Representations around the repertoires of collective action in Chilean protest
Javier Oyarce Pizarro*
*Sociólogo por la Universidad de Playa Ancha y Magister en Ciencias Sociales, mención Estudios de la Sociedad Civil, por la Universidad de Santiago de Chile. Temas de especialización: representaciones sociales, movimientos sociales, interacción social, vulnerabilidades socionaturales. ORCID: 0000-0003-1857-3467.
Las aportaciones de este texto nacen de la investigación “Discursos en torno a los nuevos repertorios de acción colectiva en la protesta chilena: un análisis de los sentidos de la acción de protesta desde el movimiento estudiantil de 2011”, correspondiente a la tesis para optar al grado de Magister en Ciencias Sociales, mención Estudios de la Sociedad Civil, en la Universidad de Santiago de Chile.
Resumen: Este artículo presenta los resultados de una investigación respecto a los marcos de sentidos que sustentan la acción de protesta y realización de nuevos repertorios de acción colectiva en el contexto del movimiento estudiantil de 2011 en Chile. Se realizó un análisis estructural del discurso de entrevistas personales y material audiovisual. Tras el análisis y el reconocimiento de diversas categorías representacionales, se presentan un marco representacional y un modelo representacional como síntesis analítica de los discursos que emergen de los actores de protesta que ejecutan nuevos repertorios de acción colectiva.
Palabras clave: repertorios de acción colectiva, protesta social, movimientos sociales, representaciones sociales, discursos.
Abstract: This paper presents the results of an investigation on the frames of meaning that support the action of protest and the adoption of new collective action repertories in the student movement of 2011 in Chile. A structural analysis of discourses obtained through personal interviews and audiovisual resources was conducted. After analyzing and recognizing diverse representational categories, a representational frame and a representational model are presented as analytic synthesis of the discourses that emerge from protesters who use new collective action repertories.
Keywords: collective action repertoires, social protest, social movements; social representations, speeches.
Las últimas dos décadas han traído consigo una ola de movilizaciones a nivel global, que deja en evidencia la fragilidad de los sistemas de gobierno y las formas de relación social institucionalizadas. De esta forma, diversos levantamientos populares han ocurrido en diferentes países, con varios métodos de organización, formas de acción, duración, causas y efectos. En el caso chileno, 2011 significó, como en otros lugares del planeta, un periodo de auge de diversos movimientos sociales, destacando el movimiento estudiantil y las movilizaciones locales emblemáticas, como las de Aysén y Freirina (Cancino; 2015, Tricot, 2012; Jiménez, 2013; Urzúa, 2015; Aguilera, 2012; Garcés, 2012; Guzmán, 2015), lo que hizo posible la proliferación de diversas organizaciones sociales en los años posteriores y fue la impronta para la aparición de otros periodos de movilización, como el reciente evento masivo de movilización social denominado estallido social ocurrido en Chile en 2019. Estos eventos se impusieron en la agenda pública generando debate y el cuestionamiento ciudadano respecto de sus demandas, pero también de sus acciones en el escenario de protesta.
En el contexto de las movilizaciones en Chile en 2011 y posteriores, las acciones de protesta se desarrollan dentro de un marco tradicional de lucha que se expresa en los clásicos repertorios presentes en los periodos de movilización, entendiendo la herencia y el carácter histórico de éstos (Garcés, 2015; Aguilera, 2012). En este sentido, los repertorios se desarrollan en un marco de enfrentamiento, la utilización de la violencia, el desarrollo de asambleas, las marchas en la calle, las tomas, etcétera. Todos estos, como repertorios que se comprenden en un contexto histórico de lucha social como procesos aprehendidos por los manifestantes y que dotan de historicidad al movimiento social, entendiendo los espacios públicos y la calle como espacios en disputa (Urzúa, 2015; Tricot, 2012; Garcés, 2012; Guzmán, 2015).
Sin embargo, en relación con la acción colectiva y el uso del espacio público, el ciclo de movilizaciones en Chile, desde el año 2011 con mayor impacto y amplitud, va más allá de los marcos tradicionales, posiciona novedosas formas de protestar, que permiten presentar un marco de sentido rupturista con la idea tradicional de uso del espacio público y que logró trascender. Desde el análisis teórico de los movimientos sociales, estas acciones se denominan “nuevos repertorios de acción colectiva”, entendiendo su carácter no tradicional, extravagante y no violento (Urzúa, 2015; Tricot, 2012; Aguilera, 2012). Es a través de convocatorias masivas y teatrales, utilización de medios tecnológicos de comunicación, manifestaciones carnavalescas, entre otros, que los movimientos sociales buscan impactar en la población, lo que genera un eco ciudadano muy favorable para la movilización que ayuda al posicionamiento de las demandas sociales (Jiménez, 2013; Tricot, 2012; Urzúa, 2015).
En este sentido, el presente artículo expone los resultados del análisis de investigación a la pregunta sobre cuáles son las representaciones sociales presentes en los discursos de quienes llevan a cabo repertorios de protesta. Con base en estas representaciones sociales, ¿cuál es el sentido que dan a la acción de protesta que llevan a cabo dentro de la movilización social? De esta forma, se reconoce en los nuevos repertorios de acción colectiva un objeto analítico relevante que permite la aplicación de una metodología que busca reconocer las representaciones sociales en torno a la ejecución de acciones específicas, en el sentido de comprender por qué hacemos lo que hacemos. Buscamos reconocer marcos de sentido que emergen de procesos reflexivos individuales pero que permiten la existencia de acciones sociales como, en el caso de los movimientos sociales, la participación en estos espacios y la ejecución de tipos de repertorios que se manifiestan socialmente. Así, se estudiaron los discursos de actores de protestas durante el periodo de actividad del movimiento estudiantil de 2011 en Chile, uno de los más extensos y relevantes de la historia reciente.
Sobre el ciclo de protesta:
desde el movimiento estudiantil de 2011
El año 2011 marcó un precedente en la historia de los movimientos sociales y la acción ciudadana, no sólo a nivel local, sino en todo el globo (Cancino, 2015; Jiménez, 2013; Valencia, 2014). Dentro de esta extensa proliferación de revueltas sociales a nivel mundial, destaca en Chile el movimiento estudiantil, que establece un importante punto en la acción social bajo la consigna de “educación gratuita y de calidad”, que comienza a tomar sentido en la ciudadanía y alcanza niveles históricos de aprobación, participación y duración (Cancino, 2015; Tricot, 2012; Guzmán, 2015).
Durante mayo de 2011, la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) llama a paro nacional por parte de los estudiantes universitarios, como protesta ante las condiciones del sistema educacional chileno, solicitando fin al lucro en la educación, aumento del gasto público en educación, eliminación del aporte fiscal indirecto (afi), Tarjeta Nacional Estudiantil como beneficio gratuito y válido durante todo el año, así como la necesidad de una reforma en el sistema educacional que asegure igualdad y oportunidades para todas las personas, respecto del ingreso a la universidad.1 El paro comienza el 12 de mayo de 2011, con gran adhesión a nivel nacional, que aumenta durante las siguientes semanas (DiarioUChile, 2011; unicef, 2014). Ese mismo día, se lleva a cabo la primera marcha con motivo de las demandas estudiantiles; una segunda marcha se realiza el 26 de mayo, con el fin de entregar una carta con el pliego petitorio del movimiento al ministro de Educación en ese entonces, Joaquín Lavín (Ibid.).
El 3 de junio, 17 establecimientos universitarios se encontraban tomados por sus estudiantes y se habían sumado a la movilización los estudiantes de educación secundaria, que solicitaban la estatización y desmunicipalización de la educación, la generación de una malla curricular estandarizada para todos los establecimientos educacionales del país, la derogación de la Ley General de Educación y mejorar los liceos técnicos-profesionales (DiarioUChile, 2011; unicef, 2014).
La movilización se extendió por más de seis meses, periodo en el que existieron diversos intentos de negociación, pero sin éxito. El proceso de movilización permitió explorar y criticar el sistema social, económico y político; se añadieron otras organizaciones y otros pliegos petitorios. El 22 de noviembre, la Confech decide generar un calendario de movilizaciones para 2012, entendiendo que debían renovar fuerzas y estrategias, sin perjudicar a los estudiantes que cursaban sus carreras y estudios (DiarioUChile, 2011; unicef, 2014). De esta forma, se pone fin al periodo de movilización estudiantil del año 2011.
Durante aquel periodo hubo una proliferación de repertorios de acción colectiva. Entre los hitos podemos nombrar las “1 800 Horas por la Educación” (emol, 2011; Sepúlveda, 2011), en las que estudiantes se reúnen a correr alrededor de La Moneda, sumando 1 800 horas en esta actividad, que terminaría por llevarse a otras regiones del país. El 29 de junio se realiza un “suicidio colectivo” en protesta por las condiciones de la educación, el cual convoca a gran cantidad de estudiantes para representar esta acción en el espacio público (Sanhueza, 2011; Cooperativa, 2011). El 6 de julio se realiza el “Besatón por la Educación”, en rechazo a la violencia utilizada por el gobierno para reprimir las manifestaciones (López, 2011; El Mostrador, 2011a). Otro ejemplo fue el “Thriller por la Educación” (Cooperativa, 2011; El Mostrador, 2011b), un flashmob en el que se interpretó la coreografía del famoso tema de Michael Jackson “Thriller” y en el que los estudiantes se disfrazaron de zombis, aludiendo a que pagarán su educación hasta después de muertos. Estos son algunos de los casos más emblemáticos de las “nuevas formas de protestar” de los estudiantes chilenos, que hicieron eco más allá de las fronteras del país y generaron una enorme adhesión ciudadana. Estos hitos se suman a las características carnavalescas que tomaron la gran cantidad de marchas que se realizaron a lo largo del país, marcadas por los colores, la danza, la música y las representaciones teatrales (Tricot, 2012; Urzúa, 2015).
Se manifiesta una trascendencia de estos nuevos repertorios de acción colectiva respecto al uso del espacio público, que han dado forma a las acciones de protesta en Chile, desde 2011, pasando por el movimiento estudiantil de 2016, las performances feministas y el reciente “estallido social” de 2019.
Sobre los nuevos repertorios de acción colectiva
En cuanto a los repertorios de acción colectiva, en relación con la teoría de los movimientos sociales, se presentan diversas perspectivas y propuestas interpretativas para poder abordar estas temáticas. Una de las propuestas se enfoca en la acción social de protesta como instrumento y estrategia, centrándose en la función de la acción, la forma y sus efectos (Tarrow, 2004, 1992, 2002; Lefebvre, 1976; Scribano y Cervio, 2010). Bajo esta lógica, se entiende la calle como un espacio político y estratégico (Lefebvre, 1976), por lo que se organiza el espacio, se administra y escenifica en torno a los objetivos del movimiento (Scribano y Cervio, 2010). Los ciclos de protesta se manifiestan en repertorios con fines instrumentales (Tarrow, 2002), por lo que se debe cumplir con visibilizar la acción, diversificar las acciones y maximizar la creatividad (Urzúa, 2015). El papel de las demandas, la construcción del discurso y la organización interna de los movimientos influyen en la elección de los tipos de acción y los momentos en los que se llevan a cabo los diversos repertorios; por lo tanto, la construcción del discurso debe estar enfocada a la acción (Jiménez, 2013). Este proceso permite, desde la mirada de Sidney Tarrow (2004), cimentar el terreno de la estructura de oportunidades políticas y la función de los repertorios dentro del contexto de lucha, que se manifiesta estratégicamente, entendiendo los repertorios como las formas de acción disponible (Iglesias, 2005) en consideración de las condiciones del conflicto (Cruz, 1997). En esencia, desde una mirada estratégica de los repertorios de acción colectiva, estos responden a lo que los movimientos sociales entienden que deben realizar, considerando sus recursos y conocimientos y respondiendo a contextos en los que se esperan acciones coherentes con la lucha social (Tarrow, 2004; Tilly en Tarrow, 2002). En este sentido, los repertorios son las acciones que deben llevar a cabo los movimientos sociales entendiendo los espacios públicos como espacios en disputa, que desde la estrategia buscan movilizar y convencer (Tarrow, 1992). De esta forma, quien controla el espacio comunica y condiciona a los actores sociales, activistas y posibles integrantes (Iglesias, 2005). Así, los repertorios exitosos logran hacer converger la interpretación de los actores movilizados con la población (D’Angelo, 2014).
Otros enfoques entienden los repertorios de acción colectiva como construcciones sociales simbólicas, relacionales y subjetivas que se desarrollan en un marco sociocultural, trascendiendo su característica instrumental y presentándose como determinantes de la identificación de los movimientos y actores que se manifiestan en las diversas formas que les presentan los repertorios (Alexander, 2006; Depuis-Deri, 2010; Juris, 2005, 2008). Desde este enfoque, se entiende que los repertorios de protesta son prácticas de autonomía y que dan mayor importancia a la acción simbólica que a los aspectos estratégicos e instrumentales (D’Angelo, 2014); por lo tanto, el objetivo de la performance es transmitir una situación de carácter social a la ciudadanía entendiendo la acción como un símil del ritual con sentido simbólico (Alexander, 2006). De esta forma, los repertorios de acción colectiva se trasladan de una relación político-jurídica a una relación simbólico-cultural (Aguilera, 2012); así, la función de las acciones se transforma en un aporte fundamental para el significado del movimiento (McAdam, 1999).
Desde estas perspectivas y desde el estudio de los nuevos repertorios de acción colectiva, algunos teóricos han buscado sintetizar las posturas entendiendo su función estratégica en la organización de los movimientos sociales, pero sin dejar de lado la noción simbólica y subjetiva que trasciende el análisis funcional de la acción de protesta como configuradora de sentidos, identidad y realidad social (D’Angelo, 2014; Iglesias, 2005; Delgado, 2007). Esta noción parte del estudio de los denominados nuevos movimientos sociales, que destacan las relaciones simbólico-culturales de la acción colectiva (Day, 2006; Diani, 1992; Della Porta y Diani, 2011). De todas formas, uno de los principales aportes a la teoría de los nuevos movimientos sociales es la teoría de la acción colectiva de Alberto Melucci (Iglesias, 2005), que a pesar de no compartir esta denominación, desarrolló un análisis desde lo microsociológico a lo macrosociologico en torno a los movimientos sociales, destacando la importancia del sujeto como actor dotado de identidad y articulado en un entramado de funciones que dan el carácter a los movimientos sociales (Melluci, 1999).
En cuanto a los nuevos repertorios de acción colectiva, estos se caracterizan por ser repertorios autónomos y autoorganizados, que juegan con la audiencia y tienen la capacidad de transformarse, basándose en la realización de performances abiertas y teatrales (Ducombe en D’Angelo, 2014). Este tipo de repertorios destacan por ser singulares, diversos, innovadores y multirrelacionales, y se pueden observar en el marco histórico temporal de los movimientos sociales en Chile durante el siglo xxi (Aguilera, 2012).
La identificación de las representaciones sociales en torno a la acción colectiva y sus repertorios logra aportar al conocimiento de la dinámica de los movimientos sociales desde los marcos subjetivos que presentan una comprensión de la realidad individual y que permite la ejecución de cierto tipo de acciones, las cuales toman rumbo como “colectivas” y confluyen en marcos de sentido compartidos y que permiten la organización actitudinal y performática que requieren los repertorios de acción colectiva. Por lo tanto, los repertorios ejecutados se orientan hacia la acción en el marco de la comprensión de la realidad individual y colectiva (Melluci, 1999), posicionando la identificación de marcos de sentido individuales como un insumo metodológico que puede ser pasado por alto al referirnos a fenómenos colectivos y sociales, como la protesta o los movimientos sociales, o que se consideran, desde algunas perspectivas, como determinados principalmente por contextos históricos o estructurales (Jodelet, 2008). De esta forma, se parte desde el sujeto que expresa una comprensión personal de la realidad, en este caso, de la problemática asociada al sistema educativo en Chile, y que desde su interpretación favorece el surgimiento de acciones sociales relacionadas con otros marcos de comprensión de la realidad asimilables. De esta forma, la propuesta de estudio parte desde el sujeto que participa de la movilización, pudiendo reconocer aquellos relatos que sustentan las acciones de protesta y que construyen redes de sentido.
Metodología
El análisis que se presenta propone una metodología que, con base en los contenidos identificados a través del análisis estructural del discurso, permite una interpretación de la información recopilada, con el objetivo de reconocer modelos representacionales que se relacionan con tipos de acción. Así, esta propuesta busca presentar una metodología que construya categorías sobre marcos subjetivos respecto a tipos de acción social.
Esta metodología consiste en la identificación de un tipo de acción como categoría analítica. Puede ser una acción práctica o discursiva; en este caso, son los repertorios de acción colectiva. Asimismo, se busca reconocer contextos de aplicación de este tipo de acción, escenarios observables de materialización específica; en el caso de este estudio, la protesta social en el contexto de las movilizaciones estudiantiles de 2011 en Chile, además de actores que ejecuten estas acciones, es decir, ejecutores de nuevos repertorios de acción colectiva en el escenario indicado. Estos aspectos responden a la construcción de las categorías que delimitan el marco de análisis.
Para la recopilación de la información analizada se ha recurrido a dos fuentes. Por una parte, entrevistas a individuos que hayan participado en las protestas del movimiento estudiantil de 2011 realizando acciones en el marco de la categoría “nuevos repertorios de acción colectiva”. Los entrevistados se manifestaron a través de repertorios como performance (teatro, coreografías y representaciones), expresión musical (batucadas, comparsa) y bailes latinoamericanos (tinku). Por otra parte, se analizó material audiovisual de entrevistas y documentales en el marco de la ejecución de nuevos repertorios de acción colectiva.
El objetivo del análisis es la identificación de las representaciones sociales en torno a dimensiones analíticas que permitan la construcción de un modelo representacional en torno al repertorio que el entrevistado lleva a cabo. Para la identificación de las dimensiones analíticas, a través de la revisión de los discursos estudiados del material audiovisual, se construyen dimensiones que dirigen el reconocimiento de los contenidos del discurso. Las dimensiones analíticas que contrastan la identificación de tipos de representación son: tipos de repertorios llevados a cabo; motivo de la acción; tipo de actor; disposición a otros repertorios; relación con el entorno; fin de la acción; representación de sujetos manifestantes; aporte del repertorio; representación sobre repertorios violentos; representación sobre actor violento; límites de la acción de protesta. Así, la construcción de la pauta de entrevista busca dirigir las preguntas hacia las dimensiones construidas e identificar representaciones sobre los repertorios de acción colectiva en el marco de cada una.
Para la identificación de categorías representacionales, a través del análisis estructural del discurso se desarrolla la revisión de los contenidos presentes en los discursos que emergen de las entrevistas. En el proceso analítico, se construyen las categorías desde los fundamentos de la disyunción (definiciones contrarias, distinción) y la asociación (conjunción) de lexemas (Hiernaux, 2008), posicionando a las distintas categorías representacionales por cada dimensión. Con la identificación de las categorías representacionales, se presenta un marco representacional como síntesis analítica de las representaciones sociales en torno a los nuevos repertorios de acción colectiva.
En una última etapa, entendiendo que cada una de las categorías emerge de discursos individuales, estas se reubican en los discursos originales presentando metadiscursos por sujeto entrevistado. De esta forma, se observa la relación entre las representaciones y se identifica un eje diferencial, es decir, una dimensión que permita identificar una diferencia entre discursos. En el caso del análisis que se presenta, esa dimensión es “razón de la acción”, ya que sus tres categorías representacionales —“acción de conciencia individual”, “acción estratégica” y “rechazo a la acción violenta”— no confluían en los individuos, a diferencia de las otras dimensiones, donde más de una de sus categorías podían estar presentes en los discursos estudiados. Así, tomando las tres categorías representacionales de la dimensión “razón de la acción”, se construye un esquema que expresa un modelo representacional como síntesis de los flujos de sentido respecto a la acción social.
Representaciones sociales en torno a nuevos repertorios de acción colectiva en la protesta chilena
En el análisis de los discursos de los entrevistados, se identifican las representaciones sociales que se desprenden del sentido que dan a la acción de protesta los actores ejecutores de nuevos repertorios de acción colectiva. En este sentido, se presentaron diversas categorías representacionales que agrupan conceptualmente el sentido discursivo en torno a temáticas específicas y que determinan las dimensiones analíticas del marco representacional propuesto.
Para la presentación de los resultados, se expondrán dos partes: una que hace referencia al marco representacional, esto es, a la identificación de la representaciones sociales identificadas en torno a las dimensiones de análisis expresadas en la metodología; y una segunda parte que presenta la síntesis representacional de los discursos estudiados, expuestos en la propuesta de un modelo representacional en torno a los nuevos repertorios de acción colectiva desde los marcos subjetivos de quienes llevan a cabo este tipo de acciones en la protesta chilena.
Marco representacional
Con base en el análisis realizado y descrito, se reconocen en los discursos de los entrevistados representaciones en torno a 12 dimensiones analíticas que dan forma al marco representacional respecto de los nuevos repertorios de acción colectiva. Este marco es la síntesis de los significantes que dan sentido a la representación en torno a las dimensiones ya expresadas. La propuesta conceptual es el resultado del reconocimiento de asociaciones conceptuales y el posterior proceso de diferenciación, lo que permite la síntesis representacional que se muestra en la tabla 1.
Cada dimensión contiene las representaciones sociales como unidad sintética y analítica, que se expresan en los discursos de los actores involucrados. Esta etapa permite un reconocimiento de los sentidos posibles respecto a la acción de protesta que se estudia; cada una de las representaciones es significante en sí misma, por lo que no se vinculan narrativamente una con otra, sino que confluyen en marcos de sentido individual específico.
Si observamos las dimensiones, podemos reconocer aquellas síntesis representacionales que permiten el reconocimiento, siguiendo a Erving Goffman (2017), de un marco que da sentido a la acción. En el caso de los repertorios ejecutados, se representan los repertorios de [acción artístico-cultural], que hacen referencia a los tipos de repertorios de acción performativa, carnavalesca o derivada de alguna área de expresión artística, y también se representa la [acción comunicacional], tipo de repertorios que se articula a través de nuevos medios y plataformas para poder difundir, al alero del contexto político, lo que el movimiento busca comunicar a la ciudadanía.
Respecto a las representaciones en torno a los motivos que significan la acción de protesta, se identifica que una de las motivaciones es el [posicionamiento de un discurso social], la posibilidad de presentar un discurso que expresa la realidad representada por quienes se movilizan. También, la ejecución de este tipo de repertorio hace referencia a la [necesidad individual], la posibilidad de articular la pulsión personal de pertenecer; por coherencia de sentido y contexto personal, la participación y el uso de formas específicas de acción se relacionan con las motivaciones individuales. Por último, la [legitimidad de las demandas] permite la convocatoria de sujetos con diversas motivaciones actitudinales y representativas de la realidad sociopolítica que se enfrenta, que es otro de los significantes que motivan la acción.
Las representaciones respecto a la identificación con la protesta implican reconocer el [sentido de pertenencia] como factor relevante. Esta representación responde a la necesidad de ser parte de la movilización, ya sea como acto de reivindicación individual, por el contexto político específico o como proceso experiencial. En el sentido de lo anterior, se representa la [realidad individual] como otra representación significante del sentido de identificación; en este punto, como un proceso de vinculación contextual, el marco que expresa la realidad objetiva de diversos individuos es coherente con las consignas discursivas y demandas del movimiento, por lo que la participación está significada como [realidad individual]. Por último, la protesta permite la utilización del espacio físico y público, hace posible la vinculación con una audiencia, interna y otra externa, lo que permite la representación de identificación, en torno al escenario, como [escenario de expresión artística], animando la presencia de sujetos con intenciones performativas y que reconocen en el contexto de protesta un espacio posible para la realización de estas formas de comunicación y vinculación.
Sobre la relación con el entorno, las posibilidades vinculantes y relacionales son diversas, y el tipo de expresión y acción de protesta determina los modos de relación y vinculación interna de la protesta. Así, se representan los vínculos de la protesta como [relación compleja], entendiendo que la heterogeneidad de participantes, acciones realizadas, sentidos de la acción, historias de vida, por nombrar algunos, no permite una relación fluida en sí misma, sino la presencia de redes complejas de relación común, más allá de los procesos de movilización conjunta que permite la expresión de “masa movilizada”. Estas relaciones complejas se expresaban en algunas ocasiones en forma de una [relación conflictiva], entendiendo que las dinámicas internas son contrarias en algunos grupos y que, desde los marcos de sentido individual, en formación de grupos focalizados, permitían relaciones en que se marcaban diferencias categóricas entre unos y otros, esencialmente, respecto de tipos de acción y expresión llevadas a cabo en contexto de protesta. En estos mismos espacios de [relación compleja] se expresan formas de [relación de respeto]. Las dinámicas de protesta requieren formas de organización que busquen vincular, por necesidad estratégica, la unión que representa la masa movilizada. De esta forma, en contextos generales, existen dinámicas de apoyo, vinculación y fraternidad que permiten la continuidad de la protesta, la defensa en contextos represivos y la representación de un “otros-nosotros”. La vinculación se representa en grupos autoconvocados que se unen en torno a la convocatoria que significa tanto el contexto de protesta como el contexto de movilización específicos. Así, la posibilidad de generar redes entre grupos internos se asienta en torno a las [relaciones sobre características comunes], por lo que la asociación, en contextos sociales comunes, se establece en torno a marcos de sentido y actitudinales comunes o similares, lo que permite la generación u organización de repertorios ampliados o tipos de repertorios específicos.
Respecto al rol autodefinido por parte de los entrevistados en el contexto de la protesta y de los modos de manifestación ejecutados, se identifican representaciones en diversos niveles. En primer lugar, en un nivel de influencias y determinación respecto de su propio hacer, se referencia a la representación de [actor activo] que está presente en la protesta, se manifiesta de manera constante, intenta aportar en diversos frentes de la organización del movimiento y busca interpretar y hacer suyas las demandas del movimiento social. En este mismo nivel, se hace referencia al [actor secundario] que, en un marco representacional de autodefinición, posiciona la propia acción y presencia como un hecho relevante pero no determinante, relaciona su rol con la posibilidad de actuar como movimiento. Por otra parte, en un nivel actitudinal, emerge la representación del [actor pacífico] que, desde el sentido significativo que tiene el propio repertorio de acción colectiva que ejecutan quienes expresan esta autoidentificación en su discurso, busca dejar de manera clara. El tipo de acción y participación está determinado por el tipo de actor que manifiesta ser, en sentido relacional, en un marco de realidad específico. En este mismo sentido, se presenta la representación del [actor ideologizado], que busca dejar en evidencia la relevancia del marco de interpretación de la realidad, la crítica política, la construcción de discursos que expresen las demandas del movimiento. Este reconocimiento de la realidad discursiva que da sentido a la movilización está presente en casi todos los discursos, pero la autoidentificación como [sujeto ideologizado] manifiesta y releva su acción, esencialmente, a la construcción de una realidad que cimenta en la interpretación de las dinámicas del sistema político y su determinación en la realidad existente.
Al identificar las orientaciones culturales sobre la posibilidad respecto de llevar a cabo otro tipo de repertorios de acción colectiva en el contexto de protesta, se elaboran representaciones que determinan, en primer lugar, el posicionamiento individual del sujeto que protesta, y en segundo, posibles dinámicas internas de los movimientos, en el sentido de la presencia de tipos de actores posibles en contextos específicos. Existen dos tipos de representaciones que hacen referencia a marcos de interpretación situacionales. Podemos observar la presencia de una [visión estratégica], entendiendo que los tipos de acciones posibles en contexto de protesta se refieren a momentos de la movilización y se deben ejecutar en dirección con los objetivos y demandas de la movilización. Por lo tanto, toda acción es una herramienta para el movimiento y debe ser considerada estratégicamente en su ejecución; de cumplirse las condiciones, existe una disponibilidad expresa a la participación en otros repertorios. Asimismo, la [visión contextual] responde a la realidad inmediata de la movilización, y la disposición a otros tipos de acción está determinada por el momento. Así, la posibilidad de pasar de acciones artístico-culturales a acciones contenciosas es determinada por el contexto de la situación de protesta. En el sentido de la disposición a otros tipos de repertorios en modo de categorías de repertorios, se manifiesta una posición positiva a ejecutar acciones artístico-culturales, en la representación [Sí- acción-artístico cultural]; de igual manera, hay representaciones favorables a la ejecución de acciones contenciosas o violentas [Sí- acción violenta]; por último, se manifiesta un tipo de representación que expresa la no disponibilidad a acciones de tipo violento, en el sentido de proteger la movilización de la influencia negativa que puede imprimir en la imagen de la protesta y posible convocatoria, entendiendo, en sentido estratégico, que esas acciones perjudican la representación social del mismo movimiento.
La dimensión respecto a quienes no participaron en la movilización presenta dos representaciones. Los “no participantes” son quienes, por diversos motivos, no acudieron a ninguna instancia que propiciaba el contexto de protesta. Por lo tanto, se presentan orientaciones argumentativas hacia estos sujetos sociales como externos a la movilización. Una de las representaciones en torno a los “no participantes” se posiciona desde una [perspectiva de clase]. De esta forma, la no participación de un grupo específico de la sociedad, representado como “clases acomodadas” o “clase alta”, no participa en este tipo de hitos, ya que no pertenecen a ellos, entendiendo su posición ventajosa en el sistema social y económico que, justamente, la movilización apunta como el problema, por lo que la no participación tiene un sentido de coherencia con la realidad representada por la movilización. En este mismo marco interpretativo, se expresa la comprensión de realidades disimiles en las clases más vulnerables del país o, más directamente, en la realidad individual de los potenciales participantes, lo que podría impedir su participación (riesgo de perder el trabajo, crianza, miedo, labores cotidianas, jornadas laborales, entre otros). Por otra parte, hay una segunda representación que considera la existencia de una [deformación de la realidad] por parte de quienes no participan y tienen posturas críticas ante los procesos de movilización. Entendiendo que la construcción de la realidad está en disputa en el sentido de lo que los movimientos sociales expresan, la tensión entre lo que “es” y “no es” permite contradicciones y conflictos marcados entre perspectivas que se extrapolan, por lo que se entiende que quienes tienen posturas más conservadoras o en defensa de la realidad que se critica por parte de quienes protestan, se considera que no comprenden el problema y, por lo tanto, rechazan el acto que busca el cambio de esa realidad que defienden. En este mismo sentido se integran a la clase alta, pero con la aceptación de que es una mirada coherente con sus propias realidades.
En el caso de las funciones de los repertorios que llevaron a cabo cada uno de los entrevistados, se pueden observar tres representaciones. Estas se posicionan en distintos niveles de alcance respecto de la movilización social. En un nivel mínimo de alcance funcional para la movilización, en contraposición a su impacto en el marco de una función subjetiva, se representa el repertorio como [medio de expresión individual]. El repertorio como acto de expresión, más que como un acto de protesta, posiciona a la acción performativa o expresiva como un producto que se presenta en un contexto propio o posible, en una posición individualista de la funcionalidad primaria de la acción. En un nivel de alcance mayor está la [función estratégica] de los repertorios ejecutados. Todo acto elaborado en el marco de la protesta social, bajo esta representación de la realidad, determina que los repertorios deben ser ejecutados en contextos y formas específicas, identificando los efectos, los errores y la planificación. En un nivel sintético, se presenta la función de los repertorios de acción colectiva ejecutados como [expresión de identidad cultural]. Este punto es interesante, ya que en primer lugar supone, desde una perspectiva individual, la posibilidad de llevar a cabo la representación de formas de expresión cultural; estas individualidades responden a intereses colectivos culturales, que ven en la protesta la posibilidad de dotar de sentido “auténtico” la movilización, permitiendo la integración de cosmovisiones de las naciones y formas culturales del territorio y, a un nivel macro, la construcción de mundos alternativos que emergen desde la movilización.
Reconociendo la funcionalidad de los repertorios y los logros de la movilización en torno a principios como la convocatoria y la participación, definitorios de la posibilidad de mantenimiento y resultados de los procesos de movilización, se reconoce y categoriza la dimensión de “manifestantes”, es decir, representaciones respecto al sujeto que participa en las movilizaciones sociales. Como primera representación, se reconoce al manifestante como un [actor con conciencia social], una persona que reconoce la realidad consignada como problemática, por lo que acepta las demandas y las impulsa en favor de aquellos cambios que requieren los problemas sociales interpretados. En un sentido similar, se representa al [actor emocional] que, al igual que la anterior orientación representacional, reconoce la legitimidad de las demandas pero, en el sentido de los discursos expresados, debe su presencia a la interpretación emocional de aquella realidad material desigual. Por último, se reconoce la presencia de un [actor estratégico], en el sentido de que las acciones y la presencia responden a las necesidades del momento, entendiendo que los cambios interpretativos posibles de la realidad y la estructura social en el marco de los sistemas de organización pueden ser modificados o impactados en contextos como los que expresan los movimientos sociales.
Sobre la dimensión respecto al aporte de los repertorios, son cuatro las representaciones. Las formas de expresión realizadas permiten exponer contextos representativos, rítmicos y teatrales que, en una amalgama de formas de acción, aportaban al [ambiente de la protesta], dotando, figurativamente, los marcos relacionales y expresivos que permitían la propia convocatoria y el sentido de la movilización social. En una dirección similar, como forma de determinación significativa de la acción respecto de los discursos que emergen desde la movilización, los repertorios esperan aportar a la [legitimidad del movimiento], ya que es a través de la formación de expresión y el uso del espacio público que esperan presentar los discursos que dan sentido a la movilización social, por lo que lo representado como forma de expresión y acción es en sí el movimiento. También se representa como [canal de mensaje], como una de las formas de comunicar el sentido del movimiento social, entendiendo las formas de expresión, representación y difusión como formas de acción comunicativa. En su función demostrativa y expresiva, los movimientos requieren de un escenario de ejecución, aspecto que es posible, en contextos de protesta, por la [apropiación del espacio], haciendo uso de lo público en sentido espacial, rompiendo las formas de tránsito tradicional para la aparición del movimiento en forma de masa objetiva.
Respecto a la definición propuesta para los nuevos repertorios de acción colectiva y su no utilización de métodos directamente violentos, se incluye la dimensión respecto de la acción violenta. Se reconocen cuatro representaciones que se expresan en dos submarcos representacionales: sobre los efectos en la movilización y sobre su origen-legitimidad. Sobre los efectos, la mirada es desde la ya constante noción de “estrategia”. En el sentido del efecto mediático contraproducente que refieren los eventos violentos en las protestas, las diferencias internas por formas de acción y su desfavorable repercusión sobre la convocatoria y participación, se representa a la acción violenta desde una [visión estratégica negativa]. De todas formas, algunos discursos expresan que la protesta social es volátil y está determinada, en su relación conflictiva, por la función definitoria del Estado como administrador del monopolio de la violencia, por lo que la posibilidad de radicalizar las formas de lucha está supeditada a los contextos que permita el desarrollo del movimiento, y en contextos específicos emerge una [visión estratégica positiva], en la posibilidad de direcciones por las que puede optar un movimiento social. Ahora, se presentan dos representaciones más que apuntan a las motivaciones de la acción violenta y sobre su legitimidad. Una de las posturas reconoce en la acción violenta una forma de [acción válida], entendiendo que el origen de ésta puede estar justificada respecto de realidades de vida situadas o en contexto de protesta específicos. La violencia es legítima en contextos donde es la forma de relación imperante. En una posición contraria, se le representa como una [acción irracional], un acto que emerge desde motivaciones, pasiones y sentidos dañinos y sin marco de interpretación que permita su legitimidad, esencialmente por el principio de no agresión y respeto por la integridad del otro, en sentido esencial de la racionalidad humana. Por lo tanto, la realidad individual no es marco de validación para ciertos tipos de acción por ejecutar, sino que la diferencia entre las formas posibles que deben emerger desde el movimiento social parte de la idea de lo no violento.
También se analiza la dimensión respecto a quienes ejecutan acciones violentas en la protesta. Son tres las representaciones que se observan en los discursos estudiados. Se expresa el reconocimiento de un [sujeto ideologizado], entendiendo que el repertorio de acción violento está asociado a formas de lucha y articulación política determinantes de ciertos discursos que expresan, desde la interpretación de la realidad del sistema político y la organización social, la posibilidad “real” de la consecución de los objetivos revolucionarios a través de métodos violentos. Por lo tanto, se representa a un actor que actúa por motivaciones de interpretación de la realidad en sentidos radicales. En otra representación, se expone la noción del [sujeto irracional], que responde a categorías morales, en términos de lo que debe ser la base racional del entendimiento humano, es decir, todo tipo de interacción debe comenzar desde la base de la no violencia material. En otra de las representaciones, se reconoce en este sujeto una preexistencia, una forma de vida que en algunos casos da sentido a su forma de expresión, y emerge la idea de que quienes actúan en torno a repertorios de acción violenta son [sujetos violentados sistemáticamente]. En este sentido, se comprende la violencia como forma determinante de su vida y por ende, las posibilidades de derivar en acciones de dinámicas iguales se presentan como probables y explicativas.
Por último, sobre la dimensión analítica razón que dan a la ejecución específica del repertorio, emergen representaciones que se expresan como síntesis en un plano razón-acción. Una de las representaciones expresa que los repertorios ejecutados en el contexto de la protesta social son una [acción de conciencia individual]. La ejecución de los repertorios responde a la realidad objetiva y a los marcos de sentido específicos del individuo asociados a los motivos que sustentan la existencia de la movilización. Con la ejecución de diversos repertorios, la participación es un acto que responde a la interpretación de la realidad desde el individuo, que ve en el movimiento social un aspecto que lo convoca y compromete, reconociendo la coherencia de su expresividad en el espacio público en el marco que permite la movilización social. En un segundo sentido, los repertorios ejecutados responden a la necesidad de llevar a cabo [acciones estratégicas]. El repertorio debe tener la capacidad de aportar respecto de los objetivos que la movilización había trazado en el sentido de su propia misión, por lo que los repertorios por ejecutar no provienen de la necesidad o motivación individual como motor, sino de las decisiones y los consensos estratégicos que requiere el contexto político que se interpreta. La tercera representación reconoce en su propio repertorio una contrapropuesta a las otras formas de relación que ofrece el contexto de protesta, por lo que la razón de llevar a cabo este tipo de repertorios es el [rechazo a la violencia] como forma de relación primaria en el contexto de protesta social. Se reconoce una “forma” diferente de relacionarse y expresarse. Se interpreta, como característica esencial del movimiento social, la oportunidad de expresar aspectos que deben ser cambiados de la realidad existente, y parte de lo que se debe cambiar de esa realidad son las formas de relación violentas, que son cotidianas y que emergen con fuerza en contextos conflictuales y contenciosos como la protesta.
Modelo representacional
El modelo representacional permite identificar aquellas categorías representacionales que emergen desde los discursos y que son expuestas como las representaciones sociales que dan sentido a la acción de protesta en torno a los nuevos repertorios de acción colectiva. Estas categorías representacionales, en un ejercicio de reubicación, vuelven al discurso de origen, lo que hace posible una identificación de discursos posicionados.
Como ya se había mencionado, las representaciones expuestas están presentes en los diversos discursos estudiados, y puede confluir más de una representación de una dimensión en un mismo discurso posicionado. De todas formas, al observar el posicionamiento de las categorías representacionales respecto de la dimensión razón de la acción, éstas se ubican individualmente, es decir, no se presenta una confluencia de más de una categoría representacional por discurso. De esta forma, la razón por la que llevan a cabo la acción específica permite la diferenciación significante y representacional para la identificación de redes representacionales desde esta diferencia.
El proceso metodológico busca construir un modelo de los flujos representacionales que manifiestan tipos de marcos de sentido. Cabe indicar que los marcos de sentido se identifican como una categoría teórica que considera que los individuos comprenden la realidad por la confluencia de variables psicológicas, sociales y culturales en un mundo pre-dado, las cuales les permiten interpretar y dotar de sentido a la realidad (Berger y Luckmann, 2015). Así, las representaciones sociales, como categoría analítica, permiten la identificación sintética de aquellas dimensiones en la que los individuos se relacionan con el entorno y dirigen los tipos de acción que deciden ejecutar. Si más individuos llevan a cabo un tipo de acción específica, se presentan flujos de sentido, es decir, el paso de un nivel individual a uno social. Por lo tanto, así como la acción es posible por asimilación individual, la acción social emerge en contextos de comprensión interrelacional de la realidad (individuo en lo social) (Giddens, 2015). Ante acciones sociales, colectivas o cotidianas, existen flujos de similitud representacional presentes en los marcos de sentido parcialmente similares en torno a esas acciones.
No podemos concebir las acciones sociales como esencialmente mecánicas, pues responden a procesos reflexivos que son posibles en los límites de los marcos de sentido, entendiendo que suele haber disponible una batería de acciones posibles en diversos contextos sociales. Por lo tanto, la acción es posible por síntesis de sentidos que emergen de los procesos reflexivos (Giddens, 2015). Estos procesos reflexivos no son necesariamente de alta complejidad en su elaboración, es el proceso que permite pensar antes de la acción y la legitimidad de su ejecución.
En este sentido, respecto a la propuesta analítica, con la identificación de las redes representacionales se propone el modelo representacional sobre nuevos repertorios de acción colectiva en la protesta chilena, desde el discurso de individuos que llevan a cabo este tipo de repertorios. De esta forma, la base disyuntiva de los discursos es la razón del uso del repertorio.
El modelo representacional está conformado por tres niveles, todos relacionados con las representaciones disyuntivas: [visión estratégica], [acción consciente], [no violencia]: un nivel central, un nivel relacional y otro no relacional.
El nivel central expone las representaciones que fluyen entre las tres representaciones disyuntivas. Estas categorías representacionales están presentes en los diversos discursos estudiados, que no están determinados en su relación específica con los tres modelos disyuntivos. Este nivel logra expresar aquello que es común al marco representacional y cultural de quienes ejecutan nuevos repertorios de acción colectiva en el contexto de la protesta chilena. Por lo tanto, lo unificador respecto de lo que da sentido a la acción entre actores que ejecutan este tipo de repertorios son las representaciones que se observan en este nivel. Este punto, en relación con la realidad que presentan los movimientos sociales como fenómenos sociales específicos, es determinante de lo que da sentido a la participación en la protesta.
El nivel relacional introduce la relevancia posicional de las representaciones disyuntivas, expresando la presencia de redes representacionales que son pertinentes en la noción de diferenciación, en el contexto de la identificación de categorías representacionales para la propuesta de un modelo representacional. Las representaciones en el núcleo central del modelo son la expresión de lo común respecto del actor, ya identificado, como manifestante que ejecuta nuevos repertorio de acción colectiva, por lo que la inclusión de un nivel relacional reconoce la diferencia interna de la categoría general, ya que la disyunción significante de la propia razón de la acción o repertorio ejecutado permite reconocer, a priori, la existencia de más de un manifestante que ejecuta nuevos repertorios de acción colectiva, a un nivel subjetivo. Así, no hablamos de un marco de sentido para la ejecución de nuevos repertorios de acción colectiva, sino de marcos de sentido (en plural) que sustentan la acción en el contexto de protesta. De todas formas, lo relevante es que el nivel relacional es el único espacio del modelo que expresa relación entre las razones de la acción (dimensión de representaciones disyuntivas), por lo que la diferenciación representacional permite, bajo la propuesta interpretativa, reconocer categorías representacionales asociativas en sentidos dimensionales de la representación o construcción de la realidad cotidiana, o mejor dicho, en este contexto, de la realidad de la protesta social y la movilización social a la que se adscriben.
A modo explicativo, si observamos el esquema del modelo representacional, en una dimensión analítica como la autoidentificación como actor en la protesta, podemos reconocer cuatro categorías representacionales: [actor activo] [actor secundario] [actor ideologizado] [actor pacífico]. Estas cuatro representaciones se posicionan en algunos discursos estudiados y se identifican por su capacidad de interacción con las representaciones disyuntivas. A diferencia del núcleo central, la aparición de ciertas representaciones está determinada por su relación con las representaciones disyuntivas. En el caso de la dimensión de autoidentificación, los discursos de [no violencia] / [visión estratégica] expresan representaciones de autoidentificación como [actor estratégico]; en el caso de [acción consciente] / [visión estratégica], confluyen la representación de [actor activo], mientras que en el caso de una relación representacional entre [acción consciente] / [No violencia] emerge en algunos de sus discursos posicionados la autorrepresentación de [actor secundario].
En continuidad con la explicación respecto a la dimensión de autoidentificación, la representación social de [actor pacífico] no se presenta en un nivel relacional (conexiones discursivas en torno a representaciones disyuntivas), ni está presente en el núcleo central (eje común de categoría general), sino que se observa en el eje no-relacional. Respecto al modelo representacional expuesto, el nivel no-relacional funciona como nivel de cierre entre las tres representaciones disyuntivas, identificando las representaciones que se relacionan únicamente con las representaciones expuestas en la dimensión de razón de la acción. De esta forma, la categoría representacional [actor pacífico], como representación de la dimensión de autoidentificación, sólo es observable en los discursos que tienen como
eje diferenciador la [no violencia]. Por lo tanto, el nivel no-relacional es la base discursiva que determina la categorización, en un nivel subjetivo-discursivo, de tipos de manifestantes que ejecutan nuevos repertorios de acción colectiva en la protesta chilena. Estas representaciones, a diferencia de los dos niveles presentados anteriormente, y como se observa con el ejemplo respecto del [actor pacífico], tienen un nivel de relación primaria con las representaciones disyuntivas, antes que con la dimensión de la que emergen. La dimensión, en este caso, es definitoria, pero las representaciones tienen sentido desde los discursos diferenciados.
De esta forma, el modelo representacional es la síntesis analítica de las categorías representacionales expresadas en los discursos de quienes llevan a cabo nuevos repertorios de acción colectiva en la protesta chilena. Este expone tres niveles de relación representacional en contextos específicos, ya que en actores, en el marco epistemológico propuesto, de una misma categoría de identificación, confluyen entre representaciones que pasan desde lo común, lo relacional y lo diferencial, como expresión de la complejidad de la construcción de la realidad que da sentido a la acción.
Conclusiones
El análisis estructural de los discursos y su categorización analítica entregan categorías en las que se encuentran el marco de compresión de la realidad de protesta social, el entorno y las formas de acción que se dan en este espacio. A través del análisis de estas categorías, se puede vislumbrar los diversos sentidos que sustentan discursos referentes a las nuevas formas de acción colectiva.
En el presente artículo se han abordado las representaciones sociales que tienen los participantes de las protestas, en el contexto del movimiento estudiantil de 2011, respecto de los repertorios de acción colectiva y movilizaciones sociales, sobre la identificación situada respecto de sus propias acciones de protesta en el marco de los nuevos repertorios de acción colectiva. Estas representaciones se enmarcan en una matriz que describe las motivaciones individuales que sustentan la acción y cómo la historia de vida y la representación de la realidad permiten la coherencia de los actos con el contexto en el que se desarrollan. De esta manera, podemos volver a los planteamientos realizados por Denise Jodelet (2003), que se refieren a las representaciones sociales como procesos subjetivos construidos y que construyen las representaciones de la realidad, lo que delimita los significados y las comprensiones de los procesos sociales.
Así, se presentan, como propuesta sintética del proceso de análisis, un marco representacional, que expresa las representaciones identificadas en los discursos estudiados, respecto a dimensiones discursivas, y un modelo representacional, que vincula las representaciones presentes en el marco antes indicado, en el que se puede identificar un eje diferencial que orienta las redes y los límites representacionales entre discursos situados. Cabe destacar que este es un modelo referencial en el contexto de un proceso de análisis científico que permite proponer un marco subjetivo de la comprensión de la realidad respecto del sentido de la acción que se ejecuta, y es un hecho que los marcos de sentido son propensos a cambios interpretativos (Suárez, 2008). De igual manera, los marcos de sentido se modifican en marcos de relación interna que no generan cambios extremos, sino adecuaciones para la comprensión de la realidad en contextos de cambios o conflicto (2008). Por lo tanto, de igual manera, los resultados de la investigación permiten comprender una estructura focalizada o general de las posibles representaciones que se vinculen en un contexto de observación y análisis específicos.
Los resultados obtenidos en el presente estudio permiten reivindicar las metodologías de la sociología interpretativa en el análisis de los movimientos sociales, en aspectos como el sentido de la acción, los discursos en torno a los repertorios y los marcos simbólicos de representación social. Busca responder dudas en torno al sujeto y su forma de actuar en contexto de protesta, a través de la interpretación del discurso, entendido éste como pensamiento práctico con fines comunicacionales y de dominio del entorno social (Jodelet, 2008; Ibáñez, 1988). Así, se logra un acercamiento sistemático al estudio de los nuevos movimientos sociales del siglo xxi, teniendo como marco contextual los repertorios ejecutados en el periodo de movilización estudiantil de 2011 en Chile.
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Recibido: 2 de septiembre de 2022
Aceptado: 17 de octubre de 2023