Universidad Nacional Autónoma de México • Instituto de Investigaciones Sociales

Excluded or included? Recyclable material recoverers in Latin America

Nicolás Villanova*

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* Licenciado en sociología por la Universidad de Buenos Aires. Becario de Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Instituto de Investigaciones Gino Germani. Las Heras 2424, piso 2o., departamento A, torre 3, localidad de Sáenz Peña, C.P. 1674, provincia de Buenos Aires, Argentina. Temas de especialización: clase obrera, proceso de trabajo, sobrepoblación relativa. Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Recibido: 16 de mayo de 2011.
Aceptado: 15 de diciembre de 2011.

Resumen

El fenómeno de la recuperación de materiales reciclables se masificó en varios países de Latinoamérica durante las últimas décadas. Este artículo se propone examinar el circuito que recorren esos materiales en ciudades de tres países: Argentina, Brasil y México. El objetivo es analizar este proceso y las condiciones de trabajo de quienes recolectan y clasifican el material de manera independiente o en cooperativas y su vínculo con las empresas que usan esos productos como materia prima, sobre todo las papeleras, a través de fuentes bibliográficas, estadísticas oficiales y artículos periodísticos, y estudios de caso propios en el análisis de la situación en Argentina.

Palabras clave:recuperador, exclusión, cooperativas.

Abstract

The phenomenon of recyclable materials recovery has occurred on a massive scale in several Latin American countries in recent decades. This article seeks to examine the circuit followed by these materials in cities of three countries: Argentina, Brazil and Mexico. The aim is to analyze this process and the labor conditions of those who collect and classify the material independently or in cooperatives and their link with firms that use these products as raw material, particularly paper mills, using bibliographical sources, official statistics and newspaper articles and case studies in the analysis of the situation in Argentina.

Keywords: recoverer, exclusion, cooperatives.

El fenómeno de la recolección y venta de materiales reciclables se extendió en varios países latinoamericanos y del resto del mundo. En general, suele ser una actividad muy difundida en las ciudades densamente pobladas, y si bien esta tarea puede remontarse a finales del siglo XIX se masificó durante las últimas décadas debido al incremento de la desocupación. En este artículo comparo la situación de los recuperadores de materiales en ciudades de tres países latinoamericanos. Fundamentalmente, presto atención a Sao Paulo (Brasil), al Distrito Federal (México) y a la ciudad de Buenos Aires (Argentina), que es donde se concentra el poder económico de los tres países. Los nombres que reciben los recuperadores en estos países son catadores, pepenadores y cartoneros, respectivamente. Para simplificar la exposición, utilizo las denominaciones de recuperadores o pepenadores y especifico el país de referencia.

La pregunta que guía este artículo es ¿qué es un recuperador? El objetivo principal es poner en cuestión las ideas que predominan en la academia acerca de la marginalidad de los pepenadores y su inserción en la economía informal. Mi objetivo es describir y analizar el circuito del material reciclado, el proceso de trabajo, las condiciones laborales de los recuperadores que realizan su actividad de manera independiente o asociados en cooperativas y su vínculo con las empresas que utilizan el reciclado como materia prima, específicamente las de la rama papelera. Este análisis nos permite replantearnos la idea de que los recuperadores son marginados del sistema. Como veremos, lejos de estar excluidos o marginados, los pepenadores cumplen con una función productiva para el sistema capitalista. La hipótesis general que procuro desarrollar sostiene que los pepenadores son parte de una fracción de la sobrepoblación relativa. Utilicé fuentes bibliográficas, estadísticas oficiales, artículos periodísticos y estudios de caso propios para analizar la situación en Argentina. Consciente de que se trata de un análisis limitado, debido a que abarca tres países, este artículo constituye un avance en la discusión acerca de qué es un recuperador y un intento por construir una hipótesis de investigación. Por este motivo, sus conclusiones no deben tomarse como afirmaciones generalizables.

Estado de la cuestión

Los estudios sobre la recuperación de materiales reciclables suelen vincular su masificación a las crisis provocadas por las "políticas neoliberales" implementadas a partir de la década de los setenta y profundizadas durante los años noventa (Medina, 1999; Schamber y Suárez, 2007). Desde esta perspectiva, se señala que las modernas tecnologías implementadas con el neoliberalismo dejarían fuera del mercado laboral a enormes masas de población, y su consecuencia sería el incremento del desempleo y la desocupación (Fajn, 2002; Schamber y Suárez, 2007). En este sentido, el capitalismo necesitaría una cada vez menor cantidad de mano de obra y más calificada, por lo que quedarían marginadas del sistema aquellas personas con escasos niveles de calificación, quienes tendrían dificultades para maniobrar con la nueva tecnología (Franceschini y Ribeiro, 2009; Queiróz Ribeiro y Carvalhal, 2009).

Otros autores introducen la idea de que la subsistencia de la población "excluida" sólo sería viable en el mercado laboral informal, que sería de "fácil acceso" para las personas con escasa calificación. Entre otras características, señalan el grado de "independencia" de quienes trabajan en la informalidad, dado que no cumplirían con un horario de trabajo fijo o determinado. Sin embargo, esa "independencia" puede ser puesta en cuestión si analizamos la forma de pago para los recuperadores, es decir, el destajo. Este último imprime los ritmos y el tiempo de trabajo debido al intento de aumentar los ingresos monetarios. Estos supuestos han sido difundidos no sólo en Brasil y Argentina, sino, sobre todo, en los estudios acerca de los recuperadores en México, donde una parte del sector oficial de recolección de basura también se dedica a clasificar y vender materiales reciclables. Por este motivo, el sector que queda por fuera de la estructura oficial suele ser identificado con la "informalidad" (Santos y Wehenpohl, 2001; Wamsler, 2000; Lozano et al., 2009).

En el caso de Brasil y Argentina, la presencia del sector informal en el mercado del reciclado aparece vinculada a la existencia de galpones acopiadores, que reproducirían la precariedad laboral (Schamber y Suárez, 2007). En ambos países suele estudiarse a las cooperativas de recuperadores como una manera de solucionar el problema de la "informalidad" y restablecer los lazos sociales rotos durante el neoliberalismo (Fajn, 2002). Se destaca que la eliminación de los galpones clandestinos brindaría una solución para erradicar la informalidad en el sector, puesto que serían éstos los que les cobrarían un precio a las empresas a las que les venden el material y, posteriormente, les pagarían a los recuperadores un precio menor (Escliar et al., 2007; Schamber y Suárez, 2007). Según estos autores, las cooperativas podrían evitar esto mejorando los servicios sociales y los ingresos de los pepenadores. Como veremos, el estudio del proceso y las condiciones de trabajo en los centros de reciclado gestionados por las cooperativas muestran un elevado nivel de precariedad laboral.

La teoría de la "marginalidad" no encuentra ninguna funcionalidad en los obreros expulsados de la industria. Al contrario, la perspectiva marxista plantea que la dinámica del capitalismo crea una sobrepoblación relativa que es, al mismo tiempo, palanca para su desarrollo. Esta fracción de la clase obrera es una consecuencia del desarrollo del sistema de Gran Industria, propio del modelo de producción capitalista, donde el trabajo es revolucionado de manera constante por la mecanización de las tareas. La tecnificación en el proceso de producción hace que tendencialmente se requieran menos obreros para una tarea determinada y crea una sobrepoblación relativa, superflua para las necesidades de valorización del capital; es decir, son fracciones de la fuerza de trabajo que ya no pueden ser explotadas en condiciones medias de productividad. Sin embargo, el capital requiere de la sobrepoblación relativa. Marx señala que "el trabajo excesivo de la parte ocupada de la clase obrera engrosa las filas de su reserva (…) y, a la inversa, la presión del crecimiento del ejército industrial de reserva, por su competencia, ejerce presión y obliga al obrero ocupado a trabajar excesivamente y a someterse a los dictados del capital".1 En este sentido, la función histórica de la población desocupada es, por un lado, ejercer una presión a la baja del salario del obrero ocupado; la tendencia a la "flexibilización" y "precarización" laboral en Argentina durante la década de los noventa es un ejemplo. Asimismo, es utilizada por el capital en momentos de expansión económica.

Marx describe tres formas de la sobrepoblación relativa. Una de ellas es la modalidad estancada, constituida por una parte del ejército obrero activo. Pero su ocupación es absolutamente irregular a la vez que sus "condiciones de vida descienden por debajo del nivel medio normal de la clase obrera, y es esto precisamente lo que convierte a esa categoría en base amplia para ciertos ramos de explotación del capital".2 Esta fracción de la sobrepoblación relativa se emplea en condiciones de trabajo intensivas y su fuerza de trabajo es vendida por debajo de su valor, como en el caso de los pepenadores y los trabajadores de la confección en Argentina. Por razones de espacio y para dar prioridad a la descripción empírica, en el estado de la cuestión he incorporado aquellos abordajes que han tenido un desarrollo empírico del fenómeno. Sin embargo, no se agota la existencia de estudios sobre el tema.

La cuantificación de los recuperadores

La ausencia de cifras censales sobre la cantidad de recuperadores crea un déficit metodológico para generalizar las conclusiones. Regularmente, las personas que se dedican a estas tareas suelen ser contabilizadas junto a otras de ocupaciones diferentes. Los institutos oficiales de estadísticas y censos registran a los pepenadores junto a los vendedores ambulantes de diferentes productos y los colocan en la categoría "cuentapropistas sin calificación". En consecuencia, las cifras existentes suelen ser estimaciones de investigadores, o bien de organismos oficiales y no oficiales que han intentado cuantificar el fenómeno, aunque de manera parcial, en urbes específicas.

En la ciudad de Buenos Aires, la sanción de la ley 992 en 2003 obligó al gobierno local a realizar un registro de los recuperadores. De este modo, contabilizó un total de 8 153, cifra que sólo comprendía a quienes se habían empadronado en el Registro único de Recuperadores.3 El mismo registro sumaba un total de 9 105 empadronados durante 2005 y de 16 579 en 2008. No obstante, sólo aparecían 5 280 como "vigentes". Estos últimos son aquellos que han renovado su credencial de recuperadores, por lo que puede haber muchos más que no estén inscritos o que su licencia haya vencido pero sigan realizando sus tareas. A su vez, los niños menores de 14 años no se encuentran contabilizados en el padrón, por lo que un porcentaje elevado de la población infantil no se contempla en estas cifras. Un informe realizado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (unicef) señalaba en el año 2004 un total de 4 223 niños recolectores menores de 17 años sólo en la ciudad de Buenos Aires, que constituía 48% del total de pepenadores estimado (2005).

En Brasil, un informe presentado por una organización ambientalista estimaba la presencia de entre 500 mil y 800 mil recuperadores en todo el país, de los cuales 40 mil se encontraban nucleados en diferentes organizaciones hacia el 2008 (AAVV, 2008). Por su parte, el Movimiento Nacional de Catadores de Materiales Reciclables (MNCMR) tenía registrado en 2005 un total de 35 637 recuperadores, de los cuales 72% se encontraba fuera de asociaciones cooperativas. A su vez, un estudio realizado por el unicef señala que en 1998 la cantidad de recolectores menores de edad sumaba en todo Brasil un total de 46 742 (AAVV, 1999).

En México, además de la ausencia de datos censales, la incidencia del sector oficial de recolección de basura —que como explico en el siguiente acápite también recolecta y vende productos reciclables— dificulta la contabilidad de los pepenadores. Hacia el 2004 se estimaba la presencia de entre 25 mil y 30 mil recuperadores de materiales en los basurales de la zona metropolitana de la ciudad de México, sin contabilizar a los recolectores del sector oficial (Mora Reyes, 2004). Como podemos observar, a pesar de los déficits en las cifras oficiales, estas estimaciones hacen evidente una elevada cantidad de población dedicada al reciclado.

Circuito y proceso de trabajo

En términos generales, los recuperadores son el primer eslabón del circuito del reciclado. Ellos se encargan de recolectar los materiales para venderlos a los intermediarios. Esta tarea se realiza de diferentes maneras, ya sea en la calle o en los basurales. En los tres países analizados se recolecta con carros tirados manualmente o por caballos, aunque predominan los primeros. Los pepenadores que recorren las calles realizan un trayecto fijo todos los días. Una vez seleccionado el material lo clasifican y luego lo venden a galpones de acopio u otros intermediarios que participan en el circuito. En algunos barrios de la ciudad de Buenos Aires los intermediarios se trasladan en camiones por el centro de la ciudad para comprar el material a los recuperadores. En el Distrito Federal, de México, un elevado porcentaje de recuperadores selecciona el material en los basurales. Algo similar ocurre en Brasil y Argentina, aunque tales rellenos se encuentran en las afueras de la ciudad y no se trata de una situación predominante, como sí sucede en el Distrito Federal.

Sin embargo, cada país presenta alguna particularidad. Históricamente, el sector oficial que recoge la basura, sobre todo en Brasil y Argentina, no participaba de la venta de los materiales reciclables, sino que trasladaba la basura directamente a su sitio de entierro, pero a partir de la década de los ochenta en Brasil y luego de 2002 en Argentina se sancionaron normas para obligar a las empresas concesionarias a realizar una recolección "selectiva" de los materiales reciclables. Dicha recolección se lleva a cabo en ámbitos generadores de grandes cantidades de productos reutilizables (supermercados u oficinas dependientes del gobierno), para luego trasladarlos a centros de reciclado gestionados por cooperativas de recuperadores.

La situación en la ciudad de México es diferente. Los trabajadores del sector oficial recolectan la basura y la clasifican para luego vender el material reciclable, tarea que se denomina pre–pepena. De este modo, se constituyen como el primer eslabón en la cadena del circuito del reciclado. Actualmente, el gremio de los trabajadores de barrido y limpieza del Distrito Federal se compone de 2 485 choferes, 3 400 ayudantes y ocho mil barrenderos con trabajo estable. A éstos se suman un total de tres mil trabajadores "eventuales". Todos ellos reciben un salario del gobierno por su labor. Sin embargo, el mismo sindicato menciona que existen cerca de seis mil voluntarios que no reciben sueldo.4 Estos últimos realizan las mismas tareas que los recolectores y su ingreso se compone de un porcentaje del dinero obtenido por el chofer del camión por la venta del material reciclable y por las propinas entregadas por los comerciantes y vecinos. De este modo, el servicio de recolección de basura es realizado por aproximadamente 22 885 personas. En cada camión se trasladan el chofer, dos ayudantes y dos o tres voluntarios, quienes recogen la basura y clasifican el material proveniente de la calle y los comercios. Con los encargados de estos últimos, los choferes acuerdan el pago de una propina por llevarse los residuos. La tarea de los recolectores consiste en recoger, seleccionar y clasificar los residuos, según los tipos, y luego acomodarlos en el camión.

Por su parte, los barrenderos también recogen basura. En este rubro prevalecen los trabajadores voluntarios, quienes subsisten de las propinas entregadas por los vecinos y de la venta de los materiales reciclables. Originalmente sólo se dedicaban a barrer, pero frente a la posibilidad de aumentar sus ingresos comenzaron a recoger la basura, clasificarla y venderla.5 Una vez llenados sus carros, constituidos por dos barriles con una capacidad de doscientos litros cada uno, los barrenderos depositan la basura no reciclable en el camión recolector de su zona. Por cada carro lleno obtienen entre 10 y 40 pesos mexicanos provenientes del cobro de propinas, es decir, un promedio de 45 dólares semanales. Por su parte, los ayudantes y voluntarios del transporte son los encargados de vaciar los carros, mientras que el chofer le cobra una suma de dinero al barrendero por llevarse los residuos.

Posteriormente, los camiones se dirigen a los depósitos de reciclado para vender el material. Los ingresos obtenidos son repartidos entre todos los miembros. La basura restante se lleva a una de las 13 estaciones de transferencia, donde se llena un tráiler que almacena entre 20 y 25 toneladas, cuyo chofer le exige una propina al camionero por la descarga. Una vez llenado, el tráiler traslada la basura a las plantas de selección de residuos, donde grupos de pepenadores hacen una nueva clasificación. La basura sobrante se transporta y deposita en los rellenos, donde también hay recuperadores dedicados a la selección de productos.

Los trabajadores del servicio de recolección agremiados y los voluntarios trabajan de lunes a viernes de las 6:00 a las 14:00 horas. Frente a alguna queja por parte de los vecinos, lo que suele ser muy frecuente, los recolectores extienden su jornada hasta tres horas más. Los sábados y domingos hacen guardias para cubrir las eventualidades. De este modo, sin contabilizar los fines de semana, la jornada laboral diaria es de ocho a 11 horas, y la semanal de 40 a 55 horas. Si bien cada puesto de trabajo presupone un salario diferente, el promedio del ingreso mensual que recibe un trabajador de limpieza por parte del gobierno del Distrito Federal es actualmente de 408 dólares. Si comparamos a este gremio con sus equivalentes en Brasil y Argentina, observamos que la situación de los trabajadores de limpieza del Distrito Federal es de una precariedad absoluta. Por ejemplo, la jornada laboral de los recolectores porteños es de 48 horas semanales, establecidas por convenio. El salario mensual de los recolectores mexicanos cubre hasta 2.5 veces la canasta básica, mientras que las remuneraciones de los trabajadores de Sao Paulo y la ciudad de Buenos Aires cubren 4.5 y 4.9, respectivamente, dicha canasta.6 A su vez, por cada kilómetro cuadrado, las empresas que prestan el servicio de recolección de residuos en la ciudad de Buenos Aires emplean y pagan a 22 personas, mientras que la administración del Distrito Federal remunera sólo a 11.7 Por este motivo, el gobierno del Distrito Federal utiliza personal voluntario para garantizar el servicio de recolección. Debido a la apropiación de un porcentaje elevado de material reciclable por parte del sector oficial de recolección de basura, no es común observar pepenadores en las calles del Distrito Federal, por lo que su tarea se concentra predominantemente en los basurales.8

La tarea de los pepenadores comienza una vez que la basura se deposita en el relleno. Algunos trabajan en las plantas de selección y clasificación de materiales reciclables, mientras que otros lo hacen directamente en el basural. Entre 1994 y 1996 se abrieron tres plantas en el Distrito Federal. Estas últimas poseen entre cuatro y cinco cintas transportadoras donde trabajan 42 recuperadores en cada una, en tres turnos diarios.9 De este modo, los tres centros de clasificación concentran un total aproximado de 1 638 personas y son gestionados por organizaciones de pepenadores, cuya existencia se remonta a la década de los setenta. Sus dirigentes son los encargados de la comercialización de los materiales.10 En cada centro de reciclado existe una división de tareas. Un grupo de personas coloca la basura en la cinta y otro la clasifica por tipo de material. Los residuos no reciclables continúan por la cinta y se depositan en contenedores para luego ser trasladados al basural. El material seleccionado se empaca y se pesa y es registrado por el grupo que lo clasificó, y una vez por semana se les paga en partes iguales a los miembros de cada cuadrilla, según el peso total alcanzado y el precio por kilo de cada producto, es decir, a destajo. Por su parte, los recuperadores que clasifican directamente en los basurales se encuentran en peores condiciones.

El último eslabón del circuito son las empresas que utilizan el reciclado como materia prima para la elaboración de otros bienes. Como vemos, en el circuito de recolección y venta de materiales intervienen distintos sujetos que forman parte de un mercado fuertemente extendido en los tres países. A su vez, las particularidades de cada país determinan la situación de los pepenadores. En México, la participación de los trabajadores de barrido y limpieza del sector oficial en la recuperación de materiales se debe a la precariedad de sus condiciones laborales. El cobro de salarios bajos obliga a los trabajadores recolectores a clasificar y vender los productos reciclables para complementar sus ingresos. Por su parte, el gobierno utiliza personal voluntario para sostener la estructura del servicio oficial de limpieza. ésta es la razón por la cual la tarea de los pepenadores del Distrito Federal se concentra fundamentalmente en los rellenos. La situación en Argentina y Brasil difiere de la mexicana. Los trabajadores de la recolección oficial de residuos no necesitan complementar sus salarios con otras actividades debido a que tienen condiciones laborales más favorables. En Argentina, por ejemplo, los trabajadores del servicio de recolección se encuentran agremiados a uno de los sindicatos con mejores condiciones de trabajo: el Sindicato de Choferes de Camiones. De este modo, en ambos países la selección y clasificación de materiales reciclables predomina en las calles céntricas.

Condiciones laborales y de vida

Las condiciones laborales de los recuperadores presentan altos rasgos de precariedad. En algunas circunstancias, los pepenadores clasifican y enfardan en sus casas, por lo que la vivienda constituye su lugar de trabajo. Estudios realizados en los rellenos sanitarios del Distrito Federal en el año 2000 muestran que las familias estaban compuestas en promedio por más de seis personas que vivían en condiciones de hacinamiento, que habitaban en casas de un ambiente con una fosa interna que utilizaban como baño. El piso era de tierra, las paredes de cartón o madera y no poseían servicios de agua potable o electricidad. Por este motivo, los habitantes se "enganchaban" de los cables de luz para obtener energía eléctrica (Wamsler, 2000). Algunos autores señalan una elevada cantidad de mortalidad infantil, alcoholismo, violencia y drogadicción.11

Los pepenadores que recogen directamente de los basurales trabajan entre ocho y 10 horas diarias los siete días de la semana. Durante el 2010 obtenían un ingreso mensual aproximado de 88 dólares.12 Por su parte, los recuperadores de las plantas de selección realizan jornadas de ocho horas diarias de lunes a sábado, es decir, 48 horas semanales. El salario obtenido mensualmente durante el 2010 era, de manera estimada, de 254 dólares.13 En ambos casos no existe una relación contractual ni indemnizaciones por accidentes de trabajo. Tampoco se proveen elementos de protección, como guantes o barbijos. Frecuentemente, los recuperadores consumen alimentos procedentes de los desechos.

En general, los estudios realizados en el Distrito Federal no dan cuenta de la actividad laboral previa de los recuperadores, aunque señalan la presencia en los basurales de niños, ancianos, migrantes rurales sin posesión de tierras, obreros desocupados, huérfanos, ex convictos, prófugos e inválidos (Wamsler, 2000). Algunos estudios realizados durante la década de los ochenta señalan que el porcentaje de personas dedicadas a la recolección en los rellenos habría estado compuesto de la siguiente manera: 50% de mujeres, 25% de niños, 15% de hombres adultos y 10% de inválidos y ancianos. También indican que más del 80% de los habitantes habrían nacido en los mismos rellenos y serían hijos de padres pepenadores (Castillo, Camarena y Ziccardi, 1987). Al parecer, la población pepenadora del Distrito Federal realiza esta actividad desde hace mucho tiempo y no ha conocido otras actividades laborales. Por su parte, estudios más recientes en rellenos que no corresponden al Distrito Federal sino a otras ciudades, como Mexicali, donde en el 2009 recolectaban aproximadamente 120 personas, dan cuenta de la procedencia laboral. En este sentido, Lozano señala que 27.8% eran obreros (sin especificar de qué tipo de actividad), 13.3% eran albañiles y sólo 6.7% se habría dedicado a la recolección y venta durante toda su vida. Las razones por las cuales habrían dejado de desempeñar ese empleo serían el cese del contrato de trabajo y los bajos salarios obtenidos (Lozano et al., 2009).

En la ciudad de Buenos Aires existen diferentes modalidades de recolección por parte de los pepenadores. Si bien predomina la recolección con carros en la calle, también hay otra manera de obtener materiales reciclables, que consiste en ubicarse en los barrios que concentran una elevada cantidad de comercios, donde colocan unos bolsones en la calle para recoger los desechos de negocios y edificios. En cuanto a la actividad laboral previa del conjunto de los recuperadores, un estudio realizado en el año 2003 señalaba que 25.9% de los que recorren las calles provenía de trabajos vinculados a la construcción y 24.1% a servicios personales y domésticos. A su vez, 15.4% había trabajado bajo relación de dependencia en empresas vinculadas a la industria manufacturera, 14% en actividades comerciales y el 20.6% restante en tareas vinculadas a la gastronomía y la agricultura, así como amas de casa, changas y carga y descarga (AAVV, 2003).14 El mismo estudio señala que la mayoría de los recuperadores recolectaba durante seis días a la semana y cerca del 70% lo hacía durante más de cinco horas.

La vida en los asentamientos de recuperadores en la ciudad de Buenos Aires presenta algunos rasgos similares a la de los basurales en México. Sus habitantes no cuentan con servicios de agua potable, luz y desagüe. Tampoco tienen fosas en sus casas, y estas últimas se construyen con cartón, madera y techo de chapa. Además, abundan los roedores y restos de basura que sobra luego del proceso de clasificación de materiales. Cabe destacar que desde el 2008 los habitantes de los asentamientos porteños son víctimas de recurrentes intentos de desalojo por parte del gobierno.15 En cuanto a las condiciones laborales, la jornada de trabajo de los pepenadores residentes en asentamientos oscila entre las 10 y las 12 horas diarias, durante seis días a la semana. La misma jornada es realizada por los recuperadores que trabajan en el barrio de Once.16 En el 2009, en un contexto de disminución del precio del reciclado, el ingreso mensual de los pepenadores en los asentamientos era de aproximadamente 121 dólares, mientras que para los recuperadores del barrio de Once era de 401 dólares, estimativamente.17

Las condiciones de vida de los recuperadores brasileños no parecen diferir de los casos anteriores. Un estudio realizado en la localidad de Goaiana en 2006 señala que un porcentaje de los pepenadores suele dormir en los depósitos de acopio, puesto que los dueños los alojan a cambio de que les vendan a ellos los productos recolectados, aunque a un precio menor que en otros galpones. Las condiciones de hacinamiento e insalubridad por la presencia de roedores e insectos parecen ser las características de estos ámbitos (Ladislau Ferreira, 2006). La actividad laboral previa se asemeja a la de los argentinos. Un estudio realizado en un depósito de basura en Río de Janeiro, en el que se realizaron 218 encuestas, señala que el trabajo inmediatamente anterior estaba vinculado a la construcción, la pintura, la pesca, la gastronomía, la costura, la vigilancia, etc. El desempleo habría sido el motivo para comenzar con la actividad de recolección y venta de productos (Firpo de Souza Porto et al., 2004). En la localidad de Goaiana, 43% de los recuperadores provenía de la construcción, 8% del trabajo rural, 8% del empleo doméstico y 10% de empleos vinculados al transporte, entre otros (Ladislau Ferreira, 2006).18 Por último, un estudio realizado en la localidad de Paraná entre 2002 y 2005 evidencia una tendencia a la migración del campo a la ciudad de las personas que se insertaron en la actividad de recolección y venta de reciclables, como consecuencia de la mecanización de las tareas agrarias (Bosi, 2007).19 Siguiendo con los estudios mencionados, la jornada laboral en Paraná era mayoritariamente de ocho a más de 12 horas (66% de 91 pepenadores) y en Goaiana 76% recolectaba entre siete y más de 12 horas. Por esta jornada, en Río de Janeiro los recuperadores asociados a una cooperativa tenían en el 2004 un ingreso promedio de 72 dólares, mientras que los que trabajaban en depósitos obtenían 116 y los independientes 132. En el 2006, en Goaiana un recuperador obtenía entre 46 y 138 dólares.

Como observamos, existen similitudes y diferencias en la situación de los pepenadores de los tres países. Entre las primeras podemos ubicar las condiciones de vida insalubres en las que se encuentra inmersa esta fracción de clase, así como las elevadas jornadas diarias y semanales. En este sentido, los recuperadores deben recolectar una cantidad considerable de materiales para que su jornada resulte rentable. Respecto a las diferencias, observamos el origen laboral. Mientras que en el Distrito Federal un estudio de la década de los ochenta señala que la actividad de recuperación sería una herencia familiar, en Mexicali, Baja California, investigaciones más recientes muestran que la mayoría de los pepenadores provienen de trabajos en relación de dependencia. En Brasil y Argentina, donde la masificación del fenómeno es más reciente, los recuperadores también habrían desempeñado otras actividades antes de dedicarse a la recolección y venta de productos reciclables. En Brasil y México parece haber un porcentaje de población migrante del campo cuyo origen de clase para el primer caso sería el obrero, mientras que para el segundo no resulta preciso, puesto que los autores los clasifican como "campesinos sin tierras".20

El pago por el material recolectado resulta ínfimo y también puede variar según la modalidad que se asuma. En general, la actividad de recuperación y venta comprende a toda la unidad familiar. En las tareas de selección y clasificación suelen participar tanto mujeres como niños. Por este motivo, el salario obtenido y declarado suele ser el único ingreso de toda la familia pepenadora. Cabe destacar que los precios de los materiales reciclables se encuentran sujetos a variaciones. Durante el 2009, la crisis económica influyó en esos precios, con una baja equivalente a 50% y hasta 80%. De este modo, los ingresos obtenidos disminuyeron sistemáticamente. Los cuadros 1 y 2 fueron construidos para ponderar el salario mensual de los recuperadores durante el 2009, tomando como fuente artículos periodísticos y estudios de caso en los tres países.

Como podemos observar en el cuadro 2, el salario de los recuperadores brasileños es el único que alcanza a cubrir la canasta básica, mientras que el de los mexicanos no alcanza a hacerlo por un pequeño porcentaje y el de los argentinos apenas cubre el 56%. El dato más llamativo se obtiene si comparamos estos ingresos con el promedio de remuneraciones por convenio del total de trabajadores registrados de cada país. El salario de los pepenadores mexicanos sólo constituye el 30% de lo que obtiene un trabajador registrado en su país, el de los recuperadores argentinos sólo el 15% y el de los pepenadores brasileros sólo el 24%. Como vemos, los pepenadores resultan una mano de obra barata para las empresas. Estas últimas utilizan los productos recolectados como materia prima para la producción de otros bienes y no pagan ningún tipo de cobertura social o médica, ni aguinaldo o vacaciones.

Cooperativas de pepenadores

En los países estudiados, las cooperativas de recuperadores surgieron en diferentes momentos. En Brasil y Argentina hubo intentos de formalizarlas durante los años ochenta y noventa, aunque no tuvieron demasiado éxito. En Brasil, por ejemplo, las primeras experiencias se remontan hasta mediados de la década de los ochenta, lo cual coincide con las políticas estatales destinadas a incentivar la recolección selectiva de materiales recuperables. Las primeras experiencias se concretaron en ciudades como Sao Paulo, Santos, Río de Janeiro, Belo Horizonte y Porto Alegre. Pero, según algunos autores, los gobiernos municipales habrían llevado a cabo estas iniciativas por periodos breves, puesto que, según las autoridades, el sistema tenía un costo elevado (Pacheco e Silva y Ribeiro, 2009; Demajorovic et al., 2004). En Argentina también hubo intentos de formalizar cooperativas durante el mismo periodo, pero se vieron frustrados debido a que la recuperación y venta de materiales se encontraban prohibidas desde 1977.

A diferencia de lo ocurrido durante las décadas de los años ochenta y noventa, luego de 2001 los gobiernos de ambos países ampliaron su política de desarrollo de cooperativas e infraestructura para llevar a cabo las tareas de clasificación y enfardado. De este modo, en Sao Paulo, entre los años 2003 y 2006 se concretaron 15 centros de reciclado gestionados por cooperativas (Pacheco e Silva y Ribeiro, 2009). Por su parte, la creación de algunos de los centros en la ciudad de Buenos Aires se hizo efectiva a partir de 2006. Actualmente existen cuatro centros de reciclado gestionados por diferentes asociaciones.

Las cooperativas presentan algunas limitaciones como solución al problema de la "informalidad" y la precariedad laboral propia de la actividad de reciclado. En este sentido, no todas las cooperativas lograron trascender y tampoco han logrado gestionar un centro de reciclado. En la ciudad de Buenos Aires existen 12 cooperativas matriculadas, pero no todas se encuentran activas. Por ejemplo, la Cooperativa Sud dejó de funcionar en 2006, dado que nunca pudo conseguir, entre otras cosas, un centro de reciclado; es decir, un local por el cual no hubiera que pagar alquiler. Por su parte, en Sao Paulo existían hasta el año 2009 un total de 79 cooperativas que habrían quedado excluidas de la posibilidad de gestionar una planta de selección.

El trabajo de los recuperadores asociados consiste en seleccionar, clasificar y compactar el material para luego venderlo directamente a las empresas. A pesar de tener maquinaria y equipo para trasladar los materiales y enfardarlos, algo que no poseen los pepenadores independientes, las condiciones laborales en las cooperativas son intensivas. Además, los accidentes son habituales. Un estudio de caso en Brasil señala la frecuencia con que los asociados sufren heridas con vidrios y jeringas. A su vez, la ausencia de una ventilación adecuada provoca un permanente olor nauseabundo debido al almacenamiento de materiales (Ribeiro y Rizpah Besen, 2006), con lo que se asemeja a los centros de reciclado de la ciudad de Buenos Aires.21

La jornada laboral en las cooperativas es equivalente en ambas ciudades: trabajan de lunes a sábado de las 8:00 a las 17:00 horas, es decir, nueve horas diarias y 54 semanales, estimativamente. El salario varía según las oscilaciones del precio de las mercaderías. En la ciudad de Buenos Aires, a mediados del año 2008, los ingresos mensuales fluctuaban entre los 222 y 253 dólares. Durante el mes de febrero de 2009 habían descendido a 185 dólares. Algo semejante ocurrió en Brasil. En la cooperativa paulista Cidade Limpa, entre 2001 y 2003 el salario mensual había descendido de 297 a 79 dólares (Demajorovic et al., 2004); mientras que durante 2006 variaba según la localidad: en Embu, un asociado cobraba 275 dólares, en San Bernardo 257 y en Santo André 156 (Ribeiro y Rizpah Besen, 2006). La crisis de 2009 y la tendencia a la baja del precio de los materiales reciclables también tuvieron su impacto en los ingresos de los pepenadores brasileños, quienes llegaron a percibir un ingreso mensual de 187 dólares.22 El cuadro 3 muestra la situación en las ciudades de ambos países.

Este cuadro muestra que el salario mensual de los recuperadores de las cooperativas porteñas no alcanza a cubrir la canasta básica, mientras que el de los miembros de las asociaciones paulistas la supera en 24%. Si comparamos el salario de los pepenadores asociados con el salario mínimo estipulado oficialmente en cada país, observamos que en Sao Paulo se cubre el 83% y en la ciudad de Buenos Aires el 54%. Cabe destacar que en ambas ciudades las condiciones de trabajo en las cooperativas son más favorables que la actividad realizada en la calle. No sólo la jornada laboral diaria y semanal es menor, sino que los ingresos mensuales son mayores en 9% en el caso paulista y en 23% en la ciudad porteña.

Aunque pueden existir experiencias que sean más exitosas que otras, las cooperativas se encuentran en un mercado en el que compiten con los recuperadores independientes y con otros intermediarios. De este modo, una baja en el precio de los materiales afecta por igual tanto a los independientes como a los asociados. Incluso, una tendencia que opera en contra de la dinámica de las cooperativas es la cada vez mayor cantidad de recuperadores en la calle, debido al incremento del desempleo. Esto trae como consecuencia una disminución en la cantidad de material proveniente de la recolección selectiva y, por lo tanto, una menor posibilidad de obtener mayores ingresos. Por este motivo, algunos pepenadores asociados de ambas ciudades han dejado de asistir a la cooperativa y han comenzado a realizar tareas de manera independiente.23

La importancia del reciclado para las empresas papeleras

Los pepenadores recolectan todo tipo de material desechado. Un porcentaje elevado lo constituyen el papel y el cartón. Con estos productos, las empresas papeleras producen diferentes tipos de papel, como cartón, de embalaje, para diario, papel blanco, tissue, etc. El papel de embalaje no requiere de una elevada calidad de materia prima y, generalmente, es el que más se produce en los tres países. Por este motivo, el cartón es uno de los productos reciclables que más se recolecta. Según la longitud de la fibra, el papel y el cartón se pueden reutilizar hasta ocho veces sin que sus propiedades se pierdan considerablemente.

De los tres países estudiados, México es el que mayor cantidad de papel y cartón reciclado utiliza en la industria papelera. En el periodo 1984–1994 la producción de celulosa en México habría disminuido 57% debido a la utilización cada vez mayor de materiales reciclados, mientras que la producción de papel se habría incrementado en 23%. A su vez, la combinación de materias primas para la elaboración de papel era de 26% para fibras vírgenes y de 74% para el reciclado. A pesar de su uso intenso, la cámara de las empresas papeleras proponía incrementar la cantidad de pequeñas industrias dedicadas a la recuperación de materiales con el objetivo de potenciar el reciclado.24 Si comparamos las cifras correspondientes a 1994 con las de los años posteriores al 2000, observamos que el porcentaje de reciclado aumentó respecto al uso de celulosa. En este sentido, en 2006 se mantenía vigente la idea de incrementar el uso de reciclado en México, aunque se instaba a profundizar la recolección. De este modo, "los industriales de la celulosa y del papel [buscaban] impulsar una norma con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Secretaría de Economía (SE), para que por lo menos el 60% del papel que se utiliza en suelo mexicano se recolecte para ser reciclado", debido a que un porcentaje de esta materia prima se importaba de Estados Unidos.25 La gráfica 1 describe la evolución en los últimos 10 años de los diferentes componentes utilizados para la producción de papel en la industria mexicana.

La gráfica 1 muestra que el promedio porcentual de la materia prima utilizada para la producción de papel de 2000 a 2009 era 83% de papel reciclado (45% producido en México y 38% importado) y 17% de celulosa. Ahora bien, si comparamos estos promedios con los de los últimos dos años observamos que, en ambos casos, el uso de papel reciclado producido en México aumentó respecto del promedio general (de 46.2% en 2008 a 47.4% en 2009), mientras que el uso de reciclado importado disminuyó (de 38.9% en 2008 a 37.7% en 2009). Lo mismo sucede con el porcentaje utilizado de celulosa, que desde 2003 es menor que el del promedio general de los 10 años (en 2008 y 2009 representó 14.9% del total). Es decir, cada vez se emplea mayor cantidad de papel reciclado en la producción de la industria papelera.

En Brasil y Argentina se usa una menor cantidad de insumos reciclados que en México, aunque no deja de ser considerable. El promedio general de los últimos años es de 39% y 52%, respectivamente. Las gráficas 2 y 3 muestran esta evolución.

Cabe destacar que no todo el papel que se recicla proviene del trabajo de los recuperadores. Un porcentaje de este reciclado se denomina papel de preconsumo, y es el que procede de la misma empresa; son los restos de material que no salen al mercado, ya sea porque se trata de recortes para dar forma a las cajas de cartón o porque la calidad no alcanza las pautas requeridas. Por su parte, el papel que sí llega al mercado y luego es reutilizado, denominado papel de posconsumo, tampoco proviene totalmente de la actividad de los pepenadores. Existen convenios entre empresas papeleras y supermercados que proporcionan el papel de embalaje una vez que los productos envueltos en las cajas son puestos en exhibición. No disponemos de datos al respecto de estos tres países, puesto que las cámaras empresariales no suelen publicarlos, ni los institutos de estadísticas oficiales. Sólo poseemos información sobre la utilización de papel de preconsumo y posconsumo para el caso de Argentina. La gráfica 4 muestra la evolución de los últimos años:

En la gráfica 4 se observa el incremento en la utilización de papel y cartón reciclados posconsumo de 2003 en adelante. La ausencia de información disponible acerca de la cantidad del papel reciclado que reciben las empresas por parte de los pepenadores impide medir el peso real de dicha actividad. No obstante, cierta información al respecto nos induce a pensar que un porcentaje considerable procede de los recuperadores. En el caso argentino, por ejemplo, una de las empresas de punta en la producción de papel tissue, la Papelera del Plata, utiliza como materia prima reciclada el papel blanco, puesto que el cartón no es útil para su producción. Se trata de una empresa que produce, aproximadamente, 100 mil toneladas anuales de papel. A partir de entrevistas realizadas en su planta pudimos aproximarnos a la cantidad de papel reciclado utilizado por la empresa y, específicamente, a la proveniente de la actividad de los recuperadores durante 2008. Así, la papelera utilizaba como materia prima 19% de celulosa, 10% de recortes propios (reciclado de preconsumo) y 71% proveniente de acopiadores y de la compra directa a empresas vinculadas con la rama gráfica (editoriales, distribuidoras, etc.). De ese 71% de reciclado de posconsumo, 40% era resultado de la actividad de los pepenadores (aproximadamente 38 mil toneladas anuales).26 En otros rubros, la industria papelera utiliza un mayor porcentaje de reciclado. Por ejemplo, en la producción de papel onda para elaborar cartón corrugado el reciclado constituye 90% de la materia prima.27 Una de las mayores productoras de envases de papel y cartón en el mundo es la empresa Smurfit, que utiliza como insumo 100% de reciclado.28 Como se puede ver, el uso de reciclado es de suma importancia para la industria productora de papel, en la medida que puede ahorrarse el costo que implica la compra o producción de pasta de celulosa. De este modo, los pepenadores se vuelven una necesidad en la cadena productiva de las empresas.

Destajo y explotación

Si bien los recuperadores no son ocupados formalmente por las empresas y, por lo tanto, no reciben un salario de ellas, constituyen de todos modos una fuerza de trabajo explotada por estos capitales. Esta explotación opera a partir de la dinámica que asume la forma de pago a los recuperadores, es decir, el destajo. Esta forma de pago establece los ritmos, los tiempos y las horas de trabajo, así como también una intensificación laboral, que no están impuestos directamente por el capitalista, sino indirectamente a través del destajo. Concretamente, los pepenadores reciben una suma determinada de dinero por la cantidad de material entregado, medido en kilos. Cuantos más kilos de productos se entregan, mayor será el ingreso obtenido. Por este motivo, los recuperadores, como cualquier otra fracción de la clase obrera que cobre por destajo, tienden a aumentar la cantidad de horas de trabajo, y laboran más rápido y con mayor eficiencia, sobre todo a partir de la división de tareas. Esta última puede darse en la propia unidad familiar (las mujeres y los niños clasifican el material mientras que los hombres recolectan) o bien entre pepenadores (en la ciudad de Buenos Aires es frecuente observar a dos recuperadores con un solo carro, siendo uno de ellos el recolector y el otro el encargado de moverlo, que no necesariamente son familiares directos). Ahora bien, como explica Marx, dado que el salario a destajo no es otra cosa que una forma transmutada del salario por tiempo, en el largo plazo esta mayor productividad redunda en una disminución del tiempo socialmente necesario para la producción del bien en cuestión (en este caso, la recolección y clasificación de material reciclable). Consecuentemente, el salario a destajo conduce, por la vía de la autointensificación, a una disminución del valor del producto, que lleva a que el precio abonado por unidad sea menor (Marx, 2006).

De este modo, el destajo presupone una relación con las empresas, aunque entre éstas y los recuperadores operen los intermediarios. Estos últimos se apropian de una parte de ese pago y son los pepenadores quienes reciben la menor porción. En esta relación, los recuperadores venden su fuerza de trabajo y reciben a cambio un salario a destajo para reproducir su vida. En este sentido, la idea de una "independencia" absoluta, propia de la dinámica que asumiría el "sector informal" en el que se insertarían los pepenadores, puede ser puesta en cuestión. La autointensificación opera directamente como un beneficio para las empresas debido al destajo. Que no haya un contrato de por medio no modifica la existencia de una relación de explotación.

Creemos que la precariedad en las condiciones de trabajo de los pepenadores se explica por su condición de población sobrante, específicamente en su modalidad estancada. Esta fracción de la clase obrera tiene la particularidad de ocuparse de manera irregular, bajo condiciones intensivas de trabajo, y vender su fuerza laboral por debajo de su valor. El capital la emplea bajo estas condiciones, poniendo muchas veces en peligro la reproducción física de la fuerza de trabajo de los pepenadores y sus descendientes. Es por ello que el trabajo infantil suele ser una característica frecuente en esta población.

Aproximaciones

A lo largo de este artículo analizamos de manera sucinta la estructura del circuito que recorren los materiales reciclables y los sujetos que intervienen en esta actividad. Dada la escasez de datos estadísticos y censales, no estamos en condiciones de hacer afirmaciones generalizables. No obstante, podemos presentar algunas aproximaciones a nuestro objeto de estudio. En primer lugar, la situación en México difiere de la de los otros dos países, en tanto que los trabajadores del servicio oficial de retiro de basura participan en la clasificación y venta de materiales reciclables debido a la precariedad de sus condiciones laborales. En este sentido, se ven obligados a complementar sus bajos salarios con su participación en el circuito del reciclado. Sin embargo, no son los únicos. También existe un ejército de "voluntarios" que recogen materiales por propinas y participan del ingreso por la venta de productos reciclables. En cambio, en Argentina ese sector pertenece a uno de los gremios cuyas condiciones laborales son muy favorables para los trabajadores. Se trata de un sindicato que, dada su situación, puede caracterizarse como parte de la denominada "aristocracia obrera".

En segundo término, la actividad de los pepenadores en México parece haberse masificado desde hace más tiempo que en Argentina y Brasil. Así lo demuestra la presencia de algunas organizaciones, existentes desde la década de los años setenta. A su vez, un pequeño porcentaje de los recuperadores mexicanos proviene del ámbito rural, al igual que en Brasil. La diferencia es que en el primer caso no queda clara su condición de clase, puesto que los estudiosos del fenómeno remiten a la categoría "campesino"; mientras que en el segundo se trata de obreros que han sido expulsados por la mecanización de las tareas agrarias. Mayoritariamente, los pepenadores argentinos y brasileños provienen de otros trabajos en relación de dependencia que han recurrido a esta actividad luego de haber quedado desocupados para poder reproducir su vida.

En tercer lugar, las cooperativas no parecen ser una solución a la precarización laboral, sino que, por el contrario, la reproducen. Aunque no existen muchas investigaciones que analicen el proceso de trabajo y las condiciones laborales de los asociados, algunos estudios evidencian una rotación de sus miembros y una tendencia a realizar la misma tarea de manera independiente. A su vez, los bajos salarios y la elevada jornada laboral son características que no difieren considerablemente entre los asociados a las cooperativas y los pepenadores independientes. La ausencia de ciertos derechos, como vacaciones pagas, aguinaldo, salario por tiempo u obra social, presupone que a partir de la figura de "cooperativa" se legitiman condiciones que para cualquier trabajador en relación de dependencia serían completamente ilegales.

Por último, el análisis del circuito de recolección y las condiciones laborales de los recuperadores nos permite señalar que se trata una tarea cuyo costo laboral resulta bajo si se le compara con otras ramas de la economía. Por escasos salarios y elevadas jornadas laborales, las empresas se nutren de la materia prima necesaria para la elaboración de bienes. De este modo, se pone en evidencia que los recuperadores no son "excluidos" del sistema, sino que, por el contrario, cumplen una función productiva en la medida que brindan los insumos necesarios para algunas empresas. A su vez, las condiciones de trabajo y de vida propias de los pepenadores de los tres países analizados concuerdan con la caracterización que hace Marx de la sobrepoblación relativa, es decir, aquella que es superflua para las necesidades de valorización del capital. Esta población es la expulsada de otras actividades o la constituida por jóvenes que no han sido absorbidos por la industria que, debido a cambios técnicos, ocupa cada vez menos mano de obra (Marx, 2008). Para corroborar esta tesis sería necesario proseguir la investigación y profundizar especialmente en el origen social del recuperador.

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