujetos, se corporizó con su presencia en las calles, pero sobre todo con un discurso que se movió en la lógica de la exclusión: la del candidato del PRI.58 Quizás esa fuerza propició que otros estudiantes se identificaran con el sentimiento de construir una identidad propia frente a una estructura política que consideraron profundamente jerárquica y excluyente. YoSoy132 suma, por decirlo así, una persona más al deseo de hacerse presente, de hacerse parte de un colectivo que ha decidido tener un rostro frente a dicha estructura. Alrededor de estos procesos de exclusión es que se configuraron los aliados y los enemigos de los protagonistas de esta refriega narrativa binaria.

En este contexto, los medios de comunicación horizontal, como Facebook y Twitter, y la relación de ambos con plataformas como YouTube, resultaron adecuados para dotar de una infraestructura socio-técnica a los dos movimientos.59 Una parte del éxito de esos medios radica en que conectan en tiempo real sentimientos, estados de ánimo e ideas. Sin embargo, si bien funcionan como dispositivos para la transmisión de emociones e información, no permiten establecer procesos conversacionales, lo que limita la interacción dialógica (Vicari, 2013).60

En parte podría sugerirse, como hipótesis para trabajos posteriores, que uno de los elementos que contribuyeron a clasificar a ambos movimientos como negativos, potencialmente positivos y contaminados fue resultado de su provincialismo, a veces forzado, en las redes sociales y en los medios de comunicación de masas. Esto habla del peso y el poder que aún tienen los medios masivos tradicionales de comunicación para potenciar o limitar la comunicación que circulan los movimientos sociales de forma horizontal.61 Aquello que resultó una ventana de oportunidad para que un performance político —localizado temporal y espacialmente— se difundiera, terminó siendo una limitación con el paso del tiempo. Como apunta Stefania Vicari (2013) en relación con el peso de los medios y las redes sociales en las revueltas de la "Primavera Árabe", dichas tecnologías son apenas el principio de la historia, el resto se define por su acoplamiento con los medios masivos de comunicación.62

Pese a las posibles limitaciones y los alcances para posicionar su agenda en sectores amplios de la población, lo cierto es que tanto 131 como YoSoy132 alcanzaron a ubicarse en el espectro de la política nacional.63 Independientemente de la forma como fueron clasificados y tipificados en el discurso político binario, mostraron cómo el desempeño dramático en un performance puede alcanzar una fuerza particular a una escala política mayor. Dieron cuenta de las capacidades creativas y cognitivas que adquirieron quienes estuvieron directamente involucrados, así como quienes accedieron de forma indirecta y a distancia. Permitieron reafirmar que la política es una puerta a la creatividad social, que no sólo se construye por parte de los políticos y sus partidos, los medios de comunicación de masas y los poderes fácticos. Que las personas no son sólo votos. Los movimientos que aquí se han analizado dejan ver a aquellos que constantemente señalan que "no pasa nada" aunque "pase algo", que están acostumbrados a pensar la política como el escenario de los grandes eventos, lo que les impide ver los pequeños dramas que, a fuerza de transformarse en iconos y referentes, sirven de base para que otros intenten dar forma al cambio social.

Bibliografía

Alexander, Jeffrey (2006). Civil Sphere. Oxford: Oxford University Press.

Alexander, Jeffrey (2007). "Performance et pouvoir" En Les sciences sociales en mutation, compilado por Michel Wieviorka. París: Éditions Sciences Humaines-PUF.

Alexander, Jeffrey (2010). The Performance of Politics: Obama’s Victory and Democratic Struggle of Power. Oxford: Oxford University Press.

Alexander, Jeffrey (2011a). "Social performance between ritual and strategy". En Performance and Power, compilado por Jeffrey Alexander, 25-81. Cambridge: Polity.

Alexander, Jeffrey (2011b). Performative Revolution in Egypt. An Essay in Cultural Power. Nueva York: Bloomsbury.

Alexander, Jeffrey, y Jason Mast (2011). "The cultural pragmatics of symbolic action". En Performance and Power, compilado por Jeffrey Alexander, 7-24. Cambridge: Polity.

Alonso, Jorge (2013). "Cómo escapar a la cárcel de lo electoral: movimiento #YoSoy132". Desacatos 42: 17-40.

Andrejevic, Mark (2007). iSpy: Surveillance and Power in the Interactive Era. Lawrence: University Press of Kansas.

Arteaga, Nelson (2013). "La guerre contre l’insécurité au Mexique". En Un siècle bigarré: réflexions sur le Centenaire de la Révolution mexicaine, compilado por Julián Durazo Herman. Montreal: Presses de l’Université du Québec.

Beski, Tova, Lauren Langman, Ignacia Perugorría y Benjamín Tejerina (2013). "From the streets and squares to social movement studies: What have we learned?". Current Sociology 61 (4): 541-561.

Bonilla, Fabián (2012). "Estrategia y tácticas: #YoSoy132, la emergencia del movimiento en la campaña electoral de 2012". En Del 131 al #YoSoy132. Elección 2012, compilado por Leonardo Figueiras, 89-104. México: Comunicación y Política Editores.

Campos, Patricia, y Diego Velázquez (2012). "Estado anómico y protestas juveniles en las elecciones de 2012". IUS 30 (6): 204-214.

Cantú, Jesús (2013). "Las televisoras vulneran en la contienda". Desacatos 42: 79-102.

Castells, Manuel (2009). Communication Power. Oxford: Oxford University Press.

Chouliaraki, Lilie (2006). The Spectatorship of Suffering. Thousand Oaks: Sage.

Collins, Randall (2008). Violence. A Micro-sociological Theory. Oxford: Princeton University Press.

Díaz, Carmen (2013). "Tres miradas desde el interior de #YoSoy132". Desacatos 42: 233-243.

Everhart, Katherine (2012). "Cultura-identidad: The use of art in the University of Puerto Rico student movement, 2010". Humanity and Society 36 (3): 198-219.

Eyerman, Ron (2011). "Performing opposition or, how social movements move". En Social Performance: Symbolic Action, Cultural Pragmatics and Ritual, compilado por Jeffrey Alexander, Bernhard Giesen y Jason Mast, 193-217. Cambridge: Polity.

Figueiras, Leonardo (2012). "El movimiento estudiantil en el proceso electoral 2012". En Del 131 al #YoSoy132. Elección 2012, compilado por Leonardo Figueiras, 25-88. México: Comunicación y Política Editores.

García, Paulina (2012). "Por qué somos 131 (seis entrevistas)". En Del 131 al #YoSoy132. Elección 2012, compilado por Leonardo Figueiras, 127-140. México: Comunicación y Política Editores.

Giesen, Bernhard (2011). "Ritual, power, and style: The implications of Negara for the sociology of power". En Interpreting Clifford Geertz, compilado por Jeffrey Alexander, Philip Smith y Matthew Norton, 167-181. Nueva York: Palgrave-MacMillan.

Höijer, Birgitta (2004). "The discourse of global compassion: The audience and media reporting of human suffering". Media, Culture and Society 26 (4): 513-531.

Huddy, Leonie, Stanley Feldman y Erin Cassese (2007). "On the distinct effects of anxiety and anger". En The Affect Effect: Dynamics of Emotions in Political Thinking and Behavior, compilado por Russell Neuman, George Marcus, Ann Crigler y Michael McKuen, 202-230. Chicago: University of Chicago Press.

Hunt, Lynn (1988). "The sacred and the French Revolution". Durkheimian Sociology: Cultural Studies, compilado por Jeffrey Alexander. 25-43. Cambridge: Cambridge University Press.

Jacobs, Ronald (1996). "Civil society and crisis: Culture, discourse, and the Rodney King beating". American Journal of Sociology 101 (5): 238-272.

Jasper, James (2011). "Emotions and social movements: Twenty years of theory and research". Annual Review of Sociology 37 (1): 285-303.

Kellner, Douglas (2003). Media Spectacle. Nueva York: Routledge.

López, Rafael (2012). "El movimiento #YoSoy132 en los géneros de opinión de siete diarios metropolitanos, un análisis cuantitativo". En Del 131 al #Yosoy132. Elección 2012, compilado por Leonardo Figueiras, 141-157. México: Comunicación y Política Editores.

Meléndez, Jorge (2012). "El cambio está en los jóvenes". En Del 131 al #YoSoy132. Elección 2012, compilado por Leonardo Figueiras, 11-24. México: Comunicación y Política Editores.

Merciert, Arnaud (2005). "Efficacité du performatif dans les rituels politiques". Hermès 43: 31-38.

Patiño, Juan Carlos (2011). "Pautas metodológicas para estudios de opinión". En Ciudadanía, participación política y procesos electorales en el Estado de México, compilado por Nelson Arteaga, Juan Carlos Patiño e Ivett Tinoco, 481-532. México: Universidad Autónoma del Estado de México.

Rauer Valentin (2011). "Symbols in action: Willy Brandt’s keen fall at the Warsaw Memorial". En Social Performance: Symbolic Action, Cultural Pragmatics and Ritual, compilado por Jeffrey Alexander, Bernhard Giesen y Jason Mast, 257-283. Cambridge: Polity.

Rivière, Claude (2005). "Célébrations et cérémonial de la République". Hermès 43: 23-30.

Rodríguez, César (2012). "Climas de opinión, Twitter vs. monopolios mediáticos en las elecciones presidenciales de México en 2012". En Del 131 al #YoSoy132. Elección 2012, compilado por Leonardo Figueiras, 105-126. México: Comunicación y Política Editores.

Salgado, Eva (2013). "Twitter en la campaña electoral de 2012". Desacatos 42: 217-232.

Schreiber, Darren (2007). "Political cognition as social cognition: are will all political sophisticates?" En The Affect Effect: Dynamics of Emotions in Political Thinking and Behavior, compilado por Russell Neuman, George Marcus, Ann Crigler y Michael McKuen, 48-70. Chicago: University of Chicago Press.

Silver, Daniel (2011). "The moodiness of action". Sociological Theory 29 (3): 199-222.

Szabó, Gabriella y Balázs Kiss (2012). "Trends in political communication in Hungary: A postcommunist experience twenty years after the fall of dictatorship". The International Journal of Press/Politics 17 (4): 480-496.

Turner, Victor (1969). The Ritual Process: Structure and Anti-Structure. New Jersey: Aldine Transaction.

Turner, Victor (1988). The Anthropology of Performance. Nueva York: paj Publications.

Vicari, Stefania (2013). "Public reasoning around social contention: A case study of Twitter use in the Italian mobilization for global change". Current Sociology 61 (4): 464-490.

Xu, Bin (2011). "Grandpa Wen: Scene and political performance". Sociological Theory 30 (2): 114-129.

Buscador

Usted está consultando

v76n1

También puede consultarla en:

Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM

jstor

scielo

redalyc

Revista Mexicana de Sociología en OJS

 

XIIPICS

premiados

suscripciones

La próxima fecha límite
para recepción de artículos
es el 14 de mayo de 2024

D. R. © 2015. Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales.
Revista Mexicana de Sociología. México, D.F. ISSN: 0188-2503/15/07704-02.